RAÚL GUSTAVO AGUIRRE - SELECCIÓN DE POEMAS


¿POR QUÉ?

¿Por qué quieres volar?
¿No ves que no hay espacio?

¡Ah, no agites tus alas,
pequeña mariposa!


1

Honor a los que cantan contra sus puños crispados

2
El agua, una vez que surgió de la sombra donde  laleaba, anónima y feliz, está condenada a un camino.
Tarde o temprano, será su perdición. ¿Por eso son tantos sus movimientos?
Escolopendra que te envaneces de tus fantasías: cuida que no esté lejos de tu raíz esa torpe y bella voluntariosa.

3
Pequeños goces sucesivos que salpican una desventura
sustancial. Así va esa criatura que no sabe
tomar del mundo más de lo que está permitido y al alcance de la mano...

4
En nuestro tiempo sangrante, la afición por la
basura y el convencimiento de que no hay más que eso reclutan prosélitos cada vez más poderosos. El poeta vive entre ellos como una rara especie de farsante desinteresado
5
Debo aceptar esta oportunidad que me ha dado
la muerte de examinarla de cerca... Pero sólo veo vida a mi alrededor. Vida como una tormenta sin fin que me hace cerrar —conmovido- los ojos. Y el viento es tan fuerte que toda duda es infame.

6
Eres poeta donde no lo crees, donde no lo sabes.
Después de mucho tiempo, en otro lugar, con los fríos que vuelven.

7
Inventas un país, sin eximirlo de los crímenes
pero sí de los asesinos impersonales. Inventas un país que no existe mientras la favorita del crepúsculo coquea sus nostalgias.

8
Para la noche, los grillos y los amantes son los
pródigos preferidos.

9
Es el tiempo en que vienen a beber a los pies
de los sauces las princesas del viento, frágiles como
glicinas, esbeltas como pífanos, en el misterio del último
resplandor que las reúne.


10
Cazadores ancestrales, sobrinos predilectos del
bosque sagrado, la primavera se obstina en excitarnos con la visión de sus prodigios. ¿Qué podríamos hacer sino extraviarnos en la orgía de su persecución?
No hay incendio improbable.

11
Prolegómenos de la bella: aullidos raros de la
bestia.


12
No confundir estertores con clamores de bienvenida.
El poeta, una vez más, se inclina cuidadosamente para rescatar a ese diminuto pájaro que ignora
su hermosura, que sólo conoce el dolor.



13
En cuanto nos lanzamos contra los molinos de
viento, una caterva de criminales se pone de pie para, una vez estropeados en la aventura, molernos a golpes como punición. ¡Y que haya también ángeles que los secundan creyendo que así nos salvan!
Pero tan enigmática es la vida, tan poco sabe y
puede saber de ella el corazón, que una y otra vez repite sin vacilar sus saltos en las tinieblas. Algo lo incita en su obstinado y recóndito centro de gravedad, le dice que es eso, que es eso lo que hay que hacer,
continuamente...

14
Es mala historia perder enigmas para ganar
derechohabientes,

15
¿Qué se nos ha confiado? En tanto nuestra muerte es solitaria, un alrededor suntuoso nos confunde hasta el fin, ¿para reaparecer del otro lado? No lo tienes en cuenta, árbol que ya te despojas de tu  verdor y que mañana serás, a la vez, almendra y leñador
en el claro del bosque, entre la nieve que funde... ¿Qué se nos ha confiado entre la maravilla y el dolor, la maravilla que nos abruma y el dolor que nos subleva?
Algo más, sin duda, que el continuo zarpazo,
que la incesante apropiación... Algo más, sin duda, que la obediencia sin límites y la obsecuencia con el Cíclope... ¡Oh, Maga, devuélveme mis fantasmagorías!
¡Oh, tierra, sé inocente aún para mi resto de
candor! Abismo: ¡enséñame otra vez la soberbia!...
Yo te haré, si hay tiempo aún, el rostro de los
dioses que estallan. ¿Qué se nos ha confiado, para sentir de pronto, tan intensamente, que tenemos ese  honor?

16
La belleza profunda, la belleza implacable con
sus lianas de fuego que aprisionan y urgen. ¡Desaparecemos,
literalmente, incorporados a la vez que pulverizados por ese resplandor!
El Juicio Final no tiene final.
Porque la belleza se transforma sin cesar en sí
misma, porque la verdad es el puro poder de ese incendio y porque la vida (¿qué es la vida?) nos declara una vez más sus depositarios.

17
Mi patria está más cerca de los meteoritos que de las telas envarilladas




18
Niña de los archipiélagos dorados y mujer de
los desiertos pavorosos Tus cielos son iguales.

19
Soy el príncipe de mi necesidad, el privilegiado
de mi atolondramiento Para días que duran.

20
No edificar elegías sino fragmentos esplendorosos, ruinas aparentes que la noche hace brasas y el  amanecer recupera.


21
Ambelania gigante, hermosa centinela de mis
tierras amadas.

22
La belleza demarca. Con pies ensangrentados

23
Al aumentar la validez de mi testigo, perdí poder y facilidad, pero se multiplicaron los prodigios en  mis riberas. Prodigios que la Voraz no perdona.

24
Antes que nada el tiempo, el tiempo que aparece de pronto y devora la vida en un relámpago: detenido de vez en vez por la Poesía, se lo oye merodear alrededor de la casa que se derrumba, maldiciendo bellamente a los circunstantes que lo ignoran.

25
Oh rosa, los encuentros son raros...



A VECES

A veces vas a oscuras.
Cundo el sol brilla más,
cuando no cabe duda.

Cuando todo está claro
tiniebla es lo que cruzas,
nada lo que has andado.

Noche lo que amaneces,
silencio lo que hablas,
abismo lo que asciendes.

A veces vas a oscuras.
Cuando el sol brilla más
sobre la tierra dura.



AL SALIR

Sí señor, en su casa,
aparte algún descuido,
nuestras ocupaciones
fueron la maravilla y el dolor.

No nos llevamos nada. Lo devolvimos todo.



ALTAS ESFERAS

Yo miento, pero hay rosas.
Separadas del viento
como yo, nos reunimos
en un refugio que no existe.

Pero ésta es la casa
del hombre: esta mental
intensidad que tanto
en otro ser retiene...

Estas rosas que miento.



AMIGOS

Este es un humo
que se comparte
hasta que llega el alba
caballo verde



BUENAS RELACIONES

Los prisioneros se detestan
pero a pesar de su rencor
se tratan con educación.

Los prisioneros se detestan
pero no obstante, por dignidad,
jamás conversan con el guardián.

Los prisioneros se detestan
pero de noche mantienen diálogos
fingiendo que hablan solos.



BUENOS DÍAS

Las arenas el agua
la tristeza los cantos
las mentiras el viento
la piedra dura el alma

las llaves los incendios
las tinieblas el sol
el poder las estrellas
el mal y el bien el corazón

las ideas la sangre
la muerte los deseos
las misiones los niños
el porvenir la luna

los fantasmas los cuerpos
las ruinas los relámpagos
los ecos las palabras
los fracasos el mar

el miedo la belleza
la moral las guitarras
el orden la amistad
la ley la poesía.

  


ANTE EL ESTRADO

Un frío teórico cala tus huesos.
¿Qué puedes explicar?
Las ciénagas se tragan las explicaciones.
¿Dónde está la verdad?
Sólo en alguna parte de esta desazón,
sólo en algún abismo fuera de lugar
que estos señores ni siquiera sospechan,
como una trampa en que uno pisa y tac...


COMO UN VIEJO RAIGÓN

Como un viejo raigón arde mi vida
y la historia, allá lejos, se sigue desatando.
Me engañaron sus libros: jamás ocurre nada
salvo el amor.

Me moriré en lo más profundo de este fuego,
en lo que toca la ceniza, en lo más simple
y oculto y silencioso y suficiente.

El resto fue mentira, circunstancia,
tiempo de sol para secar lo húmedo,
moneda para que
se quede el César en su torre
contando su poder.

(Un pie cualquiera me deshizo.
Me arrojaron al viento. Y era tarde:
ya lo tenía todo).




COMENTARIO A ARQUÍLOCO

Un ser humano es —si la gracia le toca-
un ser maravilloso, en nada diferente
de los dioses. Apenas, si quieres, en lo efímero.




EL DOLOR

Negro es el viento del dolor: crispada
se cierra en él la rosa y vuelve
-desatada de sí, perdido el ser
en otra y otra y otra- a su primera
rosa sin rosa en el dolor de todo.



COMO QUIERA QUE SEA

Sobre esta tierra cruel, helada,
miserables sin voz,
engañados, cansados,
duros por fin de corazón.

Malditos, viejos, solos
sobre esta tierra ruin,
aún habrá una manera
de vivir para ti.



EL CIELO NEGRO YA NO ESTÁ

El cielo negro ya no está.
El viento negro ya pasó.
Todo es azul todo es azul
y un pájaro tan tonto.

(Allí donde estuvimos abrazados
a punto de morir, la tierra pobre
florece sin temor).



EL ESTALLIDO DE UNA ROSA...

Ninguna rosa es segura.
WILLIAM CARLOS WILLIAMS

El estallido de una rosa rompió los vidrios de
mi casa, desordenó mis papeles, echó a volar mi  corazón.
El estallido de una rosa que saltó sobre el tiempo para sacarme del remanso donde oscurece la verdad.
El fogonazo a quemarropa de un sol descabellado
que despunta sin fin.

*

Tratemos de contar esta melodía. Había una vez una rosa, un sol descabellado y un hombre conmovido.
Tal fue su apogeo y su maldición: la rosa sin
rodeos atacándolo una y otra vez con sólo la sinrazón de su hermosura.
Rosa en silencio, rosa venenosa, ojos de espanto y de tormenta tirando de mi hacia las alturas sin piedad. Tirando de mí, el ave fénix dubitosa.

*

La Belleza demarca. A sangre y fuego en el interior invisible. Para que nuestro rostro —cualquiera
fuere el momento- tenga algo que decir a las estrellas.

*

Casandra no se pierde en sus profecías, sino en
sus lágrimas.

*

Hay historias sumamente necesarias que no podrían continuar si no desapareciéramos discretamente.
Vida, única vida, vida única: que la muerte también te honre con su deseo y su orgullo, está bien.




EL MILAGRO

Porque si llega, cuando llegue,
ha de ser como es:
fácil, claro, sencillo,
sin grandes resplandores,
sin que la tierra tiemble,
sin que el cielo se nuble.
Será suave y fraterno
con su mano en tu hombro.

No habrá cambiado nada:
sólo tu corazón.



EL MUTILADO

Oh verano de criaturas efímeras
verano que confías en mis ojos
verano de los juegos puros de los que van a morir.

Ya libre de mi cabeza de hierro
de mis pies sigilosos
y de mis manos hábiles
yo entro en tu casa profunda.



EL QUIROMANTE
Alguien lee



EL TRIUNFO DE LAS LETRAS

Estás cansado y no ves bien
algunos te esperaban y no llegaste a tiempo
algunos te esperaban
abrirían sin miedo la puerta
abrirían sin miedo su corazón
y tú también pero eres torpe
pierdes las señas que te dijeron
pierdes el regalo en el viaje
y terminas llorando en un bar.

Adiós
la intensidad te excede
la altura te da miedo
el sol te aplasta si te encuentra
tal vez tienes razones para huir
para estar aterrado.
Te pegaron mucho
de grande



ELLA VINO

Ella vino y tras ella
vino todo el dolor
luciérnagas y ruinas

sálvame dijo existe
mi secreto es grave
en mi cuerpo hay amor

viñas de madrugada
corales del olvido
en sus ojos temibles

su cuello azul como el fondo del mar.




EN MEDIO DE LA LLUVIA

En medio de la lluvia
ella cantaba
y a través de su cuerpo
se veía un árbol
letrero luminoso.




ESTE MISTERIO DE ...

Este misterio de
tu aquiescencia, la querida
dulzura cada vez
más lejos y más cierta
en su infinito retirarse
hacia la plenitud de una presencia:
sangre viva en mis manos
de un clavel inasible
en los abismos del otoño.



EXÉGERIS

El personaje sube a la tarima y habla
sin ninguna destreza
tiene el rostro cansado de ser tarde
ya para todo y los amigos
no obstante elogian su actuación.

Pero él no espera nada
está desocupado para siempre
se escondió entre las valvas más oscuras del tiempo es un pequeño monstruo sin verdad y sin voz y en sus manos crispadas
está la tiza que no escribe.

Se miran bien si es cierto que le ven todavía
observarán cómo repite
cansados gestos frases de otro
verán si miran bien que sólo habla
mientras le dura el susto.




FIESTA NOCTURNA

Solo y uno en el día
que espera tanto de tus ojos.
El corazón ardiente del aire
coincide con tu corazón,
para ir por esta calle
de la ciudad que amanece
entre los corales del miedo.

Ah débil corazón de alcohol y de diamante.




EPÍLOGO

Entre las infinitas salvas del corazón, muchas sonpara ti, aurora de los huesos endebles y de tus propios asuntos.



HAS VIVIDO...
A Eugenio Montejo

Has vivido —si piensas- casi siempre en una jaula de irritación, de oposición, de vergüenza y de espanto.
Con pequeños circuitos autónomos de olvido: oasis  donde la hierba rala del poema hundió sus diminutas raíces en los Dones: la belleza, la esperanza, el amor.
De allí resulta un ser viviente, pero disgregado,
un conocimiento con las jarcias rotas, una algarabía de códigos escépticos utilizados casi siempre al azar...
¿Hay algo que importe en todo esto? Partícula
de lo inconmensurable, hiciste un poco de lo poco que podías (y sigues) a favor de ciertos presentimientos, de los que sólo puedes mostrar estigmas subjetivos...
Vienes de lejos: no se comprende bien qué anuncias, ni tú tampoco lo comprendes. Hablas, en confusión,  de amaneceres sin soledad, de proyectos sin
crimen. Y callas, porque cerca, allí entre los plátanos, has visto de pronto los colores de un ave desconocida...
En la montaña de nuestras cenizas sonarán mejor los oboes.




HIPÍAS


La ambigüedad es mi reino.
Entre las complacencias de la noche
vivo sin iluminar
como un insecto que no tiene
fosforescencia sino mente
y silencio.




HONOR AL PINO...

Honor al pino que desaparecerá,
a la paloma que lo amó
y a la ventana sin testigo.
Para que existan otros sueños
conmigo acaba lo que sueñas,
Endimión.



INCENDIOS Y CENIZAS

Tierra que apenas retiene la mirada,
tierra que vas cambiando
de maravilla en maravilla.

Que yo te sea fiel,
milagro de vivir,
patria de todos los milagros.

Tierra que apenas me retienes
y que a la vez me pides
el rayo y la paciencia.



LA BOBA

La boba toma sol en su balcón.
Lee, pero se cansa.
El sol es negro, el libro es negro:
tiene que preguntar por qué es así.

Después bosteza largamente
y acaricia su gato
mientras alrededor se mueren todos.



LA CÁSCARA

¿Qué fue de aquel vivido temblor, de aquella espera llameante? -te preguntas ahora en tu desierto polidimensional . Entonces no sabías, eras desprevenido, jugabas, puede ser, jugabas con los dioses, te tuteabas con ellos sin saber quiénes eran.

Lo cierto es que todo lo que ahora tocas está en otro universo, en el que nunca ocurre nada, excepto actos legales e infinitas nuevas




LA NOCHE CONSTELADA

Un tiempo sin medida va conmigo y de pronto
abre y cierra sus valvas: los cielos de Van Gogh
surgen entonces, me saludan y me anuncian
con exquisita cortesía: Vas a morir, porque es
tan cierto que vives y que vives y que vives
(Y yo, qué no daría
por tocar esos astros, por sentir su crujido,
su no ser mi mirada. Y por el sentimiento
de estar ahí qué no daría.
Qué no daría por un rayo de sol, porque ese roce con lo que es no esté sobreentendido,
y porque el fuego sea fuego
por vez primera, y doloroso su encuentro para
siempre.
Qué no daría por un signo de la verdad, por un
certero fogonazo en el centro del cosmos y del alma, que a la memoria alguna vez alcance, ya que huimos más velozmente aún que lo que huye).
El mar es siempre muerto y silencioso.



LA PARED DESNUDA

No escribieron en ella una palabra
ni pintaron en ella un monigote
ni pegaron en ella un cartelón.

Estaba limpia, pulcra,
legal, monótona, gaznápira.



LA SOLEDAD O ELLA

Ella abre sus brazos al horizonte
pero el mar es tan grande
que sólo una gaviota la atraviesa

ella abre sus brazos al mundo
abre sus brazos pero es tan grande el dolor
que sólo se acercan los niños

ella abre los brazos a la oscuridad
abre los brazos pero no viene nadie
y entonces el hombre que la habita fuma
y la hace toser.



LA TUMBA DE OSCAR WILDE

¡Qué paz en esta calle solitaria!
Inscripciones de amantes que te aman
apenas si se salen del silencio.
Alrededor, el cobre del otoño,
la claridad vacía del ocaso
y los muertos sin rostro ni memoria
en la tierra que calla,
que vive todavía,
que nada quiere ni pregunta.

Alrededor el mal efímero,
el efímero bien.



LOS OBSTINADOS HACEDORES
DE POEMAS


Los obstinados hacedores de poemas,
con sus poemas que suponen inmortales,
buscan ser atendidos, entendidos,
celebrados, queridos, consolados,
amados y salvados. Pobres niños,
pobres que tanto piden,
los que padecen soledad, postergación, olvido,
y nunca serán hartos.
Oh los que piden por la Poesía en negros pedestales de la metrópolis en ruinas. Pobres almas, solitarios despojos de las centurias imperiales, mis poetas, mis dobles en el espejo, yo.



NIHIL OBSTAT

Rostro apenas entrevisto: a mi corazón nada le
impide creer que en algún lugar de esta tierra de nadie, entre las trampas y las sombras, nos aguarda todavía, antes del adiós y el derrumbe, ese relámpago simple del sobreentendimiento entre dos seres que se cruzan, con su historia a medias olvidada, para perderse más lejos, solos, en la llanura sin fin que desordenan las fantasías del crepúsculo y las cosas sin
nombre.




MADRIGAL EN SILENCIO

Tu reino existe siempre.
Cuando el hierro y la sangre hayan salido
de su baile macabro,
yo te veré de lejos
allá en la primavera
donde muchachas pensativas
esperan el amor.

No podré desandar
el extraño camino.
Pero estaremos juntos
en ese sol que canta,
en ese viento que te adora,
en esa tierra que te habla.
Tu alegría es aquello
por lo que yo morí.
Y la mía tu olvido.




NOCHE DE PERROS

Aullido de dolor.
Aullido de rencor.
¡Ah, furia rota, negra,
en la noche sin trabas!

Aullido en el aullido
mudo del universo.





PIEDRAS

Está cayendo, por la noche rota
a cascotazos, toda la tristeza
del mundo. Amor sin libertad que aúllas
tu no ser nada, tu maldad de amor
entre los tallos que destrozas porque
existes tanto, pobre, existes tanto.

Está cayendo piedra. Por la noche
rota, los cascotazos son revancha
de alguien Y luego nada. Nada. Y llueve.




PARA VIVIR

Para vivir,
yo busqué un sitio oscuro.
Para vivir.

Para vivir,
practiqué el mimetismo.
Para vivir.

Me compuse mil caras,
mil caras inocentes,
mil caras complacientes.
Para vivir.

Mil caras diferentes,
mi amor, mi buen amor,
mi amor que sólo tienes
la cara del amor.

Yo cavaba la tierra,
callaba, me escondía,
borré todas mis huellas,
me deshice de todo,
mi amor, para vivir.

Para vivir,
yo busqué un sitio puro.
Para vivir.

Para vivir,
sólo había este abismo,
mi amor, para vivir.




VIDAS PARALELAS

Escamandrónimo, poeta
de pobre ingenio, quiso
ser inmortal como los dioses:
otra pasión no tuvo.

Todo su tiempo lo empleó
Escamandrónimo de Lesbos
en arduas diligencias
para obtener universal renombre.

Diferente fue Safo,
su hija, que al efímero
placer y a la amistad
no sustrajo un instante.




PROPIEDADES

Poseo un cielo azul
cada vez que lo miro.
La tierra es mía cuando
simplemente camino.

De lo que inquieta al poderoso
nunca jamás me cuido.
Y cuando sueño soy
un país infinito.




RAZONES PARA ESCRIBIR

Cazar palabras en el humo
y, como quien ordena sus negocios antes de morir,
ponerlas
en su justo lugar, para que el Otro
(el que no se conforma con nada) una vez más
se engañe con la idea de que todo
por fin quedó aclarado para siempre
y duerma un poco, aunque después
se despierte aterrado
en medio de la noche sin palabras.



UN POETA

Amarillo violento,



UNA CABEZA QUE SE INCLINA...

Una cabeza que se inclina
sobre un hombro.
Y aquí tienes tu Boca Sombría.

Lo que tira de uno,
lo que uno no es
y lo que uno es.

Piedra en el corazón
la realidad. Cuchillo
en nuestra mano el sueño.




VIEJOS ESTAN LOS ÁRBOLES
DE MI CIUDAD

Viejos están los árboles de mi ciudad
y aún más que yo vendrán, y estarán todavía
fuertes en su raíz silenciosa y profunda.
Ah, torbellino, yo no tuve como ellos
firme y clara verdad donde apoyarme:
apenas un relámpago de Dios.



Y UNO LES RUEGA A LAS PALABRAS...

Y uno les ruega a las palabras
que no se porten mal, que no levanten
su reja entre nosotros. Uno les ruega
que nada digan si no pueden
más que decir, decir, ruido y miseria
queriendo hablar lo que no importa,
lo que ya se torció, lo que está frío,
y roto, y negramente terminado
tan sólo porque un día Adán habló.
¿Se puede? Uno quisiera entrar, quedarse
en el silencio de antes, para siempre.
Y sangrar sin adornos.




YA NO TE GUARDARÉ

Ya no te guardaré, se deshizo la música
donde me pareció que estabas.
Eran cristales rotos, o arena, no sé bien:
yo pisé y comprendí.

Comprendí con asombro que el tiempo se estiraba
desesperado y sin sentido
y que yo no era nadie
excepto el que te amó.

Eran cristales rotos, piedras o desventuras,
eran cuerpos enormes o cenizas, no sé.
Yo pisé y comprendí.




PARABOLA

Ese pájaro lleva el sol en su corazón.

Cuando comience a cantar
habrá mucho silencio aún entre su
      música
será posible comprenderla
pero después muy lentamente
la música crecerá
y en el ardiente mediodía
en el mediodía ardiente y furioso
el pájaro y quien le seguía habrán
     desaparecido.




JUEGO DE NAIPES

Todos teníamos adentro
el sol
la sombra

un sol distinto para cada uno
una sombra idéntica

todos teníamos razón
cartas que dar y recibir
la mesa no era grande
la casa era de todos.


  
EL GOLPE

Antes de que ocurriera
todo era más simple.

Antes de que ocurriera
vivir era más fácil,
el sol era más limpio.

Antes de que ocurriera
el caracol subía la pared.
Cuánto dolor en la pared.
Cuánto dolor en todas partes.

Antes de que ocurriera
yo no sabía nada




TU VIENES CON NOSOTROS...

Tú vienes con nosotros,
pequeña maravilla,
pequeña maravilla de los cántaros.

Vienes, y con nosotros,
bajo el sol quieto de las miserias
–el triste sol que conduce a la muerte–
están tus ojos limpios,
tu corazón que canta,
tus labios entreabiertos.
[1950]




YO


Yo reúno tus rostros tus gestos tus palabras
vivo de tus imágenes como el agua del cielo
yo te devuelvo al sol a las glicinas
al reino tuyo a tu calor
yo te desato de la noche que te olvida
te devuelvo a los días más bellos de la tierra
esta tierra que quiere ser parecida a ti
y que te necesita para maravillarme.
[1951]




EL TRIUNFO DE LAS LETRAS


Estás cansado y no ves bien
algunos te esperaban y no llegaste a tiempo
algunos te esperaban
abrirían sin miedo la puerta
abrirían sin miedo tu corazón
y tú también pero eres torpe
pierdes las señas que te dieron
pierdes el regalo en el viaje
y terminas llorando
en un bar.

Adiós
la intensidad te excede
la altura te da miedo
el sol te aplasta si te encuentra
tal vez tienes razones para huir
para estar aterrado.

Te pegaron mucho
de grande.
[1954]




INCENDIOS Y CENIZAS


Tierra que apenas retiene la mirada,
tierra que vas cambiando
de maravilla en maravilla.

Que yo te sea fiel,
milagro de vivir,
patria de todos los milagros.

Tierra que apenas me retienes
y que a la vez me pides
el rayo y la paciencia.
[1960]




POR ULTIMO


Haber dejado una moneda de fuego en la mano de otro, haber atado ciertos hilos de amor y resplandor,
haber perdido algo al salir de la casa vacía.

Haber estado. Haber acompañado,
haber estado complicado con el viento que siempre tiene razón,
con la tierra y el agua y con la hierba que siempre tienen razón.

No haber cumplido años lejos de sí mismo,
no importa si de rodillas o en medio del pantano pero cerca de sí,
o entre asuntos pendientes o torcidos desde el comienzo, pero masticados con tus dientes.

No importa ser un objeto más o menos clasificable despreciable por los que deciden,
no importa ser superado, masacrado, tergiversado, desmentido,
con todo eso se hace la verdad.

No importa ser interrumpido
si estás al pie del árbol gigante en el día sin fin,
al pie del árbol de piedras preciosas del sueño que sólo pertenece a los hombres,
y si has podido hablar con esas piedras
y acompañar hasta su casa a alguien
en un momento duro de la noche (y vivía tan lejos).

No importa que no haya solución para nadie ni perdón para nadie,
ni si al fin estás solo en las salinas de la madrugada
haciendo todo lo posible para que salga el sol,
para que esos rostros queridos no se hundan en los rápidos de la nada
que acecha tanta maravilla.




LA NOCHE RARA


La noche rara es como una pesadilla: algo ocurre en alguna parte, alguien hace falta en alguna parte y no se siente sino eso, y nadie se mueve. La noche rara es temible, tal vez por causa de ese color azul que no hemos visto nunca, tal vez por causa de esa niña que tendría que toser pero ha callado.

(De Señales de vida, 1959)




IL FAUT TREMBLER...


Cada susto es la verdad que llama a tu puerta. La verdad desnuda y tranquila que te esperaba para destruirte y rehacerte con sus mariposas de tritio y sus olas gigantes.

(De Señales de vida)




MEMORIA DE ALEJANDRA



No la mataron en ningún lugar histórico
de nuestro siglo despiadado.
No la mataron en Treblinka ni en My Lai
ni en Camirí ni en Texas,
pero igualmente la mataron
en el lugar inexorable
donde está cada uno,
donde a todos nos puede de pronto suceder
que se nos viene encima una tiniebla
que odia y aplasta todo cuanto vive.

Sólo fantasmas mudos, ah, en su cuarto.
Y allí, entre los fantasmas,
ella de pronto hablaba como los volcanes,
como los condenados, como los horizontes:
a fuego puro y hondo.

Y era una niña triste que creía en la magia,
que conjuraba a los demonios,
que soñaba con pálidos vampiros
y barbazules quejumbrosos
y rubias baronesas más crueles de palabra
que en realidad de obra.

¡Oh la palabra y todo lo que inventa!
¡Amores, glorias, universos!
Pero la pobre, la infinita
palabra no la pudo defender
de esa tiniebla que odia
y aplasta todo cuanto vive.

Alejandra murió.
La pequeña, la triste, la que armaba
zapatos con cabellos y aureolas de ángel,
dalias en cuyo centro fulguraba el amor.
La que estaba fundada en poesía
y no lo supo en el momento necesario,
los literatos no se lo dijeron,
yo no le dije, nadie se lo dijo,
y ella se descuidó, se alejó de su lámpara,
se perdió en la tiniebla
que odia y aplasta todo cuanto vive.

¿Dónde estará con sus tristezas,
con sus endriagos y sus larvas?
¿Se quedará con ellos para siempre?
¿O la espera Endimión tras el espejo?
Su amado tan amado.

Me dijo amigo, me miró,
me dijo amigo hasta la vuelta,
pero no regresó.

Se me quedó su voz temblando en un poema.




