Permanezco armando
al Dios que mi pecho socavado transmuta en sombra.
¿A quién nombrar
en la elevada montaña?
Todo hombre sale y
entra en el mundo hundido en una cuna.
Todo en vano
porque los ojos están cosidos...
...porque los
pasos llegan al muro.
Pintad los débiles
cimientos que sujeta el trueno.
Escuchad esta
mandolina que lleva el cielo.
La idea está
asociada al acto, el canto al sacrificio.
Yo dejo en el
cuerpo un incendio lejano.
Cuántos chorros de
sangre suben de la tierra.
Despierta más
antigua que la estatua.
Nada aparece sino
detrás de ti.
Tengo la fatiga de
los que pierden sus ojos en las tinieblas.
Tengo que morir
para detener al sol.
Lo que comen los
dioses parecerá te ajeno si no alargas las manos a través de la Tierra.
Abrid las puertas:
El Hombre está más adentro.
Mujer, tus ojos
son el roce del fuego con la muerte.
Cada noche se
lleva la parte más despierta mi alma.
Mi corazón sería
capaz de negar su pequeña crisálida y esas pavorosas alas que le asoman
emergiendo de la noche.
Escribo las
tristezas con mi vieja flauta de sombras, mientras en los vasos de vino bebo
mis diversos rostros.
Aguardo al alma
que, fugitiva, viene de su pasado.
Quiero estar solo
en mi gran espectro.
Quiero ser mi
propio testamento.
¿Cuál es la leña
que ha hecho de mi corazón un fuego negro?
El corazón
humeante. Ancla desvelada.
Avanza por mis
piernas un fantasma inmortal.
Llevo los párpado
caídos hacia lo terrible.
Solté una paloma y
ella cerraba mi sangre en silencio.Entonces comprendí que la frente se
formaba sobre un vasto sueño.
El sombrío color
de mis cabellos cubre al mundo.
El pavor me hace
impenetrable entre los solitarios.
¿Qué exceso
invisible puede crearme definitivamente para tu dominio?
La noche hacía de
mis brazos ramos secretos.
Un terror hizo que
gozara de mi corazón en claros cantos.
Yo no sé amigo si
la corona se construye al destruir las claves.
Yo tengo una
lengua que se ríe de su pasado.
Ven con tu escudo
abierto sobre el mundo como un ojo inmortal.
La ruta del hombre
está llena de sus entrañas.
Los sellos del
mar.
Adónde vas Oh
Sangre Eterna??
Resistiréis el
hacha que os hunde en la noche.
Libradme de gentes
tan calmas.
Los días quedan sangrando.
Nada he aprendido
ante lo invisible.
Recuperadme en
vida, os lo permito.
Conmigo están el
primero y el último hombre. