martes, 7 de julio de 2015

RAÚL GUSTAVO AGUIRRE

¿POR QUÉ?

 

¿Por qué quieres volar?

¿No ves que no hay espacio?

 

¡Ah, no agites tus alas,

pequeña mariposa!

 

 

1

 

Honor a los que cantan contra sus puños crispados

 

2

El agua, una vez que surgió de la sombra donde laleaba, anónima y feliz, está condenada a un camino.

Tarde o temprano, será su perdición. ¿Por eso son tantos sus movimientos?

Escolopendra que te envaneces de tus fantasías: cuida que no esté lejos de tu raíz esa torpe y bella voluntariosa.

 

3

Pequeños goces sucesivos que salpican una desventura

sustancial. Así va esa criatura que no sabe

tomar del mundo más de lo que está permitido y al alcance de la mano...

 

4

En nuestro tiempo sangrante, la afición por la basura y el convencimiento de que no hay más que eso reclutan prosélitos cada vez más poderosos. El poeta vive entre ellos como una rara especie de farsante desinteresado

 

5

Debo aceptar esta oportunidad que me ha dado

la muerte de examinarla de cerca... Pero sólo veo vida a mi alrededor. Vida como una tormenta sin fin que me hace cerrar —conmovido- los ojos. Y el viento es tan fuerte que toda duda es infame.

 

6

Eres poeta donde no lo crees, donde no lo sabes.

Después de mucho tiempo, en otro lugar, con los fríos que vuelven.

 

7

Inventas un país, sin eximirlo de los crímenes

pero sí de los asesinos impersonales. Inventas un país que no existe mientras la favorita del crepúsculo coquea sus nostalgias.

 

8

Para la noche, los grillos y los amantes son los

pródigos preferidos.

 

9

Es el tiempo en que vienen a beber a los pies

de los sauces las princesas del viento, frágiles como

glicinas, esbeltas como pífanos, en el misterio del último

resplandor que las reúne.

 

 

10

Cazadores ancestrales, sobrinos predilectos del

bosque sagrado, la primavera se obstina en excitarnos con la visión de sus prodigios.

¿Qué podríamos hacer sino extraviarnos en la orgía de su persecución?

No hay incendio improbable.

 

11

Prolegómenos de la bella: aullidos raros de la bestia.

 

 

12

No confundir estertores con clamores de bienvenida.

El poeta, una vez más, se inclina cuidadosamente para rescatar a ese diminuto pájaro que ignora

su hermosura, que sólo conoce el dolor.

 

 

 

13

En cuanto nos lanzamos contra los molinos de

viento, una caterva de criminales se pone de pie para, una vez estropeados en la aventura, molernos a golpes como punición. ¡Y que haya también ángeles que los secundan creyendo que así nos salvan!

Pero tan enigmática es la vida, tan poco sabe y

puede saber de ella el corazón, que una y otra vez repite sin vacilar sus saltos en las tinieblas. Algo lo incita en su obstinado y recóndito centro de gravedad, le dice que es eso, que es eso lo que hay que hacer,

continuamente...

 

14

Es mala historia perder enigmas para ganar

derechohabientes,

 

15

¿Qué se nos ha confiado? En tanto nuestra muerte es solitaria, un alrededor suntuoso nos confunde hasta el fin, ¿para reaparecer del otro lado? No lo tienes en cuenta, árbol que ya te despojas de tu  verdor y que mañana serás, a la vez, almendra y leñador

en el claro del bosque, entre la nieve que funde... ¿Qué se nos ha confiado entre la maravilla y el dolor, la maravilla que nos abruma y el dolor que nos subleva?

Algo más, sin duda, que el continuo zarpazo,

que la incesante apropiación... Algo más, sin duda, que la obediencia sin límites y la obsecuencia con el Cíclope... ¡Oh, Maga, devuélveme mis fantasmagorías!

¡Oh, tierra, sé inocente aún para mi resto de

candor! Abismo: ¡enséñame otra vez la soberbia!...

Yo te haré, si hay tiempo aún, el rostro de los

dioses que estallan.

¿Qué se nos ha confiado, para sentir de pronto, tan intensamente, que tenemos ese  honor?

 

16

La belleza profunda, la belleza implacable con

sus lianas de fuego que aprisionan y urgen. ¡Desaparecemos,

literalmente, incorporados a la vez que pulverizados por ese resplandor!

El Juicio Final no tiene final.

Porque la belleza se transforma sin cesar en sí

misma, porque la verdad es el puro poder de ese incendio

y porque la vida (¿qué es la vida?) nos declara una vez más sus depositarios.

 

17

Mi patria está más cerca de los meteoritos que de las telas envarilladas

 

 

 

 

18

Niña de los archipiélagos dorados y mujer de

los desiertos pavorosos Tus cielos son iguales.

 

19

Soy el príncipe de mi necesidad, el privilegiado

de mi atolondramiento Para días que duran.

 

20

No edificar elegías sino fragmentos esplendorosos,

ruinas aparentes que la noche hace brasas y el  amanecer recupera.

 

 

21

Ambelania gigante, hermosa centinela de mis

tierras amadas.

 

22

La belleza demarca. Con pies ensangrentados

 

23

Al aumentar la validez de mi testigo, perdí poder y facilidad, pero se multiplicaron los prodigios en  mis riberas. Prodigios que la Voraz no perdona.

 

24

Antes que nada el tiempo, el tiempo que aparece de pronto y devora la vida en un relámpago: detenido de vez en vez por la Poesía, se lo oye merodear alrededor de la casa que se derrumba, maldiciendo bellamente a los circunstantes que lo ignoran.

 

25

Oh rosa, los encuentros son raros...

 

 

 

A VECES

 

A veces vas a oscuras.

Cundo el sol brilla más,

cuando no cabe duda.

 

Cuando todo está claro

tiniebla es lo que cruzas,

nada lo que has andado.

 

Noche lo que amaneces,

silencio lo que hablas,

abismo lo que asciendes.

 

A veces vas a oscuras.

Cuando el sol brilla más

sobre la tierra dura.

 

 

 

AL SALIR

 

Sí señor, en su casa,

aparte algún descuido,

nuestras ocupaciones

fueron la maravilla y el dolor.

No nos llevamos nada. Lo devolvimos todo.

 

 

 

ALTAS ESFERAS

 

Yo miento, pero hay rosas.

Separadas del viento

como yo, nos reunimos

en un refugio que no existe.

 

Pero ésta es la casa

del hombre: esta mental

intensidad que tanto

en otro ser retiene...

 

Estas rosas que miento.

 

 

 

AMIGOS

 

Este es un humo

que se comparte

hasta que llega el alba

caballo verde

 

 

 

BUENAS RELACIONES

 

Los prisioneros se detestan

pero a pesar de su rencor

se tratan con educación.

 

Los prisioneros se detestan

pero no obstante, por dignidad,

jamás conversan con el guardián.

 

Los prisioneros se detestan

pero de noche mantienen diálogos

fingiendo que hablan solos.

 

 

 

BUENOS DÍAS

 

Las arenas el agua

la tristeza los cantos

las mentiras el viento

la piedra dura el alma

 

las llaves los incendios

las tinieblas el sol

el poder las estrellas

el mal y el bien el corazón

 

las ideas la sangre

la muerte los deseos

las misiones los niños

el porvenir la luna

 

los fantasmas los cuerpos

las ruinas los relámpagos

los ecos las palabras

los fracasos el mar

 

el miedo la belleza

la moral las guitarras

el orden la amistad

la ley la poesía.

 

  

 

 

ANTE EL ESTRADO

 

Un frío teórico cala tus huesos.

¿Qué puedes explicar?

Las ciénagas se tragan las explicaciones.

¿Dónde está la verdad?

Sólo en alguna parte de esta desazón,

sólo en algún abismo fuera de lugar

que estos señores ni siquiera sospechan,

como una trampa en que uno pisa y tac...

 

 

 

COMO UN VIEJO RAIGÓN

 

Como un viejo raigón arde mi vida

y la historia, allá lejos, se sigue desatando.

Me engañaron sus libros: jamás ocurre nada

salvo el amor.

 

Me moriré en lo más profundo de este fuego,

en lo que toca la ceniza, en lo más simple

y oculto y silencioso y suficiente.

 

El resto fue mentira, circunstancia,

tiempo de sol para secar lo húmedo,

moneda para que

se quede el César en su torre

contando su poder.

 

(Un pie cualquiera me deshizo.

Me arrojaron al viento. Y era tarde:

ya lo tenía todo).

 

 

 

 

COMENTARIO A ARQUÍLOCO

 

Un ser humano es —si la gracia le toca-

un ser maravilloso, en nada diferente

de los dioses. Apenas, si quieres, en lo efímero.

 

 

 

 

EL DOLOR

 

Negro es el viento del dolor: crispada

se cierra en él la rosa y vuelve

-desatada de sí, perdido el ser

en otra y otra y otra- a su primera

rosa sin rosa en el dolor de todo.

 

 

 

COMO QUIERA QUE SEA

 

Sobre esta tierra cruel, helada,

miserables sin voz,

engañados, cansados,

duros por fin de corazón.

 

Malditos, viejos, solos

sobre esta tierra ruin,

aún habrá una manera

de vivir para ti.

 

 

 

EL CIELO NEGRO YA NO ESTÁ

 

El cielo negro ya no está.

El viento negro ya pasó.

Todo es azul todo es azul

y un pájaro tan tonto.

 

(Allí donde estuvimos abrazados

a punto de morir, la tierra pobre

florece sin temor).

 

 

 

EL ESTALLIDO DE UNA ROSA...

 

Ninguna rosa es segura.

WILLIAM CARLOS WILLIAMS

 

El estallido de una rosa rompió los vidrios de

mi casa, desordenó mis papeles, echó a volar mi  corazón.

El estallido de una rosa que saltó sobre el tiempo para sacarme del remanso donde oscurece la verdad.

El fogonazo a quemarropa de un sol descabellado

que despunta sin fin.

 

*

 

Tratemos de contar esta melodía. Había una vez una rosa, un sol descabellado y un hombre conmovido.