COMPROBACIÓN

El cielo se refleja
en mi taza de té
Cualquier milagro puede ser
si existe una ventana.
1970; Antología, Monte Avila Editores

*




HERMOSO SER HUMANO

Hermoso es ser humano
y más cuando nada del hombre
tiene parecido alguno
con lo que sólo es semejanza
del distraído dios.

Mil veces más amará el Argonauta
el esplendor de Afrodita
que la roca en el mar

Pero los remos en sus puños
en la negra tormenta
los prefiere de roble.
LONDRES, 18-6-1974 (inédito)

*


ENTRE NOSOTROS

Entre nosotros las palabras no son fáciles,
los silencios no callan, los objetos no triunfan,
Entre nosotros los caminos no terminan,
no se nombra la noche, no se teme el mañana,
entre nosotros no se mide ni se cuenta,
se deja hacer el cielo, al río, al corazón,
al temporal que pasa para desordenarnos,
al jazmín que se abre para maravillarnos.
11-8-1979 (inédito)



*
OBRA

Toma la zarza con tus manos y devuélvela a la belleza. Si es necesario, para ello, incéndiate.
Toma el sol con tus manos si está saliendo mal y sólo tú lo sabes. Recuérdale su canto a la calandria que lo pedió.
Tu riqueza y tu gracia son estos riesgos absolutos, estos quehaceres solitarios.
9-8-1971- “plaqueta homenaje”



*
EL VIEJO

El viejo sale de noche por los campos
con su farol de ir a buscar agujas.

A veces las encuentra. A veces no,
y entonces vuelve con las manos llenas
de sangre.



INÉDITO

No es posible oponer, a la inutilidad de las palabras, sino los inmensos juegos de las palabras.
Cuando decantan silenciosas en las eras azoicas cuyas entradas ocultas les franquea la noche.
Cuando bailan en el viento que lleva, y no bailan así sobre ningún muerto.
Cuando son malversadas y desteñidas, y estallan, antes de perder su sentido, en hermosas fanerógamas.
Cuando los fuegos que arden en las cimas, en fin, las suplantan.
En una tierra sin poetas, en una tierra donde las palabras ya no los necesitan.
 1978, Antología.

*

Vive para inventar la razón de su ausencia.
Tus manos trabajan en el olvido porque tu dios te prefiere allí.
“alguna memoria”, 1960



*
*MANIFIESTO MINIMO*

Exceptuada del poema, toda noción es
Sospechosa y sangrienta su posteridad.



*
LOS PERROS

Es sorprendente cómo cunde la indignación entre los perros.
uno tras otro suman su voz a la protesta general.
Es sorprendente cómo la indignación se manifiesta, la rapidez con que circula y se propaga hasta los fondos más lejanos de la noche.

Después los revoltosos van callando.

A veces sólo uno insiste todavía, terco y tonto.
Los demás ya no ladran:
han descubierto que es inútil,
que son ladridos a la luna
y han vuelto todos a lo suyo.
Clarín – Cultura y Nación 6/8/81


LA CAVERNA

En mi caverna se está bien,
Y allí todo es posible.
No hay rey más poderoso
que este ser solitario.

El único inconveniente,
es cierta sensación
de que algo esencial
ocurre en otra parte.
19-4-1962. “plaqueta homenaje” - Colección de poesía  “El búho Encantado”

*


H


El ruido negro viene
a partirte en pedazos.
El ruido negro de otro mundo,
inventado por hombres de otro mundo,
manejado por hombres de otro mundo,
que te lo mandan porque sí.
1961, Antología, Monte Avila Editores



*
HERENCIA

Toda mi vida transcurrió
bajo negras columnas.
Una mitad del sol me fue robada
por el César siniestro
y la otra, vendida
por el oro más puro.

Te dejo lo que pude
salvar de un tiempo vil.
1971, Antología, Monte Avila Editores



*
POÉTICA

Me doy cuenta: qué inútiles
son las palabras cuando alguien
ya no las anticipa, cuando el cuerpo
ya no las acompaña.

Lejanas y perfectas,
las irisadas construcciones
parecen las ciudades
del Khan, al que perdido
anda por el desierto.

Sólo sirven entonces
a una demencia inocua,
a un espíritu absorto
que juega con sus huesos.

Me doy cuenta: qué inútiles
son las palabras cuando son
los lentos pájaros que giran
en un ojo vacío.
1964, Antología



*
DE PRONTO, EL SOL

De pronto, el sol dejó de ser mío
y la amistad sin límites cesó.
La vieja parra con su hormiga,
mis libros y la hermosa confusión.

Yo estaba muerto, y unos hombres
que vivían aún me procesaban.
(La piedra movediza, 1968)




EL QUE NO APRENDE NUNCA


El que no aprende nunca toca el fuego
el que no aprende nunca da una mano,
el que no aprende nunca vuelve a andar.
El que no aprende nunca se golpea
contra una pared y con la otra
y despu
és con la otra y con la otra 
y
 sigue caminando. 




ALGO:


Vivimos en las fauces de la nada. Tenemos algo que decir.
(Ra
úl Gustavo Aguirre, Olas).




AQUELLO:
Aquello de que huyes es el poema. Aquello que te detiene y te espanta, es el poema. Él quiere pasar por aquí, eso es todo...
HIERBAS:


Despu
és de todo, en medio de la vastedad que te asignan, sólo tocas piedras y las hierbas de tu jardín. Privilegiado que puedes acaso ordenar esa pesadez y esa ligereza según las fantasías de tu corazón.
(Ra
úl Gustavo Aguirre, Olas).




OLAS
(1962-1969)

1

Expresar la existencia es penetrar en ella. Y s
ólo se puede penetrar una existencia aceptada en su ambigüedad y su peligro.

2

No hay caminos sino misterios. Y la muerte nos restituye el camino sin innovaci
ón, el que dejamos atrás cuando partimos verdaderamente.

3

Vivimos en las fauces de la nada. Tenemos algo que decir.

4

Nuestra verdadera memoria es conciencia, y nos precede.

5

El reino de la habilidad ha culminado y concluido. En adelante, no se puede conocer el fuego sino a partir del fuego. A distancia, fuego y espectador no existen.

6
Tanto existe el poema, tanto permanecemos en el silencio del poema. Estamos solos ante el Ello sin declinaci
ón.

7

¿Qué distancia hay entre la persona y el poema sino la distancia entre el uno y el ser uno, entre el guijarro y la hierba? No es el rostro de un dios lo que el poema quiere de nosotros, sino un deseo donde existir, el comienzo de una mirada.

8

S
ólo tomo de ti lo que pierdo de tu claridad, de tu presencia, de tu memoria y de tu andar equivocado.

9

Dejemos este resplandor en manos de quienes pronto lo har
án improbable. Vamos más lejos, en nuestro planeta desorbitado, vamos más lejos todavía que nuestra tímida imaginación.

10

Inm
óvil en la cima del tiempo, todo mi amor te ostenta, todo mi amor te entiende, dondequiera que estés, amor que me respondes con tus lejanos incendios y tus ojos volados.

11

Definir la poes
ía se me hace misteriosamente imposible. Sin embargo, está allí, en las palabras de algunos, en algunas palabras por las cuales y de las cuales vivo. Algunas aproximaciones: voluntad de ser de cierta manera esencial, de vivir según cierto signo, según cierta celebración... Más simplemente: el poema es la única morada donde puedo habitar sin pagar otro precio que el de ser sin vergüenza y sin miedo lo que soy. Más simplemente aún: el poema es el amor- libertada, la belleza- verdad, todo lo que se yergue en mí, orgullosamente sagrado y vivo, sobre la arcilla muda de la simple duración, de la miseria, del miedo y de la muerte. Más simplemente todavía: el poema es lo que soy, mi única realidad posible, en continuo movimiento.



12

Ínfimo papel que estrujo y arrojo lejos, ¿a qué transformación, a qué mañana endemoniado?

13

Y es contra el miedo la batalla, contra el miedo de ser, contra el miedo de recibir.

14

¿Adónde vas, en medio de la noche que bosteza sin apuro, la noche larga que te necesita? En esta confusión de huesos y de rayos, de lava y de ciclones, todos los extremos son posibles, todas las distancias, toda identidad. Cualquier camino puede ser el de tu casa.

15

A todo lo largo del tiempo que yo no pasar
é, pasará tal vez este cuchillo de belleza con el que a veces jugué y a veces me herí.

16

¿Quién no vio, en su noche de bodas con el universo, a su verdadero habitante vagar indiferente, allá lejos, entre las riquezas sin nombre, como una hormiguita o un emperador?

17

Volverte hacia lo que te reclama con tu don anticipado, querer contestar con todo tu ser,
¿es acaso un exceso?
No hay destino sellado.

18

Hay una inconstancia que no es juego, una movilidad que no es desorden, un rostro leal y secreto bajo mil biograf
ías. ¡La vida es extraordinaria! Como de la muerte, uno se olvida a menudo también de ella. (El cuerpo se alarma de su guía descuidado y no lo soporta por mucho tiempo sin sublevarse. Está bien: sol que me hieres, tiniebla que me confundes, todo está bien así.)

19

He aprendido a ser v
íctima después de una larga historia de victimario, a ser protagonista después de una larga historia de espectador. He aprendido a cazar por hambre y a cosechar en el camino.

20

¿Por qué tu pasión sólo puede ser, y a la vez, este paisaje de gloria y este cimiento de dolor?

21

A la muerte le gusta que tratemos cara a cara con ella, en su propio terreno, que no es la mesa de los notarios sino los campos sin flor.

22

Nuestro ser est
á hecho de respuestas justas a preguntas duraderas o fugaces, pero siempre imperiosas, y también de esas omisiones, esos fracasos y esos silencios porque sí que la noche transforma en humo y en poema. 

