La página contiene las frases y los poemas de mis autores más admirados, que hasta hoy me acompañan en el camino de la creación poética
domingo, 22 de noviembre de 2015
Alfonso Sola González : ADELAIDA Y YO EN EL INVERNADERO
Alfonso Sola González : ADELAIDA Y YO EN EL INVERNADERO: Escritura automática II Pájaros de médulas sutiles de limones eléctricos beben mi sangre en tazos de ébano lluvioso hierven esquinas co...
lunes, 13 de julio de 2015
Alfonso Sola González : LOS ROSTROS DEL MAR
Alfonso Sola González : LOS ROSTROS DEL MAR: Quiero nombrarte uno taberna portuguesa junto a las flores altas, extrañas, en el puerto de Lisboa. Quiero nombrarte una taberna donde ot...
Alfonso Sola González : PARA UNOS RELOJES DE MARTA BRUNET
Alfonso Sola González : PARA UNOS RELOJES DE MARTA BRUNET: Unos relojes mecidos por el viento del mar en el sur de Chile; unos relojes enterrados en la voz de los viajeros que nunca volverán a...
Alfonso Sola González : SALMO DE LA ÚLTIMA NOCHE
Alfonso Sola González : SALMO DE LA ÚLTIMA NOCHE: La luna de la Pascua alza su vieja piedra sobre la noche del Cedrón. Tierra roída por el viento y la voz de los profetas, oh tierra...
Alfonso Sola González : VOLVER SOBRE TUS OJOS
Alfonso Sola González : VOLVER SOBRE TUS OJOS: Tantos héroes tontos cabanas bajo lo lluvia y yo leía todos los libros y amaba o las mujeres de pelo extraño o silencioso o rústico...
LA COPA DEL OLVIDO
Escritura automática XII
Es la última copa de mí vidade mi vida muchacho que se va
que se ha ido copa del sol perros con candelabros
estanterías ardiendo con fuego de llamándote
vida mío amor mío querida mía
toalla de miel mía de jabón mío de quererte en mi casa
en mi pelo de la mañana
entre mis piernas junto al velador de ginebra tejida
espuma deshojada tango de musgo genital mía, mía
la guitarra en el ropero colgada lo lengua en el clavo de
mate dulce
sonámbula otro vez virgen miedosa
desnuda con la palmatoria entre los hormigas del desván
mío mía como mi copa de leche seminal
como la piel de los huevos solares
como hacia adentro hasta el arco del grito
hasta el aullido de la carne sagrado
hasta morir de saliva pentecostal
en tu gran cuerpo de hembra nuevo
de patíbulo de nácar
hasta la violeta luna de tus pezones
en mi boca en mis dientes de perro sacerdotal
de ángel de carne hundiéndote hasta el fin de la espuma rojiza
de tus ovarios dulces como alas plegadas
como cisnes de niños sonriendo a la luz de la luna
como lo última copa
tango de calor animal desgarrando la miel de la lámpara abierta
y jadeando el quejido del amor, ya mojando tu plumón
vida mía,
el planeta aterrado.
Alfonso Sola González : FLAVIA DEBAJO DE LAS TORRES
Alfonso Sola González : FLAVIA DEBAJO DE LAS TORRES: Escritura automática V Desde lejos los héroes quemaban la grasa de los bueyes para el humo de Flavia Flavia que golpea su gra...
Alfonso Sola González : EL CUBO VENERADO Y SECRETOS SIN AIRE
Alfonso Sola González : EL CUBO VENERADO Y SECRETOS SIN AIRE: El cubo, sólo el cubo, las letras y los números anteriores, ausentes del diluvio; el grito mecánico, la sierra de paloma forzada, el ...
Alfonso Sola González : VALS DEL ADIOS
Alfonso Sola González : VALS DEL ADIOS: A Thelma Fernández Burzaca Un día todo comenzará a cubrirse con el último pájaro; caerá lentamente como la tarde unida y desnuda qu...
Alfonso Sola González : SEÑORA DE UN JARDÍN
Alfonso Sola González : SEÑORA DE UN JARDÍN: Te vi vestida como si vinieras desde la oscura sombra. En la errante ventana mis ojos retenían el aire, las plumas que caían. Mir...
