· Un aspa de
tijeras con que yo podría interrumpir mi vida silenciosa.
· Esos
límites del horizonte que en lo más alto hacen coincidir la tierra con el
cielo.
· Esperar en
los límites de la vida.
· Adormecer
la criatura débil que nace con la risa crepitante en el extremo de la ropa.
· Hay quien
se ufana de haber tocado un día los límites de la tierra.
· A veces se
ha visto salir una forma.
· No lo
creáis porque no podríais respirar.
· En el
umbral del pecho me llamaron. No era la buena voz.
· Las dos
violetas pálidas del ansia.
· Eres la
virgen de ti misma.
· La materia
sin tino que alienta entre lo negro, buscando al hormiguero que no grite cuando
le hayan hurtado su secreto.
· Dónde
dormir sobre una rosa sepultada.
· No lloren
tus pelos caídos, porque yo los recojo sobre tu nuca.
· Un niño
sobre mi brazo cabalga secretamente.
· Reclínate
clandestinamente.
· No me ciñas
el cuello que creeré que se va a hacer de noche.
· Los truenos
están bajo tierra.
· Tus dientes
blancos están en el centro de la tierra.
· Cuando yo
muera crecerán las magnolias.
· Las rosas
serán tan grandes que ahogarán todos los ruidos.
· Tu voz
escupirá las flores oscuras.
· Ese
instante en los labios en que se adivina que la sangre no existe.
· Allí me
dormí sin saberlo. Me fui quedando helado.
· No grité
aunque me herías, me ocultabas la forma de tu pecho.
· Si aciertan
las puntas del erizo pueden salir de dentro de sí mismo y atraer la venganza,
atraer relámpagos y niños que penetran a buscar el misterio.
· La cámara
vacía donde la madre no vivió, aunque gime, aunque el mar con mandíbulas la
nombra.
· Sombras de
Sud, venid. Venid todas las ruedas velocísimas y salvadme del mar que va a
caerme de las alas.
· Muere,
muere exclama la fría, la gran serpiente larga que se asoma por el ojo divino y
encuentra que el mundo está bien hecho.
· Pero el mar
está lejos.
· No puedo
perdonarte.
· Me quiso
besar sobre la sombra muerta.
· Una rosa,
un pétalo de carne colgaba de su cuello y se ahogaba mientras la frente
ensombrecida de alas palpitantes se cargaba de sueño y de muerte.
· Yo podría
haberlos tenido en esta mano, acaso para besarlos, acaso para sorberlos.
· Contemplaba
una esquina de duelo.
· Sobre tu
pecho unas letras de sangre fresca dicen que el tiempo de los besos no ha
llegado.
· Estás
esperando la caricia del mar que navega persiguiéndote y acabará rescatando tu
largo cuerpo.
· Dulce
crepúsculo que dibujaría mi reino con sus lenguas.
· Se levanta
como los anillos de una serpiente monstruosa.
· Que se
pueda clavar en la tierra blanca como un rosal enfermo donde los ojos no
acabarían de abrirse nunca.
· Oh viento,
perdóname esta húmeda pendiente que como un alud me sube hasta los ojos
cerrados.
· La
instantánea mariposa del níquel.
· No
permanezcas, crece pronto.
· Estaba tan
alto el cielo que no hubieran llegado tus suspiros.
· Tienes una
cadencia tan fina que ensordecen los pétalos de doloroso esfuerzo para
conservar sus colores.
· El misterio
no puede encerrarse en una cáscara, no puede saberse por más que lo besemos
diciendo las palabras adecuadas.
· Todo es por
culpa de un cabello rubio, de una piedra imantada que tengo encerrada en esta
mano.
· Lo que yo
siento no es el mar, no es esta lanza sin sangre que escribe sobre la arena.
· Las mareas
saben que su reinado es un beso.
· Humedeciendo
los labios en los ojos, las letras azules duran más.
· Vencer tu
castidad sin luna a fuerza de terciopelo.
· No te
duermas sobre el cristal que las arpas bajarán al abismo.
· Si yo me
acostara sobre el mar en mi frente responderían todos los corales.
· Cierra los
ojos, fealdad, y laméntate de tu desgracia.
· Asómate y
te convencerás de todo tu horror.
· Apoya en tus
manos tus ojos y cuenta tus pensamientos con los dedos.
· Una
caracola. Una luminaria, un alma oculta.
· Un brazo es
un corazón estirado que arrastra su lamento.
· He olvidado
que el día está en lo alto.
· Silencios
de humo que se anillan entre los dedos.
· No me
olvidéis cuando os llame.
· La nada es
un cuento de infancia que se pone blanco.
· Se
adivinaba la certidumbre de que las montañas acabarían reuniéndose fatalmente
sin que pudieran impedirlo las manos de todos los niños de la tierra.