Tal fue su apogeo y su maldición: la rosa sin

rodeos atacándolo una y otra vez con sólo la sinrazón de su hermosura.

Rosa en silencio, rosa venenosa, ojos de espanto y de tormenta tirando de mi hacia las alturas sin piedad. Tirando de mí, el ave fénix dubitosa.

 

*

 

La Belleza demarca. A sangre y fuego en el interior invisible. Para que nuestro rostro —cualquiera

fuere el momento- tenga algo que decir a las estrellas.

 

*

 

Casandra no se pierde en sus profecías, sino en

sus lágrimas.

 

*

 

Hay historias sumamente necesarias que no podrían continuar si no desapareciéramos discretamente.

Vida, única vida, vida única: que la muerte también te honre con su deseo y su orgullo, está bien.

 

 

EL MILAGRO

 

Porque si llega, cuando llegue,

ha de ser como es:

fácil, claro, sencillo,

sin grandes resplandores,

sin que la tierra tiemble,

sin que el cielo se nuble.

Será suave y fraterno

con su mano en tu hombro.

 

No habrá cambiado nada:

sólo tu corazón.

 

 

EL MUTILADO

 

Oh verano de criaturas efímeras

verano que confías en mis ojos

verano de los juegos puros de los que van a morir.

 

Ya libre de mi cabeza de hierro

de mis pies sigilosos

y de mis manos hábiles

yo entro en tu casa profunda.

 

 

EL QUIROMANTE

Alguien lee

 

 

 

EL TRIUNFO DE LAS LETRAS

 

Estás cansado y no ves bien

algunos te esperaban y no llegaste a tiempo

algunos te esperaban

abrirían sin miedo la puerta

abrirían sin miedo su corazón

y tú también pero eres torpe

pierdes las señas que te dijeron

pierdes el regalo en el viaje

y terminas llorando en un bar.

 

Adiós

la intensidad te excede

la altura te da miedo

el sol te aplasta si te encuentra

tal vez tienes razones para huir

para estar aterrado.

Te pegaron mucho

de grande

 

 

 

ELLA VINO

 

Ella vino y tras ella

vino todo el dolor

luciérnagas y ruinas

 

sálvame dijo existe

mi secreto es grave

en mi cuerpo hay amor

 

viñas de madrugada

corales del olvido

en sus ojos temibles

su cuello azul como el fondo del mar.

 

 

EN MEDIO DE LA LLUVIA

 

En medio de la lluvia

ella cantaba

y a través de su cuerpo

se veía un árbol

letrero luminoso.

 

 

 

ESTE MISTERIO DE ...

 

Este misterio de

tu aquiescencia, la querida

dulzura cada vez

más lejos y más cierta

en su infinito retirarse

hacia la plenitud de una presencia:

sangre viva en mis manos

de un clavel inasible

en los abismos del otoño.

 

 

 

EXÉGERIS

 

El personaje sube a la tarima y habla

sin ninguna destreza

tiene el rostro cansado de ser tarde

ya para todo y los amigos

no obstante elogian su actuación.

 

Pero él no espera nada

está desocupado para siempre

se escondió entre las valvas más oscuras del tiempo es un pequeño monstruo sin verdad y sin voz y en sus manos crispadas

está la tiza que no escribe.

 

Se miran bien si es cierto que le ven todavía

observarán cómo repite

cansados gestos frases de otro

verán si miran bien que sólo habla

mientras le dura el susto.

 

 

FIESTA NOCTURNA

 

Solo y uno en el día

que espera tanto de tus ojos.

El corazón ardiente del aire

coincide con tu corazón,

para ir por esta calle

de la ciudad que amanece

entre los corales del miedo.

Ah débil corazón de alcohol y de diamante.

 

 

 

 

EPÍLOGO

 

Entre las infinitas salvas del corazón, muchas sonpara ti, aurora de los huesos endebles y de tus propios asuntos.

 

 

 

HAS VIVIDO...

A Eugenio Montejo

 

Has vivido —si piensas- casi siempre en una jaula de irritación, de oposición, de vergüenza y de espanto.

Con pequeños circuitos autónomos de olvido: oasis  donde la hierba rala del poema hundió sus diminutas raíces en los Dones: la belleza, la esperanza, el amor.

De allí resulta un ser viviente, pero disgregado,

un conocimiento con las jarcias rotas, una algarabía de códigos escépticos utilizados casi siempre al azar...

¿Hay algo que importe en todo esto? Partícula

de lo inconmensurable, hiciste un poco de lo poco que podías (y sigues) a favor de ciertos presentimientos, de los que sólo puedes mostrar estigmas subjetivos...

Vienes de lejos: no se comprende bien qué anuncias, ni tú tampoco lo comprendes. Hablas, en confusión,  de amaneceres sin soledad, de proyectos sin

crimen. Y callas, porque cerca, allí entre los plátanos, has visto de pronto los colores de un ave desconocida...

En la montaña de nuestras cenizas sonarán mejor los oboes.

 

 

HIPÍAS

 

 

La ambigüedad es mi reino.

Entre las complacencias de la noche

vivo sin iluminar

como un insecto que no tiene

fosforescencia sino mente

y silencio.

 

 

HONOR AL PINO...

 

Honor al pino que desaparecerá,

a la paloma que lo amó

y a la ventana sin testigo.

Para que existan otros sueños

conmigo acaba lo que sueñas,

Endimión.

 

 

 

INCENDIOS Y CENIZAS

 

Tierra que apenas retiene la mirada,

tierra que vas cambiando

de maravilla en maravilla.

 

Que yo te sea fiel,

milagro de vivir,

patria de todos los milagros.

 

Tierra que apenas me retienes

y que a la vez me pides

el rayo y la paciencia.

 

 

 

LA BOBA

 

La boba toma sol en su balcón.

Lee, pero se cansa.

El sol es negro, el libro es negro:

tiene que preguntar por qué es así.

 

Después bosteza largamente

y acaricia su gato

mientras alrededor se mueren todos.

 

 

 

LA CÁSCARA

 

¿Qué fue de aquel vivido temblor, de aquella espera llameante? -te preguntas ahora en tu desierto polidimensional . Entonces no sabías, eras desprevenido, jugabas, puede ser, jugabas con los dioses, te tuteabas con ellos sin saber quiénes eran.

 

Lo cierto es que todo lo que ahora tocas está en otro universo, en el que nunca ocurre nada, excepto actos legales e infinitas nuevas

 

 

 

 

LA NOCHE CONSTELADA

 

Un tiempo sin medida va conmigo y de pronto

abre y cierra sus valvas: los cielos de Van Gogh

surgen entonces, me saludan y me anuncian

con exquisita cortesía: Vas a morir, porque es

tan cierto que vives y que vives y que vives

(Y yo, qué no daría

por tocar esos astros, por sentir su crujido,

su no ser mi mirada. Y por el sentimiento

de estar ahí qué no daría.

Qué no daría por un rayo de sol, porque ese roce con lo que es no esté sobreentendido,

y porque el fuego sea fuego

por vez primera, y doloroso su encuentro para

siempre.

Qué no daría por un signo de la verdad, por un

certero fogonazo en el centro del cosmos y del alma, que a la memoria alguna vez alcance, ya que huimos más velozmente aún que lo que huye).

El mar es siempre muerto y silencioso.

 

 

 

LA PARED DESNUDA

 

No escribieron en ella una palabra

ni pintaron en ella un monigote

ni pegaron en ella un cartelón.

 

Estaba limpia, pulcra,

legal, monótona, gaznápira.

 

 

 

LA SOLEDAD O ELLA

 

Ella abre sus brazos al horizonte

pero el mar es tan grande

que sólo una gaviota la atraviesa

 

ella abre sus brazos al mundo

abre sus brazos pero es tan grande el dolor

que sólo se acercan los niños

 

ella abre los brazos a la oscuridad

abre los brazos pero no viene nadie

y entonces el hombre que la habita fuma

y la hace toser.

 

 

 

LA TUMBA DE OSCAR WILDE

 

¡Qué paz en esta calle solitaria!

Inscripciones de amantes que te aman

apenas si se salen del silencio.

Alrededor, el cobre del otoño,

la claridad vacía del ocaso

y los muertos sin rostro ni memoria

en la tierra que calla,

que vive todavía,

que nada quiere ni pregunta.

 

Alrededor el mal efímero,

el efímero bien.

 

 

 

LOS OBSTINADOS HACEDORES

DE POEMAS

 

 

Los obstinados hacedores de poemas,

con sus poemas que suponen inmortales,

buscan ser atendidos, entendidos,

celebrados, queridos, consolados,

amados y salvados. Pobres niños,

pobres que tanto piden,

los que padecen soledad, postergación, olvido,

y nunca serán hartos.

Oh los que piden por la Poesía en negros pedestales de la metrópolis en ruinas. Pobres almas, solitarios despojos de las centurias imperiales, mis poetas, mis dobles en el espejo, yo.

 

 

 

NIHIL OBSTAT

 

Rostro apenas entrevisto: a mi corazón nada le

impide creer que en algún lugar de esta tierra de nadie, entre las trampas y las sombras, nos aguarda todavía, antes del adiós y el derrumbe, ese relámpago simple del sobreentendimiento entre dos seres que se cruzan, con su historia a medias olvidada, para perderse más lejos, solos, en la llanura sin fin que desordenan las fantasías del crepúsculo y las cosas sin

nombre.

 

 

MADRIGAL EN SILENCIO

 

Tu reino existe siempre.

Cuando el hierro y la sangre hayan salido

de su baile macabro,

yo te veré de lejos

allá en la primavera

donde muchachas pensativas

esperan el amor.

 

No podré desandar

el extraño camino.

Pero estaremos juntos

en ese sol que canta,

en ese viento que te adora,

en esa tierra que te habla.

Tu alegría es aquello

por lo que yo morí.

Y la mía tu olvido.

 

 

 

 

NOCHE DE PERROS

 

Aullido de dolor.

Aullido de rencor.

¡Ah, furia rota, negra,

en la noche sin trabas!

 

Aullido en el aullido

mudo del universo.

