¿POR QUÉ?
¿Por qué quieres volar?
¿No ves que no hay espacio?
¡Ah, no agites tus alas,
pequeña mariposa!
1
Honor a los que cantan contra sus
puños crispados
2
El agua, una vez que surgió de la
sombra donde laleaba, anónima y feliz, está condenada a un camino.
Tarde o temprano, será su
perdición. ¿Por eso son tantos sus movimientos?
Escolopendra que te envaneces de
tus fantasías: cuida que no esté lejos de tu raíz esa torpe y bella
voluntariosa.
3
Pequeños goces sucesivos que
salpican una desventura
sustancial. Así va esa criatura
que no sabe
tomar del mundo más de lo que
está permitido y al alcance de la mano...
4
En nuestro tiempo sangrante, la
afición por la basura y el convencimiento de que no hay más que eso
reclutan prosélitos cada vez más poderosos. El poeta vive entre ellos como una
rara especie de farsante desinteresado
5
Debo aceptar esta oportunidad que
me ha dado
la muerte de examinarla de
cerca... Pero sólo veo vida a mi alrededor. Vida como una tormenta sin fin que
me hace cerrar —conmovido- los ojos. Y el viento es tan fuerte que toda duda es
infame.
6
Eres poeta donde no lo crees,
donde no lo sabes.
Después de mucho tiempo, en otro
lugar, con los fríos que vuelven.
7
Inventas un país, sin eximirlo de
los crímenes
pero sí de los asesinos
impersonales. Inventas un país que no existe mientras la favorita del
crepúsculo coquea sus nostalgias.
8
Para la noche, los grillos y los
amantes son los
pródigos preferidos.
9
Es el tiempo en que vienen a
beber a los pies
de los sauces las princesas del
viento, frágiles como
glicinas, esbeltas como pífanos,
en el misterio del último
resplandor que las reúne.
10
Cazadores ancestrales, sobrinos
predilectos del
bosque sagrado, la primavera se
obstina en excitarnos con la visión de sus prodigios.
¿Qué podríamos hacer sino
extraviarnos en la orgía de su persecución?
No hay incendio improbable.
11
Prolegómenos de la bella:
aullidos raros de la bestia.
12
No confundir estertores con
clamores de bienvenida.
El poeta, una vez más, se inclina
cuidadosamente para rescatar a ese diminuto pájaro que ignora
su hermosura, que sólo conoce el
dolor.
13
En cuanto nos lanzamos contra los
molinos de
viento, una caterva de criminales
se pone de pie para, una vez estropeados en la aventura, molernos a golpes como
punición. ¡Y que haya también ángeles que los secundan creyendo que así nos
salvan!
Pero tan enigmática es la vida,
tan poco sabe y
puede saber de ella el corazón,
que una y otra vez repite sin vacilar sus saltos en las tinieblas. Algo lo
incita en su obstinado y recóndito centro de gravedad, le dice que es eso, que
es eso lo que hay que hacer,
continuamente...
14
Es mala historia perder enigmas
para ganar
derechohabientes,
15
¿Qué se nos ha confiado? En tanto
nuestra muerte es solitaria, un alrededor suntuoso nos confunde hasta el fin,
¿para reaparecer del otro lado? No lo tienes en cuenta, árbol que ya te
despojas de tu verdor y que mañana serás, a la vez, almendra y leñador
en el claro del bosque, entre la
nieve que funde... ¿Qué se nos ha confiado entre la maravilla y el dolor, la
maravilla que nos abruma y el dolor que nos subleva?
Algo más, sin duda, que el
continuo zarpazo,
que la incesante apropiación...
Algo más, sin duda, que la obediencia sin límites y la obsecuencia con el
Cíclope... ¡Oh, Maga, devuélveme mis fantasmagorías!
¡Oh, tierra, sé inocente aún para
mi resto de
candor! Abismo: ¡enséñame otra
vez la soberbia!...
Yo te haré, si hay tiempo aún, el
rostro de los
dioses que estallan.
¿Qué se nos ha confiado, para
sentir de pronto, tan intensamente, que tenemos ese honor?
16
La belleza profunda, la belleza
implacable con
sus lianas de fuego que
aprisionan y urgen. ¡Desaparecemos,
literalmente, incorporados a la vez
que pulverizados por ese resplandor!
El Juicio Final no tiene final.
Porque la belleza se transforma
sin cesar en sí
misma, porque la verdad es el
puro poder de ese incendio
y porque la vida (¿qué es la
vida?) nos declara una vez más sus depositarios.
17
Mi patria está más cerca de los
meteoritos que de las telas envarilladas
18
Niña de los archipiélagos dorados
y mujer de
los desiertos pavorosos Tus
cielos son iguales.
19
Soy el príncipe de mi necesidad,
el privilegiado
de mi atolondramiento Para días
que duran.
20
No edificar elegías sino
fragmentos esplendorosos,
ruinas aparentes que la noche
hace brasas y el amanecer recupera.
21
Ambelania gigante, hermosa
centinela de mis
tierras amadas.
22
La belleza demarca. Con pies
ensangrentados
23
Al aumentar la validez de mi
testigo, perdí poder y facilidad, pero se multiplicaron los prodigios en
mis riberas. Prodigios que la Voraz no perdona.
24
Antes que nada el tiempo, el
tiempo que aparece de pronto y devora la vida en un relámpago: detenido de vez
en vez por la Poesía, se lo oye merodear alrededor de la casa que se derrumba,
maldiciendo bellamente a los circunstantes que lo ignoran.
25
Oh rosa, los encuentros son
raros...
A VECES
A veces vas a oscuras.
Cundo el sol brilla más,
cuando no cabe duda.
Cuando todo está claro
tiniebla es lo que cruzas,
nada lo que has andado.
Noche lo que amaneces,
silencio lo que hablas,
abismo lo que asciendes.
A veces vas a oscuras.
Cuando el sol brilla más
sobre la tierra dura.
AL SALIR
Sí señor, en su casa,
aparte algún descuido,
nuestras ocupaciones
fueron la maravilla y el dolor.
No nos llevamos nada. Lo
devolvimos todo.
ALTAS ESFERAS
Yo miento, pero hay rosas.
Separadas del viento
como yo, nos reunimos
en un refugio que no existe.
Pero ésta es la casa
del hombre: esta mental
intensidad que tanto
en otro ser retiene...
Estas rosas que miento.
AMIGOS
Este es un humo
que se comparte
hasta que llega el alba
caballo verde
BUENAS RELACIONES
Los prisioneros se detestan
pero a pesar de su rencor
se tratan con educación.
Los prisioneros se detestan
pero no obstante, por dignidad,
jamás conversan con el guardián.
Los prisioneros se detestan
pero de noche mantienen diálogos
fingiendo que hablan solos.
BUENOS DÍAS
Las arenas el agua
la tristeza los cantos
las mentiras el viento
la piedra dura el alma
las llaves los incendios
las tinieblas el sol
el poder las estrellas
el mal y el bien el corazón
las ideas la sangre
la muerte los deseos
las misiones los niños
el porvenir la luna
los fantasmas los cuerpos
las ruinas los relámpagos
los ecos las palabras
los fracasos el mar
el miedo la belleza
la moral las guitarras
el orden la amistad
la ley la poesía.
ANTE EL ESTRADO
Un frío teórico cala tus huesos.
¿Qué puedes explicar?
Las ciénagas se tragan las
explicaciones.
¿Dónde está la verdad?
Sólo en alguna parte de esta desazón,
sólo en algún abismo fuera de
lugar
que estos señores ni siquiera
sospechan,
como una trampa en que uno pisa y
tac...
COMO UN VIEJO RAIGÓN
Como un viejo raigón arde mi vida
y la historia, allá lejos, se
sigue desatando.
Me engañaron sus libros: jamás
ocurre nada
salvo el amor.
Me moriré en lo más profundo de
este fuego,
en lo que toca la ceniza, en lo
más simple
y oculto y silencioso y
suficiente.
El resto fue mentira,
circunstancia,
tiempo de sol para secar lo
húmedo,
moneda para que
se quede el César en su torre
contando su poder.
(Un pie cualquiera me deshizo.
Me arrojaron al viento. Y era
tarde:
ya lo tenía todo).
COMENTARIO A ARQUÍLOCO
Un ser humano es —si la gracia le
toca-
un ser maravilloso, en nada
diferente
de los dioses. Apenas, si
quieres, en lo efímero.
EL DOLOR
Negro es el viento del dolor:
crispada
se cierra en él la rosa y vuelve
-desatada de sí, perdido el ser
en otra y otra y otra- a su
primera
rosa sin rosa en el dolor de
todo.
COMO QUIERA QUE SEA
Sobre esta tierra cruel, helada,
miserables sin voz,
engañados, cansados,
duros por fin de corazón.
Malditos, viejos, solos
sobre esta tierra ruin,
aún habrá una manera
de vivir para ti.
EL CIELO NEGRO YA NO ESTÁ
El cielo negro ya no está.
El viento negro ya pasó.
Todo es azul todo es azul
y un pájaro tan tonto.
(Allí donde estuvimos abrazados
a punto de morir, la tierra pobre
florece sin temor).
EL ESTALLIDO DE UNA ROSA...
Ninguna rosa es segura.
WILLIAM CARLOS WILLIAMS
El estallido de una rosa rompió
los vidrios de
mi casa, desordenó mis papeles,
echó a volar mi corazón.
El estallido de una rosa que
saltó sobre el tiempo para sacarme del remanso donde oscurece la verdad.
El fogonazo a quemarropa de un
sol descabellado
que despunta sin fin.
*
Tratemos de contar esta melodía.
Había una vez una rosa, un sol descabellado y un hombre conmovido.
Tal fue su apogeo y su maldición:
la rosa sin
rodeos atacándolo una y otra vez
con sólo la sinrazón de su hermosura.