Alfonso Sola González : LA CANCION DE LA PUERTA CERRADA
Alfonso Sola González : LA CANCION DE LA PUERTA CERRADA: Ábreme la puerta, madre porque vengo sin dormir. Duerme en las puertos del frío lo puerta no puedo abrir. . . Ábreme lo puerta, mad...
jueves, 9 de julio de 2015
JOAQUÍN SABINA
Mi primer Pasaporte
Mi primera manzana
se llamaba quién eres
mi primera
hipoteca se llamaba después
mi primer
laberinto se llamaba mujeres
mi primer adjetivo
se llamaba al revés.
Mi primera
guitarra se llamaba extranjero
mi primera moneda
se llamaba real
mi primer
mandamiento se llamaba no quiero
mi primer uniforme
se llamaba papá.
Mi primer apellido
se llamaba Martínez
mi primer
desconsuelo se llamaba Lulú
mis primeros
Abeles se llamaban Caínes
mi primer don
Quijote se llamaba Mambrú.
Mi primer
espejismo se llamaba verano
mi primera fulana
se llamaba por fin
mi primer
pasaporte se llamaba Mariano
mi primer
aeropuerto se llamaba París.
Mi primera
estación se llamaba horizonte
mi primera
venganza se llamaba perdón
mi primer
cigarrillo se llamaba Bisonte
mi primer
crucigrama se llamaba canción.
(De vuelta a
Madrid, septiembre de 2004)
Mis primeros desconciertos
(Mis primeros penúltimos)
(Mis primeros penúltimos)
Mi primer
desconcierto se llamaba destino
mi primer hasta
luego se llamaba good bye
mi primer Al
Capone se llamaba Al Pacino
mi primer sonotone
se llamaba Compay.
Mi primer
cumpleaños se llamaba posguerra
mi primer
seminario se llamaba Berceo
mi primer
planetario se llamaba la tierra
mi primera Julieta
se llamaba deseo.
Mi primer molotov
se llamaba Bilbao
mi primera viuda
se llamaba Vietnam
mis primeros
naufragios se llamaban Callao
mi primera
esperanza se llamaba l’espoir.
Mi primer
desencanto se llamaba febrero
mi primer
esperanto se llamaba español
mis primeros
pinchazos se llamaban torero
mi primer zapatero
se llamaba charol.
Mi primera
madrastra se llamaba gran vía
mi primera
nostalgia se llamaba baúl
mi primer oui, je
t’aime, se llamaba algún día
mi primer punto g
se llamaba Interviú.
Mi primer
crisantemo se llamaba sudario
mis primeras
gardenias se llamaban Machín
mi primer
gatillazo se llamaba Inventario
mi primera resaca
se llamaba Albayzín
.Mi primer
afterhour se llamaba vigilia
mi primer ateísmo
se llamaba Jesús
mi primera gestapo
se llamaba familia
mi primer
islamismo se llamaba couscous.
Mi primer vis a
vis se llamaba cualquiera
mi primera bohemia
se llamaba Pigalle
mi primer boca a
boca se llamaba enfermera
mi primera amateur
se llamaba fatal.
Mi primer carpe
diem se llamaba otra raya
mi primer equipaje
se llamaba hashís
mi primer kamikaze
se llamaba canalla
mi primer trío de
ases se llamaba Police.
Mi primer
arzopisbo se llamaba Yupanqui
mis primeros
cincuenta se llamaban stop
mi primer
Nosferatu se llamaba Polanski
mi primera
blasfemia se llamaba oración.
Mi primer virgo
potens se llamaba vagina
mi primera
chistera se llamaba bombín
mi primer enemigo
se llamaba Sabina
mi primera
frontera se llamaba Joaquín.
Mis primeros
setenta se llamaban Guevara
mi primer Vaticano
se llamaba Fidel
mi primera faldita
se llamaba dispara
mis primeros
vaivenes se llamaban andén.
Mi primer aguacate
se llamaba pomelo
mi primer
crecepelo se llamaba champú
mi primer
disparate se llamaba consuelo
mi primer
desconsuelo se llamaba Moscú.
Mi primer
bandoneón se llamaba García
mi primera cadena
se llamaba la dos
mi primera
ecuación se llamaba sandía
mi primera Jimena
se llamaba hola adiós.