 

 

 

 

 

PIEDRAS

 

Está cayendo, por la noche rota

a cascotazos, toda la tristeza

del mundo. Amor sin libertad que aúllas

tu no ser nada, tu maldad de amor

entre los tallos que destrozas porque

existes tanto, pobre, existes tanto.

 

Está cayendo piedra. Por la noche

rota, los cascotazos son revancha

de alguien Y luego nada. Nada. Y llueve.

 

 

 

 

PARA VIVIR

 

Para vivir,

yo busqué un sitio oscuro.

Para vivir.

 

Para vivir,

practiqué el mimetismo.

Para vivir.

 

Me compuse mil caras,

mil caras inocentes,

mil caras complacientes.

Para vivir.

 

Mil caras diferentes,

mi amor, mi buen amor,

mi amor que sólo tienes

la cara del amor.

 

Yo cavaba la tierra,

callaba, me escondía,

borré todas mis huellas,

me deshice de todo,

mi amor, para vivir.

 

Para vivir,

yo busqué un sitio puro.

Para vivir.

 

Para vivir,

sólo había este abismo,

mi amor, para vivir.

 

 

VIDAS PARALELAS

 

Escamandrónimo, poeta

de pobre ingenio, quiso

ser inmortal como los dioses:

otra pasión no tuvo.

 

Todo su tiempo lo empleó

Escamandrónimo de Lesbos

en arduas diligencias

para obtener universal renombre.

 

Diferente fue Safo,

su hija, que al efímero

placer y a la amistad

no sustrajo un instante.

 

 

PROPIEDADES

 

Poseo un cielo azul

cada vez que lo miro.

La tierra es mía cuando

simplemente camino.

 

De lo que inquieta al poderoso

nunca jamás me cuido.

Y cuando sueño soy

un país infinito.

 

 

RAZONES PARA ESCRIBIR

 

Cazar palabras en el humo

y, como quien ordena sus negocios antes de morir,

ponerlas

en su justo lugar, para que el Otro

(el que no se conforma con nada) una vez más

se engañe con la idea de que todo

por fin quedó aclarado para siempre

y duerma un poco, aunque después

se despierte aterrado

en medio de la noche sin palabras.

 

 

 

UN POETA

 

Amarillo violento,

 

 

 

UNA CABEZA QUE SE INCLINA...

 

Una cabeza que se inclina

sobre un hombro.

Y aquí tienes tu Boca Sombría.

 

Lo que tira de uno,

lo que uno no es

y lo que uno es.

 

Piedra en el corazón

la realidad. Cuchillo

en nuestra mano el sueño.

 

 

 

VIEJOS ESTAN LOS ÁRBOLES

DE MI CIUDAD

 

Viejos están los árboles de mi ciudad

y aún más que yo vendrán, y estarán todavía

fuertes en su raíz silenciosa y profunda.

Ah, torbellino, yo no tuve como ellos

firme y clara verdad donde apoyarme:

apenas un relámpago de Dios.

 

 

 

Y UNO LES RUEGA A LAS PALABRAS...

 

Y uno les ruega a las palabras

que no se porten mal, que no levanten

su reja entre nosotros. Uno les ruega

que nada digan si no pueden

más que decir, decir, ruido y miseria

queriendo hablar lo que no importa,

lo que ya se torció, lo que está frío,

y roto, y negramente terminado

tan sólo porque un día Adán habló.

¿Se puede? Uno quisiera entrar, quedarse

en el silencio de antes, para siempre.

Y sangrar sin adornos.

 

 

YA NO TE GUARDARÉ

 

Ya no te guardaré, se deshizo la música

donde me pareció que estabas.

Eran cristales rotos, o arena, no sé bien:

yo pisé y comprendí.

 

Comprendí con asombro que el tiempo se estiraba

desesperado y sin sentido

y que yo no era nadie

excepto el que te amó.

 

Eran cristales rotos, piedras o desventuras,

eran cuerpos enormes o cenizas, no sé.

Yo pisé y comprendí.

 

 

 

PARABOLA

 

Ese pájaro lleva el sol en su corazón.

 

Cuando comience a cantar

habrá mucho silencio aún entre su

      música

será posible comprenderla

pero después muy lentamente

la música crecerá

y en el ardiente mediodía

en el mediodía ardiente y furioso

el pájaro y quien le seguía habrán

     desaparecido.

 

 

 

 

JUEGO DE NAIPES

 

Todos teníamos adentro

el sol

la sombra

 

un sol distinto para cada uno

una sombra idéntica

 

todos teníamos razón

cartas que dar y recibir

la mesa no era grande

la casa era de todos.

 

 

  

EL GOLPE

 

Antes de que ocurriera

todo era más simple.

 

Antes de que ocurriera

vivir era más fácil,

el sol era más limpio.

 

Antes de que ocurriera

el caracol subía la pared.

Cuánto dolor en la pared.

Cuánto dolor en todas partes.

 

Antes de que ocurriera

yo no sabía nada

 

 

 

 

TU VIENES CON NOSOTROS...

 

Tú vienes con nosotros,

pequeña maravilla,

pequeña maravilla de los cántaros.

 

Vienes, y con nosotros,

bajo el sol quieto de las miserias

–el triste sol que conduce a la muerte–

están tus ojos limpios,

tu corazón que canta,

tus labios entreabiertos.

[1950]

 

 

YO

 

 

Yo reúno tus rostros tus gestos tus palabras

vivo de tus imágenes como el agua del cielo

yo te devuelvo al sol a las glicinas

al reino tuyo a tu calor

yo te desato de la noche que te olvida

te devuelvo a los días más bellos de la tierra

esta tierra que quiere ser parecida a ti

y que te necesita para maravillarme.

[1951]

 

 

EL TRIUNFO DE LAS LETRAS

 

 

Estás cansado y no ves bien

algunos te esperaban y no llegaste a tiempo

algunos te esperaban

abrirían sin miedo la puerta

abrirían sin miedo tu corazón

y tú también pero eres torpe

pierdes las señas que te dieron

pierdes el regalo en el viaje

y terminas llorando

en un bar.

 

Adiós

la intensidad te excede

la altura te da miedo

el sol te aplasta si te encuentra

tal vez tienes razones para huir

para estar aterrado.

 

Te pegaron mucho

de grande.

[1954]

 

 

 

INCENDIOS Y CENIZAS

 

 

Tierra que apenas retiene la mirada,

tierra que vas cambiando

de maravilla en maravilla.

 

Que yo te sea fiel,

milagro de vivir,

patria de todos los milagros.

 

Tierra que apenas me retienes

y que a la vez me pides

el rayo y la paciencia.

[1960]

 

 

POR ULTIMO

 

 

Haber dejado una moneda de fuego en la mano de otro, haber atado ciertos hilos de amor y resplandor,

haber perdido algo al salir de la casa vacía.

 

Haber estado. Haber acompañado,

haber estado complicado con el viento que siempre tiene razón,

con la tierra y el agua y con la hierba que siempre tienen razón.

 

No haber cumplido años lejos de sí mismo,

no importa si de rodillas o en medio del pantano,

pero cerca de sí,

o entre asuntos pendientes o torcidos desde el comienzo,

pero masticados con tus dientes.

 

No importa ser un objeto más o menos clasificable

despreciable por los que deciden,

no importa ser superado, masacrado, tergiversado, desmentido,

con todo eso se hace la verdad.

 

No importa ser interrumpido

si estás al pie del árbol gigante en el día sin fin,

al pie del árbol de piedras preciosas del sueño

que sólo pertenece a los hombres,

y si has podido hablar con esas piedras

y acompañar hasta su casa a alguien

en un momento duro de la noche (y vivía tan lejos).

 

No importa que no haya solución para nadie ni perdón para nadie,

ni si al fin estás solo en las salinas de la madrugada

haciendo todo lo posible para que salga el sol,

para que esos rostros queridos no se hundan en los rápidos de la nada

que acecha tanta maravilla.

 

 

LA NOCHE RARA

 

 

La noche rara es como una pesadilla: algo ocurre en alguna parte, alguien hace falta en alguna parte y no se siente sino eso, y nadie se mueve. La noche rara es temible, tal vez por causa de ese color azul que no hemos visto nunca, tal vez por causa de esa niña que tendría que toser pero ha callado.

 

(De Señales de vida, 1959)

 

 

IL FAUT TREMBLER...

 

Cada susto es la verdad que llama a tu puerta.

La verdad desnuda y tranquila que te esperaba para destruirte y rehacerte

con sus mariposas de tritio y sus olas gigantes.

 

(De Señales de vida)

 

 

MEMORIA DE ALEJANDRA

 

No la mataron en ningún lugar histórico

de nuestro siglo despiadado.

No la mataron en Treblinka ni en My Lai

ni en Camirí ni en Texas,

pero igualmente la mataron

en el lugar inexorable

donde está cada uno,

donde a todos nos puede de pronto suceder

que se nos viene encima una tiniebla

que odia y aplasta todo cuanto vive.

 

Sólo fantasmas mudos, ah, en su cuarto.

Y allí, entre los fantasmas,

ella de pronto hablaba como los volcanes,

como los condenados, como los horizontes:

a fuego puro y hondo.

 

Y era una niña triste que creía en la magia,

que conjuraba a los demonios,

que soñaba con pálidos vampiros

y barbazules quejumbrosos

y rubias baronesas más crueles de palabra

que en realidad de obra.

 

¡Oh la palabra y todo lo que inventa!

¡Amores, glorias, universos!

Pero la pobre, la infinita

palabra no la pudo defender

de esa tiniebla que odia

y aplasta todo cuanto vive.

 

Alejandra murió.

La pequeña, la triste, la que armaba

zapatos con cabellos y aureolas de ángel,

dalias en cuyo centro fulguraba el amor.

La que estaba fundada en poesía

y no lo supo en el momento necesario,

los literatos no se lo dijeron,

yo no le dije, nadie se lo dijo,

y ella se descuidó, se alejó de su lámpara,

se perdió en la tiniebla

que odia y aplasta todo cuanto vive.

 

¿Dónde estará con sus tristezas,

con sus endriagos y sus larvas?