Rosa en silencio, rosa venenosa,
ojos de espanto y de tormenta tirando de mi hacia las alturas sin piedad.
Tirando de mí, el ave fénix dubitosa.
*
La Belleza demarca. A sangre y
fuego en el interior invisible. Para que nuestro rostro —cualquiera
fuere el momento- tenga algo que
decir a las estrellas.
*
Casandra no se pierde en sus
profecías, sino en
sus lágrimas.
*
Hay historias sumamente
necesarias que no podrían continuar si no desapareciéramos discretamente.
Vida, única vida, vida única: que
la muerte también te honre con su deseo y su orgullo, está bien.
EL MILAGRO
Porque si llega, cuando llegue,
ha de ser como es:
fácil, claro, sencillo,
sin grandes resplandores,
sin que la tierra tiemble,
sin que el cielo se nuble.
Será suave y fraterno
con su mano en tu hombro.
No habrá cambiado nada:
sólo tu corazón.
EL MUTILADO
Oh verano de criaturas efímeras
verano que confías en mis ojos
verano de los juegos puros de los
que van a morir.
Ya libre de mi cabeza de hierro
de mis pies sigilosos
y de mis manos hábiles
yo entro en tu casa profunda.
EL QUIROMANTE
Alguien lee
EL TRIUNFO DE LAS LETRAS
Estás cansado y no ves bien
algunos te esperaban y no
llegaste a tiempo
algunos te esperaban
abrirían sin miedo la puerta
abrirían sin miedo su corazón
y tú también pero eres torpe
pierdes las señas que te dijeron
pierdes el regalo en el viaje
y terminas llorando en un bar.
Adiós
la intensidad te excede
la altura te da miedo
el sol te aplasta si te encuentra
tal vez tienes razones para huir
para estar aterrado.
Te pegaron mucho
de grande
ELLA VINO
Ella vino y tras ella
vino todo el dolor
luciérnagas y ruinas
sálvame dijo existe
mi secreto es grave
en mi cuerpo hay amor
viñas de madrugada
corales del olvido
en sus ojos temibles
su cuello azul como el fondo del
mar.
EN MEDIO DE LA LLUVIA
En medio de la lluvia
ella cantaba
y a través de su cuerpo
se veía un árbol
letrero luminoso.
ESTE MISTERIO DE ...
Este misterio de
tu aquiescencia, la querida
dulzura cada vez
más lejos y más cierta
en su infinito retirarse
hacia la plenitud de una
presencia:
sangre viva en mis manos
de un clavel inasible
en los abismos del otoño.
EXÉGERIS
El personaje sube a la tarima y
habla
sin ninguna destreza
tiene el rostro cansado de ser
tarde
ya para todo y los amigos
no obstante elogian su actuación.
Pero él no espera nada
está desocupado para siempre
se escondió entre las valvas más
oscuras del tiempo es un pequeño monstruo sin verdad y sin voz y en sus manos
crispadas
está la tiza que no escribe.
Se miran bien si es cierto que le
ven todavía
observarán cómo repite
cansados gestos frases de otro
verán si miran bien que sólo
habla
mientras le dura el susto.
FIESTA NOCTURNA
Solo y uno en el día
que espera tanto de tus ojos.
El corazón ardiente del aire
coincide con tu corazón,
para ir por esta calle
de la ciudad que amanece
entre los corales del miedo.
Ah débil corazón de alcohol y de
diamante.
EPÍLOGO
Entre las infinitas salvas del
corazón, muchas sonpara ti, aurora de los huesos endebles y de tus propios
asuntos.
HAS VIVIDO...
A Eugenio Montejo
Has vivido —si piensas- casi
siempre en una jaula de irritación, de oposición, de vergüenza y de espanto.
Con pequeños circuitos autónomos
de olvido: oasis donde la hierba rala del poema hundió sus diminutas
raíces en los Dones: la belleza, la esperanza, el amor.
De allí resulta un ser viviente,
pero disgregado,
un conocimiento con las jarcias
rotas, una algarabía de códigos escépticos utilizados casi siempre al azar...
¿Hay algo que importe en todo
esto? Partícula
de lo inconmensurable, hiciste un
poco de lo poco que podías (y sigues) a favor de ciertos presentimientos, de
los que sólo puedes mostrar estigmas subjetivos...
Vienes de lejos: no se comprende
bien qué anuncias, ni tú tampoco lo comprendes. Hablas, en confusión, de
amaneceres sin soledad, de proyectos sin
crimen. Y callas, porque cerca,
allí entre los plátanos, has visto de pronto los colores de un ave
desconocida...
En la montaña de nuestras cenizas
sonarán mejor los oboes.
HIPÍAS
La ambigüedad es mi reino.
Entre las complacencias de la
noche
vivo sin iluminar
como un insecto que no tiene
fosforescencia sino mente
y silencio.
HONOR AL PINO...
Honor al pino que desaparecerá,
a la paloma que lo amó
y a la ventana sin testigo.
Para que existan otros sueños
conmigo acaba lo que sueñas,
Endimión.
INCENDIOS Y CENIZAS
Tierra que apenas retiene la
mirada,
tierra que vas cambiando
de maravilla en maravilla.
Que yo te sea fiel,
milagro de vivir,
patria de todos los milagros.
Tierra que apenas me retienes
y que a la vez me pides
el rayo y la paciencia.
LA BOBA
La boba toma sol en su balcón.
Lee, pero se cansa.
El sol es negro, el libro es
negro:
tiene que preguntar por qué es
así.
Después bosteza largamente
y acaricia su gato
mientras alrededor se mueren
todos.
LA CÁSCARA
¿Qué fue de aquel vivido temblor,
de aquella espera llameante? -te preguntas ahora en tu desierto polidimensional
. Entonces no sabías, eras desprevenido, jugabas, puede ser, jugabas con los
dioses, te tuteabas con ellos sin saber quiénes eran.
Lo cierto es que todo lo que
ahora tocas está en otro universo, en el que nunca ocurre nada, excepto actos
legales e infinitas nuevas
LA NOCHE CONSTELADA
Un tiempo sin medida va conmigo y
de pronto
abre y cierra sus valvas: los
cielos de Van Gogh
surgen entonces, me saludan y me
anuncian
con exquisita cortesía: Vas a
morir, porque es
tan cierto que vives y que vives
y que vives
(Y yo, qué no daría
por tocar esos astros, por sentir
su crujido,
su no ser mi mirada. Y por el
sentimiento
de estar ahí qué no daría.
Qué no daría por un rayo de sol,
porque ese roce con lo que es no esté sobreentendido,
y porque el fuego sea fuego
por vez primera, y doloroso su
encuentro para
siempre.
Qué no daría por un signo de la
verdad, por un
certero fogonazo en el centro del
cosmos y del alma, que a la memoria alguna vez alcance, ya que huimos más
velozmente aún que lo que huye).
El mar es siempre muerto y
silencioso.
LA PARED DESNUDA
No escribieron en ella una
palabra
ni pintaron en ella un monigote
ni pegaron en ella un cartelón.
Estaba limpia, pulcra,
legal, monótona, gaznápira.
LA SOLEDAD O ELLA
Ella abre sus brazos al horizonte
pero el mar es tan grande
que sólo una gaviota la atraviesa
ella abre sus brazos al mundo
abre sus brazos pero es tan
grande el dolor
que sólo se acercan los niños
ella abre los brazos a la
oscuridad
abre los brazos pero no viene
nadie
y entonces el hombre que la
habita fuma
y la hace toser.
LA TUMBA DE OSCAR WILDE
¡Qué paz en esta calle solitaria!
Inscripciones de amantes que te
aman
apenas si se salen del silencio.
Alrededor, el cobre del otoño,
la claridad vacía del ocaso
y los muertos sin rostro ni
memoria
en la tierra que calla,
que vive todavía,
que nada quiere ni pregunta.
Alrededor el mal efímero,
el efímero bien.
LOS OBSTINADOS HACEDORES
DE POEMAS
Los obstinados hacedores de
poemas,
con sus poemas que suponen
inmortales,
buscan ser atendidos, entendidos,
celebrados, queridos, consolados,
amados y salvados. Pobres niños,
pobres que tanto piden,
los que padecen soledad,
postergación, olvido,
y nunca serán hartos.
Oh los que piden por la Poesía en
negros pedestales de la metrópolis en ruinas. Pobres almas, solitarios despojos
de las centurias imperiales, mis poetas, mis dobles en el espejo, yo.
NIHIL OBSTAT
Rostro apenas entrevisto: a mi corazón
nada le
impide creer que en algún lugar
de esta tierra de nadie, entre las trampas y las sombras, nos aguarda todavía,
antes del adiós y el derrumbe, ese relámpago simple del sobreentendimiento
entre dos seres que se cruzan, con su historia a medias olvidada, para perderse
más lejos, solos, en la llanura sin fin que desordenan las fantasías del
crepúsculo y las cosas sin
nombre.
MADRIGAL EN SILENCIO
Tu reino existe siempre.
Cuando el hierro y la sangre
hayan salido
de su baile macabro,
yo te veré de lejos
allá en la primavera
donde muchachas pensativas
esperan el amor.
No podré desandar
el extraño camino.
Pero estaremos juntos
en ese sol que canta,
en ese viento que te adora,
en esa tierra que te habla.
Tu alegría es aquello
por lo que yo morí.
Y la mía tu olvido.
NOCHE DE PERROS
Aullido de dolor.
Aullido de rencor.
¡Ah, furia rota, negra,
en la noche sin trabas!
Aullido en el aullido
mudo del universo.
PIEDRAS
Está cayendo, por la noche rota
a cascotazos, toda la tristeza
del mundo. Amor sin libertad que
aúllas
tu no ser nada, tu maldad de amor
entre los tallos que destrozas
porque
existes tanto, pobre, existes
tanto.
