viernes, 28 de enero de 2011

HUMBERTO DIAZ CASANUEVA - Frases


Permanezco armando al Dios que mi pecho socavado transmuta en sombra.
¿A quién nombrar en la elevada montaña?
Todo hombre sale y entra en el mundo hundido en una cuna.
Todo en vano porque los ojos están cosidos...
...porque los pasos llegan al muro.
Pintad los débiles cimientos que sujeta el trueno.
Escuchad esta mandolina que lleva el cielo.
La idea está asociada al acto, el canto al sacrificio.
Yo dejo en el cuerpo un incendio lejano.
Cuántos chorros de sangre suben de la tierra.
Despierta más antigua que la estatua.
Nada aparece sino detrás de ti.
Tengo la fatiga de los que pierden sus ojos en las tinieblas.
Tengo que morir para detener al sol.
Lo que comen los dioses parecerá te ajeno si no alargas las manos a través de la Tierra.
Abrid las puertas: El Hombre está más adentro.
Mujer, tus ojos son el roce del fuego con la muerte.
Cada noche se lleva la parte más despierta mi alma.
Mi corazón sería capaz de negar su pequeña crisálida y esas pavorosas alas que le asoman emergiendo de la noche.
Escribo las tristezas con mi vieja flauta de sombras, mientras en los vasos de vino bebo mis diversos rostros.
Aguardo al alma que, fugitiva, viene de su pasado.
Quiero estar solo en mi gran espectro.
Quiero ser mi propio testamento.
¿Cuál es la leña que ha hecho de mi corazón un fuego negro?
El corazón humeante. Ancla desvelada.
Avanza por mis piernas un fantasma inmortal.
Llevo los párpado caídos hacia lo terrible.
Solté una paloma y ella cerraba mi sangre en silencio.Entonces comprendí que la frente se formaba sobre un vasto sueño.
El sombrío color de mis cabellos cubre al mundo.
El pavor me hace impenetrable entre los solitarios.
¿Qué exceso invisible puede crearme definitivamente para tu dominio?
La noche hacía de mis brazos ramos secretos.
Un terror hizo que gozara de mi corazón en claros cantos.
Yo no sé amigo si la corona se construye al destruir las claves.
Yo tengo una lengua que se ríe de su pasado.
Ven con tu escudo abierto sobre el mundo como un ojo inmortal.
La ruta del hombre está llena de sus entrañas.
Los sellos del mar.
Adónde vas Oh Sangre Eterna??
Resistiréis el hacha que os hunde en la noche.
Libradme de gentes tan calmas.
Los días quedan sangrando.
Nada he aprendido ante lo invisible.
Recuperadme en vida, os lo permito.
Conmigo están el primero y el último hombre. Ambos hincados y temblando.
Brilla la luz de mi alma como si un templo fuera incendiado por un niño.
¿Dónde voy? ¿Cómo transcurro? ¿Qué costas voy llenando de herrumbre?
Nada puedo hacer sino devorar las lámparas y aguardar que la lluvia se derrame sobre los que están muriendo en vano.
Los que cavan hacia atrás, hacia mi corazón derrumbado.
Un llanto con cabeza de niño.
Oh! Loca Naturaleza estas lejos de ser mi esposa !
Ay rayo, permanece esta noche conmigo.
Me reduces la frente a un hueso de paloma. Levantas mi corazón como una copa.
Prisioneros salen, se reúnen en mi alma a esperar la medianoche.
Algo está engendrándose de una preñada gloriosa. Sale antes la corona que la cabeza.
La mirada del hombre. La mirada que no encuentra donde caer.
Cualquiera puede mirar a través de mi pecho. Adentro hay una vara de oro quebrada.
El hombre es un ángel cerrado y levanta trincheras de viento nocturno y muda de semblante ante la presencia de lo que no tiene figura y sin embargo se adivina. Pero, pese a ello, pienso que es más grande que un ángel.
¿Quién ha de serenar entonces mis cien estatuas que de la luz se desprenden y enloquecen?
El alma vuelve a huir con los pies helados del espanto.
Sólo el instante es humano y no finge. Siempre acaba por delatarnos como sombra expatriada que somos.
Niña que entreabres el cuerpo del durmiente y naces a la vida. Te expulsa lentamente un oro obscuro.
Oh Poderes que continuamente están engendrándome, me tapo los ojos para que la blanca candela que movéis no me guíe de día.
Yo tengo pariente muertos y siento que ahora brotan de un jardín infinito y se descuelgan sobre el mundo.
Relámpagos miran dentro de mí.
¿Eres el padre o el hijo de mi muerte?
Así voy en pos de los terribles signos, así estoy y humillo mis propias acciones y quiebro mi coraza para que me juzguen.
Todo lo miras desde el corazón mujer hermosa.
¿Por qué he de quejarme de andar entre los muertos?
Tu alma es una capilla y en ella no germina el miedo.
Seré apenas la huella de alguien que ha sido robado por su propio fantasma.
Vivo en una caverna donde entra mucha sangre.
El buey muge a manera de mar golpeado.
Los sueños me cubren como las chispas de la muerte.
Veo una iglesia brillando en las manos de un muerto.
Arpa, madre de los hombres!!
Yo presiento que me buscan, que me pierden y me recobran luego.
Ahí tienes al sueño, como un manzano muerto sobre una casa profunda.
El pié de la vida y el pié de la muerte caminan pero nadie sale al encuentro. Solamente yo me arrodillo.
Todo un mundo entra por mi corazón buscando tierra.
El tiempo del hombre es una secreta víspera.
Respiro para saber lo que sucede.
Esta noche golpean mi corazón y sólo tú respondes.
Tú haces que la primavera me pase la esmeralda.
Como un ciego a bastonazos con las flores me arrastro sin semejanza.
Ven, conjura mis ojos reventados en el sueño.
Mi sudor corre los muros.
El hombre es un ángel cerrado y levanta trincheras de viento nocturno y muda de semblante ante la presencia de lo que no tiene figura y sin embargo se adivina. Pero, pese a ello, pienso que es más grande que un ángel.
En torno a ella gira un cielo agonizante.
Sus labios chupan un cielo de sangrientas esponjas.
Cualquiera puede llamear a un espejo de nieve.
Cúbreme con tu cuerpo lanzado como un chorro de cristales ardientes.
La Tierra es el más duro de mis ecos.
Me enternece que alguien excave en mi mano.
Hay mesas ocupados por seres invernales.
Corazón que acuno como una vieja tumba...
Veo un rey que alisa sus cabellos de piedra.
El alma es una campanada en la extensión más pura de la muerte.
Abrázame, se nos va la Tierra.
Bebo en una lámpara blanca para santificar al mundo.
Canto como si quedara sobre mis rodillas una jaula de pájaros ciegos.
Tengo la garganta llena de abejas muertas
El sueño es la transparencia de la muerte.

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