¿Se quedará con ellos para siempre?

¿O la espera Endimión tras el espejo?

Su amado tan amado.

 

Me dijo amigo, me miró,

me dijo amigo hasta la vuelta,

pero no regresó.

 

Se me quedó su voz temblando en un poema.

 

 

COMPROBACIÓN

 

El cielo se refleja

en mi taza de té

Cualquier milagro puede ser

si existe una ventana.

1970; Antología, Monte Avila Editores

 

*

 

 

HERMOSO SER HUMANO

 

Hermoso es ser humano

y más cuando nada del hombre

tiene parecido alguno

con lo que sólo es semejanza

del distraído dios.

 

Mil veces más amará el Argonauta

el esplendor de Afrodita

que la roca en el mar

 

Pero los remos en sus puños

en la negra tormenta

los prefiere de roble.

LONDRES, 18-6-1974 (inédito)

 

*

 

 

ENTRE NOSOTROS

 

Entre nosotros las palabras no son fáciles,

los silencios no callan, los objetos no triunfan,

Entre nosotros los caminos no terminan,

no se nombra la noche, no se teme el mañana,

entre nosotros no se mide ni se cuenta,

se deja hacer el cielo, al río, al corazón,

al temporal que pasa para desordenarnos,

al jazmín que se abre para maravillarnos.

11-8-1979 (inédito)

 

 

*

OBRA

 

Toma la zarza con tus manos y devuélvela a la belleza.

Si es necesario, para ello, incéndiate.

Toma el sol con tus manos si está saliendo mal

y sólo tú lo sabes. Recuérdale su canto a la calandria que lo pedió.

Tu riqueza y tu gracia son estos riesgos absolutos, estos quehaceres solitarios.

9-8-1971- “plaqueta homenaje”

 

 

EL VIEJO

 

El viejo sale de noche por los campos

con su farol de ir a buscar agujas.

 

A veces las encuentra. A veces no,

y entonces vuelve con las manos llenas

de sangre.

 

 

 

INÉDITO

 

No es posible oponer, a la inutilidad de las palabras,

sino los inmensos juegos de las palabras.

Cuando decantan silenciosas en las eras azoicas

cuyas entradas ocultas les franquea la noche.

Cuando bailan en el viento que lleva,

y no bailan así sobre ningún muerto.

Cuando son malversadas y desteñidas,

y estallan, antes de perder su sentido,

en hermosas fanerógamas.

Cuando los fuegos que arden en las cimas,

en fin, las suplantan.

En una tierra sin poetas, en una tierra

donde las palabras ya no los necesitan.

 1978, Antología.

 

*

 

Vive para inventar la razón de su ausencia.

Tus manos trabajan en el olvido porque tu dios te prefiere allí.

“alguna memoria”, 1960

 

*

*MANIFIESTO MINIMO*

 

Exceptuada del poema, toda noción es

Sospechosa y sangrienta su posteridad.

 

*

LOS PERROS

 

Es sorprendente cómo cunde la indignación entre los perros.

uno tras otro suman su voz a la protesta general.

Es sorprendente cómo la indignación se manifiesta,

 la rapidez con que circula y se propaga

hasta los fondos más lejanos de la noche.

 

Después los revoltosos van callando.

 

A veces sólo uno insiste todavía, terco y tonto.

Los demás ya no ladran:

han descubierto que es inútil,

que son ladridos a la luna

y han vuelto todos a lo suyo.

Clarín – Cultura y Nación 6/8/81

 

 

LA CAVERNA

 

En mi caverna se está bien,

Y allí todo es posible.

No hay rey más poderoso

que este ser solitario.

 

El único inconveniente,

es cierta sensación

de que algo esencial

ocurre en otra parte.

19-4-1962. “plaqueta homenaje” - Colección de poesía  “El búho Encantado”

 

*

 

 

H

 

 

El ruido negro viene

a partirte en pedazos.

El ruido negro de otro mundo,

inventado por hombres de otro mundo,

manejado por hombres de otro mundo,

que te lo mandan porque sí.

1961, Antología, Monte Avila Editores

 

 

 

*

HERENCIA

 

Toda mi vida transcurrió

bajo negras columnas.

Una mitad del sol me fue robada

por el César siniestro

y la otra, vendida

por el oro más puro.

 

Te dejo lo que pude

salvar de un tiempo vil.

1971, Antología, Monte Avila Editores

 

 

 

*

POÉTICA

 

Me doy cuenta: qué inútiles

son las palabras cuando alguien

ya no las anticipa, cuando el cuerpo

ya no las acompaña.

 

Lejanas y perfectas,

las irisadas construcciones

parecen las ciudades

del Khan, al que perdido

anda por el desierto.

 

Sólo sirven entonces

a una demencia inocua,

a un espíritu absorto

que juega con sus huesos.

 

Me doy cuenta: qué inútiles

son las palabras cuando son

los lentos pájaros que giran

en un ojo vacío.

1964, Antología

 

 

 

*

DE PRONTO, EL SOL

 

De pronto, el sol dejó de ser mío

y la amistad sin límites cesó.

La vieja parra con su hormiga,

mis libros y la hermosa confusión.

 

Yo estaba muerto, y unos hombres

que vivían aún me procesaban.

(La piedra movediza, 1968)

 

 

 

 

EL QUE NO APRENDE NUNCA

 

 

 

El que no aprende nunca toca el fuego

el que no aprende nunca da una mano,

el que no aprende nunca vuelve a andar.

El que no aprende nunca se golpea

contra una pared y con la otra

y después con la otra y con la otra 

y sigue caminando. 

 

 

 

 

ALGO:

 

 

Vivimos en las fauces de la nada. Tenemos algo que decir.

(Raúl Gustavo Aguirre, Olas).

 

 

 

 

AQUELLO:

Aquello de que huyes es el poema. Aquello que te detiene y te espanta, es el poema. Él quiere pasar por aquí, eso es todo...

HIERBAS:

 

 

Después de todo, en medio de la vastedad que te asignan, sólo tocas piedras y las hierbas de tu jardín. Privilegiado que puedes acaso ordenar esa pesadez y esa ligereza según las fantasías de tu corazón.

(Raúl Gustavo Aguirre, Olas).

 

 

 

 

OLAS

(1962-1969)

 

1

 

Expresar la existencia es penetrar en ella. Y sólo se puede penetrar una existencia aceptada en su ambigüedad y su peligro.

 

2

 

No hay caminos sino misterios. Y la muerte nos restituye el camino sin innovación, el que dejamos atrás cuando partimos verdaderamente.

 

3

 

Vivimos en las fauces de la nada. Tenemos algo que decir.

 

4

 

Nuestra verdadera memoria es conciencia, y nos precede.

 

5

 

El reino de la habilidad ha culminado y concluido. En adelante, no se puede conocer el fuego sino a partir del fuego. A distancia, fuego y espectador no existen.

 

6

Tanto existe el poema, tanto permanecemos en el silencio del poema. Estamos solos ante el Ello sin declinación.

 

7

 

¿Qué distancia hay entre la persona y el poema sino la distancia entre el uno y el ser uno, entre el guijarro y la hierba? No es el rostro de un dios lo que el poema quiere de nosotros, sino un deseo donde existir, el comienzo de una mirada.

 

8

 

Sólo tomo de ti lo que pierdo de tu claridad, de tu presencia, de tu memoria y de tu andar equivocado.

 

9

 

Dejemos este resplandor en manos de quienes pronto lo harán improbable. Vamos más lejos, en nuestro planeta desorbitado, vamos más lejos todavía que nuestra tímida imaginación.

 

10

 

Inmóvil en la cima del tiempo, todo mi amor te ostenta, todo mi amor te entiende, dondequiera que estés, amor que me respondes con tus lejanos incendios y tus ojos volados.

 

11

 

Definir la poesía se me hace misteriosamente imposible. Sin embargo, está allí, en las palabras de algunos, en algunas palabras por las cuales y de las cuales vivo. Algunas aproximaciones: voluntad de ser de cierta manera esencial, de vivir según cierto signo, según cierta celebración... Más simplemente: el poema es la única morada donde puedo habitar sin pagar otro precio que el de ser sin vergüenza y sin miedo lo que soy. Más simplemente aún: el poema es el amor- libertada, la belleza- verdad, todo lo que se yergue en mí, orgullosamente sagrado y vivo, sobre la arcilla muda de la simple duración, de la miseria, del miedo y de la muerte. Más simplemente todavía: el poema es lo que soy, mi única realidad posible, en continuo movimiento.

 

 

 

 

12

 

Ínfimo papel que estrujo y arrojo lejos, ¿a qué transformación, a qué mañana endemoniado?

 

13

 

Y es contra el miedo la batalla, contra el miedo de ser, contra el miedo de recibir.

 

14

 

¿Adónde vas, en medio de la noche que bosteza sin apuro, la noche larga que te necesita? En esta confusión de huesos y de rayos, de lava y de ciclones, todos los extremos son posibles, todas las distancias, toda identidad. Cualquier camino puede ser el de tu casa.

 

15

 

A todo lo largo del tiempo que yo no pasaré, pasará tal vez este cuchillo de belleza con el que a veces jugué y a veces me herí.

 

16

 

¿Quién no vio, en su noche de bodas con el universo, a su verdadero habitante vagar indiferente, allá lejos, entre las riquezas sin nombre, como una hormiguita o un emperador?

 

17

 

Volverte hacia lo que te reclama con tu don anticipado, querer contestar con todo tu ser, ¿es acaso un exceso?

No hay destino sellado.

 

18

 

Hay una inconstancia que no es juego, una movilidad que no es desorden, un rostro leal y secreto bajo mil biografías. ¡La vida es extraordinaria! Como de la muerte, uno se olvida a menudo también de ella. (El cuerpo se alarma de su guía descuidado y no lo soporta por mucho tiempo sin sublevarse. Está bien: sol que me hieres, tiniebla que me confundes, todo está bien así.)

 

19

 

He aprendido a ser víctima después de una larga historia de victimario, a ser protagonista después de una larga historia de espectador. He aprendido a cazar por hambre y a cosechar en el camino.