Está cayendo piedra. Por la noche
rota, los cascotazos son revancha
de alguien Y luego nada. Nada. Y
llueve.
PARA VIVIR
Para vivir,
yo busqué un sitio oscuro.
Para vivir.
Para vivir,
practiqué el mimetismo.
Para vivir.
Me compuse mil caras,
mil caras inocentes,
mil caras complacientes.
Para vivir.
Mil caras diferentes,
mi amor, mi buen amor,
mi amor que sólo tienes
la cara del amor.
Yo cavaba la tierra,
callaba, me escondía,
borré todas mis huellas,
me deshice de todo,
mi amor, para vivir.
Para vivir,
yo busqué un sitio puro.
Para vivir.
Para vivir,
sólo había este abismo,
mi amor, para vivir.
VIDAS PARALELAS
Escamandrónimo, poeta
de pobre ingenio, quiso
ser inmortal como los dioses:
otra pasión no tuvo.
Todo su tiempo lo empleó
Escamandrónimo de Lesbos
en arduas diligencias
para obtener universal renombre.
Diferente fue Safo,
su hija, que al efímero
placer y a la amistad
no sustrajo un instante.
PROPIEDADES
Poseo un cielo azul
cada vez que lo miro.
La tierra es mía cuando
simplemente camino.
De lo que inquieta al poderoso
nunca jamás me cuido.
Y cuando sueño soy
un país infinito.
RAZONES PARA ESCRIBIR
Cazar palabras en el humo
y, como quien ordena sus negocios
antes de morir,
ponerlas
en su justo lugar, para que el
Otro
(el que no se conforma con nada)
una vez más
se engañe con la idea de que todo
por fin quedó aclarado para
siempre
y duerma un poco, aunque después
se despierte aterrado
en medio de la noche sin
palabras.
UN POETA
Amarillo violento,
UNA CABEZA QUE SE INCLINA...
Una cabeza que se inclina
sobre un hombro.
Y aquí tienes tu Boca Sombría.
Lo que tira de uno,
lo que uno no es
y lo que uno es.
Piedra en el corazón
la realidad. Cuchillo
en nuestra mano el sueño.
VIEJOS ESTAN LOS ÁRBOLES
DE MI CIUDAD
Viejos están los árboles de mi
ciudad
y aún más que yo vendrán, y
estarán todavía
fuertes en su raíz silenciosa y
profunda.
Ah, torbellino, yo no tuve como
ellos
firme y clara verdad donde
apoyarme:
apenas un relámpago de Dios.
Y UNO LES RUEGA A LAS PALABRAS...
Y uno les ruega a las palabras
que no se porten mal, que no
levanten
su reja entre nosotros. Uno les
ruega
que nada digan si no pueden
más que decir, decir, ruido y
miseria
queriendo hablar lo que no
importa,
lo que ya se torció, lo que está
frío,
y roto, y negramente terminado
tan sólo porque un día Adán
habló.
¿Se puede? Uno quisiera entrar,
quedarse
en el silencio de antes, para
siempre.
Y sangrar sin adornos.
YA NO TE GUARDARÉ
Ya no te guardaré, se deshizo la
música
donde me pareció que estabas.
Eran cristales rotos, o arena, no
sé bien:
yo pisé y comprendí.
Comprendí con asombro que el
tiempo se estiraba
desesperado y sin sentido
y que yo no era nadie
excepto el que te amó.
Eran cristales rotos, piedras o
desventuras,
eran cuerpos enormes o cenizas,
no sé.
Yo pisé y comprendí.
PARABOLA
Ese pájaro lleva el sol en su
corazón.
Cuando comience a cantar
habrá mucho silencio aún entre su
música
será posible comprenderla
pero después muy lentamente
la música crecerá
y en el ardiente mediodía
en el mediodía ardiente y furioso
el pájaro y quien le seguía
habrán
desaparecido.
JUEGO DE NAIPES
Todos teníamos adentro
el sol
la sombra
un sol distinto para cada uno
una sombra idéntica
todos teníamos razón
cartas que dar y recibir
la mesa no era grande
la casa era de todos.
EL GOLPE
Antes de que ocurriera
todo era más simple.
Antes de que ocurriera
vivir era más fácil,
el sol era más limpio.
Antes de que ocurriera
el caracol subía la pared.
Cuánto dolor en la pared.
Cuánto dolor en todas partes.
Antes de que ocurriera
yo no sabía nada
TU VIENES CON NOSOTROS...
Tú vienes con nosotros,
pequeña maravilla,
pequeña maravilla de los
cántaros.
Vienes, y con nosotros,
bajo el sol quieto de las
miserias
–el triste sol que conduce a la
muerte–
están tus ojos limpios,
tu corazón que canta,
tus labios entreabiertos.
[1950]
YO
Yo reúno tus rostros tus gestos
tus palabras
vivo de tus imágenes como el agua
del cielo
yo te devuelvo al sol a las
glicinas
al reino tuyo a tu calor
yo te desato de la noche que te
olvida
te devuelvo a los días más bellos
de la tierra
esta tierra que quiere ser
parecida a ti
y que te necesita para
maravillarme.
[1951]
EL TRIUNFO DE LAS LETRAS
Estás cansado y no ves bien
algunos te esperaban y no
llegaste a tiempo
algunos te esperaban
abrirían sin miedo la puerta
abrirían sin miedo tu corazón
y tú también pero eres torpe
pierdes las señas que te dieron
pierdes el regalo en el viaje
y terminas llorando
en un bar.
Adiós
la intensidad te excede
la altura te da miedo
el sol te aplasta si te encuentra
tal vez tienes razones para huir
para estar aterrado.
Te pegaron mucho
de grande.
[1954]
INCENDIOS Y CENIZAS
Tierra que apenas retiene la
mirada,
tierra que vas cambiando
de maravilla en maravilla.
Que yo te sea fiel,
milagro de vivir,
patria de todos los milagros.
Tierra que apenas me retienes
y que a la vez me pides
el rayo y la paciencia.
[1960]
POR ULTIMO
Haber dejado una moneda de fuego
en la mano de otro, haber atado ciertos hilos de amor y resplandor,
haber perdido algo al salir de la
casa vacía.
Haber estado. Haber acompañado,
haber estado complicado con el viento
que siempre tiene razón,
con la tierra y el agua y con la
hierba que siempre tienen razón.
No haber cumplido años lejos de
sí mismo,
no importa si de rodillas o en
medio del pantano,
pero cerca de sí,
o entre asuntos pendientes o
torcidos desde el comienzo,
pero masticados con tus dientes.
No importa ser un objeto más o
menos clasificable
despreciable por los que deciden,
no importa ser superado,
masacrado, tergiversado, desmentido,
con todo eso se hace la verdad.
No importa ser interrumpido
si estás al pie del árbol gigante
en el día sin fin,
al pie del árbol de piedras
preciosas del sueño
que sólo pertenece a los hombres,
y si has podido hablar con esas
piedras
y acompañar hasta su casa a
alguien
en un momento duro de la noche (y
vivía tan lejos).
No importa que no haya solución
para nadie ni perdón para nadie,
ni si al fin estás solo en las
salinas de la madrugada
haciendo todo lo posible para que
salga el sol,
para que esos rostros queridos no
se hundan en los rápidos de la nada
que acecha tanta maravilla.
LA NOCHE RARA
La noche rara es como una
pesadilla: algo ocurre en alguna parte, alguien hace falta en alguna parte y no
se siente sino eso, y nadie se mueve. La noche rara es temible, tal vez por
causa de ese color azul que no hemos visto nunca, tal vez por causa de esa niña
que tendría que toser pero ha callado.
(De Señales de vida, 1959)
IL FAUT TREMBLER...
Cada susto es la verdad que llama
a tu puerta.
La verdad desnuda y tranquila que
te esperaba para destruirte y rehacerte
con sus mariposas de tritio y sus
olas gigantes.
(De Señales de vida)
MEMORIA DE ALEJANDRA
No la mataron en ningún lugar
histórico
de nuestro siglo despiadado.
No la mataron en Treblinka ni en
My Lai
ni en Camirí ni en Texas,
pero igualmente la mataron
en el lugar inexorable
donde está cada uno,
donde a todos nos puede de pronto
suceder
que se nos viene encima una
tiniebla
que odia y aplasta todo cuanto
vive.
Sólo fantasmas mudos, ah, en su
cuarto.
Y allí, entre los fantasmas,
ella de pronto hablaba como los
volcanes,
como los condenados, como los
horizontes:
a fuego puro y hondo.
Y era una niña triste que creía
en la magia,
que conjuraba a los demonios,
que soñaba con pálidos vampiros
y barbazules quejumbrosos
y rubias baronesas más crueles de
palabra
que en realidad de obra.
¡Oh la palabra y todo lo que
inventa!
¡Amores, glorias, universos!
Pero la pobre, la infinita
palabra no la pudo defender
de esa tiniebla que odia
y aplasta todo cuanto vive.
Alejandra murió.
La pequeña, la triste, la que
armaba
zapatos con cabellos y aureolas
de ángel,
dalias en cuyo centro fulguraba
el amor.
La que estaba fundada en poesía
y no lo supo en el momento
necesario,
los literatos no se lo dijeron,
yo no le dije, nadie se lo dijo,
y ella se descuidó, se alejó de
su lámpara,
se perdió en la tiniebla
que odia y aplasta todo cuanto
vive.
¿Dónde estará con sus tristezas,
con sus endriagos y sus larvas?
¿Se quedará con ellos para
siempre?
¿O la espera Endimión tras el
espejo?
Su amado tan amado.
Me dijo amigo, me miró,
me dijo amigo hasta la vuelta,
pero no regresó.
Se me quedó su voz temblando en
un poema.
COMPROBACIÓN
El cielo se refleja
en mi taza de té
Cualquier milagro puede ser
si existe una ventana.
1970; Antología, Monte Avila
Editores
*
HERMOSO SER HUMANO
Hermoso es ser humano
y más cuando nada del hombre
tiene parecido alguno
con lo que sólo es semejanza
del distraído dios.
Mil veces más amará el Argonauta
el esplendor de Afrodita
que la roca en el mar
Pero los remos en sus puños
en la negra tormenta
los prefiere de roble.
LONDRES, 18-6-1974 (inédito)
*
ENTRE NOSOTROS
Entre nosotros las palabras no
son fáciles,
los silencios no callan, los
objetos no triunfan,
Entre nosotros los caminos no
terminan,
no se nombra la noche, no se teme
el mañana,
entre nosotros no se mide ni se
cuenta,
se deja hacer el cielo, al río,
al corazón,
al temporal que pasa para
desordenarnos,
al jazmín que se abre para
maravillarnos.
11-8-1979 (inédito)
*
OBRA
Toma la zarza con tus manos y
devuélvela a la belleza.
Si es necesario, para ello,
incéndiate.
Toma el sol con tus manos si está
saliendo mal
y sólo tú lo sabes. Recuérdale su
canto a la calandria que lo pedió.
Tu riqueza y tu gracia son estos
riesgos absolutos, estos quehaceres solitarios.
9-8-1971- “plaqueta homenaje”
EL VIEJO
El viejo sale de noche por los
campos
con su farol de ir a buscar
agujas.
A veces las encuentra. A veces
no,
y entonces vuelve con las manos
llenas
de sangre.
INÉDITO
No es posible oponer, a la
inutilidad de las palabras,
sino los inmensos juegos de las
palabras.
Cuando decantan silenciosas en
las eras azoicas
cuyas entradas ocultas les
franquea la noche.
Cuando bailan en el viento que
lleva,
y no bailan así sobre ningún
muerto.
Cuando son malversadas y
desteñidas,
y estallan, antes de perder su
sentido,
en hermosas fanerógamas.
Cuando los fuegos que arden en
las cimas,
en fin, las suplantan.
En una tierra sin poetas, en una
tierra
donde las palabras ya no los necesitan.
1978, Antología.
*
Vive para inventar la razón de su
ausencia.
Tus manos trabajan en el olvido
porque tu dios te prefiere allí.
“alguna memoria”, 1960
*
*MANIFIESTO MINIMO*
Exceptuada del poema, toda noción
es
Sospechosa y sangrienta su
posteridad.
*
LOS PERROS
Es sorprendente cómo cunde la
indignación entre los perros.
uno tras otro suman su voz a la
protesta general.
Es sorprendente cómo la
indignación se manifiesta,
la rapidez con que circula y se propaga
hasta los fondos más lejanos de
la noche.
Después los revoltosos van
callando.
A veces sólo uno insiste todavía,
terco y tonto.
Los demás ya no ladran:
han descubierto que es inútil,
que son ladridos a la luna
y han vuelto todos a lo suyo.
Clarín – Cultura y Nación 6/8/81
LA CAVERNA
En mi caverna se está bien,
Y allí todo es posible.
No hay rey más poderoso
que este ser solitario.
El único inconveniente,
es cierta sensación
de que algo esencial
ocurre en otra parte.
19-4-1962. “plaqueta homenaje” -
Colección de poesía “El búho Encantado”
*
H
El ruido negro viene
a partirte en pedazos.
El ruido negro de otro mundo,
inventado por hombres de otro
mundo,
manejado por hombres de otro
mundo,
que te lo mandan porque sí.
1961, Antología, Monte Avila
Editores
*
HERENCIA
Toda mi vida transcurrió
bajo negras columnas.
Una mitad del sol me fue robada
por el César siniestro
y la otra, vendida
por el oro más puro.
Te dejo lo que pude
salvar de un tiempo vil.
1971, Antología, Monte Avila
Editores
*
POÉTICA
Me doy cuenta: qué inútiles
son las palabras cuando alguien
ya no las anticipa, cuando el
cuerpo
ya no las acompaña.
Lejanas y perfectas,
las irisadas construcciones
parecen las ciudades
del Khan, al que perdido
anda por el desierto.
Sólo sirven entonces
a una demencia inocua,
a un espíritu absorto
que juega con sus huesos.
Me doy cuenta: qué inútiles
son las palabras cuando son
los lentos pájaros que giran
en un ojo vacío.
1964, Antología
*
DE PRONTO, EL SOL
De pronto, el sol dejó de
ser mío
y la amistad sin límites cesó.
La vieja parra con su hormiga,
mis libros y la hermosa
confusión.
Yo estaba muerto, y unos hombres
que vivían aún me procesaban.
(La piedra movediza, 1968)
EL QUE NO APRENDE NUNCA
El que no aprende nunca toca el fuego
el que no aprende nunca da una mano,
el que no aprende nunca vuelve a andar.
El que no aprende nunca se golpea
contra una pared y con la otra
y después con la otra y con la otra
y sigue caminando.
ALGO:
Vivimos en las fauces de la nada.
Tenemos algo que decir.
(Raúl Gustavo
Aguirre, Olas).
AQUELLO:
Aquello de que huyes es el poema.
Aquello que te detiene y te espanta, es el poema. Él quiere pasar por
aquí, eso es todo...
HIERBAS:
Después de todo, en medio de la
vastedad que te asignan, sólo tocas piedras y las hierbas de tu jardín.
Privilegiado que puedes acaso ordenar esa pesadez y esa ligereza según las
fantasías de tu corazón.
(Raúl Gustavo
Aguirre, Olas).
OLAS
(1962-1969)
1
Expresar la existencia es
penetrar en ella. Y sólo se puede penetrar una existencia aceptada en su
ambigüedad y su peligro.
2
No hay caminos sino misterios. Y
la muerte nos restituye el camino sin innovación, el que dejamos atrás cuando
partimos verdaderamente.
3
Vivimos en las fauces de la nada.
Tenemos algo que decir.
4
Nuestra verdadera memoria es
conciencia, y nos precede.
5
El reino de la habilidad ha culminado
y concluido. En adelante, no se puede conocer el fuego sino a partir del fuego.
A distancia, fuego y espectador no existen.
6
Tanto existe el poema, tanto
permanecemos en el silencio del poema. Estamos solos ante el Ello sin
declinación.
7
¿Qué distancia hay entre la
persona y el poema sino la distancia entre el uno y el ser uno, entre el
guijarro y la hierba? No es el rostro de un dios lo que el poema quiere de
nosotros, sino un deseo donde existir, el comienzo de una mirada.
8
Sólo tomo de ti lo que pierdo de
tu claridad, de tu presencia, de tu memoria y de tu andar equivocado.
9
Dejemos este resplandor en manos
de quienes pronto lo harán improbable. Vamos más lejos, en nuestro planeta desorbitado,
vamos más lejos todavía que nuestra tímida imaginación.
10
Inmóvil en la cima del tiempo,
todo mi amor te ostenta, todo mi amor te entiende, dondequiera que estés, amor
que me respondes con tus lejanos incendios y tus ojos volados.
11
Definir la poesía se me hace
misteriosamente imposible. Sin embargo, está allí, en las palabras de
algunos, en algunas palabras por las cuales y de las cuales vivo. Algunas
aproximaciones: voluntad de ser de cierta manera esencial, de vivir según
cierto signo, según cierta celebración... Más simplemente: el poema es
la única morada donde puedo habitar sin pagar otro precio que el de ser
sin vergüenza y sin miedo lo que soy. Más simplemente aún: el poema es el amor-
libertada, la belleza- verdad, todo lo que se yergue en mí, orgullosamente
sagrado y vivo, sobre la arcilla muda de la simple duración, de la miseria, del
miedo y de la muerte. Más simplemente todavía: el poema es lo que soy,
mi única realidad posible, en continuo movimiento.
12
Ínfimo papel que estrujo y arrojo
lejos, ¿a qué transformación, a qué mañana endemoniado?
13
Y es contra el miedo la batalla,
contra el miedo de ser, contra el miedo de recibir.
14
¿Adónde vas, en medio de la noche
que bosteza sin apuro, la noche larga que te necesita? En esta confusión de
huesos y de rayos, de lava y de ciclones, todos los extremos son posibles,
todas las distancias, toda identidad. Cualquier camino puede ser el de tu casa.
15
A todo lo largo del tiempo que yo
no pasaré, pasará tal vez este cuchillo de belleza con el que a veces
jugué y a veces me herí.
16
¿Quién no vio, en su noche de
bodas con el universo, a su verdadero habitante vagar indiferente,
allá lejos, entre las riquezas sin nombre, como una hormiguita o un
emperador?
17
Volverte hacia lo que te reclama
con tu don anticipado, querer contestar con todo tu ser, ¿es acaso un
exceso?
No hay destino sellado.
18
Hay una inconstancia que no es
juego, una movilidad que no es desorden, un rostro leal y secreto bajo mil
biografías. ¡La vida es extraordinaria! Como de la muerte, uno se olvida a
menudo también de ella. (El cuerpo se alarma de su guía descuidado y no lo
soporta por mucho tiempo sin sublevarse. Está bien: sol que me hieres,
tiniebla que me confundes, todo está bien así.)
19
He aprendido a ser víctima
después de una larga historia de victimario, a ser protagonista después de una
larga historia de espectador. He aprendido a cazar por hambre y a cosechar en
el camino.
20
¿Por qué tu pasión sólo
puede ser, y a la vez, este paisaje de gloria y este cimiento de dolor?
21
A la muerte le gusta que tratemos
cara a cara con ella, en su propio terreno, que no es la mesa de los notarios
sino los campos sin flor.
22
Nuestro ser está hecho de
respuestas justas a preguntas duraderas o fugaces, pero siempre imperiosas, y
también de esas omisiones, esos fracasos y esos silencios porque sí que la
noche transforma en humo y en poema.