Mi primera
coartada se llamaba domingo
mi primer Odiseo
se llamaba Dublín
mi primer filisteo
era el capo de un bingo
mi primer gay
trinar se llamaba arlequín.
Mi primer primo
hermano se llamaba Chavela
mi primera madonna
se llamaba Lucía
mi primera persona
se llamaba a dos velas
mi primer cul de
sac, calle melancolía.
La canción más hermosa del mundo
Yo tenía un botón
sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,
medio par de zapatos de clown y un alma en almoneda,
una hispano olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,
un colegio de
pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,
una nuez, o bocado de Adán, menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una strato,
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato,
mi Annie Hall, mi
Gioconda, mi Wendy, las damas primero,
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.
mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros,
mi Tintín, mi yo-yo, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.
Mi escondite, mi
clave de sol, mi reloj de pulsera,
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera,
no sabía que la primavera duraba un segundo,
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Les presento a mi
abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera,
a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante,
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera,
a mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante,
a Simbad el marino que tuvo un sobrino cantante,
al putón de mi
prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha,
mariposas que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.
Me libré de los
tontos por ciento, del cuento del bisnes,
dando clases en una academia de cantos de cisne,
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario,
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?
dando clases en una academia de cantos de cisne,
con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario,
¿qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?
Frente al cabo de
poca esperanza arrié mi bandera,
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera,
heredé una botella de ron de un clochard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
si me pierdo de vista esperadme en la lista de espera,
heredé una botella de ron de un clochard moribundo,
olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.
Nunca pude cantar
de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el vientre de un bloc trotamundos,
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.
Yo quería escribir
la canción más hermosa del mundo.
Hay mujeres
Hay mujeres que
arrastran maletas cargadas de lluvia,
Hay mujeres que nunca reciben postales de amor,
Hay mujeres que sueñan con trenes llenos de soldados,
Hay mujeres que dicen que sí cuando dicen que no.
Hay mujeres que bailan desnudas en cárceles de oro,
Hay mujeres que buscan deseo y encuentran piedad,
Hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
Hay mujeres que huyen perseguidas por su soledad.
Hay mujeres veneno, mujeres imán,
Hay mujeres de fuego y helado metal,
Hay mujeres consuelo, hay mujeres consuelo,
Hay mujeres consuelo, mujeres fatal.
Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan,
Hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad,
Hay mujeres que exploran secretas estancias del alma,
Hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz.
Hay mujeres envueltas en pieles sin cuerpo debajo,
Hay mujeres en cuyas caderas no se pone el sol,
Hay mujeres que van al amor como van al trabajo,
Hay mujeres capaces de hacerme perder la razón.»
Hay mujeres que nunca reciben postales de amor,
Hay mujeres que sueñan con trenes llenos de soldados,
Hay mujeres que dicen que sí cuando dicen que no.
Hay mujeres que bailan desnudas en cárceles de oro,
Hay mujeres que buscan deseo y encuentran piedad,
Hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
Hay mujeres que huyen perseguidas por su soledad.
Hay mujeres veneno, mujeres imán,
Hay mujeres de fuego y helado metal,
Hay mujeres consuelo, hay mujeres consuelo,
Hay mujeres consuelo, mujeres fatal.
Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan,
Hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad,
Hay mujeres que exploran secretas estancias del alma,
Hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz.
Hay mujeres envueltas en pieles sin cuerpo debajo,
Hay mujeres en cuyas caderas no se pone el sol,
Hay mujeres que van al amor como van al trabajo,
Hay mujeres capaces de hacerme perder la razón.»
BAJO LOS PUENTES
Se trata de vivir
por accidente,
se trata de exiliarse en las batuecas,
se trata de nacerse de repente,
se trata de vendarse las muñecas.
se trata de exiliarse en las batuecas,
se trata de nacerse de repente,
se trata de vendarse las muñecas.
Se trata de llorar
en los desfiles,
se trata de agitar el esqueleto,
se trata de mearse en los fusiles,
se trata de ciscarse en lo concreto.
se trata de agitar el esqueleto,
se trata de mearse en los fusiles,
se trata de ciscarse en lo concreto.
Se trata de
indultar al asesino,
se trata de insultar a los parientes,
se trata de llamarle pan al vino.
se trata de insultar a los parientes,
se trata de llamarle pan al vino.