 

20

 

¿Por qué tu pasión sólo puede ser, y a la vez, este paisaje de gloria y este cimiento de dolor?

 

21

 

A la muerte le gusta que tratemos cara a cara con ella, en su propio terreno, que no es la mesa de los notarios sino los campos sin flor.

 

22

 

Nuestro ser está hecho de respuestas justas a preguntas duraderas o fugaces, pero siempre imperiosas, y también de esas omisiones, esos fracasos y esos silencios porque sí que la noche transforma en humo y en poema. 

 

23

 

En todo se trata siempre de una igual aventura: la de alcanzar la dignidad del viento, la sencillez de una hierba que arde, para nosotros y para un fuego que vendrá.

 

24

 

Historia que no estás en la otra mesa sino en ésta, donde una copa canta entre tus dedos descuidados ¿Y qué hace aquí la Poesía? Iluminar, como siempre, el rostro de la verdad.

 

25

 

El agua simple en el fondo de los brocales enigmáticos es la hija del sol a cuya cara prefieres aprender.

 

26

 

Amante a quien el amor vuelve más solitario, no temas ese confín donde se oxidan los ojos de la muerte.

27

 

Un vínculo más con la vida, un vínculo menos con aquello que la encierra y la cubre con una alfombra en esta casa impecable y desierta donde discuten los amos de un país que les paga y los ignora. 

 

28

 

Dramatizar por el placer del contagio, que es el placer de la comunión. En el contagio, el papel se vuelve verdad.

 

29

 

El extraño rostro del hombre está hecho de simulaciones espontáneas que un giro inesperado cambia en un don que ya no es simulación.

 

30

 

Se equivoca quien piensa que a los endemoniados uno los puede frecuentar sin apartarse de las instrucciones.

 

31

 

Vivir es  desconcertante. En este sentimiento te recompensas del pensamiento de la muerte.

 

32

 

Y el movimiento que se llama vida procede de los otros: de esas complicidades increíbles, de esas fatalidades crueles, de esas fiestas silenciosas que te colocan, de pronto, entre el cielo y la tierra.

 

33

 

El siglo se salvará por esta manía conjunta de vivir, de hacerlo todo, de tener confianza en todo, que deja con su hueso a solas a los criminales de uniforme y te une, en la rosa de un sentido, con tus dementes innumerables.

 

34

 

¡Oh feliz extraviado que has encontrado tu deber!

 

35

 

Cambio mi islote por el mar, el mar por mi islote, ante la indignación de los notarios.

 

36

 

Ninguna ventaja sino el cielo.

 

37

 

Yo no soy auditor, pero tampoco negligente. En todo caso: soy el lector conmovido de las cuentas de lo oscuro.

 

38

 

Ya no hay asesinos: sólo violentos memorables a quienes será luego entender algún día a la claridad de la cabeza fría de los estrategas.

 

39

 

No se puede hacer siempre de volcán, dice el volcán.

 

40

 

¿Por qué este estremecimiento tuyo ante la llama empecinada, constreñida, rabiosa, que una mano prudente sofocó?

 

41

 

Camino con mis contrarios, a rostro descubierto.

 

42

 

El poeta prefiere la selva de la confusión al largo muro de la simplicidad asesina. En su cabeza cruje la noche constelada, pero su corazón es lúcido. (Su corazón razona, su cabeza es sensible: para el poeta, la realidad es un rumor.)

 

43

 

 

Ese dolor de las palabras de cuyo resplandor vivimos, como la estrella de su helio.

 

44

 

Cuando revivo en mi libertada, cuando ya no soy sino esa llama que se deja crecer, ese tallo que accede a la premura del viento, ese cielo que gira con todos sus abismos a disposición de los hombres, el universo podría estallar sin rozar siquiera mi mano.

 

45

 

La tos de un niño rompe el silencio de la noche. El ruido del mar no puede detenerse. Sólo existe esa tos.

 

46

 

¿Somos figuras del revés de la tierra que el girar de un espejo devolverá para siempre a la sombra?

 

47

 

El amor es temible en la medida en que concuerda con nuestro ser, en la medida de su simplicidad. Temible para quien ya no teme esa primavera feroz que desnuda y que mata.

 

48

 

¿Qué puede quedar, salvaje de la playa, sino tus agasajos, tus preguntas, a aquéllas que se ha ido o acaba de venir?

 

49

 

La poesía es a pesar de uno. La parte del descuido en la obsesión, del fracaso en la torre maestra: la carta que la derrumbó no existía, o en su reverso en blanco sollozaba el anverso.

 

50

 

El dolor y la poesía son aliados irreconciliables.

 

51

 

Se sostiene la vida como una fruta en el aire. Puro placer de la confluencia. En el ritmo desnivelado del corazón.

 

52

 

A los otros seres uno les da todo o no les da nada. En esos instantes de verdadera precipitación que la niñez nos concede más allá de su abismo.

 

53

 

Los rayos del conocimiento traspasan la red de la experiencia. Más felices aún a través de los hilos que rompió la Poesía.

 

54

 

No se puede hacer cuentas más que por cortesía hacia los contadores en sus momentos de aflicción.

 

55

 

Honor al agua, al vino, a la canción, al fuego, que nos libran de un alma o un cuerpo milenarios y nos devuelven los primeros asombros.

 

56

 

¿No será la poesía aquello que hace un NOSOTROS a quien importa cada día más lo que cada día importa menos en el mundo?

 

57

 

Su corazón, como el de todos, no puede sustraerse de ser desvanecido por los golpes del mal. Pero puede, vuelo en sí, devolver esos golpes, hacer que el mal tenga siempre un ayer.

 

58

 

La poesía sólo cuece su pan en el amor, en la amistad.

 

 

 

59

 

Hay que agradecer al tiempo que no se disculpe por las heridas que nos causa.

 

 

 

60

 

Sus previsiones no dieron resultado, para que sus distracciones lo llevaran al mirador magnífico.

 

61

 

Uno sabe que, en la Poesía, se encuentra por un momento en el fondo de algo. Eso basta para seguir por un camino sin señales. (El fondo huele a felicidad: esa es toda mi ciencia.)

 

62

 

Si no morimos en la belleza, ¿adónde volveremos a vivir?

 

63

 

Aquello que existe: divisarlo es ya el encuentro prodigioso.

 

64

 

No se puede entregar a otro, por más que nuestro querer lo persigam sino aquello que ya teníamos allí.

 

65

 

Estuvo a punto de cortar esa hierba con la que se habría desmoronado el universo. ¿Qué alarma detuvo su mano, venida del qué oscura sinrazón?

 

67

 

Lo que importa, nunca lo poseemos, somos sus poseídos. Y nuestro ser revive, a la vez que está solo, como un castillo encantado.

 

68

 

El amor, como el viento, tiene una sola manera de vivir.

 

69

 

¿Cómo llamarle a esta constante dispersión de las mejores energías en empresas sin permiso, sin término no victoria? El empleo adecuado.

 

70

 

Solicitado por las más bellas y contrarias exigencias, no sabía qué hacer. Un criminal hubiera decidido. Él, aunque sintiendo la amenaza, se prodigaba, sufría y se complacía en un estado alarmante. Ya vendrá el tiempo a rescatarlo y la memoria a prodigarle sus cuidados. Pero, en tanto, vivía en la inseguridad de ese prodigio y, torpe, demente, enamorado, hacía sonar la orquesta con todos los recursos de su imaginación.

 

71

 

Era un imbécil o un hombre conmovido: no le importó saberlo mientras la hierba florecía, radiante, bajo sus pies.

 

72

 

Un hombre aprende tanto de los dioses como una espiga de la tormenta.

 

73

 

Aquello que te dan, tómalo con todo lo que en tu ser puede recibir. Sólo así podrás devolver un prodigio igual y por lo tanto mayor. Sólo así no llorarás, mañana, ante las puertas misteriosas y mudas.

 

74

 

Hombre cuyo corazón el corazón de los hombres a veces imita y a veces desmiente.

 

75

 

Mi valor es mi amor.

 

 

 

 

76

 

Poderlo todo es la certeza más conmovedora de la juventud. De una juventud que se mueve en un vacío esplendoroso. Más tarde, el dolor nos indica que hemos entrado en materia.

 

 

 

77

 

Amo las zonas inconclusas, movedizas y cambiantes de este mundo, por más que ellas se desafíen y me exasperen. En medio de ese desorden sagrado, conozco mi extremo sideral en formación. Perdido, voy hacia una frontera que no es la que guardan mis temerosos centuriones. Y mi desarmonía es ardiente, pero no irresponsable.

 

78

 

La existencia nos elige y nosotros la elegimos. Nuestra libertada es igual a la suya. De allí viene todo.

 

79

 

¿Preguntarás adónde, cuando soltado en el abismo tenebroso, la silenciosa voz te atraiga desde lejos?

 

80

 

Después de todo, en medio de la vastedad que te asignan, sólo tocas piedras y las hierbas de tu jardín. Privilegiado que puedes acaso ordenar esa pesadez y esa ligereza según las fantasías de tu corazón.

 

81

 

Es hermoso esto de ir al azar, perdidos entre mil obstáculos, y encontrarse siempre.

 

82

 

Criatura triste en tu caja de tinieblas, ¡nunca desmentirá la aurora que laceras con tus extraños adioses!

 

83

 

¡Ah, que aún podamos sentirte, más placentera que el placer, más clara que nuestras ciudades, temerosas de todo, Oscura Belleza, nuestro bien implacable, hermana altiva de nuestras miserias más hondas!

 

 

 

84

 

Y ellas van por allí, libres de ser y expuestas a todo, viajeras pavorosas que me atraviesan sin saber que es tan común ese milagro.

 

85

 

Herido por la hierba y halagado por el león  ¿Qué creías? ¿Que vivir era un empleo?

 

86

 

Mis jóvenes amigos buscan su ser también en las  escrituras. Han aprendido a atravesar los resplandores, las bellas iniciales, las grandes palabras de los Maestros. Y de pronto, todo está oscuro otra vez, pero es la oscuridad de lo grávido. Y callan, y las rosas están en guerra con la realidad.

 

87

 

No eres pueblo de Dios ni existe pueblo de Dios. No eres poeta entre los que no saben. En la llanura, de rodillas, sólo quieres plantar. En el mar, si una ola te vence, buscas la mano amiga.  En el día y la noche, tratas de ver. La vida te parece hermosa y no te olvidas de los ausentes. Sorteas el silencio y la agresión, y a veces un muro te atrapa, pero jamás para siempre. Pero no eres pueblo de Dios ni echarás en cara a los otros el no serlo. Nunca clavarás una lanza entre tu corazón y los otros. No existe pueblo de Dios, oh desmantelado.

 

88

 

Este infinito amor que, libre, vuela sus universos ¡cómo se vuelve semilla cuando la tierra lo detiene!, ¡cómo es pequeño, limitado y cuidadoso! Pero por él la tierra vuelve a ganar los cielos, un día, cuando por allí reapareces, millón de soles dementes de los cardales desenfrenados!

 

89

 

Yo soy esa pura lumbre tras el portal altivo donde un extraño te detiene, amor mío que tiemblas.

 

90

 

Libres son de herirte las hermosas arqueras que danzan en los bosques por los que  cambiaste tus desiertos.

 

Raúl Gustavo Aguirre 

 

*Asteroides; Botella al Mar, 1999

 

 

 

EL POETA PERDIDO

 

 

 

Hoy encontré en la calle a un viejo amigo que escribía poemas,

delicados, modestos y radiantes poemas.

Y me contó el amigo que en otro tiempo fue la poesía una indagación de su ser,

que fue la poesía un hermoso momento de su vida,  que después se casó, tuvo hijos, y ahora peleaba duramente por el pan de los suyos

y no escribía más poemas porque ya no necesitaba escribirlos.

Y yo le dije me parece muy bien:

vives en el poema verdadero

que es vivir con aquellos, por aquellos que amas. Y mi amigo se fue, su rostro triste y sus espaldas encorvadas,  y yo pensé que cada uno tiene derecho a vivir como puede,

pero en el fondo un sentimiento me decía

que en él había algo vencido,

que si uno peleó por sacudirle el polvo a las palabras  y el resplandor de las palabras le quemó hasta los tuétanos,

ya no se puede ir para atrás porque entonces los vampiros avanzan

y hasta Rimbaud, si hemos de creer a su hermana, comprendió en su agonía

que hay que morir peleando por el poema de siempre.

 

“Antología”, Monte Ávila Editores, Buenos Aires, 1978.

 

 

 

 

 

 

 

LO ULTIMO

 

 

 

Haber dejado una moneda de fuego en la mano de otro,

haber atado ciertos hilos de amor y resplandor,

haber perdido algo al salir de la casa vacía.

 

Haber estado, haber acompañado,

haber estado complicado con el viento que siempre tiene razón,

con la tierra y el agua y con la hierba que siempre tienen razón.

 

No haber cumplido años lejos de sí mismo,

no importa si de rodillas o en medio del pantano pero cerca de sí,

o entre asuntos pendientes o torcidos desde el comienzo, pero masticados con tus dientes.

 

No importa ser un objeto más o menos clasificable despreciable por los que deciden,

no importa ser superado, masacrado, tergiversado, desmentido,

con todo eso se hace la verdad.

 

No importa ser interrumpido

si estás al pie del árbol gigante en el día sin fin,

al pie del árbol de piedras preciosas del sueño que sólo pertenece a los hombres,

y si has podido hablar con esas piedras

y acompañar hasta su casa a alguien

en un momento duro de la noche (y vivía tan lejos).

 

No importa que no haya solución para nadie ni perdón para nadie,

ni si al fin estás solo en las salinas de la madrugada

haciendo todo lo posible para que salga el sol,

para que esos rostros queridos no se hundan en los rápidos de la nada

que acecha tanta maravilla.

 

 

 

 

ALGUNA MEMORIA (I)

 

 

Bella que me anuncias una extraordinaria complicación. Tantos crímenes olvidados reaparecen por ti.

 

Llega el tiempo de la proeza infatigable frente a tus ojos sin sueño que ningún diamante puede cerrar:

 

Ella se expone a las angustias del siglo, usinas de la realidad. Más explícita se quiere, menos se la conoce. El sueño de los asesinos y de los poetas es que llegue a tener un rostro.

 

Para llegar aquí, ella debe atravesar una región de fotógrafos exacerbados por su asombrosa presencia. A pesar de su aplicación, estos espectadores sólo se quedarán con las pruebas delebles de su distancia de la verdad. Es que para retenerla hubiera sido preciso transformarse en ella, ser ella, y no su descripción más o menos feliz. Yo me lo repito siempre después de mis tentativas inútiles.

 

Ella mantiene la frescura, la diligencia feliz de la vida, por cuya justificación nos dejamos tentar, hierros de tristeza y de habilidad vergonzosa. Invita a los hombres, a quienes sabe posibles no por el memorial de sus servicios, sino por la suma de su condición a un juego de alta conciencia y de contumacia en el extremo de los enigmas. Ha conseguido así formar una tribu dispersa por el mundo, cuyos miembros se ignoran mutuamente y sin embargo reparan en común los hilos rotos de una gran red de belleza.

 

La jurisprudencia acumulada por las heridas, la imagen del mundo construida con la memoria de una continua decepción, la torpeza de la saciedad en el epílogo, todas las apariencias de la consumación se borran y se anulan en el esplendor de ese deseo

 

que arrastra consigo el asombro, el origen y la felicidad del universo y que ella, continuamente, se complace en inspirar.

 

Ella tampoco está exenta de las cargas fiscales, de las confusiones en la red telefónica, de las representaciones ilícitas. Pero se aviene, sin espanto, a ocupar con nosotros un lugar desfavorable en el mundo. A decir verdad, sólo emplea su tiempo en maravillarse. El siglo ha mejorado con su presencia.

 

En ella, la oscuridad se transforma en largo regocijo del ladrón solitario. Las señales que no comprende no estaban dirigidas a nosotros.

 

Viene de ausencias maravillosas, de seres que la amaron a través de otros seres cuyo destino era cambiarse en ella con tanta lentitud que la eternidad les maldice. (La eternidad maldice su lentitud, no su destino.)

 

Ella no comprende el Oráculo, no se lleva bien con aquellos en quienes el Espíritu ha entrado para vociferar. ¡El lenguaje del dios resuena miserablemente puro en esas cabezas! No comprende una sola palabra que no haya atravesado el sufrimiento lúcido de un hombre, que no conserve señales de la lucha... Ella ignora también qué hacen los que se torturan a sí mismos para que los otros los vean, cuando había que ir más lejos, con los otros, más lejos todavía en el dolor... Esos inútiles inventores de martirio, de palidez, de revelación, a su vez, la odian misteriosamente.

 

Ella no sabría entretener con apariciones espectaculares nuestros ojos ávidos de exageración. Prefiere permanecer en los resquicios de una realidad que se proclama habitable y obligatoria. Como a las larvas de luciérnaga, la tiniebla la abruma, pero le es imprescindible.

 

Hasta que el Labrador la descubra, por último, en su terreno magnífico, seguirá siendo la víctima paciente de nuestras herramientas equivocadas.

 

A su lado, contemplar el abismo resulta una excelente diversión. En su ausencia, comienzo de la angustia para el observador sensible.

 

Ella siega el verano, y luego todo es azul alrededor de sus ojos invisibles.

 

Como la cigarra, sólo puede vivir en medio del incendio que suscita.

¡Ah, pequeño milagro, vida enorme!

¡Enorme vida en una nada enorme!

 

Así como el placer es su reino, ella no puede detenerse en esas gradas fáciles donde el olvido nos ofrece sus pactos sospechosos. Si sufre, es para morir.

 

Por ella entramos en el mundo, pero también por ella nos es cada vez más fácil excluirnos de él. El enigma del bello vivir.

 

No obstante, la distancia y el diluvio, y las dificultades insalvables, y el honor y la maldición, ella se permite la aventura de vivir con nosotros. Sabe que el abismo terminará por recuperar, algún día, su confianza en el hombre.

 

Tantas memorias excelentes la abruman con el sonido negro de un mal que ya no existe.

 

La indiferencia de los pantanos es la forma que adopta, para ella, la soledad. Esos lugares impuros, bajo un sol retraído, a los que tiene una misteriosa necesidad de volver, la rechazan siempre con la misma cortesía... Presenciar ese leve comba- te de la curiosidad contra un infierno que se rehusa, es un espectáculo alucinante. Ella me dispensa a veces esos momentos de terror.

 

El mundo-monstruo se transforma de pronto en el mundo- doncella, la escritura desesperada en escritura maravillada. Estos cambios la hechizan.

 

Hierba siempre feliz al pie de los volcanes o en las llanuras sabias donde jura contra su vida el azote de Dios, ella descansa en la parte germinal de la conciencia.

 

A través de ella se vuelven visibles las heridas del viento. El viento libre que sangra y que la adora.

 

En las gradas de su palacio impenetrable, un juglar se detiene, un asesino discurre.

 

Una mirada furtiva podía sorprenderla en una indescriptible actitud de evidencia. Para los seres sensibles al nuevo acontecimiento, la era del escándalo comenzaba, la era de la angustia tocaba a su fin.

 

Ella desconfía de esos lugares donde el hombre aparece precedido por aclaraciones y citas que le vuelven improbable, esos recintos de la seguridad pública frecuentados por la presión arterial.

 

En la cueva del alquimista, ella calla, como investida de una miseria admirable que fuera al mismo tiempo su rostro y su secreto.

 

Mantiene exquisitas relaciones con la lujuria exhumada ante ella. La lluvia de cenizas le produce placer.

 

A través de ella los relámpagos duran. Hay tiempo para las amistades más sorprendentes.

 

Sus ojos son respetados por la nada, favorecidos por la prisión. Pero ella aparenta ignorar el sufrimiento que la sostiene.

 

Su enemistad con los amos proviene de que habla de aquello que realmente le ocurre y no de aquello que, de acuerdo con lo dispuesto, le debiera ocurrir.

 

En el patio de su silencio, único y feliz se yergue el bello árbol de los destituidos.

 

Los errores en las tablas del bien y del mal se cargan en su cuenta.

 

Ella dibuja un rostro sobre un rostro sin fin.

 

Vive para inventar la razón de su ausencia.

 

En las épocas de opresión, ella trabaja en la rebelión. En las épocas dé la gloria del hombre, en el Servicio de la Libertad Subterránea.

 

Y lo que la vida quiere del poema, ella lo hace.

 

 

ALGUNA MEMORIA (II)

 

 

¿Por qué construyes en la estación de las lluvias tus estelas de arcilla, oh poeta ilegible, omnipresente y solitario?

 

Tus manos trabajan en el olvido porque tu dios te prefiere allí.

 

Esta escritura sería imposible si no hubiese de por medio entre ella y yo (entre ella, sustancia virtual de mi vida, y yo, vida posible en su verdad), si no hubiese entre nosotros este muro de horror que parte en dos el universo y a cuyo través buscamos la rendija de nuestra mutua presencia. Escribo para encontrarla, recorro la infinita piedra a veces con asombrosa velocidad, a veces con inaudita paciencia, tallando, aplicándome, no consiguiendo al fin sino esa destreza que de nada me sirve y que tan curiosa o vituperable resulta a espectadores ajenos a la verdadera razón de mis movimientos. En cuanto a ella, sé que también procura ayudarme. Presiento su calor, el canto de su espera apasionada, que trato como puedo de repetir de este lado, y un solo sonido juntos sería el poema, y un solo sonido juntos sería la muerte...

 

¿Cómo evadirme de ese designio que me lleva a la mutación y al desastre, arrojándome de un estado de gracia a una sucia habilidad? Absurdos canales de malestar y de indolencia donde los miasmas se rehacen, yo sé que esta criatura es atrapada allí por profesionales de la conciliación, quienes con falsos juramentos la llevan hacia la trampa de la confusión de las lenguas.

 

Las cesantías de la comunicación, mis cotidianas demoras con el constante movimiento de la exégesis cósmica, me retienen sobre una tierra de saldos y suplicios a lo que no puedo acostumbrarme. Atento demasiado a menudo contra la emoción que debe conducirme. Consagro lecturas excesivas a viejas nóminas de objetos ideales e imagino encontrar indicios de redención allí donde ella está excluida por antonomasia. En estos trabajos, ella me encuentra triste.

 

Ella inicia en mi ausencia su viaje apasionado, su viaje que enriquece el misterio y dota de precedentes a la eternidad. Corre hacia mí en busca de su confirmación. Yo que seré otra vez esa playa desierta que devuelve y olvida.

 

«Soy tuya, pero tú no existes». Ante la tristeza de esta alondra, fue preciso inventar la noche.

 

Y tú, pez volador, ¿cómo escaparás para siempre de este mar de neurosis y de amistades inútiles?

 

En tu cabeza, una máquina implacable pone en peligro la vida de esa criatura cuya verdadera relación contigo pretende formular. ¿Por qué sospechas que su desaparición ocurrirá con ello? ¿Por qué defiendes ese lugar recóndito de tu inocencia? (¡Oh, enamorado!).

 

Si accedo a su supresión, ¿tendré, cabeza en blanco, que habitarte de nuevo?

 

ALGUNA MEMORIA (III)

 

Es éste el límite del mundo, afilado hasta la extremaunción, donde mi oficio termina y tu perfume se presiente.

 

Nos deteníamos para disputarnos esas extrañas piedras con que tropezábamos a cada momento. Cada vez eran menos numerosas a medida que nos acercábamos a ti.

 

Presencia jamás compensada, insólita, ¿cómo es que duras ante mis ojos, cómo es que vives en mi país?

 

Te esfuerzas por mantener la unidad de tu cuerpo, por estar aquí. Pero tus amistades son enojosas para la eternidad que te reclama. Y por esa restricción a la niñez celestial que cuestiona tu sexo, vives, intensamente, bajo el peligro constante de ascensión y de metamorfosis.

 

Ojos maravillosos que a veces te recuerdan y que a veces te -olvidan.

 

En el destello de nuestra separación -azul velocísimo- yo te saludo, mi alma, mi extranjera.

 

Alba donde pululan los monstruos, alba siempre dispuesta a transformarte en poema, alba invisible siempre, perdida entre las nieblas y los hierros del mundo.

 

Sabes que donde la belleza culmina, ella y la angustia se confunden. (El rayo negro nos desnuda sobre una realidad que vacila entre el éxtasis y el espanto, la vida recuperada y la inexplicable ausencia, mientras tú me abrazas, desesperadamente, sabiéndome víctima, una vez más, de la disonancia metafísica.)

 

Nada te defiende en la noche perfecta.

 

Bien sé que te asfixias en la felicidad dispuesta por los propietarios de tu presencia en el mundo. Bien sé que sufres a menudo grandes dolores extranjeros, prohibidos por la ley. Exilados los dos, juntos bajo un cielo magnífico, creemos por un instante -oh poema- haber hallado tu país.

 

Te invento para hablarte. Me inventas para verte.

 

Tantos enigmas consienten a tu presencia.

 

Desconfías de esa especie de sueño que anula las dificultades de la vigilia en beneficio de un país hipotético, en cuyas aduanas la parte más fértil del hombre queda a merced de la exacción. Pero esa tiniebla ávida de nuestras fuerzas no debe ser confundida con aquella otra donde se origina el signo que renueva el alba y hace comparecer a los monstruos.

 

Pasa la breve luciérnaga, inclusa en la ley de su reino. Pasa y se ilumina.

 

Presencia que parecieras desmentirme cuando la tristeza del mundo ya iba a negarte, y que culminas y desapareces entre mis brazos de relámpago.

 

El amor y el viento. Lo demás pasará.

 

A cada movimiento, una nueva piedra aumenta su muralla del equívoco que te circunda. Es preciso derribar algo de tiempo en tiempo, a pesar de las objeciones de los cronistas del rey.

 

Vivo en la hierba de tu desprendimiento. Soy el cazador furtivo a quien la noche ha transformado en centinela exhausto.

 

Contigüidad insaciable, fidelidad lejana...

 

Amante, los monstruos que te amaban resplandecían antes de morir.

 

¡Miserables, miserables del mundo, de quienes está hecho el rayo de tu presencia!

 

Eres parecida a ese fuego que un caminante solitario enciende en el umbral de la noche y donde se reúne, para no morir, toda la claridad de la tierra.

 

Ebrio estoy de este universo que compromete su destino por acordarse con tu mirada, por ser tu cómplice...

 

Alma de todo lo que me subleva, tú eres mi fuego, constante y mi primera ceniza.

 

Hay en mi vida una especie de nada que sólo existe por ella. Hay en mi vida un pozo de vida. Tú no lo ignoras, tú me abrazas.

 

Me abrazas, para que no olvide el tiempo en que nada sabía

de ti.

 

¿Qué harás en este desierto donde hasta las piedras se esfuman, sino quedarte y compartirlo? Tú, criatura que no eres de aquí pero que nos quieres aquí, pobres, inmensos, dementes, obstinados.

 

iCómo es difícil para ti retener en el viento esa pasión del viento que te crea! Pero la noche donde reinas y desapareces jamás será vencida, ¡oh amenazada!

 

¿Seremos también nosotros, al morir, los contrarios de la Poesía?

 

¿Por qué si jamás les has interrumpido, si ellos son más fuertes que tú, más numerosos y más firmes, todo un ejército de profesionales te odia? Cuando apareces entre ellos, por un error, por un descuido, los directores se turban, los mitomaniacos exhalan largas memorias, los parásitos de las Escrituras evidencian síntomas de sofocación. ¿Por qué? ¡No soy yo, que me inclino por ellos, que me confundo con ellos para verte! Nuestros gestos son ambiguos y te odiamos, te odiamos porque tú nos anulas los discursos, nos echas a perder nuestras más hábiles combinaciones y tus ojos nos revelan que todavía -a pesar de nuestro poder y de nuestra destreza y de nuestros antepasados- no hemos comenzado a existir para ti.

 

 

ALGUNA MEMORIA IV

 

Tu canto continúa hasta que el universo se rompe

en un hiato espantoso, comienzo de la nada.

Allí la memoria me ofrece sus servicios.

 

 

 

Ocurre que la necesidad de decidir llega a alcanzar niveles alarmantes (¿la disgregación?, ¿el poema?). La fatiga, la duda, y los insistentes memoriales sobre táctica física de conservación de la conciencia inhiben, a menudo, el itinerario del cazador feliz. ¿Dónde estoy ahora? El pataleo de la ciudad entera, la náusea de la organización, la imposibilidad de personalizar en el prójimo la culpa de esta vergonzosa contrariedad que nos anula dotándonos de mortíferas similitudes, de equivalencias que vuelven indiferente al rayo, esta endemia, en fin desde donde me es preciso atraer a la maravillosa criatura con un interminable despliegue de trabajosas señales, a veces falsas, a veces excesivas, a veces miserables, ¡esta endemia es (oh cielos) mi país!

 

Y ella, ¿qué hace aquí?

 

Viene a iniciar la sucesión de acontecimientos admirables. Pero la sucesión de acontecimientos admirables no es resistida por los sismógrafos. En las retinas indiferentes, la claridad se enfría, el ibis de la claridad desaparece, víctima de un fenómeno de distorsión. Las manos que escriben en papeles ajenos se desentienden de su presencia, son sus enemigas más crueles. En la mesa que ella amaba, a la hora de la identidad, reina ahora una absurda caligrafía... Su ausencia infunde una temible atracción a los archipiélagos deshabitados. En el afelio, las probabilidades de muerte son extremas, la soledad se individualiza, el dolor entra en juegos arácnidos, se vuelve miserable. Es en ese infierno donde cada árbol se distingue por su nombre, donde se encuentran los más completos archivos, donde es posible seguir con atención los movimientos de la única criatura que no obedece la orden, esa filaria que se divide cuando parecía que sólo de ella se podía hablar, de ella y de mí ¡Oh, vergüenza de los oficios sagrados!

¿Cómo podré, amor mío, volver a la noción de tu cintura, a la simplicidad de tu lumbre, a tu Belleza?

 

La claridad disminuye, tu cuerpo se borra. La claridad, víctima de mi dimisión, se hunde con el tesoro de tus movimientos.

 

¿Cómo resarcirte de mi retorno a la condición enumerativa, al círculo de la ingratitud, al estado general? Nosotros dos habíamos hecho de la imprudencia nuestro medio de comunicación. Una incomparable vicisitud nos unía. Fuego y nieve se complacían en exasperamos. Caíamos juntos en el abismo de nuestra semejanza.

 

Cuando el fuego cesó, la nieve se deshizo, y yo no pude retenerte: no había salido de aquí. De otros depende ahora la autorización.

 

Pero tú, sin nombre, en el frío de esos espacios, ¿qué esperas sino mi muerte, qué esperas todavía, oh Solitaria?

 

Veo otra vez tu rostro en el centro de una prodigiosa tormenta. Tu rostro, desconocida, en medio de la ausencia que te devora, más cerca que nunca del mío.

 

El persistente abismo te separa de aquellos que eran, al alcance de tu mirada, el presagio de una infinita celebración... Pero quién sabe qué guardan todavía de inmenso estas apariencias de la fatalidad.

 

Pequeña gloria errante entre las ramas de la noche, ¿qué nueva forma buscas para que yo te vea?

 

¿Cómo retenerte a ti, tan difícil de atar, tan rápida y cambiante, tan difícil de sujetar a nuestra armonía, a nuestros rectos usos, a nuestras sanas costumbres?

 

Yo como tantos, ignoraba que aquí donde cada uno se esconde bajo tierra, no había otro destino para nadie sino aquél por el que tú, lejos de nosotros, te dejabas llevar.

 

¡Increíble criatura! He sido fiel a tus contradicciones hasta la punta de la aguja que penetraba en el corazón del pájaro triste para matar a la serpiente.

 

Déjame cavar en mí la maldición y que nos hundamos en este tema. Tú no deseabas otro destino para mí y yo no quería sino tenerte por entero.

 

Los hombres nada se han llevado, nada de lo que puede todavía inflamarte.

 

Yo me salía del mundo y tú de nuevo me creabas. Tal era nuestro juego, nuestra danza nupcial. Ausentes, pasábamos juntos por aquí.

 

Yo conocía tu rumor en mi alma, y en mi alma eras libre de hacer cuanto quisieras. Yo conocí el rumor de tu presencia, y te llevaba en mi alma como el mar, como el viento hubieran querido llevarte. Yo cambiaba tu cuerpo por el mío, yo era la eternidad.

 

Al azar te encontraba, una y otra vez, y el mundo era demasiado grande como para retenerte o como para que nuestros destinos se contradijeran. Y tú, tan parecida al aire de pronto, eras tan libre como yo, y nos cambiábamos sin saberlo, sin nombrarnos, sin descubrirnos la razón de nuestra indolencia. Pero esta sombra no durará, no durará.

 

¿Qué podría mostrarte, allí donde ya no querías seguirme, escaleras abajo, fuera del reino de tu validez? No había más que cenizas en el fondo de esas arcas enormes.

 

(Distorsión infinita y conocimiento crispado, angustia y belleza en mí te reconocían).

 

De pronto, tras el vidrio del tiempo, pasa tu imagen sobria, lenta y considerable, más real que la noche.

 

Ya no reconozco como causa de mi angustia sino la necesidad de volver a crearte, de hacerme de ti. Ausente, la confusión en mis escrituras, el fénix en mi cabeza. Te busco en mi delirio glacial, en mi falsa detención, en mis esfuerzos inútiles... En mí se complacía el verano, ayer, cuando tu rostro era el mío.

 

(Trato de hablar de nuevo ese viejo lenguaje de poesía con el cual solíamos explicarnos nuestro amor).

 

Libre por tu presencia oculta detrás de los signos de tu presencia, libre por tu amor jamás abarcado. Para vivir, yo tengo que romper esta niebla verbal que me oculta tu nombre. Busco la libertad de tu rostro de hoy.

 

En suma, mi moral consiste en una serie de movimientos cuyo fin no es otro que hacerte un lugar para que puedas vivir en silencio en medio de la confusión donde tu presencia es un desafío y tu belleza una injuria.

 

(Y tú, más cierta que el mañana que no puedo mirar, más cierta que la oscuridad por donde vamos, haz que pueda iluminar levemente el rostro de la tierra, comenzando por ti, que estás al lado mío, que estabas al lado mío desde que comenzó todo esto...)

 

Y éste es el mediodía en que llega a su fin la parálisis infernal, causa de la abrumadora tristeza que me consumía. La nieve se funde, el horizonte se mueve, la música recomienza. Y tú, solitaria, tú volverás ahora a convertir en bodas los exilios nocturnos.

 

(Esta belleza injuriada, esta belleza fuera de la ley, lejos de las casas de contratación, lejos de la poesía, de sus feroces propietarios, esta belleza odiada por los justos, esta belleza simple entre nosotros, en el reverso de las grandes páginas, ella quería, quería, oasis infinito, vernos vivir así).

 

Y éstas son las primeras estribaciones de tu silencio.

 

 

 

 

NOSOTROS

 

 

Y por último, un día nos decidimos a partir.

 

Tenemos equipajes y algún papel en el bolsillo con anotaciones minúsculas;

un número de teléfono al que no llamaremos jamás, el nombre de unas píldoras para dormir o no dormir, el relámpago muerto de algún poema.

 

Tenemos equipajes con ropa y máquina de afeitar y algunos de nosotros

botellas de coñac o perfume o aceite para el sol

y libros sagrados y de álgebra y de ciencia ficción, tenemos treinta años y padecemos todos, cada uno según su necesidad, humo y amor y redes y violencias, sed de verdad, insomnio [y desesperación, y hemos sacado algunas conclusiones.

 

(En la ciudad inmensa cada uno cavó su guarida, acumuló sus propiedades, sus olvidos, su oposición a la muerte.

Cada uno disfrutó de derrumbes y papeles en blanco, lloró de rabia ante las cajas fuertes del tiempo, firmó con mil imágenes de Dios pactos después desconocidos, creyó en todo, abrió sus brazos, tomó vino, contó dinero, acarició, supuso  librarse bien, salvarse, haber hallado cómplices para la gran reunión  [en la sala principal de la cueva para el acuerdo universal del que saldría limpio e inocente.

Pero no hubo al fin más que carozos y cenizas y botellas vacías.

 

Queda la noche, sin embargo,

la noche abierta a los pequeños ensayos de fuga ya los [pequeños abismos,

el fondo de la noche donde tampoco habrá solución

porque igualmente se lo habrán montado,

se lo habrán repartido  [sin concederle siquiera que tuvo algo que ver,

que él puso algo de su parte también;

algo de buena voluntad, de asombro, de inocencia

y no tan sólo su cara de extraño.

 

En la comisaría lo apalean por gritar en la calle

que el suyo es un horrible país, y en el casino

le prohíben la entrada porque ven en sus ojos

el fuego inconfundible de los videntes.

 

La mañana está lejos, de cualquier manera:

puede durar un poco más esta frágil tregua nocturna antes del sol

y el ruido de las máquinas y la pobreza mental.

 

Entra en el bar y mira aquella mesa:

ella por fin ha vuelto.

Afuera ha comenzado la lluvia,

y melancólicamente

los dos conversan de su amor de diez años atrás.

 

Después se encuentra solo en el filo despiadado del amanecer.

 

En la puerta de un sótano la música de Charlie Parker lo atropella

en su fuga hacia las estrellas afiebradas y siente que ya sabe hasta su última mentira.

 

 

En su cabeza brilla una bella ecuación

pero a los camaradas no les sirve

para cambiar el mundo.

Los bares del olvido están cerrados para siempre, 

no tiene donde estar y la lucidez se paga sabiéndolo.)

 

Todos perdidos en la noche y roídos por innumerables agravios,

todos equivocados y autores de desastres irreparables,

todos dementes y llagados y llenos de bichos y de confusión,

ustedes, yo, nosotros, mis amigos difíciles, cazadores de lejanos poemas

sobre la gran llanura marcada por el rayo.

 

 

"ERES, AHORA ERES..."

 

Eres, ahora eres, nostalgia de lo ido,

ausencia de la ausencia, olvido del olvido.

Te busco en otros seres: eres, ahora eres,

aquello que no eres.

¿Te he de encontrar un día? No hay día por delante.

Sólo esta noche, con el agravante

de la continuidad en la pregunta.

Estamos atrapados. La eternidad se agota.

La recta infinitud está doblada y rota.

Eres, ahora eres, toda la nada junta

 

 

 

"EL BALLET INFINITO"

 

Somos, yendo y viniendo

por nuestro propio escándalo,

amantes presurosos

en un bosque incendiado,

insensatas criaturas

que se olvidan del tiempo,

el tiempo sin piedad

que le falta a la muerte

para ser importante.

 

 

"PREGUNTAS"

 

Algunos poetas me hacen llegar

sus libros, sus cartas,

sus biografías y fotografías,

las nóminas de sus distinciones,

las fotocopias de sus declaraciones

y sus poemas inéditos.

Y yo me digo: ¿qué tengo que ver

con estos poetas tan productivos,

eficaces y dinámicos,

tan descollantes de personalidad,

tan seguros de sí, tan convencidos

de haber encontrado las palabras

y las claves definitivas?

¿Y qué tengo yo que ver con esos

otros, los nostálgicos, los que se

jactan de sus penas y me endosan 

sus importantes fracasos?

¿Y qué con esos otros 

que vociferan sus amores

y se abrazan en público 

con sus mujeres y sus

hombres, con sus ciudades, 

sus consignas, sus banderas y sus dioses?

¿Qué tengo yo que ver con esos poetas, 

yo que soy tartamudo,

yo que estoy aterrado,

yo que perdí las señas

y no tengo camino ni memoria

y apenas sobrevivo?

 

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