viernes, 28 de enero de 2011

TS.ELIOT - Frases


Aquí las imágenes de piedra se levantan y la mano de un muerto las implora
Porque no espero una vez más volver
Qué imágenes retornan, oh, hija mía!
¿Qué eres pues, tú, triste corazón? ¿Una alcoba adormecida, un espejo o una tumba que el ladrón ha despertado?
Deja que renuncie a mi vida por esta vida y a la palabra por la que es inefable.
Otros ecos habitan el jardín ¿los seguiremos?
Encuéntrenlos, están allí a la vuelta
Un tiempo pasado y el tiempo futuro apenas permiten algo de conciencia.
Convirtiendo la sombra en belleza instantánea.
Descienden solamente al mundo de perpetua soledad.
Las palabras se mueven, la música se mueve.
Sólo en el tiempo, lo que vive, sólo puede morir.
Bordado por un lema silencioso.
Únicamente nos desengañamos de aquello que, engañándonos, ya no puede dañarnos.
Todas las cosas yacen bajo el mar.
Oh, Tiniebla, Tiniebla, todos descienden de lo oscuro.
La oscuridad será la luz, la inmovilidad será la danza.
Deja que caiga sobre ti la oscuridad, porque será la oscuridad de Dios.
Para llegar allí donde uno está, desde donde no está, hay que ir por un camino que no existe.
Para llegar a lo que uno no sabe, hay que ir por el camino que no se conoce.
Para poseer lo que uno no posee, hay que ir por el camino donde uno no está.
Para llegar a lo que uno no es, hay que ir por el camino donde uno no existe.
Eso que uno no sabe es lo único que sabe.
Eso que uno no posee es lo que no posee.
Y donde uno está es donde uno no está.
Resolviendo El enigma del mapa de la fiebre.
La tierra entera es nuestro hospicio donde, si mejoramos, nos morimos.
Hogar es el lugar donde empezamos.
En mi principio está mi fin.
El río está en nosotros, el mar alrededor.
El aullido del mar y el ladrido del mar son voces diferentes que a menudo se oyen juntas.
La campana que suena midiendo un tiempo que no es nuestro tiempo.
¿Cuándo terminarán los callados lamentos?
No podemos pensar un tiempo sin océano.
¿Cuándo dejarán de errar los pecadores?
La plegaria del hueso a la muerte de Dios.
Esa mirada por encima del hombro hacia el espanto primitivo.
El oleaje lo cubre, las neblinas lo ocultan.
En la súbita furia es lo que siempre fue.
No adiós, sino ¡adelante, viajeros!
El ángelus perpetuo de la campana del mar.
Reina del paraíso.
Es una ocupación digna de un santo.
Este es el fin, que no se logra nunca.
Hay muchos otros sitios que también son el fin del mundo.
Es todo lo que dejan las rosas al quemarse.
Lo que no pudieron decir cuando vivían por carencia de lenguaje, lo dicen ahora que están muertos. La comunicación de los muertos emplea una lengua de fuego más allá del lenguaje de los vivos.
Los roídos cimientos del santuario y del coro.
Recorrimos la calle como una ronda muerta.
Existen dos estados que parecen iguales, pero que, sin embargo difieren totalmente: el apego a sí mismos, el desprendimiento de sí mismo y la indiferencia.
Se les parece como a veces la muerte se parece a la vida.
Sin florecer, entre la ortiga viva y la muerta.
Cualquier cosa heredamos de los afortunados pero de los derrotados hemos tomado todo lo que tenían para darnos: un símbolo perfeccionado de la muerte.
Solamente vivos, consumiéndonos dentro de un fuego u otro fuego.
El amor; ese nombre tan peculiar que está detrás de aquellas manos que tejieron la camisa de llama intolerable, la que el humano poder no ha conseguido arrancarse jamás.
Es el amor aquel que inventó el tormento.
Cada acción es un paso hacia el fuego, hacia la garganta del océano.
Morimos con los muertos, nacemos con los muertos, ¿lo ves?. Ellos parten y nosotros los seguimos.Ellos retornan y nosotros con ellos.
El momento de la rosa y el momento del ciprés son de igual duración.
La historia es una trampa de momentos sin tiempo.
El fin de nuestra búsqueda será llegar al principio, donde el último rincón de tierra sea el lugar del comienzo, y, por fin, conocer el lugar.
Y todo saldrá bien, cuando las lenguas ardientes se incorporen al nudo de fuego coronado y la rosa y el fuego sean uno.
Te mostraré lo que es el miedo en un puñado de polvo.
El árbol muerto no cobija, el grillo no consuela.
Sólo hay sombra debajo de esta roca.
Ah tu sombra que al atardecer se levanta para encontrarte.
Tus brazos cargados, tus cabellos húmedos.
Ocultaba sus ojos bajo el ala.
Me parece que estamos en un callejón de ratas donde los hombres perdieron sus huesos.
Oigo a mi espalda sacudidas de huesos y risas ahogadas, en el viento frío.
Ella retrocede y se mira en el espejo.
Pero ¿Quién es ese que va siempre a tu lado?
He amontonado estos fragmentos sobre mi tumba.
Me atrevo a perturbar al Universo.
La he visto cabalgar hacia mí sobre las olas.
He visto parpadear el momento de mi grandeza.
Soy Lázaro vuelto de entre los muertos, vuelto para decíroslo todo.
Me pondré disfraces desconcertantes: un abrigo de rata, un plumaje de cuervo.
Bajo el parpadeo de una estrella que se va.
La luz del sol es una columna rota.
No se ven estos ojos en el reino de la muerte.
Más solemnes y más distantes que una estrella que se va.
Ojos que no me atrevo a mirar de frente cuando sueño.
Los que han cruzado con los ojos fijos hasta el otro reino de la muerte.
Entre el movimiento y el acto, cae la sombra. Entre la concepción y la creación, entre la emoción y la respuesta, cae la sombra. Entre el deseo y el espasmo, cae la sombra. Entre la potencia y la existencia, entre la esencia y la abyección cae la sombra.
De este modo se acaba el mundo, no de un golpe seco, sino de un largo plañido.
En espera del viento de la muerte, como una pluma sobre el dorso de mi mano.
Porque yo sé que el tiempo es sólo tiempo. Y el lugar siempre y nada más el lugar.
Y Dios dijo: Profetiza el viento, únicamente el viento, porque sólo el viento escuchará.
Y yo que estoy aquí deshecho, ofrezco mis hechos al olvido.
Esta es la tierra que vosotros os dividiréis en porciones.
Esta es la tierra. Hé aquí nuestra posesión.
Hé aquí el momento tenso entre morir y nacer.
El corazón se regocija con las voces perdidas del mar.
El sitio solitario por donde cruzan tres sueños entre rocas azules.
Son ellos los que traen la muerte.
Ven aquí a cernirte, ala negra.
Busca allí solamente.

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