Se trata de dormir
bajo los puentes,
se trata de colarse en el casino,
se trata de engañar a los creyentes.
se trata de colarse en el casino,
se trata de engañar a los creyentes.
Dos horas después
La tarde consumió
su fuego fatuo
sin carne, sin
pecado, sin quizás,
la noche se
agavilla como un ave
a punto de
emigrar.
Y el mundo es un
hervor de caracolas
ayunas de
pimienta, risa y sal,
y el sol es una
lágrima en un ojo
que no sabe
llorar.
Tu espalda es el
ocaso de septiembre,
un mapa sin revés
ni marcha atrás,
una gota de orujo
acostumbrada
al desdén de la
mar.
Y al cabo el
calendario y sus ujieres
disecando el
oficio de soñar
y la espuela en la
tasca de la esquina
y el vicio de
olvidar.
Por el renglón del
corazón
cada mañana
descarrila un tren.
Y al terminar
vuelta a empezar
dos horas después
de amancer.
Tiene la vida un
lánguido argumento
que no se acaba
nunca de aprender,
sabe a licor y a
luna despeinada
que no quita la
sed.
La noche ha
consumido sus botellas
Dejándose un jirón
en la pared.
Han pasado los
días como hojas
de libros sin
leer.
Extravagario
Un obispo con
mierda en el bolsillo,
un colibrí con
uñas en os codos,
un corazón de
plástico amarillo,
un condón sin usar
de Quasimodo,
una monja con
guantes de boxeo,
un Leonardo con
tanga de pantera,
un cojo con
derecho al pataleo,
un nieto de
Boabdil por peteneras,
un desfile de
puntos suspensivos,
un concejal cosido
a una medalla,
la soledad de un
fumador pasivo,
un marciano
tostándose en la playa,
un mapa de los
ojos de tripas,
una lengua de
nieve con lunares,
un Dorado
provincia de Arequipa,
un rufián
ascendiendo a los altares,
una corbata negra
azul marino,
un asesino en
traje de etiqueta,
un huevo de Colón
precolombino,
una mancha de
tinta en la bragueta,
un Domecq
escarbando en banderillas,
una escuela de
adultos sin recreo,
un iceberg con
caries y cosquillas,
un
esternocleidomastoideo,
un tratado de
leyes del embudo,
un mercado de
perros con collares,
un panteón de
reyes sordomudos,
un Chernobyl con
piojos nucleares,
un malecón sin mar
ni jineteras,
un banco sin usura
ni ambición,
un estanco sin
Camel ni estanqueras,
una hortera
soltera en Benidorm,
un cielo de
carbón, una oficina,
un pendón sin
pasión ni canesú,
una ventana al
viento de la esquina,
una semana más en interviú.
una semana más en interviú.
Décimas
del escenario
¿Dónde hallar una
coartada
para este eclipse de musa,
de fusa, de semifusa,
de joie de vivre, de almohada?
El ictus, agua pasada,
me brindó perfecta excusa
para un mutis por el
foro,
y, mi otro yo, como un
loro,
vomita ante el
calendario:
¿para cuándo el
escenario?
El caso es que la
escritura,
desván de la desventura,
me cura de algunas cosas:
candilejas caprichosas,
mariposas de Talía,
do re mi sol que solía
desbravar la mar bravía
y desfierar a las fieras.
Ojalá que las aceras
me hagan sitio todavía.
Porque nada me consuela,
porque todo me extravía,
porque duelen las
duquelas
y llego tarde al tranvía,
porque quiero seguir
siendo
sin saber cómo ni cuándo
y bendigo maldiciendo
y espero desesperando.
Mi venganza de don Mendo
será
mintiendo y cantando.
Cuando tengas frío
Usa mi llave cuando tengas frío,
cuando te deje el cierzo en la estacada,
hazle un corte de mangas al hastío,
ven a verme si estás desencontrada.
No tengo para darte más que huesos
por un tubo y un salmo estilo Apeles
y páginas anémicas de besos
y un cubo de basura con papeles.
Ni me siento culpable de tu lejos,
ni dejo de fruncir los entrecejos
que usurpan de tus ojos la alegría,
si quieres enemigos ya los tienes,
pero si socios buscas ¿cuándo vienes
a repartir conmigo la poesía?
Se enamoró de mis baladas suburbiales
Igual que se enamoran las miopes abogadas defensoras de abyectos criminales.
Lejos de mí, colgarme agravios y medallas, resabios y bypasses
Ella tenía marido, morbo, clase, yo… un corazón canalla.
Hubo de todo, risas, duelos y querellas, caricias, disparates
Hasta la luna en los escaparates me engañaba con ella.
Pero antes del después de los despueses, haciendo eses
aprendí a maldecir el deber y a sentir sin saber lo que nadie sabía
Si pequé nunca me arrepentí, guardo un maravedí de carmín todavía.
Agonia, garrafón, noche indigesta, a veces amanecía
por detrás del botellón y de la siesta
Confieso que merecían tus besos una canción mejor que ésta...»
SABINA-SERRAT
Lejos de mí, colgarme agravios y medallas, resabios y bypasses
Ella tenía marido, morbo, clase, yo… un corazón canalla.
Hubo de todo, risas, duelos y querellas, caricias, disparates
Hasta la luna en los escaparates me engañaba con ella.
Pero antes del después de los despueses, haciendo eses
aprendí a maldecir el deber y a sentir sin saber lo que nadie sabía
Si pequé nunca me arrepentí, guardo un maravedí de carmín todavía.
Agonia, garrafón, noche indigesta, a veces amanecía
por detrás del botellón y de la siesta
Confieso que merecían tus besos una canción mejor que ésta...»
SABINA-SERRAT
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Acuérdate de mí cuando me olvides, que allí donde no estés iré a buscarte,
siguiendo el rastro que en el cielo escribes las nubes que van a ninguna parte.
Acuérdate de mí en tus plegarias y búscame con los ojos cerrados
entre la muchedumbre solitaria yo tampoco te quiero… demasiado.
Como te tomo, me doy, como te busco te evito
como me vengo, me voy como me pongo, me quito
como te falto, te sobro como me callo, te digo
como te pago, me cobro como te extraño, te olvido.
Por ver volar los peces de colores hicimos agujeros en el agua
preocupados en los alrededores siempre en la dimensión equivocada.
Mujer de sombras y de melancolía volvamos al Edén
que nunca has ido a celebrar con las copas vacías
el gusto de no habernos conocido.
SABINA – SERRAT
Acuérdate de mí en tus plegarias y búscame con los ojos cerrados
entre la muchedumbre solitaria yo tampoco te quiero… demasiado.
Como te tomo, me doy, como te busco te evito
como me vengo, me voy como me pongo, me quito
como te falto, te sobro como me callo, te digo
como te pago, me cobro como te extraño, te olvido.
Por ver volar los peces de colores hicimos agujeros en el agua
preocupados en los alrededores siempre en la dimensión equivocada.
Mujer de sombras y de melancolía volvamos al Edén
que nunca has ido a celebrar con las copas vacías
el gusto de no habernos conocido.
SABINA – SERRAT
miércoles, 8 de julio de 2015
ALITA - Paul Eluard
HABÍA una
vez una niña muy buena, casi más buena que tú, y tan liviana, tan liviana, que
cuando nació, su madre se asombró de sentir que no le pesaba en los brazos. Por
eso la llamó también con un nombre liviano: Alita.
Alita creció
tan bien, que se convirtió en la más linda de todas las niñas. Y en su 'pueblo
se decía: “liviana y linda como Alita”.
Como digo yo
en todos lados que tú eres liviana y linda. Alita corría muy rápido, más rápido
que los muchachos. Y saltando recogía todas las avellanas más altas de los
avellanos, todas las manzanas más altas de los
manzanos y hasta las cerezas del gran cerezo que casi siempre se dejaban a los
pájaros.
Se posaba en
las ramas más finas sin romperlas, como un pájaro. Y a los pájaros no les daba
miedo. Ella podía mirarlos a los ojos: como yo te miro. Podía escucharlos de
cerca contar sus historias de pájaros. Si se hubiera atrevido habría podido acariciarlos. Cuando se
dejaba caer de nuevo sobre la hierba, se apiadaba de los saltamontes, los
pobres saltamontes, verdes y torpes como ranas, y que tanto se atareaban.