23

En todo se trata siempre de una igual aventura: la de alcanzar la dignidad del viento, la sencillez de una hierba que arde, para nosotros y para un fuego que vendr
á.

24

Historia que no est
ás en la otra mesa sino en ésta, donde una copa canta entre tus dedos descuidados ¿Y qué hace aquí la Poesía? Iluminar, como siempre, el rostro de la verdad.

25

El agua simple en el fondo de los brocales enigm
áticos es la hija del sol a cuya cara prefieres aprender.

26

Amante a quien el amor vuelve m
ás solitario, no temas ese confín donde se oxidan los ojos de la muerte.
27

Un v
ínculo más con la vida, un vínculo menos con aquello que la encierra y la cubre con una alfombra en esta casa impecable y desierta donde discuten los amos de un país que les paga y los ignora. 

28

Dramatizar por el placer del contagio, que es el placer de la comuni
ón. En el contagio, el papel se vuelve verdad.

29

El extra
ño rostro del hombre está hecho de simulaciones espontáneas que un giro inesperado cambia en un don que ya no es simulación.

30

Se equivoca quien piensa que a los endemoniados uno los puede frecuentar sin apartarse de las instrucciones.

31

Vivir es  desconcertante. En este sentimiento te recompensas del pensamiento de la muerte.

32

Y el movimiento que se llama vida procede de los otros: de esas complicidades incre
íbles, de esas fatalidades crueles, de esas fiestas silenciosas que te colocan, de pronto, entre el cielo y la tierra.

33

El siglo se salvar
á por esta manía conjunta de vivir, de hacerlo todo, de tener confianza en todo, que deja con su hueso a solas a los criminales de uniforme y te une, en la rosa de un sentido, con tus dementes innumerables.

34

¡Oh feliz extraviado que has encontrado tu deber!

35

Cambio mi islote por el mar, el mar por mi islote, ante la indignaci
ón de los notarios.

36

Ninguna ventaja sino el cielo.

37

Yo no soy auditor, pero tampoco negligente. En todo caso: soy el lector conmovido de las cuentas de lo oscuro.

38

Ya no hay asesinos: s
ólo violentos memorables a quienes será luego entender algún día a la claridad de la cabeza fría de los estrategas.

39

No se puede hacer siempre de volc
án, dice el volcán.

40

¿Por qué este estremecimiento tuyo ante la llama empecinada, constreñida, rabiosa, que una mano prudente sofocó?

41

Camino con mis contrarios, a rostro descubierto.

42

El poeta prefiere la selva de la confusi
ón al largo muro de la simplicidad asesina. En su cabeza cruje la noche constelada, pero su corazón es lúcido. (Su corazón razona, su cabeza es sensible: para el poeta, la realidad es un rumor.)

43


Ese dolor de las palabras de cuyo resplandor vivimos, como la estrella de su helio.

44

Cuando revivo en mi libertada, cuando ya no soy sino esa llama que se deja crecer, ese tallo que accede a la premura del viento, ese cielo que gira con todos sus abismos a disposici
ón de los hombres, el universo podría estallar sin rozar siquiera mi mano.

45

La tos de un ni
ño rompe el silencio de la noche. El ruido del mar no puede detenerse. Sólo existe esa tos.

46

¿Somos figuras del revés de la tierra que el girar de un espejo devolverá para siempre a la sombra?

47

El amor es temible en la medida en que concuerda con nuestro ser, en la medida de su simplicidad. Temible para quien ya no teme esa primavera feroz que desnuda y que mata.

48

¿Qué puede quedar, salvaje de la playa, sino tus agasajos, tus preguntas, a aquéllas que se ha ido o acaba de venir?

49

La poes
ía es a pesar de uno. La parte del descuido en la obsesión, del fracaso en la torre maestra: la carta que la derrumbó no existía, o en su reverso en blanco sollozaba el anverso.

50

El dolor y la poes
ía son aliados irreconciliables.

51

Se sostiene la vida como una fruta en el aire. Puro placer de la confluencia. En el ritmo desnivelado del coraz
ón.

52

A los otros seres uno les da todo o no les da nada. En esos instantes de verdadera precipitaci
ón que la niñez nos concede más allá de su abismo.

53

Los rayos del conocimiento traspasan la red de la experiencia. M
ás felices aún a través de los hilos que rompió la Poesía.

54

No se puede hacer cuentas m
ás que por cortesía hacia los contadores en sus momentos de aflicción.

55

Honor al agua, al vino, a la canci
ón, al fuego, que nos libran de un alma o un cuerpo milenarios y nos devuelven los primeros asombros.

56

¿No será la poesía aquello que hace un NOSOTROS a quien importa cada día más lo que cada día importa menos en el mundo?

57

Su coraz
ón, como el de todos, no puede sustraerse de ser desvanecido por los golpes del mal. Pero puede, vuelo en sí, devolver esos golpes, hacer que el mal tenga siempre un ayer.

58

La poes
ía sólo cuece su pan en el amor, en la amistad.


59

Hay que agradecer al tiempo que no se disculpe por las heridas que nos causa.



60

Sus previsiones no dieron resultado, para que sus distracciones lo llevaran al mirador magn
ífico.

61

Uno sabe que, en la Poes
ía, se encuentra por un momento en el fondo de algo. Eso basta para seguir por un camino sin señales. (El fondo huele a felicidad: esa es toda mi ciencia.)

62

Si no morimos en la belleza,
¿adónde volveremos a vivir?

63

Aquello que existe: divisarlo es ya el encuentro prodigioso.

64

No se puede entregar a otro, por m
ás que nuestro querer lo persigam sino aquello que ya teníamos allí.

65

Estuvo a punto de cortar esa hierba con la que se habr
ía desmoronado el universo. ¿Qué alarma detuvo su mano, venida del qué oscura sinrazón?

67

Lo que importa, nunca lo poseemos, somos sus pose
ídos. Y nuestro ser revive, a la vez que está solo, como un castillo encantado.

68

El amor, como el viento, tiene una sola manera de vivir.

69

¿Cómo llamarle a esta constante dispersión de las mejores energías en empresas sin permiso, sin término no victoria? El empleo adecuado.

70

Solicitado por las m
ás bellas y contrarias exigencias, no sabía qué hacer. Un criminal hubiera decidido. Él, aunque sintiendo la amenaza, se prodigaba, sufría y se complacía en un estado alarmante. Ya vendrá el tiempo a rescatarlo y la memoria a prodigarle sus cuidados. Pero, en tanto, vivía en la inseguridad de ese prodigio y, torpe, demente, enamorado, hacía sonar la orquesta con todos los recursos de su imaginación.

71

Era un imb
écil o un hombre conmovido: no le importó saberlo mientras la hierba florecía, radiante, bajo sus pies.

72

Un hombre aprende tanto de los dioses como una espiga de la tormenta.

73

Aquello que te dan, t
ómalo con todo lo que en tu ser puede recibir. Sólo así podrás devolver un prodigio igual y por lo tanto mayor. Sólo así no llorarás, mañana, ante las puertas misteriosas y mudas.

74

Hombre cuyo coraz
ón el corazón de los hombres a veces imita y a veces desmiente.

75

Mi valor es mi amor.



76

Poderlo todo es la certeza m
ás conmovedora de la juventud. De una juventud que se mueve en un vacío esplendoroso. Más tarde, el dolor nos indica que hemos entrado en materia.


77

Amo las zonas inconclusas, movedizas y cambiantes de este mundo, por m
ás que ellas se desafíen y me exasperen. En medio de ese desorden sagrado, conozco mi extremo sideral en formación. Perdido, voy hacia una frontera que no es la que guardan mis temerosos centuriones. Y mi desarmonía es ardiente, pero no irresponsable.

78

La existencia nos elige y nosotros la elegimos. Nuestra libertada es igual a la suya. De all
í viene todo.

79

¿Preguntarás adónde, cuando soltado en el abismo tenebroso, la silenciosa voz te atraiga desde lejos?

80

Despu
és de todo, en medio de la vastedad que te asignan, sólo tocas piedras y las hierbas de tu jardín. Privilegiado que puedes acaso ordenar esa pesadez y esa ligereza según las fantasías de tu corazón.

81

Es hermoso esto de ir al azar, perdidos entre mil obst
áculos, y encontrarse siempre.

82

Criatura triste en tu caja de tinieblas,
¡nunca desmentirá la aurora que laceras con tus extraños adioses!

83

¡Ah, que aún podamos sentirte, más placentera que el placer, más clara que nuestras ciudades, temerosas de todo, Oscura Belleza, nuestro bien implacable, hermana altiva de nuestras miserias más hondas!


84

Y ellas van por all
í, libres de ser y expuestas a todo, viajeras pavorosas que me atraviesan sin saber que es tan común ese milagro.

85

Herido por la hierba y halagado por el le
ón  ¿Qué creías? ¿Que vivir era un empleo?

86

Mis j
óvenes amigos buscan su ser también en las  escrituras. Han aprendido a atravesar los resplandores, las bellas iniciales, las grandes palabras de los Maestros. Y de pronto, todo está oscuro otra vez, pero es la oscuridad de lo grávido. Y callan, y las rosas están en guerra con la realidad.

87

No eres pueblo de Dios ni existe pueblo de Dios. No eres poeta entre los que no saben. En la llanura, de rodillas, s
ólo quieres plantar. En el mar, si una ola te vence, buscas la mano amiga.  En el día y la noche, tratas de ver. La vida te parece hermosa y no te olvidas de los ausentes. Sorteas el silencio y la agresión, y a veces un muro te atrapa, pero jamás para siempre. Pero no eres pueblo de Dios ni echarás en cara a los otros el no serlo. Nunca clavarás una lanza entre tu corazón y los otros. No existe pueblo de Dios, oh desmantelado.

88

Este infinito amor que, libre, vuela sus universos
¡cómo se vuelve semilla cuando la tierra lo detiene!, ¡cómo es pequeño, limitado y cuidadoso! Pero por él la tierra vuelve a ganar los cielos, un día, cuando por allí reapareces, millón de soles dementes de los cardales desenfrenados!

89

Yo soy esa pura lumbre tras el portal altivo donde un extra
ño te detiene, amor mío que tiemblas.

90

Libres son de herirte las hermosas arqueras que danzan en los bosques por los que  cambiaste tus desiertos.

Ra
úl Gustavo Aguirre 

*Asteroides; Botella al Mar, 1999



EL POETA PERDIDO



Hoy encontré en la calle a un viejo amigo que escribía poemas,
delicados, modestos y radiantes poemas.
Y me contó el amigo que en otro tiempo fue la poesía una indagación de su ser,
que fue la poesía un hermoso momento de su vida,  que después se casó, tuvo hijos, y ahora peleaba duramente por el pan de los suyos
y no escribía más poemas porque ya no necesitaba escribirlos.
Y yo le dije me parece muy bien:
vives en el poema verdadero
que es vivir con aquellos, por aquellos que amas. Y mi amigo se fue, su rostro triste y sus espaldas encorvadas,  y yo pensé que cada uno tiene derecho a vivir como puede,
pero en el fondo un sentimiento me decía
que en él había algo vencido,
que si uno peleó por sacudirle el polvo a las palabras  y el resplandor de las palabras le quemó hasta los tuétanos,
ya no se puede ir para atrás porque entonces los vampiros avanzan
y hasta Rimbaud, si hemos de creer a su hermana, comprendió en su agonía
que hay que morir peleando por el poema de siempre.

“Antología”, Monte Ávila Editores, Buenos Aires, 1978.






LO ULTIMO



Haber dejado una moneda de fuego en la mano de otro,
haber atado ciertos hilos de amor y resplandor,
haber perdido algo al salir de la casa vacía.

Haber estado, haber acompañado,
haber estado complicado con el viento que siempre tiene razón,
con la tierra y el agua y con la hierba que siempre tienen razón.

No haber cumplido años lejos de sí mismo,
no importa si de rodillas o en medio del pantano pero cerca de sí,
o entre asuntos pendientes o torcidos desde el comienzo, pero masticados con tus dientes.

No importa ser un objeto más o menos clasificable despreciable por los que deciden,
no importa ser superado, masacrado, tergiversado, desmentido,
con todo eso se hace la verdad.

No importa ser interrumpido
si estás al pie del árbol gigante en el día sin fin,
al pie del árbol de piedras preciosas del sueño que sólo pertenece a los hombres,
y si has podido hablar con esas piedras
y acompañar hasta su casa a alguien
en un momento duro de la noche (y vivía tan lejos).

No importa que no haya solución para nadie ni perdón para nadie,
ni si al fin estás solo en las salinas de la madrugada
haciendo todo lo posible para que salga el sol,
para que esos rostros queridos no se hundan en los rápidos de la nada
que acecha tanta maravilla.




ALGUNA MEMORIA (I)


Bella que me anuncias una extraordinaria complicación. Tantos crímenes olvidados reaparecen por ti.

Llega el tiempo de la proeza infatigable frente a tus ojos sin sueño que ningún diamante puede cerrar:

Ella se expone a las angustias del siglo, usinas de la realidad. Más explícita se quiere, menos se la conoce. El sueño de los asesinos y de los poetas es que llegue a tener un rostro.

Para llegar aquí, ella debe atravesar una región de fotógrafos exacerbados por su asombrosa presencia. A pesar de su aplicación, estos espectadores sólo se quedarán con las pruebas delebles de su distancia de la verdad. Es que para retenerla hubiera sido preciso transformarse en ella, ser ella, y no su descripción más o menos feliz. Yo me lo repito siempre después de mis tentativas inútiles.

Ella mantiene la frescura, la diligencia feliz de la vida, por cuya justificación nos dejamos tentar, hierros de tristeza y de habilidad vergonzosa. Invita a los hombres, a quienes sabe posibles no por el memorial de sus servicios, sino por la suma de su condición a un juego de alta conciencia y de contumacia en el extremo de los enigmas. Ha conseguido así formar una tribu dispersa por el mundo, cuyos miembros se ignoran mutuamente y sin embargo reparan en común los hilos rotos de una gran red de belleza.

La jurisprudencia acumulada por las heridas, la imagen del mundo construida con la memoria de una continua decepción, la torpeza de la saciedad en el epílogo, todas las apariencias de la consumación se borran y se anulan en el esplendor de ese deseo

que arrastra consigo el asombro, el origen y la felicidad del universo y que ella, continuamente, se complace en inspirar.

Ella tampoco está exenta de las cargas fiscales, de las confusiones en la red telefónica, de las representaciones ilícitas. Pero se aviene, sin espanto, a ocupar con nosotros un lugar desfavorable en el mundo. A decir verdad, sólo emplea su tiempo en maravillarse. El siglo ha mejorado con su presencia.

En ella, la oscuridad se transforma en largo regocijo del ladrón solitario. Las señales que no comprende no estaban dirigidas a nosotros.

Viene de ausencias maravillosas, de seres que la amaron a través de otros seres cuyo destino era cambiarse en ella con tanta lentitud que la eternidad les maldice. (La eternidad maldice su lentitud, no su destino.)

Ella no comprende el Oráculo, no se lleva bien con aquellos en quienes el Espíritu ha entrado para vociferar. ¡El lenguaje del dios resuena miserablemente puro en esas cabezas! No comprende una sola palabra que no haya atravesado el sufrimiento lúcido de un hombre, que no conserve señales de la lucha... Ella ignora también qué hacen los que se torturan a sí mismos para que los otros los vean, cuando había que ir más lejos, con los otros, más lejos todavía en el dolor... Esos inútiles inventores de martirio, de palidez, de revelación, a su vez, la odian misteriosamente.

Ella no sabría entretener con apariciones espectaculares nuestros ojos ávidos de exageración. Prefiere permanecer en los resquicios de una realidad que se proclama habitable y obligatoria. Como a las larvas de luciérnaga, la tiniebla la abruma, pero le es imprescindible.

Hasta que el Labrador la descubra, por último, en su terreno magnífico, seguirá siendo la víctima paciente de nuestras herramientas equivocadas.

A su lado, contemplar el abismo resulta una excelente diversión. En su ausencia, comienzo de la angustia para el observador sensible.

Ella siega el verano, y luego todo es azul alrededor de sus ojos invisibles.

Como la cigarra, sólo puede vivir en medio del incendio que suscita.
¡Ah, pequeño milagro, vida enorme!
¡Enorme vida en una nada enorme!

Así como el placer es su reino, ella no puede detenerse en esas gradas fáciles donde el olvido nos ofrece sus pactos sospechosos. Si sufre, es para morir.

Por ella entramos en el mundo, pero también por ella nos es cada vez más fácil excluirnos de él. El enigma del bello vivir.

No obstante, la distancia y el diluvio, y las dificultades insalvables, y el honor y la maldición, ella se permite la aventura de vivir con nosotros. Sabe que el abismo terminará por recuperar, algún día, su confianza en el hombre.

Tantas memorias excelentes la abruman con el sonido negro de un mal que ya no existe.

La indiferencia de los pantanos es la forma que adopta, para ella, la soledad. Esos lugares impuros, bajo un sol retraído, a los que tiene una misteriosa necesidad de volver, la rechazan siempre con la misma cortesía... Presenciar ese leve comba- te de la curiosidad contra un infierno que se rehusa, es un espectáculo alucinante. Ella me dispensa a veces esos momentos de terror.

El mundo-monstruo se transforma de pronto en el mundo- doncella, la escritura desesperada en escritura maravillada. Estos cambios la hechizan.

Hierba siempre feliz al pie de los volcanes o en las llanuras sabias donde jura contra su vida el azote de Dios, ella descansa en la parte germinal de la conciencia.

A través de ella se vuelven visibles las heridas del viento. El viento libre que sangra y que la adora.

En las gradas de su palacio impenetrable, un juglar se detiene, un asesino discurre.

Una mirada furtiva podía sorprenderla en una indescriptible actitud de evidencia. Para los seres sensibles al nuevo acontecimiento, la era del escándalo comenzaba, la era de la angustia tocaba a su fin.

Ella desconfía de esos lugares donde el hombre aparece precedido por aclaraciones y citas que le vuelven improbable, esos recintos de la seguridad pública frecuentados por la presión arterial.

En la cueva del alquimista, ella calla, como investida de una miseria admirable que fuera al mismo tiempo su rostro y su secreto.

Mantiene exquisitas relaciones con la lujuria exhumada ante ella. La lluvia de cenizas le produce placer.

A través de ella los relámpagos duran. Hay tiempo para las amistades más sorprendentes.

Sus ojos son respetados por la nada, favorecidos por la prisión. Pero ella aparenta ignorar el sufrimiento que la sostiene.

Su enemistad con los amos proviene de que habla de aquello que realmente le ocurre y no de aquello que, de acuerdo con lo dispuesto, le debiera ocurrir.

En el patio de su silencio, único y feliz se yergue el bello árbol de los destituidos.

Los errores en las tablas del bien y del mal se cargan en su cuenta.

Ella dibuja un rostro sobre un rostro sin fin.

Vive para inventar la razón de su ausencia.