23
En todo se trata siempre de una
igual aventura: la de alcanzar la dignidad del viento, la sencillez de una hierba
que arde, para nosotros y para un fuego que vendrá.
24
Historia que no estás en la otra
mesa sino en ésta, donde una copa canta entre tus dedos
descuidados ¿Y qué hace aquí la Poesía? Iluminar, como siempre,
el rostro de la verdad.
25
El agua simple en el fondo de los
brocales enigmáticos es la hija del sol a cuya cara prefieres aprender.
26
Amante a quien el amor vuelve más
solitario, no temas ese confín donde se oxidan los ojos de la muerte.
27
Un vínculo más con la vida, un
vínculo menos con aquello que la encierra y la cubre con una alfombra en esta
casa impecable y desierta donde discuten los amos de un país que les paga y los
ignora.
28
Dramatizar por el placer del
contagio, que es el placer de la comunión. En el contagio, el papel se vuelve
verdad.
29
El extraño rostro del hombre
está hecho de simulaciones espontáneas que un giro inesperado cambia en un
don que ya no es simulación.
30
Se equivoca quien piensa que a
los endemoniados uno los puede frecuentar sin apartarse de las instrucciones.
31
Vivir es desconcertante. En
este sentimiento te recompensas del pensamiento de la muerte.
32
Y el movimiento que se llama vida
procede de los otros: de esas complicidades increíbles, de esas fatalidades
crueles, de esas fiestas silenciosas que te colocan, de pronto, entre el cielo
y la tierra.
33
El siglo se salvará por esta
manía conjunta de vivir, de hacerlo todo, de tener confianza en todo, que deja
con su hueso a solas a los criminales de uniforme y te une, en la rosa de un
sentido, con tus dementes innumerables.
34
¡Oh feliz extraviado que has
encontrado tu deber!
35
Cambio mi islote por el mar, el
mar por mi islote, ante la indignación de los notarios.
36
Ninguna ventaja sino el cielo.
37
Yo no soy auditor, pero tampoco
negligente. En todo caso: soy el lector conmovido de las cuentas de lo oscuro.
38
Ya no hay asesinos: sólo
violentos memorables a quienes será luego entender algún día a la claridad
de la cabeza fría de los estrategas.
39
No se puede hacer siempre de
volcán, dice el volcán.
40
¿Por qué este
estremecimiento tuyo ante la llama empecinada, constreñida, rabiosa, que una
mano prudente sofocó?
41
Camino con mis contrarios, a
rostro descubierto.
42
El poeta prefiere la selva de la
confusión al largo muro de la simplicidad asesina. En su cabeza cruje la noche
constelada, pero su corazón es lúcido. (Su corazón razona, su cabeza es
sensible: para el poeta, la realidad es un rumor.)
43
Ese dolor de las palabras de cuyo
resplandor vivimos, como la estrella de su helio.
44
Cuando revivo en mi libertada,
cuando ya no soy sino esa llama que se deja crecer, ese tallo que accede a la
premura del viento, ese cielo que gira con todos sus abismos a disposición de
los hombres, el universo podría estallar sin rozar siquiera mi mano.
45
La tos de un niño rompe el
silencio de la noche. El ruido del mar no puede detenerse. Sólo existe esa tos.
46
¿Somos figuras del revés de la
tierra que el girar de un espejo devolverá para siempre a la sombra?
47
El amor es temible en la medida
en que concuerda con nuestro ser, en la medida de su simplicidad. Temible para
quien ya no teme esa primavera feroz que desnuda y que mata.
48
¿Qué puede quedar, salvaje
de la playa, sino tus agasajos, tus preguntas, a aquéllas que se ha ido o acaba
de venir?
49
La poesía es a pesar de uno. La parte
del descuido en la obsesión, del fracaso en la torre maestra: la carta que la
derrumbó no existía, o en su reverso en blanco sollozaba el anverso.
50
El dolor y la poesía son aliados
irreconciliables.
51
Se sostiene la vida como una
fruta en el aire. Puro placer de la confluencia. En el ritmo desnivelado del
corazón.
52
A los otros seres uno les da todo
o no les da nada. En esos instantes de verdadera precipitación que la niñez nos
concede más allá de su abismo.
53
Los rayos del conocimiento traspasan
la red de la experiencia. Más felices aún a través de los hilos que
rompió la Poesía.
54
No se puede hacer cuentas más que
por cortesía hacia los contadores en sus momentos de aflicción.
55
Honor al agua, al vino, a la
canción, al fuego, que nos libran de un alma o un cuerpo milenarios y nos
devuelven los primeros asombros.
56
¿No será la poesía aquello
que hace un NOSOTROS a quien importa cada día más lo que cada día importa menos
en el mundo?
57
Su corazón, como el de todos, no
puede sustraerse de ser desvanecido por los golpes del mal. Pero puede, vuelo
en sí, devolver esos golpes, hacer que el mal tenga siempre un ayer.
58
La poesía sólo cuece su pan en el
amor, en la amistad.
59
Hay que agradecer al tiempo que
no se disculpe por las heridas que nos causa.
60
Sus previsiones no dieron
resultado, para que sus distracciones lo llevaran al mirador magnífico.
61
Uno sabe que, en la Poesía, se
encuentra por un momento en el fondo de algo. Eso basta para seguir por un
camino sin señales. (El fondo huele a felicidad: esa es toda mi ciencia.)
62
Si no morimos en la
belleza, ¿adónde volveremos a vivir?
63
Aquello que existe: divisarlo es
ya el encuentro prodigioso.
64
No se puede entregar a otro, por
más que nuestro querer lo persigam sino aquello que ya teníamos allí.
65
Estuvo a punto de cortar esa
hierba con la que se habría desmoronado el universo. ¿Qué alarma
detuvo su mano, venida del qué oscura sinrazón?
67
Lo que importa, nunca lo
poseemos, somos sus poseídos. Y nuestro ser revive, a la vez que
está solo, como un castillo encantado.
68
El amor, como el viento, tiene
una sola manera de vivir.
69
¿Cómo llamarle a esta constante
dispersión de las mejores energías en empresas sin permiso, sin término no
victoria? El empleo adecuado.
70
Solicitado por las más bellas y
contrarias exigencias, no sabía qué hacer. Un criminal hubiera
decidido. Él, aunque sintiendo la amenaza, se prodigaba, sufría y se
complacía en un estado alarmante. Ya vendrá el tiempo a rescatarlo y la memoria
a prodigarle sus cuidados. Pero, en tanto, vivía en la inseguridad de ese
prodigio y, torpe, demente, enamorado, hacía sonar la orquesta con todos los
recursos de su imaginación.
71
Era un imbécil o un hombre
conmovido: no le importó saberlo mientras la hierba florecía, radiante,
bajo sus pies.
72
Un hombre aprende tanto de los
dioses como una espiga de la tormenta.
73
Aquello que te dan, tómalo con
todo lo que en tu ser puede recibir. Sólo así podrás devolver un prodigio
igual y por lo tanto mayor. Sólo así no llorarás, mañana, ante las puertas
misteriosas y mudas.
74
Hombre cuyo corazón el corazón de
los hombres a veces imita y a veces desmiente.
75
Mi valor es mi amor.
76
Poderlo todo es la certeza más
conmovedora de la juventud. De una juventud que se mueve en un vacío
esplendoroso. Más tarde, el dolor nos indica que hemos entrado en materia.
77
Amo las zonas inconclusas,
movedizas y cambiantes de este mundo, por más que ellas se desafíen y me
exasperen. En medio de ese desorden sagrado, conozco mi extremo sideral en
formación. Perdido, voy hacia una frontera que no es la que guardan mis
temerosos centuriones. Y mi desarmonía es ardiente, pero no irresponsable.
78
La existencia nos elige y
nosotros la elegimos. Nuestra libertada es igual a la suya. De allí viene
todo.
79
¿Preguntarás adónde, cuando
soltado en el abismo tenebroso, la silenciosa voz te atraiga desde lejos?
80
Después de todo, en medio de la
vastedad que te asignan, sólo tocas piedras y las hierbas de tu jardín. Privilegiado
que puedes acaso ordenar esa pesadez y esa ligereza según las fantasías de tu
corazón.
81
Es hermoso esto de ir al azar,
perdidos entre mil obstáculos, y encontrarse siempre.
82
Criatura triste en tu caja de
tinieblas, ¡nunca desmentirá la aurora que laceras con tus extraños
adioses!
83
¡Ah, que aún podamos sentirte,
más placentera que el placer, más clara que nuestras ciudades, temerosas de
todo, Oscura Belleza, nuestro bien implacable, hermana altiva de nuestras
miserias más hondas!
84
Y ellas van por allí, libres de
ser y expuestas a todo, viajeras pavorosas que me atraviesan sin saber que es
tan común ese milagro.
85
Herido por la hierba y halagado
por el león ¿Qué creías? ¿Que vivir era un empleo?
86
Mis jóvenes amigos buscan su ser
también en las escrituras. Han aprendido a atravesar los
resplandores, las bellas iniciales, las grandes palabras de los Maestros. Y de
pronto, todo está oscuro otra vez, pero es la oscuridad de lo grávido. Y
callan, y las rosas están en guerra con la realidad.
87
No eres pueblo de Dios ni existe
pueblo de Dios. No eres poeta entre los que no saben. En la llanura, de
rodillas, sólo quieres plantar. En el mar, si una ola te vence, buscas la mano
amiga. En el día y la noche, tratas de ver. La vida te parece
hermosa y no te olvidas de los ausentes. Sorteas el silencio y la agresión, y a
veces un muro te atrapa, pero jamás para siempre. Pero no eres pueblo de Dios
ni echarás en cara a los otros el no serlo. Nunca clavarás una lanza entre tu
corazón y los otros. No existe pueblo de Dios, oh desmantelado.
