Sin cesar se
despertaba y sin cesar volvía a dormirse
El cielo se
cerraba lentamente como una gran alcoba
Y el hombre
impaciente se cambia en fiera.
Por todos los
sitios se abre un oculto camino.
Mi corazón prefirió
el dolor a la muerte y el infierno a la nada.
Mi alma abrirá
largamente sus alas de tumba.
El aire está lleno
del temblor de las cosas que se esfuman.
El hombre está
cansado de escribir y la mujer de amar.
...como un sollozo
cortado por la sangre o la espuma.
Su cálido pecho es
una dulce tumba.
De nuestro amor
nacerá la poesía que brotará hacia Dios como una bella flor.
El viento azota la
llama y atormenta el cristal.
Vienen del mar en
barcos de humo y sombra: Son los ángeles que han bajado a fundirse y
confundirse con los mortales.
El orgullo: ese
tesoro de toda miseria que nos hace triunfantes y semejantes a los dioses.
Sigamos al
espejismo lejano.
Ah, qué grande es
el mundo a la claridad de las lámparas y qué pequeño a los ojos del recuerdo.
Tú que metes en
los ojos y el corazón de las muchachas el culto por las llagas y el amor por
los andrajos.
Voy a recostarme y
deslizarme en vuestros cortinajes Oh refrescantes tinieblas.
La circe tiránica
de los furiosos/peligrosos perfumes.
La fiesta que sazona
y perfuma la sangre.
Castillo de trono
constelado. Este país te enoja. Derramemos tu veneno para que nos reconforte.
Yo volví la
espalda al cortejo infernal.
Oh repugnante
fénix hijo y padre de ti mismo.
Yo conté siete
veces, minuto por minuto ese viejo siniestro que se multiplicaba.
Mi alma aullaba,
se arrastraba en un mar monstruoso y sin orillas.
Tienes los ojos
brillantes como esos hoyos donde el agua duerme de noche.
Esos ojos son
huecos hechos de un millón de lágrimas.
Crisoles que un
metal extraño adornó con lentejuelas.
¿Reclamabas la
noche? Héla aquí.
Mira colgarse los
difuntos a los en los balcones del cielo.
Oye querida mía.
oye la noche que se va.
El sol como un
largo sudario se arrastra hacia el Oriente.
Fugitiva belleza.
¿No te veré más que en la eternidad?
¿Qué cosecha
extraña arrancáis?
La nada es
traidora e incluso la muerte nos miente.
He aquí la noche:
Viene como un cómplice a paso de lobo
Jesús, acuérdate
del Jardín de los Olivos
Ella se mueve como
una diosa y descansa como una sultana
Guarda tus sueños:
El sabio no los tiene tan bellos como los locos
Ah! qué grande es
el mundo a la claridad de las lámparas
Satán, ten piedad
de mi larga miseria
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