En las épocas de opresión, ella trabaja en la rebelión. En las épocas dé la gloria del hombre, en el Servicio de la Libertad Subterránea.

Y lo que la vida quiere del poema, ella lo hace.



ALGUNA MEMORIA (II)


¿Por qué construyes en la estación de las lluvias tus estelas de arcilla, oh poeta ilegible, omnipresente y solitario?

Tus manos trabajan en el olvido porque tu dios te prefiere allí.

Esta escritura sería imposible si no hubiese de por medio entre ella y yo (entre ella, sustancia virtual de mi vida, y yo, vida posible en su verdad), si no hubiese entre nosotros este muro de horror que parte en dos el universo y a cuyo través buscamos la rendija de nuestra mutua presencia. Escribo para encontrarla, recorro la infinita piedra a veces con asombrosa velocidad, a veces con inaudita paciencia, tallando, aplicándome, no consiguiendo al fin sino esa destreza que de nada me sirve y que tan curiosa o vituperable resulta a espectadores ajenos a la verdadera razón de mis movimientos. En cuanto a ella, sé que también procura ayudarme. Presiento su calor, el canto de su espera apasionada, que trato como puedo de repetir de este lado, y un solo sonido juntos sería el poema, y un solo sonido juntos sería la muerte...

¿Cómo evadirme de ese designio que me lleva a la mutación y al desastre, arrojándome de un estado de gracia a una sucia habilidad? Absurdos canales de malestar y de indolencia donde los miasmas se rehacen, yo sé que esta criatura es atrapada allí por profesionales de la conciliación, quienes con falsos juramentos la llevan hacia la trampa de la confusión de las lenguas.

Las cesantías de la comunicación, mis cotidianas demoras con el constante movimiento de la exégesis cósmica, me retienen sobre una tierra de saldos y suplicios a lo que no puedo acostumbrarme. Atento demasiado a menudo contra la emoción que debe conducirme. Consagro lecturas excesivas a viejas nóminas de objetos ideales e imagino encontrar indicios de redención allí donde ella está excluida por antonomasia. En estos trabajos, ella me encuentra triste.

Ella inicia en mi ausencia su viaje apasionado, su viaje que enriquece el misterio y dota de precedentes a la eternidad. Corre hacia mí en busca de su confirmación. Yo que seré otra vez esa playa desierta que devuelve y olvida.

«Soy tuya, pero tú no existes». Ante la tristeza de esta alondra, fue preciso inventar la noche.

Y tú, pez volador, ¿cómo escaparás para siempre de este mar de neurosis y de amistades inútiles?

En tu cabeza, una máquina implacable pone en peligro la vida de esa criatura cuya verdadera relación contigo pretende formular. ¿Por qué sospechas que su desaparición ocurrirá con ello? ¿Por qué defiendes ese lugar recóndito de tu inocencia? (¡Oh, enamorado!).

Si accedo a su supresión, ¿tendré, cabeza en blanco, que habitarte de nuevo?




ALGUNA MEMORIA (III)

Es éste el límite del mundo, afilado hasta la extremaunción, donde mi oficio termina y tu perfume se presiente.

Nos deteníamos para disputarnos esas extrañas piedras con que tropezábamos a cada momento. Cada vez eran menos numerosas a medida que nos acercábamos a ti.

Presencia jamás compensada, insólita, ¿cómo es que duras ante mis ojos, cómo es que vives en mi país?

Te esfuerzas por mantener la unidad de tu cuerpo, por estar aquí. Pero tus amistades son enojosas para la eternidad que te reclama. Y por esa restricción a la niñez celestial que cuestiona tu sexo, vives, intensamente, bajo el peligro constante de ascensión y de metamorfosis.

Ojos maravillosos que a veces te recuerdan y que a veces te -olvidan.

En el destello de nuestra separación -azul velocísimo- yo te saludo, mi alma, mi extranjera.

Alba donde pululan los monstruos, alba siempre dispuesta a transformarte en poema, alba invisible siempre, perdida entre las nieblas y los hierros del mundo.

Sabes que donde la belleza culmina, ella y la angustia se confunden. (El rayo negro nos desnuda sobre una realidad que vacila entre el éxtasis y el espanto, la vida recuperada y la inexplicable ausencia, mientras tú me abrazas, desesperadamente, sabiéndome víctima, una vez más, de la disonancia metafísica.)

Nada te defiende en la noche perfecta.

Bien sé que te asfixias en la felicidad dispuesta por los propietarios de tu presencia en el mundo. Bien sé que sufres a menudo grandes dolores extranjeros, prohibidos por la ley. Exilados los dos, juntos bajo un cielo magnífico, creemos por un instante -oh poema- haber hallado tu país.

Te invento para hablarte. Me inventas para verte.

Tantos enigmas consienten a tu presencia.

Desconfías de esa especie de sueño que anula las dificultades de la vigilia en beneficio de un país hipotético, en cuyas aduanas la parte más fértil del hombre queda a merced de la exacción. Pero esa tiniebla ávida de nuestras fuerzas no debe ser confundida con aquella otra donde se origina el signo que renueva el alba y hace comparecer a los monstruos.

Pasa la breve luciérnaga, inclusa en la ley de su reino. Pasa y se ilumina.

Presencia que parecieras desmentirme cuando la tristeza del mundo ya iba a negarte, y que culminas y desapareces entre mis brazos de relámpago.

El amor y el viento. Lo demás pasará.

A cada movimiento, una nueva piedra aumenta su muralla del equívoco que te circunda. Es preciso derribar algo de tiempo en tiempo, a pesar de las objeciones de los cronistas del rey.

Vivo en la hierba de tu desprendimiento. Soy el cazador furtivo a quien la noche ha transformado en centinela exhausto.

Contigüidad insaciable, fidelidad lejana...

Amante, los monstruos que te amaban resplandecían antes de morir.

¡Miserables, miserables del mundo, de quienes está hecho el rayo de tu presencia!

Eres parecida a ese fuego que un caminante solitario enciende en el umbral de la noche y donde se reúne, para no morir, toda la claridad de la tierra.

Ebrio estoy de este universo que compromete su destino por acordarse con tu mirada, por ser tu cómplice...

Alma de todo lo que me subleva, tú eres mi fuego, constante y mi primera ceniza.

Hay en mi vida una especie de nada que sólo existe por ella. Hay en mi vida un pozo de vida. Tú no lo ignoras, tú me abrazas.

Me abrazas, para que no olvide el tiempo en que nada sabía
de ti.

¿Qué harás en este desierto donde hasta las piedras se esfuman, sino quedarte y compartirlo? Tú, criatura que no eres de aquí pero que nos quieres aquí, pobres, inmensos, dementes, obstinados.

iCómo es difícil para ti retener en el viento esa pasión del viento que te crea! Pero la noche donde reinas y desapareces jamás será vencida, ¡oh amenazada!

¿Seremos también nosotros, al morir, los contrarios de la Poesía?

¿Por qué si jamás les has interrumpido, si ellos son más fuertes que tú, más numerosos y más firmes, todo un ejército de profesionales te odia? Cuando apareces entre ellos, por un error, por un descuido, los directores se turban, los mitomaniacos exhalan largas memorias, los parásitos de las Escrituras evidencian síntomas de sofocación. ¿Por qué? ¡No soy yo, que me inclino por ellos, que me confundo con ellos para verte! Nuestros gestos son ambiguos y te odiamos, te odiamos porque tú nos anulas los discursos, nos echas a perder nuestras más hábiles combinaciones y tus ojos nos revelan que todavía -a pesar de nuestro poder y de nuestra destreza y de nuestros antepasados- no hemos comenzado a existir para ti.


ALGUNA MEMORIA IV

Tu canto continúa hasta que el universo se rompe
en un hiato espantoso, comienzo de la nada.
Allí la memoria me ofrece sus servicios.



Ocurre que la necesidad de decidir llega a alcanzar niveles alarmantes (¿la disgregación?, ¿el poema?). La fatiga, la duda, y los insistentes memoriales sobre táctica física de conservación de la conciencia inhiben, a menudo, el itinerario del cazador feliz. ¿Dónde estoy ahora? El pataleo de la ciudad entera, la náusea de la organización, la imposibilidad de personalizar en el prójimo la culpa de esta vergonzosa contrariedad que nos anula dotándonos de mortíferas similitudes, de equivalencias que vuelven indiferente al rayo, esta endemia, en fin desde donde me es preciso atraer a la maravillosa criatura con un interminable despliegue de trabajosas señales, a veces falsas, a veces excesivas, a veces miserables, ¡esta endemia es (oh cielos) mi país!

Y ella, ¿qué hace aquí?

Viene a iniciar la sucesión de acontecimientos admirables. Pero la sucesión de acontecimientos admirables no es resistida por los sismógrafos. En las retinas indiferentes, la claridad se enfría, el ibis de la claridad desaparece, víctima de un fenómeno de distorsión. Las manos que escriben en papeles ajenos se desentienden de su presencia, son sus enemigas más crueles. En la mesa que ella amaba, a la hora de la identidad, reina ahora una absurda caligrafía... Su ausencia infunde una temible atracción a los archipiélagos deshabitados. En el afelio, las probabilidades de muerte son extremas, la soledad se individualiza, el dolor entra en juegos arácnidos, se vuelve miserable. Es en ese infierno donde cada árbol se distingue por su nombre, donde se encuentran los más completos archivos, donde es posible seguir con atención los movimientos de la única criatura que no obedece la orden, esa filaria que se divide cuando parecía que sólo de ella se podía hablar, de ella y de mí ¡Oh, vergüenza de los oficios sagrados!
¿Cómo podré, amor mío, volver a la noción de tu cintura, a la simplicidad de tu lumbre, a tu Belleza?