· En los
bolsillos vacíos no pretendáis encontrar un silencio.
· Soy mentira
yo mismo que me yergo a caballo en un naipe de broma.
· Es mentira
que tenga la baraja entera y que al abrirse el abanico de fuerza respete el color
de mis ojos.
· Tengo miedo
de quedarme con la cabeza colgando sobre el pecho y que la sequedad del cielo
me decapite definitivamente.
· Tengo miedo
de que una mujer muy de terciopelo y acero me diga “Te nombro, te nombro y te
creo, te venzo y te lanzo”
· Ese
castillo exterior que malvende las caricias que besa los pies borrando las
huellas del camino.
· Espadas del
instante, burbuja de naipes, tomadme, envolvedme en la capa más roja y
conducidme a otro reino; a la heroica capacidad de amar.
· Las rosas
naufragan junto al puente tendido de la salvación.
· Si me
muero, dejadme, no me cantéis. Enterradme envuelto en la baraja que dejo en ese
bello tesoro que sabrá alzarme como una mano imponente.
· La
madriguera inmensa donde se agitan los cuerpos.
· Yo sé que
un día tomarás la forma de mi corazón.
· gobernaré
con polvillo de santos.
· ¿Por qué me
tocas si sabes que no puedo responderte?
· Algo que es
como un arpa que se hunde.
· Contra tu
azul profundo no puedo más que cerrar los ojos.
· Esa
cristalina palidez que se sucede siempre cuando un piano se ahoga.
· Oh, noche
de los espacios cardinales, de los torrentes de silencio y de lava.
· No quiero
saber si el color rojo es antes o después; si Dios lo sacó de su frente o si
nació del pecho del primer hombre herido.
· No quiero
saber si los labios son una larga línea blanca.
· Te beso, oh
pretérita, mientras miro el río en que te va copiando por último el color azul
de mi frente.
· Oh amor del
mar, del bien. Del lobo, del cordero, que creces monstruoso hasta venir a un
primer plano a darme en la frente y destruirme.
· Yo quiero
saber dónde se esconden todos los pájaros.
· Porque dos
huesos largos hacen de cuerdas y sostienen a un ángel niño que espera saltar
luego a los brazos o deshacerse en siete mariposas.
· Una a una
voy a quitarme todas las espinas.
· Serpiente
magna! Sal! Rodea al mundo.
· Surgiré de
mi cadáver alzando mis anillos.
· Oh robusto
cuerpo que te levantas como un látigo gigante y con tu agudo diente de perfidia
hiendes la carne de la luna temprana.
· Soy la
forma y no el infinito.
· Por eso es
bueno encontrar un navío.
· Estoy
perdido en el océano.
· Porque
estáis muertos e insepultos.
· Tú que
muestras tu espalda sin temor a las risas de las paredes.
· Si
saliéramos, si nos perdiéramos en el bosque, encontraríamos a la luna
cambiando, ajustando a la noche su corona abolida, prometiéndole una quietud
como un gran beso.
· Mi frente
es un arco por el que puede pasar nuestro destino.
· Corramos
antes que los telones se desplieguen. Antes de que los pelos del lobo, el
hocico de la madriguera y los arbustos de la catarata se ericen y se
detengan en su caída. Antes de que los ojos subterráneos de este abismo se
abran y te pregunten aquello que no sabes.
· La luna que
me aguarda tras de ti.
· Tus uñas no
son hierro ni cemento, ni cuna, ni catedrales, para sorprender al éxtasis de lo
niños.
· Por eso tú
llevas la cruz violeta. La cruz toca tu pecho pero no te hiere.
· ¿Qué espejo
cóncavo recogió el corazón y dejó su forma en la esquina difícil, allí donde la
flor dejada antenoche era del color de la espera?
· Soy un
plano perfecto donde mis pisadas no se notan con tal que las pongáis en mis
ojos.
· Desciende
desde el fondo del relámpago como un pecho partido.
· El fondo
del mar puede encontrarse en un anillo.
· Una cabeza
rota ha dado a luz a serpientes vivas.
· No me jures
que el mar está lejos.
· Lograré
explicarte mi inocencia.
· Si yo
quiero la vida, no es para repartirla.
· Sobre la
espalda una catarata de agua helada te recordará tu destino.
· Tierra y
fuego en tus labios saben a muerte perdida.
· Una lluvia
de pétalos me aplasta la columna.
· Un pozo de
lengua seca clavado en el vacío alza su furia y golpea mi frente.
· Mis mitades
se arrastrarán por la Tierra.
· Un humo de
lejanía salvaba todas las cosas.
· Tú bebías
de un agua muy triste.
· Qué oscura
misión la mía de amarte.
· Sus alas
crecían hacia el espanto.
· Es el
romance antiguo de la legión de condenados que aspiraban el perfume de las
espinas dolorosas entre los dedos.
· La flor
redonda del pecho enseñaba unos dientes de lobo bajo un tímido susurro de
dolor.
· Había caído
bajo tu magia.
· Cuánto se
sienten sobre la espalda los besos que no se han dado.
· Como una
promesa que no se nombra.
· Como un
vaso de sangre condenada que no se acaba nunca.
· Tú, la que
viene arrastrando una cola que da siete vueltas a la tierra.
· Tú, la
clara y justa denominación del amor que pasas y repasas ya como una cadena
articulada de huesos sin límite como una noria de mi desdicha.
· Ese gran
dedo largo que se bifurca.
· Estoy
vestido de hojalata para impedir el arroyo clandestino que va a surtir mi
silencio.
· Dejadme
soñar con el silencio.
· Acaso la
sequedad del corazón proviene de ese dulce pozo escondido donde mi mejilla de
carne cayó con sus dos alas en busca de dos brazos entreabiertos.
· Dadme una
afiladísima espada con que yo parta en dos la ceguera de la bruma, esta niebla
que estoy acariciando como al agua de la fuente.
· Garganta
partida por un cuchillo de esmeralda.
· Dime el
peso exacto de tu pena y te diré cómo querrías llamarte.
· Ese rumor
no es el de tu cuerpo.
· Son tantos
los resplandores, que quiero ignorar el número de estrellas.
· Salvadme de
mi ceniza desmoronándose
· Oh, dulce
corazón que he perdido.
· Donde la
más bella hada no puede romperse aunque la fustiguen las barras doradas
que se desclavan del cielo cuando cae la noche.
· No importa
que los ojos no duelan.
· El latir se
ha hecho un hueco en este aire que yo acabo de respirar y en el mueve sus alas
como espejos.
· Si te
empapas de todas las tristes melancolías que volaban evitando rozarte con sus
maderas huecas se detendrán justo en la garganta decapitándote, dejando tu
cabeza como la flor, el alga, el verde amaranto más concreto que busca el
accidente para sumirse.
· ¿Por qué me
saco del pecho este redondo pájaro de ocasión que abre sus luces en abanico
duende y espía los rincones para desde allí encantarme con su pausado enigma?
· Un mar
extenso me sostiene en la palma de su mano y me pide respeto.
· El corazón
apenas puede con mi peso en su profundo mar oscuro.
· Una cabeza
fina, entera, dueña, vuela de gris a gris bajo la nube nueva y cae en forma de
silencio, mojándome los ojos con su roce, callándose su forma decisiva.
· Perdidamente
enamorada la mujer del sombrero enorme, caía torrencialmente en forma de pirata
que viene a sacudir todos los árboles.
· Tras la
lluvia el corazón se apacigua, empieza a cantar y sabe reír para que los
pájaros se detengan a decir su recado misterioso.
· Está lleno
de lo inmóvil para lo que está prohibido el corazón.
· Quiero
ignorar tu nombre.
· Esos
lingotes de carne que no pueden envolverse con nada.
· Soy tú
rodando entre velos.
· El mar era
un latido, el hueco de una mano, una medalla tibia.
· Esta pena
que me impregna hasta hacerme más negro que un ala.
· Acaso el
corazón está creciendo, acaso se ha escapado como un ave dejando lejanía como
un beso.
· Vírgenes
que rodean el mundo con sus besos.
· Bajo la
inmensa llama.
· Soy la luz
perdida.
· Un mundo
entre las manos o la frente.
· El abismo
ha insistido toda la noche.
· A mi paso
he cantado porque he dominado el horizonte.
· Dormido
como una tela.
· Un alma, un
velo o un suspiro.
· Una boca
imponente como una fruta bestial.
· Eres el
mayor monstruo del océano.
· Oh
viajadores del mundo, los que dormís sobre el agua.
· Un coro de
muñecas sentado sobre un niño.
· Mientras yo
te beso ¿qué importa si las luces se quedan mudas?
· Esa flor
que hacia abajo busca el cielo.
· Yo, cuando
la noche un día...
· Arena,
arena, tu clamor es mío.
· Un viento
furioso va a empujar tu sombra hasta la espuma robándole a la sangre sus
navíos.
· Una gota de
sangre sobre el césped.
· Un mármol
con latidos y el amor que avanza.
· Un farol
que renace como un seno sangrante.
· Pienso
quedarme así hasta que el agua se alce
· Si cantas
te prometo la castidad final.
· Al fin
comprendes, cuando ya es tarde.
· Un hombre
que persigue, perderá siempre su bastón, su lento apoyo enhebrado en la
hermosura de su ceguera.
· La luz no
desciende en forma de naipes.
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