88
Este infinito amor que, libre,
vuela sus universos ¡cómo se vuelve semilla cuando la tierra lo
detiene!, ¡cómo es pequeño, limitado y cuidadoso! Pero por él la
tierra vuelve a ganar los cielos, un día, cuando por allí reapareces,
millón de soles dementes de los cardales desenfrenados!
89
Yo soy esa pura lumbre tras el
portal altivo donde un extraño te detiene, amor mío que tiemblas.
90
Libres son de herirte las
hermosas arqueras que danzan en los bosques por los que cambiaste tus
desiertos.
Raúl Gustavo Aguirre
*Asteroides; Botella al Mar, 1999
EL POETA PERDIDO
Hoy encontré en la calle a un
viejo amigo que escribía poemas,
delicados, modestos y radiantes
poemas.
Y me contó el amigo que en otro
tiempo fue la poesía una indagación de su ser,
que fue la poesía un hermoso
momento de su vida, que después se casó, tuvo hijos, y ahora peleaba
duramente por el pan de los suyos
y no escribía más poemas porque
ya no necesitaba escribirlos.
Y yo le dije me parece muy bien:
vives en el poema verdadero
que es vivir con aquellos, por
aquellos que amas. Y mi amigo se fue, su rostro triste y sus espaldas
encorvadas, y yo pensé que cada uno tiene derecho a vivir como puede,
pero en el fondo un sentimiento
me decía
que en él había algo vencido,
que si uno peleó por sacudirle el
polvo a las palabras y el resplandor de las palabras le quemó hasta los
tuétanos,
ya no se puede ir para atrás
porque entonces los vampiros avanzan
y hasta Rimbaud, si hemos de creer
a su hermana, comprendió en su agonía
que hay que morir peleando por el
poema de siempre.
“Antología”, Monte Ávila
Editores, Buenos Aires, 1978.
LO ULTIMO
Haber dejado una moneda de fuego
en la mano de otro,
haber atado ciertos hilos de amor
y resplandor,
haber perdido algo al salir de la
casa vacía.
Haber estado, haber acompañado,
haber estado complicado con el
viento que siempre tiene razón,
con la tierra y el agua y con la
hierba que siempre tienen razón.
No haber cumplido años lejos de
sí mismo,
no importa si de rodillas o en
medio del pantano pero cerca de sí,
o entre asuntos pendientes o
torcidos desde el comienzo, pero masticados con tus dientes.
No importa ser un objeto más o
menos clasificable despreciable por los que deciden,
no importa ser superado,
masacrado, tergiversado, desmentido,
con todo eso se hace la verdad.
No importa ser interrumpido
si estás al pie del árbol gigante
en el día sin fin,
al pie del árbol de piedras
preciosas del sueño que sólo pertenece a los hombres,
y si has podido hablar con esas
piedras
y acompañar hasta su casa a
alguien
en un momento duro de la noche (y
vivía tan lejos).
No importa que no haya solución
para nadie ni perdón para nadie,
ni si al fin estás solo en las
salinas de la madrugada
haciendo todo lo posible para que
salga el sol,
para que esos rostros queridos no
se hundan en los rápidos de la nada
que acecha tanta maravilla.
ALGUNA MEMORIA (I)
Bella que me anuncias una
extraordinaria complicación. Tantos crímenes olvidados reaparecen por ti.
Llega el tiempo de la proeza
infatigable frente a tus ojos sin sueño que ningún diamante puede cerrar:
Ella se expone a las angustias
del siglo, usinas de la realidad. Más explícita se quiere, menos se la conoce.
El sueño de los asesinos y de los poetas es que llegue a tener un rostro.
Para llegar aquí, ella debe
atravesar una región de fotógrafos exacerbados por su asombrosa presencia. A
pesar de su aplicación, estos espectadores sólo se quedarán con las pruebas
delebles de su distancia de la verdad. Es que para retenerla hubiera sido
preciso transformarse en ella, ser ella, y no su descripción más o menos feliz.
Yo me lo repito siempre después de mis tentativas inútiles.
Ella mantiene la frescura, la
diligencia feliz de la vida, por cuya justificación nos dejamos tentar, hierros
de tristeza y de habilidad vergonzosa. Invita a los hombres, a quienes sabe
posibles no por el memorial de sus servicios, sino por la suma de su condición
a un juego de alta conciencia y de contumacia en el extremo de los enigmas. Ha
conseguido así formar una tribu dispersa por el mundo, cuyos miembros se
ignoran mutuamente y sin embargo reparan en común los hilos rotos de una gran
red de belleza.
La jurisprudencia acumulada por
las heridas, la imagen del mundo construida con la memoria de una continua
decepción, la torpeza de la saciedad en el epílogo, todas las apariencias de la
consumación se borran y se anulan en el esplendor de ese deseo
que arrastra consigo el asombro,
el origen y la felicidad del universo y que ella, continuamente, se complace en
inspirar.
Ella tampoco está exenta de las
cargas fiscales, de las confusiones en la red telefónica, de las
representaciones ilícitas. Pero se aviene, sin espanto, a ocupar con nosotros
un lugar desfavorable en el mundo. A decir verdad, sólo emplea su tiempo en
maravillarse. El siglo ha mejorado con su presencia.
En ella, la oscuridad se
transforma en largo regocijo del ladrón solitario. Las señales que no comprende
no estaban dirigidas a nosotros.
Viene de ausencias maravillosas,
de seres que la amaron a través de otros seres cuyo destino era cambiarse en
ella con tanta lentitud que la eternidad les maldice. (La eternidad maldice su
lentitud, no su destino.)
Ella no comprende el Oráculo, no
se lleva bien con aquellos en quienes el Espíritu ha entrado para vociferar.
¡El lenguaje del dios resuena miserablemente puro en esas cabezas! No comprende
una sola palabra que no haya atravesado el sufrimiento lúcido de un hombre, que
no conserve señales de la lucha... Ella ignora también qué hacen los que se
torturan a sí mismos para que los otros los vean, cuando había que ir más
lejos, con los otros, más lejos todavía en el dolor... Esos inútiles inventores
de martirio, de palidez, de revelación, a su vez, la odian misteriosamente.
Ella no sabría entretener con
apariciones espectaculares nuestros ojos ávidos de exageración. Prefiere
permanecer en los resquicios de una realidad que se proclama habitable y
obligatoria. Como a las larvas de luciérnaga, la tiniebla la abruma, pero le es
imprescindible.
Hasta que el Labrador la
descubra, por último, en su terreno magnífico, seguirá siendo la víctima
paciente de nuestras herramientas equivocadas.
A su lado, contemplar el abismo
resulta una excelente diversión. En su ausencia, comienzo de la angustia para
el observador sensible.
Ella siega el verano, y luego
todo es azul alrededor de sus ojos invisibles.
Como la cigarra, sólo puede vivir
en medio del incendio que suscita.
¡Ah, pequeño milagro, vida
enorme!
¡Enorme vida en una nada enorme!
Así como el placer es su reino,
ella no puede detenerse en esas gradas fáciles donde el olvido nos ofrece sus
pactos sospechosos. Si sufre, es para morir.
Por ella entramos en el mundo,
pero también por ella nos es cada vez más fácil excluirnos de él. El enigma del
bello vivir.
No obstante, la distancia y el
diluvio, y las dificultades insalvables, y el honor y la maldición, ella se
permite la aventura de vivir con nosotros. Sabe que el abismo terminará por
recuperar, algún día, su confianza en el hombre.
Tantas memorias excelentes la
abruman con el sonido negro de un mal que ya no existe.
La indiferencia de los pantanos
es la forma que adopta, para ella, la soledad. Esos lugares impuros, bajo un
sol retraído, a los que tiene una misteriosa necesidad de volver, la rechazan
siempre con la misma cortesía... Presenciar ese leve comba- te de la curiosidad
contra un infierno que se rehusa, es un espectáculo alucinante. Ella me
dispensa a veces esos momentos de terror.
El mundo-monstruo se transforma
de pronto en el mundo- doncella, la escritura desesperada en escritura
maravillada. Estos cambios la hechizan.
Hierba siempre feliz al pie de
los volcanes o en las llanuras sabias donde jura contra su vida el azote de
Dios, ella descansa en la parte germinal de la conciencia.
A través de ella se vuelven
visibles las heridas del viento. El viento libre que sangra y que la adora.
En las gradas de su palacio
impenetrable, un juglar se detiene, un asesino discurre.
Una mirada furtiva podía
sorprenderla en una indescriptible actitud de evidencia. Para los seres
sensibles al nuevo acontecimiento, la era del escándalo comenzaba, la era de la
angustia tocaba a su fin.
Ella desconfía de esos lugares
donde el hombre aparece precedido por aclaraciones y citas que le vuelven improbable,
esos recintos de la seguridad pública frecuentados por la presión arterial.
En la cueva del alquimista, ella
calla, como investida de una miseria admirable que fuera al mismo tiempo su
rostro y su secreto.
Mantiene exquisitas relaciones con
la lujuria exhumada ante ella. La lluvia de cenizas le produce placer.
A través de ella los relámpagos
duran. Hay tiempo para las amistades más sorprendentes.
Sus ojos son respetados por la
nada, favorecidos por la prisión. Pero ella aparenta ignorar el sufrimiento que
la sostiene.
Su enemistad con los amos
proviene de que habla de aquello que realmente le ocurre y no de aquello que,
de acuerdo con lo dispuesto, le debiera ocurrir.
En el patio de su silencio, único
y feliz se yergue el bello árbol de los destituidos.
Los errores en las tablas del
bien y del mal se cargan en su cuenta.
Ella dibuja un rostro sobre un
rostro sin fin.
Vive para inventar la razón de su
ausencia.
En las épocas de opresión, ella
trabaja en la rebelión. En las épocas dé la gloria del hombre, en el Servicio
de la Libertad Subterránea.
Y lo que la vida quiere del
poema, ella lo hace.
