Sentirás las rimas deslizarse
en cadencia en el calor del cuarto
Y sobre la almohada pálida sueñas
Volverás a respirar el susurro
de esta lenta danza magnética
de esta lenta danza magnética
La luna exhausta ya se ha ido a descansar
Los olivos callan
Sólo un borracho se hastía entre cantos y más cantos:
Tú, magra y sola con tus cabellos has quedado
y en el cielo respirando permanecen tus sueños
y en el cielo respirando permanecen tus sueños
Vuélvete sobre tus hombros pequeños y amarillos
y escucha en la noche helada mi canción
y escucha en la noche helada mi canción
esos cabellos quisiera ver en danza
Tú, tan pura como el sonido y sin perfume
Un beso tuyo, es amargo y sonriente y doloroso
y el ojo esplendente es demasiado bello,
el ojo es el que pierde
Seguramente no sabes cantar más tu voz,
como un filo debe ser aguda e incisiva como un violín
y sonriendo debe pulsar el corazón
como un filo debe ser aguda e incisiva como un violín
y sonriendo debe pulsar el corazón
¿Tus cabellos sobre los hombros?
¿Amas los perfumes?
¿Y porqué vas vestida de sangre?‘
¿Amas las iglesias? No. Tu temes los perfumes
El pequeño cuerpo es demasiado leve
y los ojos son demasiado negros
Oh si pudiera verte agitada y a tu alma sajada temblar
y tus ojos relucientes girar en torno
mientras el santo impasible y canoro,
aquel a quien debías tentar
mientras el santo impasible y canoro,
aquel a quien debías tentar
derrama de rodillas sus nubes de incienso
alabando al Señor
alabando al Señor
y no puedes amarlo.
Christus Vicisti /Cristo Venciste/
El marfil del crucifijo vence al marfil de tu vientre
El marfil del crucifijo vence al marfil de tu vientre
De corona no tan dulce y gloriosa,
negra, encrespada, moviéndose en la sombra,
negra, encrespada, moviéndose en la sombra,
gris, vertiginosa,
y tú lloras de rodillas con las manos en los ojos
y tus pies grandes y toscos
se extiendan por la tierra
como garras de una bestia rebelde y monstruosa
se extiendan por la tierra
como garras de una bestia rebelde y monstruosa
¿Cuál será el sabor de tus lágrimas? ¿Un poco de fuego?
Yo querría hacer con ellas un diadema fantástico
y llevarla en mi cabeza a la hora de la muerte
y llevarla en mi cabeza a la hora de la muerte
para escuchar a los demonios de pezuña hendida hablarme en confidencia
Pero pobre muchacha, ¡cómo te calumnio,
porque tienes los cabellos trágicos
y te vistes de rojo
y sin perfumes!
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