La página contiene las frases y los poemas de mis autores más admirados, que hasta hoy me acompañan en el camino de la creación poética
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jueves, 14 de mayo de 2020
GEORG TRAKL - FRASES
Hay una luz que el
viento ha extinguido.
Iluminado bajo el
durmiente por el bosque negro.
Ahí en la isla de
los mares del sur para recibir al dios del sol.
He roto la nuca a mi
caballo negro en el bosque nocturno por qué de sus ojos brotaba la
demencia.
A través del oscuro
follaje suenan campanas dolorosas.
Rojas nubes que un
dios airado habita.
El sonido del otoño
se acompaña con guitarras.
En el jardín se
disuelve su ceniza impura.
Marchas con leve
pasó por la noche repleta de colgantes racimos purpúreos.
Donde hace oír sus
sones un zarzal allí están tus ojos lunares.
Tu cuerpo es un
jacinto en el que un monje hunde sus dedos de cera.
Nuestro mutismo es
una negra caverna de la que a veces sale un manso animal que cierra
lentamente sus pesados párpados.
El oro final de
estrellas que se extinguen.
Llora un muerto en
el jardín de la tarde.
Bajo sombríos abetos
mezclaron su sangre los lobos petrificados en un abrazo.
Siempre prosigue un
animal azul vigilando estos caminos negros conmovido por su música nocturna.
Extraños son los
caminos nocturnos del hombre.
Por calles oscuras
avanza el viento.
Una voz oscura hablo
dentro de mí.
Radiante abismo del sol.
Cayó brillando una
gota de sangre en el vino del solitario.
Es un ser extraño el
alma de la tierra.
Una nube profunda envolvió mi cabeza.
El cercano silencio
del olvido.
Esta cabeza inquieta
echando en la penumbra.
Siempre inquieta al
que contempla el negro vuelo de los pájaros.
Esos pasos que
corren dudosos buscando la nube azul persiguiendo también implacables constelaciones.
Silenciosa habita en
tu boca la luna otoñal.
Sobre los pálidos
párpados del muerto flores el modo silencioso.
La pequeña ciega
corre temblando por el camino y después su sombra va a tientas por muros
fríos rodeada de cuentos y leyendas sagradas.
En las tinieblas del
viejo asilo caen ruinas humanas.
Sobre pies de plata
se deslizan antiguas vidas.
Silenciosos sobre el
calvario se abren los dorados ojos de dios.
La tarde reina en el
viejo jardín.
La herida roja
indescifrable condenada a existir en los oscuros recintos donde azules
campanas resuenan.
Hay sombras que se
abrazan ante un espejo ciego.
En un infierno de
piedras murió mi rostro.
La sombra azul del
niño se levantó radiante en la oscuridad.
Silencioso abandona
el muerto la casa destruida.
Noche y espanto de
bosques sumergidos y el ardor del animal solitario.
Las lágrimas de
cristal de ángeles condenados.
Penetré en la
penumbra del jardín y se había apartado de mí la negra presencia del mal
La sangre
que fluye de la garganta del dios
El silencio
de dios bebé en la fuente del bosque
Existe un
campo de rastrojos donde cae una lluvia negra
Existe un
viento que susurra entre chozas vacías
Arañas buscan
mi corazón
Hay una luz
que se extinguió en mi boca
La ira de
dios azota con rabia la frente de los poseídos
A través de
la máscara de plata se asoma el genio del mal
En los
avellanos tintinearon ángeles cristalinos
Junto al
muro desnudo camina con sus estrellas en solitario de tu cuerpo es un jacinto donde un
monje sumergió sus dedos de cera
Una cueva
sombría es nuestro silencio de la que a veces surge un apacible animal
Sus estrellas
se agrupan en los signos del mal
Sigo al
labio púrpura de mi aliento la antigua oración
Esta cabeza
inquieta acechando en la penumbra esos pasos que corren dudosos buscando a
la nube azul en la colina persiguiendo implacables constelaciones cayó brillando una gota de sangre
en el vino del solitario
Una voz
oscura hablo dentro de mí
Le he roto
la nuca mi caballo negro en el bosque nocturno porque de sus purpúreos
ojos brotaba la demencia
A través
del oscuro follaje suenan campanas dolorosas
Extraños son
los caminos nocturnos del hombre
A tus pies
se abren los sepulcros de los muertos
Hay una luz
que el viento extinguido
El jardín
está en el ocaso
Los huérfanos
yacen muertos junto al muro del jardín
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