ALGUNA MEMORIA (II)
¿Por qué construyes en la
estación de las lluvias tus estelas de arcilla, oh poeta ilegible, omnipresente
y solitario?
Tus manos trabajan en el olvido
porque tu dios te prefiere allí.
Esta escritura sería imposible si
no hubiese de por medio entre ella y yo (entre ella, sustancia virtual de mi
vida, y yo, vida posible en su verdad), si no hubiese entre nosotros este muro
de horror que parte en dos el universo y a cuyo través buscamos la rendija de
nuestra mutua presencia. Escribo para encontrarla, recorro la infinita piedra a
veces con asombrosa velocidad, a veces con inaudita paciencia, tallando,
aplicándome, no consiguiendo al fin sino esa destreza que de nada me sirve y
que tan curiosa o vituperable resulta a espectadores ajenos a la verdadera
razón de mis movimientos. En cuanto a ella, sé que también procura ayudarme.
Presiento su calor, el canto de su espera apasionada, que trato como puedo de
repetir de este lado, y un solo sonido juntos sería el poema, y un solo sonido
juntos sería la muerte...
¿Cómo evadirme de ese designio
que me lleva a la mutación y al desastre, arrojándome de un estado de gracia a
una sucia habilidad? Absurdos canales de malestar y de indolencia donde los
miasmas se rehacen, yo sé que esta criatura es atrapada allí por profesionales
de la conciliación, quienes con falsos juramentos la llevan hacia la trampa de
la confusión de las lenguas.
Las cesantías de la comunicación,
mis cotidianas demoras con el constante movimiento de la exégesis cósmica, me
retienen sobre una tierra de saldos y suplicios a lo que no puedo
acostumbrarme. Atento demasiado a menudo contra la emoción que debe conducirme.
Consagro lecturas excesivas a viejas nóminas de objetos ideales e imagino
encontrar indicios de redención allí donde ella está excluida por antonomasia.
En estos trabajos, ella me encuentra triste.
Ella inicia en mi ausencia su
viaje apasionado, su viaje que enriquece el misterio y dota de precedentes a la
eternidad. Corre hacia mí en busca de su confirmación. Yo que seré otra vez esa
playa desierta que devuelve y olvida.
«Soy tuya, pero tú no existes».
Ante la tristeza de esta alondra, fue preciso inventar la noche.
Y tú, pez volador, ¿cómo
escaparás para siempre de este mar de neurosis y de amistades inútiles?
En tu cabeza, una máquina
implacable pone en peligro la vida de esa criatura cuya verdadera relación
contigo pretende formular. ¿Por qué sospechas que su desaparición ocurrirá con
ello? ¿Por qué defiendes ese lugar recóndito de tu inocencia? (¡Oh,
enamorado!).
Si accedo a su supresión,
¿tendré, cabeza en blanco, que habitarte de nuevo?
ALGUNA MEMORIA (III)
Es éste el límite del mundo,
afilado hasta la extremaunción, donde mi oficio termina y tu perfume se
presiente.
Nos deteníamos para disputarnos
esas extrañas piedras con que tropezábamos a cada momento. Cada vez eran menos
numerosas a medida que nos acercábamos a ti.
Presencia jamás compensada,
insólita, ¿cómo es que duras ante mis ojos, cómo es que vives en mi país?
Te esfuerzas por mantener la
unidad de tu cuerpo, por estar aquí. Pero tus amistades son enojosas para la
eternidad que te reclama. Y por esa restricción a la niñez celestial que
cuestiona tu sexo, vives, intensamente, bajo el peligro constante de ascensión
y de metamorfosis.
Ojos maravillosos que a veces te
recuerdan y que a veces te -olvidan.
En el destello de nuestra
separación -azul velocísimo- yo te saludo, mi alma, mi extranjera.
Alba donde pululan los monstruos,
alba siempre dispuesta a transformarte en poema, alba invisible siempre,
perdida entre las nieblas y los hierros del mundo.
Sabes que donde la belleza
culmina, ella y la angustia se confunden. (El rayo negro nos desnuda sobre una
realidad que vacila entre el éxtasis y el espanto, la vida recuperada y la
inexplicable ausencia, mientras tú me abrazas, desesperadamente, sabiéndome
víctima, una vez más, de la disonancia metafísica.)
Nada te defiende en la noche
perfecta.
Bien sé que te asfixias en la
felicidad dispuesta por los propietarios de tu presencia en el mundo. Bien sé
que sufres a menudo grandes dolores extranjeros, prohibidos por la ley.
Exilados los dos, juntos bajo un cielo magnífico, creemos por un instante -oh
poema- haber hallado tu país.
Te invento para hablarte. Me
inventas para verte.
Tantos enigmas consienten a tu
presencia.
Desconfías de esa especie de
sueño que anula las dificultades de la vigilia en beneficio de un país
hipotético, en cuyas aduanas la parte más fértil del hombre queda a merced de
la exacción. Pero esa tiniebla ávida de nuestras fuerzas no debe ser confundida
con aquella otra donde se origina el signo que renueva el alba y hace
comparecer a los monstruos.
Pasa la breve luciérnaga, inclusa
en la ley de su reino. Pasa y se ilumina.
Presencia que parecieras
desmentirme cuando la tristeza del mundo ya iba a negarte, y que culminas y
desapareces entre mis brazos de relámpago.
El amor y el viento. Lo demás
pasará.
A cada movimiento, una nueva
piedra aumenta su muralla del equívoco que te circunda. Es preciso derribar
algo de tiempo en tiempo, a pesar de las objeciones de los cronistas del rey.
Vivo en la hierba de tu
desprendimiento. Soy el cazador furtivo a quien la noche ha transformado en
centinela exhausto.
Contigüidad insaciable, fidelidad
lejana...
Amante, los monstruos que te
amaban resplandecían antes de morir.
¡Miserables, miserables del
mundo, de quienes está hecho el rayo de tu presencia!
Eres parecida a ese fuego que un
caminante solitario enciende en el umbral de la noche y donde se reúne, para no
morir, toda la claridad de la tierra.
Ebrio estoy de este universo que
compromete su destino por acordarse con tu mirada, por ser tu cómplice...
Alma de todo lo que me subleva,
tú eres mi fuego, constante y mi primera ceniza.
Hay en mi vida una especie de
nada que sólo existe por ella. Hay en mi vida un pozo de vida. Tú no lo
ignoras, tú me abrazas.
Me abrazas, para que no olvide el
tiempo en que nada sabía
de ti.
¿Qué harás en este desierto donde
hasta las piedras se esfuman, sino quedarte y compartirlo? Tú, criatura que no
eres de aquí pero que nos quieres aquí, pobres, inmensos, dementes, obstinados.
iCómo es difícil para ti retener
en el viento esa pasión del viento que te crea! Pero la noche donde reinas y
desapareces jamás será vencida, ¡oh amenazada!
¿Seremos también nosotros, al
morir, los contrarios de la Poesía?
¿Por qué si jamás les has
interrumpido, si ellos son más fuertes que tú, más numerosos y más firmes, todo
un ejército de profesionales te odia? Cuando apareces entre ellos, por un
error, por un descuido, los directores se turban, los mitomaniacos exhalan
largas memorias, los parásitos de las Escrituras evidencian síntomas de
sofocación. ¿Por qué? ¡No soy yo, que me inclino por ellos, que me confundo con
ellos para verte! Nuestros gestos son ambiguos y te odiamos, te odiamos porque
tú nos anulas los discursos, nos echas a perder nuestras más hábiles
combinaciones y tus ojos nos revelan que todavía -a pesar de nuestro poder y de
nuestra destreza y de nuestros antepasados- no hemos comenzado a existir para
ti.
Tu canto continúa hasta que el
universo se rompe
en un hiato espantoso, comienzo
de la nada.
Allí la memoria me ofrece sus
servicios.
Ocurre que la necesidad de
decidir llega a alcanzar niveles alarmantes (¿la disgregación?, ¿el poema?). La
fatiga, la duda, y los insistentes memoriales sobre táctica física de
conservación de la conciencia inhiben, a menudo, el itinerario del cazador
feliz. ¿Dónde estoy ahora? El pataleo de la ciudad entera, la náusea de la
organización, la imposibilidad de personalizar en el prójimo la culpa de esta
vergonzosa contrariedad que nos anula dotándonos de mortíferas similitudes, de
equivalencias que vuelven indiferente al rayo, esta endemia, en fin desde donde
me es preciso atraer a la maravillosa criatura con un interminable despliegue
de trabajosas señales, a veces falsas, a veces excesivas, a veces miserables,
¡esta endemia es (oh cielos) mi país!
Y ella, ¿qué hace aquí?
Viene a iniciar la sucesión de
acontecimientos admirables. Pero la sucesión de acontecimientos admirables no
es resistida por los sismógrafos. En las retinas indiferentes, la claridad se
enfría, el ibis de la claridad desaparece, víctima de un fenómeno de
distorsión. Las manos que escriben en papeles ajenos se desentienden de su
presencia, son sus enemigas más crueles. En la mesa que ella amaba, a la hora
de la identidad, reina ahora una absurda caligrafía... Su ausencia infunde una
temible atracción a los archipiélagos deshabitados. En el afelio, las
probabilidades de muerte son extremas, la soledad se individualiza, el dolor
entra en juegos arácnidos, se vuelve miserable. Es en ese infierno donde cada
árbol se distingue por su nombre, donde se encuentran los más completos
archivos, donde es posible seguir con atención los movimientos de la única
criatura que no obedece la orden, esa filaria que se divide cuando parecía que
sólo de ella se podía hablar, de ella y de mí ¡Oh, vergüenza de los oficios
sagrados!
¿Cómo podré, amor mío, volver a
la noción de tu cintura, a la simplicidad de tu lumbre, a tu Belleza?