Pero lo que
más le gustaba eran las mariposas. Estaba celosa de ellas cuando las veía
zigzaguear, felices como peces en el agua.
Alita sabía
muy bien que no podía volar, puesto que no tenía alas. Era simplemente liviana
como una hoja, casi como una paja, casi como las semillas con alitas de ciertos
cardos, los panaderos que el viento suave lleva muy lejos. Cuidado con
el viento, Alita, que puede llevarte. Sé juiciosa, que el viento puede
conducirte adonde no quieres ir.
De noche
Alita soñaba que volaba por encima de su casa y daba vueltas alrededor del
campanario del pueblo; que atravesaba el río sobre una multitud de bañistas y
de barcos blancos. Y a veces arrancaba a escondidas algunas plumas de su gran
edredón rojo para soplarlas por la ventana y verlas subir en el cielo de la
mañana. Los cuentos que prefería eran aquellos en los que se habla de niños que
viajan en las alas de un águila, de una cigüeña, de un diablo, o sobre una alfombra
mágica. Y admiraba mucho a su amigo Pedro, que una vez viajó en avión.
A las
cuatro, cuando volvía de la escuela, tomaba su merienda muy rápido y subía, aún
más rápido, a lo alto del abeto que había delante de su casa.
Tres ramas
le hacían un sillón a su medida. Y hasta que se ponía el sol y su mamá,
preocupada, la llamaba, se quedaba charlando con sus amigos los pájaros.
Hablar con
los pájaros no es más difícil que hablar con quien sea en la tierra: tú hablas
con el pájaro, que se hace el que ha comprendido; te responde, y tú te haces la
que has comprendido, y a tu vez respondes. Todo está en hablar en saber bien lo que uno dice.
Si yo te
pregunto: “¿Quieres un pastel?”, también te haces la que has comprendido, y te
doy el pastel. Si te amenazo con una palmada, te haces la que has comprendido.
. . y no te doy la palmada. Por la demás, es así como charlas con tu muñeca,
con tu oso, con tu perro
Cuando Alita
volvía a su casa, sus hermanos se asombraban mucho de oírla repetir cantando lo
que dicen los pájaros: todas esas aventuras donde se mezclaban las alas, la
mañana, el cielo y el miedo a la tormenta y el miedo a los aviones; todos esos
asuntos de familia que andaban dando vueltas por los nidos.
Alita no“
dejaba de cantar, y cuando cantaba se sacudía como si hubiera estado vestida de
plumas. Sus padres estaban tan encantados de tener una niña tan alegre, que se
acostumbraron al hecho de que no era como las demás, que no vivía tan sobre la
tierra como las demás.
Entre los
pájaros, Alita sólo tenia amigos. Gorriones, ruiseñores y pinzones le enseñaban
juegos siempre nuevos, monadas y cabriolas para morirse de risa. Y gestos
menudos tan graciosos como tiernos. Con las urracas y los mirlos podía
adoptarse un aire pícaro. Con las palomas y las torcazas se hacían arrullos, se
suspiraba a coro, como quien estuviera sintiendo ganas de obtener todo lo que
ya tiene.
Alita se
sentía tan de la familia con sus amigos, que los ayudaba a construir sus nidos,
agregándoles hebras de lana de su tricota para que los pajaritos pequeños
estuvieran más abrigados. Era para ella un gran acontecimiento cuando los
huevos rosados, verdes o amarillos, verdaderos huevos de Pascuas, se convertían
en pájaros-bebés. Alita los amaba tanto como a sus muñecos. Eran como ella; no
tenían plumas; y tan pocas alas, esos pajaritos como niños, que abrían un pico
grande como un horno. ¡Y eran tan tontos, cuando vacilaban tratando de volar!
Tontos, pero sin embargo menos tontos que Alita, que nunca sabría volar, puesto
que le faltaban las alas.
De mañana,
por más que Alita torcía el cuello para verse la espalda en el espejo, sus
huesos puntudos -que su mamá llamaba omóplatos- no se decidían nunca a crecer.
Era una niñita y no un pajarito (salvo para su madre).
Alita
hubiera deseado tanto seguir a sus amigos alados. Pero ella se repetía que
nunca habría de crecer. Para ella, ¡crecer era tener alas.
Tú fijate,
tú creces tanto en mi corazón que creo que eres más grande que él. Sin embargo tú
no sabes volar. Pero sabes estar aquí, a mi lado. Un buen jueves que Alita se
había instalado en su abeto, se puso a llorar. Todos los pájaros volaban y
piaban por el campo, sin preocuparse demasiado por ella, porque era un día tan
luminoso que hasta el mismo sol parecía tener
Alita estaba
sola, como tú no lo estás nunca. Tú, a ti te queremos y nos pagas siendo una
niña juiciosa.
Alita
lloraba y lloraba. . . De pronto sintió sobre sus mejillas una lengüita áspera
y una patita.
Alzando los
ojos vio, pegada a ella, la más asombrosa ardilla que pueda existir. Su pelaje
brillaba como el fuego, su cola estaba desmelenada y sus ojos vivaces hablaban
más veloces que ninguna lengua parlanchina: “¿De veras quieres volar, volar
como los pájaros, como la urraca y el herrerillo, como el pecho colorado y el
mirlo azul? ¿Quieres seguir las nubes, tu capricho, tus deseos? ¿Quieres tener
alas? Pero entonces ya no tendrás brazos; ya no serás más una verdadera niña de
allí abajo.”
-¡Oh, no,
no! -dijo Alita-. ¡Señora ardilla, deme alas!
-Bien -dijo
la ardilla-; pero si lo lamentas ven a verme mañana, cuando se ponga el sol;
todavía será tiempo para que vuelvas a ser como antes.
Entonces la
ardilla dijo, entre sus párpados agitados, palabras dulces, muy dulces, muy
sabias. Alita sintió largos cosquilleos en sus brazos: se cubrían con un fino
vello blanco y luego ¡aparecieron plumas blancas! ¡Alita tenía alas!
Loca de
alegría, se lanzó del abeto, bajó a ras de la hierba, retomó vuelo hasta el
techo de su casa y partió como una flecha hacia el bosque cercano. De árbol en
árbol, saludaba cantando a sus amigos y todos la seguían, más contentos todavía
que ella.
Ebria de
velocidad, Alita fue tan lejos que pronto la sorprendió la noche y se durmió,
sin ver siquiera las estrellas, en la rama más alta de una gran encina.
Felizmente un viejo búho muy serio había recibido el encargo de velar por ella.
La despertó
el gozoso barullo de todos los pájaros, que saludaban la salida del sol. Era la
primera vez que Alita se despertaba al aire libre, y le pareció maravilloso. Luego
se dio cuenta de que se moría de hambre y se preguntó preocupada si no habría
pasado la hora de ir a la escuela. Sus amigos tomaban su desayuno de semillas y
gusanitos. Alita pensó en el café con leche y el pan con manteca. ¡Pero qué
tonta era!: con dos golpes de alas estaría en su casa.
Subió muy
alto, para ver su casa, y se hundió, por la ventana abierta, en la cocina donde
la familia estaba sentada a la mesa. Todo el mundo se tranquilizó al verla
volver, pero todos se sorprendieron de su nuevo aspecto.
Alita se
precipitó al cuello de su madre. ¡Pero ¡ay!, sus alas no sabían abrazar. Y
cuando quiso comer, hubo que darle en el pico, como a un bebé. Sus hermanos,
que al principio habían admirado tantos sus alas, empezaron a burlarse de ella.
¡Y para llevar la cartera! . . . ¡Y en la escuela para escribir!
Claro que
tuvo su desquite a la salida: mientras los demás iban por el camino, Alita
pasaba encima de sus cabezas, se lanzaba en vuelo veloz delante de ellos, subía
hasta verlos pequeños como hormigas; luego se precipitaba sobre el grupito un
poco espantado.
Qué
ridículos eran vistos así de arriba, amontonados sobre ellos mismos, con la
nariz en alto! ¿Pero por qué Pedrito aparentaba no interesarse por sus evoluciones?
-pensó Alita cuando, ya pasado el entusiasmo, volvió a encontrarse en su
habitación-. ¿Es que de verdad ya no podría correr por los campos con él,
tomados de la mano, para buscar hongos o para recoger flores?
Después
Alita pensó en su muñeca, a la que había abandonado. ¿Cómo vestirla, cómo
cambiarla? ¡Qué poco prácticas son las alas cuando no se trata de volar!
Sentada en su silloncito (¿de qué le servían los brazos de un sillón?), se puso
a reflexionar profundamente. Comprendía la advertencia de la ardilla dorada.
Echaba de menos sus brazos, quería volver a ser una verdadera niña.
No había un
instante que perder: el último rayo del sol se deslizaba tras el horizonte.
Loca de angustia, Alita voló por última vez hasta el abeto. La ardilla era fiel
a la cita y tuvo el buen gusto de no hacer preguntas -la cara de Alita decía
bien claro lo que quería- y de no mostrarse triunfante diciendo: “Te lo había
advertido”, como hacen los grandes. De nuevo sus ojos chispeantes pronunciaron
las palabras mágicas. . . y he aquí que nuestra Alita se puso tan contenta de
recuperar sus brazos y sus manos ágiles como lo había estado de tener alas el
día anterior.
Lentamente,
de rama en rama, Alita bajó a la tierra con los demás, todos los demás, los que
son livianos y los que lo son menos; los que caminan mirando las piedras del
camino y los que miran el cielo; los que saben que las niñas no pueden volar y
los que piensan que un día, si lo desean verdaderamente, todos los niños y todas
las niñas, sin dejar de ser ellos mismos, podrán tener alas y brazos, estar al
mismo tiempo sobre la tierra y en el cielo.
Esta noche
te he contado la historia que esperabas, la que hace mejor mi corazón, la que
pone confianza en tus ojos.
A UNA EXTRAÑA JOVEN GITANA - DINO CAMPANA
Sentirás las rimas deslizarse
en cadencia en el calor del cuarto
Y sobre la almohada pálida sueñas
Volverás a respirar el susurro
de esta lenta danza magnética
de esta lenta danza magnética
La luna exhausta ya se ha ido a descansar
Los olivos callan
Sólo un borracho se hastía entre cantos y más cantos:
Tú, magra y sola con tus cabellos has quedado
y en el cielo respirando permanecen tus sueños
y en el cielo respirando permanecen tus sueños
Vuélvete sobre tus hombros pequeños y amarillos
y escucha en la noche helada mi canción
y escucha en la noche helada mi canción
esos cabellos quisiera ver en danza
Tú, tan pura como el sonido y sin perfume
Un beso tuyo, es amargo y sonriente y doloroso
y el ojo esplendente es demasiado bello,
el ojo es el que pierde
Seguramente no sabes cantar más tu voz,
como un filo debe ser aguda e incisiva como un violín
y sonriendo debe pulsar el corazón
como un filo debe ser aguda e incisiva como un violín
y sonriendo debe pulsar el corazón
¿Tus cabellos sobre los hombros?
¿Amas los perfumes?
¿Y porqué vas vestida de sangre?‘
¿Amas las iglesias? No. Tu temes los perfumes
El pequeño cuerpo es demasiado leve
y los ojos son demasiado negros
Oh si pudiera verte agitada y a tu alma sajada temblar
y tus ojos relucientes girar en torno
mientras el santo impasible y canoro,
aquel a quien debías tentar
mientras el santo impasible y canoro,
aquel a quien debías tentar
derrama de rodillas sus nubes de incienso
alabando al Señor
alabando al Señor
y no puedes amarlo.
Christus Vicisti /Cristo Venciste/
El marfil del crucifijo vence al marfil de tu vientre
El marfil del crucifijo vence al marfil de tu vientre
De corona no tan dulce y gloriosa,
negra, encrespada, moviéndose en la sombra,
negra, encrespada, moviéndose en la sombra,
gris, vertiginosa,
y tú lloras de rodillas con las manos en los ojos
y tus pies grandes y toscos
se extiendan por la tierra
como garras de una bestia rebelde y monstruosa
se extiendan por la tierra
como garras de una bestia rebelde y monstruosa
¿Cuál será el sabor de tus lágrimas? ¿Un poco de fuego?
Yo querría hacer con ellas un diadema fantástico
y llevarla en mi cabeza a la hora de la muerte
y llevarla en mi cabeza a la hora de la muerte
para escuchar a los demonios de pezuña hendida hablarme en confidencia
Pero pobre muchacha, ¡cómo te calumnio,
porque tienes los cabellos trágicos
y te vistes de rojo
y sin perfumes!
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