La claridad disminuye, tu cuerpo se borra. La claridad, víctima de mi dimisión, se hunde con el tesoro de tus movimientos.

¿Cómo resarcirte de mi retorno a la condición enumerativa, al círculo de la ingratitud, al estado general? Nosotros dos habíamos hecho de la imprudencia nuestro medio de comunicación. Una incomparable vicisitud nos unía. Fuego y nieve se complacían en exasperamos. Caíamos juntos en el abismo de nuestra semejanza.

Cuando el fuego cesó, la nieve se deshizo, y yo no pude retenerte: no había salido de aquí. De otros depende ahora la autorización.

Pero tú, sin nombre, en el frío de esos espacios, ¿qué esperas sino mi muerte, qué esperas todavía, oh Solitaria?

Veo otra vez tu rostro en el centro de una prodigiosa tormenta. Tu rostro, desconocida, en medio de la ausencia que te devora, más cerca que nunca del mío.

El persistente abismo te separa de aquellos que eran, al alcance de tu mirada, el presagio de una infinita celebración... Pero quién sabe qué guardan todavía de inmenso estas apariencias de la fatalidad.

Pequeña gloria errante entre las ramas de la noche, ¿qué nueva forma buscas para que yo te vea?

¿Cómo retenerte a ti, tan difícil de atar, tan rápida y cambiante, tan difícil de sujetar a nuestra armonía, a nuestros rectos usos, a nuestras sanas costumbres?

Yo como tantos, ignoraba que aquí donde cada uno se esconde bajo tierra, no había otro destino para nadie sino aquél por el que tú, lejos de nosotros, te dejabas llevar.

¡Increíble criatura! He sido fiel a tus contradicciones hasta la punta de la aguja que penetraba en el corazón del pájaro triste para matar a la serpiente.

Déjame cavar en mí la maldición y que nos hundamos en este tema. Tú no deseabas otro destino para mí y yo no quería sino tenerte por entero.

Los hombres nada se han llevado, nada de lo que puede todavía inflamarte.

Yo me salía del mundo y tú de nuevo me creabas. Tal era nuestro juego, nuestra danza nupcial. Ausentes, pasábamos juntos por aquí.

Yo conocía tu rumor en mi alma, y en mi alma eras libre de hacer cuanto quisieras. Yo conocí el rumor de tu presencia, y te llevaba en mi alma como el mar, como el viento hubieran querido llevarte. Yo cambiaba tu cuerpo por el mío, yo era la eternidad.

Al azar te encontraba, una y otra vez, y el mundo era demasiado grande como para retenerte o como para que nuestros destinos se contradijeran. Y tú, tan parecida al aire de pronto, eras tan libre como yo, y nos cambiábamos sin saberlo, sin nombrarnos, sin descubrirnos la razón de nuestra indolencia. Pero esta sombra no durará, no durará.

¿Qué podría mostrarte, allí donde ya no querías seguirme, escaleras abajo, fuera del reino de tu validez? No había más que cenizas en el fondo de esas arcas enormes.

(Distorsión infinita y conocimiento crispado, angustia y belleza en mí te reconocían).

De pronto, tras el vidrio del tiempo, pasa tu imagen sobria, lenta y considerable, más real que la noche.

Ya no reconozco como causa de mi angustia sino la necesidad de volver a crearte, de hacerme de ti. Ausente, la confusión en mis escrituras, el fénix en mi cabeza. Te busco en mi delirio glacial, en mi falsa detención, en mis esfuerzos inútiles... En mí se complacía el verano, ayer, cuando tu rostro era el mío.

(Trato de hablar de nuevo ese viejo lenguaje de poesía con el cual solíamos explicarnos nuestro amor).

Libre por tu presencia oculta detrás de los signos de tu presencia, libre por tu amor jamás abarcado. Para vivir, yo tengo que romper esta niebla verbal que me oculta tu nombre. Busco la libertad de tu rostro de hoy.

En suma, mi moral consiste en una serie de movimientos cuyo fin no es otro que hacerte un lugar para que puedas vivir en silencio en medio de la confusión donde tu presencia es un desafío y tu belleza una injuria.

(Y tú, más cierta que el mañana que no puedo mirar, más cierta que la oscuridad por donde vamos, haz que pueda iluminar levemente el rostro de la tierra, comenzando por ti, que estás al lado mío, que estabas al lado mío desde que comenzó todo esto...)

Y éste es el mediodía en que llega a su fin la parálisis infernal, causa de la abrumadora tristeza que me consumía. La nieve se funde, el horizonte se mueve, la música recomienza. Y tú, solitaria, tú volverás ahora a convertir en bodas los exilios nocturnos.

(Esta belleza injuriada, esta belleza fuera de la ley, lejos de las casas de contratación, lejos de la poesía, de sus feroces propietarios, esta belleza odiada por los justos, esta belleza simple entre nosotros, en el reverso de las grandes páginas, ella quería, quería, oasis infinito, vernos vivir así).

Y éstas son las primeras estribaciones de tu silencio.




NOSOTROS


Y por último, un día nos decidimos a partir.

Tenemos equipajes y algún papel en el bolsillo con anotaciones minúsculas;
un número de teléfono al que no llamaremos jamás, el nombre de unas píldoras para dormir o no dormir, el relámpago muerto de algún poema.

Tenemos equipajes con ropa y máquina de afeitar y algunos de nosotros
botellas de coñac o perfume o aceite para el sol
y libros sagrados y de álgebra y de ciencia ficción, tenemos treinta años y padecemos todos, cada uno según su necesidad, humo y amor y redes y violencias, sed de verdad, insomnio [y desesperación, y hemos sacado algunas conclusiones.

(En la ciudad inmensa cada uno cavó su guarida, acumuló sus propiedades, sus olvidos, su oposición a la muerte.
Cada uno disfrutó de derrumbes y papeles en blanco, lloró de rabia ante las cajas fuertes del tiempo, firmó con mil imágenes de Dios pactos después desconocidos, creyó en todo, abrió sus brazos, tomó vino, contó dinero, acarició, supuso  librarse bien, salvarse, haber hallado cómplices para la gran reunión  [en la sala principal de la cueva para el acuerdo universal del que saldría limpio e inocente.
Pero no hubo al fin más que carozos y cenizas y botellas vacías.

Queda la noche, sin embargo,
la noche abierta a los pequeños ensayos de fuga ya los [pequeños abismos, el fondo de la noche donde tampoco habrá solución porque igualmente se lo habrán montado, se lo habrán repartido  [sin concederle siquiera que tuvo algo que ver,
que él puso algo de su parte también;
algo de buena voluntad, de asombro, de inocencia y no tan sólo su cara de extraño.

En la comisaría lo apalean por gritar en la calle
que el suyo es un horrible país, y en el casino
le prohíben la entrada porque ven en sus ojos
el fuego inconfundible de los videntes.

La mañana está lejos, de cualquier manera:
puede durar un poco más esta frágil tregua nocturna antes del sol y el ruido de las máquinas y la pobreza mental.

Entra en el bar y mira aquella mesa:
ella por fin ha vuelto.
Afuera ha comenzado la lluvia,
y melancólicamente
los dos conversan de su amor de diez años atrás.

Después se encuentra solo en el filo despiadado del amanecer.

En la puerta de un sótano la música de Charlie Parker lo atropella en su fuga hacia las estrellas afiebradas y siente que ya sabe hasta su última mentira.


En su cabeza brilla una bella ecuación
pero a los camaradas no les sirve
para cambiar el mundo.
Los bares del olvido están cerrados para siempre,  no tiene donde estar y la lucidez se paga sabiéndolo.)

Todos perdidos en la noche y roídos por innumerables agravios,
todos equivocados y autores de desastres irreparables,
todos dementes y llagados y llenos de bichos y de confusión,
ustedes, yo, nosotros, mis amigos difíciles, cazadores de lejanos poemas
sobre la gran llanura marcada por el rayo.


"ERES, AHORA ERES..."

Eres, ahora eres, nostalgia de lo ido,
ausencia de la ausencia, olvido del olvido.
Te busco en otros seres: eres, ahora eres,
aquello que no eres.
¿Te he de encontrar un día? No hay día por delante.
Sólo esta noche, con el agravante
de la continuidad en la pregunta.
Estamos atrapados. La eternidad se agota.
La recta infinitud está doblada y rota.
Eres, ahora eres, toda la nada junta




"EL BALLET INFINITO"

Somos, yendo y viniendo
por nuestro propio escándalo,
amantes presurosos
en un bosque incendiado,
insensatas criaturas
que se olvidan del tiempo,
el tiempo sin piedad
que le falta a la muerte
para ser importante.





"PREGUNTAS"

Algunos poetas me hacen llegar
sus libros, sus cartas, sus biografías y fotografías,
las nóminas de sus distinciones,
las fotocopias de sus declaraciones
y sus poemas inéditos.
Y yo me digo: ¿qué tengo que ver
con estos poetas tan productivos,
eficaces y dinámicos,
tan descollantes de personalidad,
tan seguros de sí, tan convencidos
de haber encontrado las palabras
y las claves definitivas?
¿Y qué tengo yo que ver con esos
otros, los nostálgicos, los que se
jactan de sus penas y me endosan 
sus importantes fracasos?
¿Y qué con esos otros 
que vociferan sus amores
y se abrazan en público 
con sus mujeres y sus
hombres, con sus ciudades, 
sus consignas, sus banderas y sus dioses?
¿Qué tengo yo que ver con esos poetas, 
yo que soy tartamudo,
yo que estoy aterrado,
yo que perdí las señas
y no tengo camino ni memoria
y apenas sobrevivo?

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