La claridad disminuye, tu cuerpo
se borra. La claridad, víctima de mi dimisión, se hunde con el tesoro de tus
movimientos.
¿Cómo resarcirte de mi retorno a
la condición enumerativa, al círculo de la ingratitud, al estado general?
Nosotros dos habíamos hecho de la imprudencia nuestro medio de comunicación.
Una incomparable vicisitud nos unía. Fuego y nieve se complacían en
exasperamos. Caíamos juntos en el abismo de nuestra semejanza.
Cuando el fuego cesó, la nieve se
deshizo, y yo no pude retenerte: no había salido de aquí. De otros depende
ahora la autorización.
Pero tú, sin nombre, en el frío
de esos espacios, ¿qué esperas sino mi muerte, qué esperas todavía, oh
Solitaria?
Veo otra vez tu rostro en el
centro de una prodigiosa tormenta. Tu rostro, desconocida, en medio de la
ausencia que te devora, más cerca que nunca del mío.
El persistente abismo te separa
de aquellos que eran, al alcance de tu mirada, el presagio de una infinita
celebración... Pero quién sabe qué guardan todavía de inmenso estas apariencias
de la fatalidad.
Pequeña gloria errante entre las
ramas de la noche, ¿qué nueva forma buscas para que yo te vea?
¿Cómo retenerte a ti, tan difícil
de atar, tan rápida y cambiante, tan difícil de sujetar a nuestra armonía, a
nuestros rectos usos, a nuestras sanas costumbres?
Yo como tantos, ignoraba que aquí
donde cada uno se esconde bajo tierra, no había otro destino para nadie sino
aquél por el que tú, lejos de nosotros, te dejabas llevar.
¡Increíble criatura! He sido fiel
a tus contradicciones hasta la punta de la aguja que penetraba en el corazón
del pájaro triste para matar a la serpiente.
Déjame cavar en mí la maldición y
que nos hundamos en este tema. Tú no deseabas otro destino para mí y yo no
quería sino tenerte por entero.
Los hombres nada se han llevado,
nada de lo que puede todavía inflamarte.
Yo me salía del mundo y tú de
nuevo me creabas. Tal era nuestro juego, nuestra danza nupcial. Ausentes,
pasábamos juntos por aquí.
Yo conocía tu rumor en mi alma, y
en mi alma eras libre de hacer cuanto quisieras. Yo conocí el rumor de tu
presencia, y te llevaba en mi alma como el mar, como el viento hubieran querido
llevarte. Yo cambiaba tu cuerpo por el mío, yo era la eternidad.
Al azar te encontraba, una y otra
vez, y el mundo era demasiado grande como para retenerte o como para que
nuestros destinos se contradijeran. Y tú, tan parecida al aire de pronto, eras
tan libre como yo, y nos cambiábamos sin saberlo, sin nombrarnos, sin
descubrirnos la razón de nuestra indolencia. Pero esta sombra no durará, no
durará.
¿Qué podría mostrarte, allí donde
ya no querías seguirme, escaleras abajo, fuera del reino de tu validez? No
había más que cenizas en el fondo de esas arcas enormes.
(Distorsión infinita y
conocimiento crispado, angustia y belleza en mí te reconocían).
De pronto, tras el vidrio del
tiempo, pasa tu imagen sobria, lenta y considerable, más real que la noche.
Ya no reconozco como causa de mi
angustia sino la necesidad de volver a crearte, de hacerme de ti. Ausente, la
confusión en mis escrituras, el fénix en mi cabeza. Te busco en mi delirio
glacial, en mi falsa detención, en mis esfuerzos inútiles... En mí se complacía
el verano, ayer, cuando tu rostro era el mío.
(Trato de hablar de nuevo ese
viejo lenguaje de poesía con el cual solíamos explicarnos nuestro amor).
Libre por tu presencia oculta
detrás de los signos de tu presencia, libre por tu amor jamás abarcado. Para
vivir, yo tengo que romper esta niebla verbal que me oculta tu nombre. Busco la
libertad de tu rostro de hoy.
En suma, mi moral consiste en una
serie de movimientos cuyo fin no es otro que hacerte un lugar para que puedas
vivir en silencio en medio de la confusión donde tu presencia es un desafío y
tu belleza una injuria.
(Y tú, más cierta que el mañana
que no puedo mirar, más cierta que la oscuridad por donde vamos, haz que pueda
iluminar levemente el rostro de la tierra, comenzando por ti, que estás al lado
mío, que estabas al lado mío desde que comenzó todo esto...)
Y éste es el mediodía en que
llega a su fin la parálisis infernal, causa de la abrumadora tristeza que me
consumía. La nieve se funde, el horizonte se mueve, la música recomienza. Y tú,
solitaria, tú volverás ahora a convertir en bodas los exilios nocturnos.
(Esta belleza injuriada, esta
belleza fuera de la ley, lejos de las casas de contratación, lejos de la
poesía, de sus feroces propietarios, esta belleza odiada por los justos, esta
belleza simple entre nosotros, en el reverso de las grandes páginas, ella
quería, quería, oasis infinito, vernos vivir así).
Y éstas son las primeras
estribaciones de tu silencio.
NOSOTROS
Y por último, un día nos
decidimos a partir.
Tenemos equipajes y algún papel
en el bolsillo con anotaciones minúsculas;
un número de teléfono al que no
llamaremos jamás, el nombre de unas píldoras para dormir o no dormir, el
relámpago muerto de algún poema.
Tenemos equipajes con ropa y
máquina de afeitar y algunos de nosotros
botellas de coñac o perfume o
aceite para el sol
y libros sagrados y de álgebra y
de ciencia ficción, tenemos treinta años y padecemos todos, cada uno según su
necesidad, humo y amor y redes y violencias, sed de verdad, insomnio [y
desesperación, y hemos sacado algunas conclusiones.
(En la ciudad inmensa cada uno
cavó su guarida, acumuló sus propiedades, sus olvidos, su oposición a la
muerte.
Cada uno disfrutó de derrumbes y
papeles en blanco, lloró de rabia ante las cajas fuertes del tiempo, firmó con
mil imágenes de Dios pactos después desconocidos, creyó en todo, abrió sus
brazos, tomó vino, contó dinero, acarició, supuso librarse bien,
salvarse, haber hallado cómplices para la gran reunión [en la sala
principal de la cueva para el acuerdo universal del que saldría limpio e
inocente.
Pero no hubo al fin más que
carozos y cenizas y botellas vacías.
Queda la noche, sin embargo,
la noche abierta a los pequeños
ensayos de fuga ya los [pequeños abismos,
el fondo de la noche donde
tampoco habrá solución
porque igualmente se lo habrán
montado,
se lo habrán repartido [sin
concederle siquiera que tuvo algo que ver,
que él puso algo de su parte
también;
algo de buena voluntad, de
asombro, de inocencia
y no tan sólo su cara de extraño.
En la comisaría lo apalean por
gritar en la calle
que el suyo es un horrible país,
y en el casino
le prohíben la entrada porque ven
en sus ojos
el fuego inconfundible de los
videntes.
La mañana está lejos, de
cualquier manera:
puede durar un poco más esta
frágil tregua nocturna antes del sol
y el ruido de las máquinas y la
pobreza mental.
Entra en el bar y mira aquella
mesa:
ella por fin ha vuelto.
Afuera ha comenzado la lluvia,
y melancólicamente
los dos conversan de su amor de
diez años atrás.
Después se encuentra solo en el
filo despiadado del amanecer.
En la puerta de un sótano la
música de Charlie Parker lo atropella
en su fuga hacia las estrellas
afiebradas y siente que ya sabe hasta su última mentira.
En su cabeza brilla una bella
ecuación
pero a los camaradas no les sirve
para cambiar el mundo.
Los bares del olvido están
cerrados para siempre,
no tiene donde estar y la lucidez
se paga sabiéndolo.)
Todos perdidos en la noche y
roídos por innumerables agravios,
todos equivocados y autores de
desastres irreparables,
todos dementes y llagados y
llenos de bichos y de confusión,
ustedes, yo, nosotros, mis amigos
difíciles, cazadores de lejanos poemas
sobre la gran llanura marcada por
el rayo.
"ERES, AHORA ERES..."
Eres, ahora eres, nostalgia de lo
ido,
ausencia de la ausencia, olvido
del olvido.
Te busco en otros seres: eres,
ahora eres,
aquello que no eres.
¿Te he de encontrar un día? No
hay día por delante.
Sólo esta noche, con el agravante
de la continuidad en la pregunta.
Estamos atrapados. La eternidad
se agota.
La recta infinitud está doblada y
rota.
Eres, ahora eres, toda la nada
junta
"EL BALLET INFINITO"
Somos, yendo y viniendo
por nuestro propio escándalo,
amantes presurosos
en un bosque incendiado,
insensatas criaturas
que se olvidan del tiempo,
el tiempo sin piedad
que le falta a la muerte
para ser importante.
"PREGUNTAS"
Algunos poetas me hacen llegar
sus libros, sus cartas,
sus biografías y fotografías,
las nóminas de sus distinciones,
las fotocopias de sus
declaraciones
y sus poemas inéditos.
Y yo me digo: ¿qué tengo que ver
con estos poetas tan productivos,
eficaces y dinámicos,
tan descollantes de personalidad,
tan seguros de sí, tan convencidos
de haber encontrado las palabras
y las claves definitivas?
¿Y qué tengo yo que ver con esos
otros, los nostálgicos, los que se
jactan de sus penas y me
endosan
sus importantes fracasos?
¿Y qué con esos otros
que vociferan sus amores
y se abrazan en público
con sus mujeres y sus
hombres, con sus ciudades,
sus consignas, sus banderas y sus
dioses?
¿Qué tengo yo que ver con esos
poetas,
yo que soy tartamudo,
yo que estoy aterrado,
yo que perdí las señas
y no tengo camino ni memoria
y apenas sobrevivo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario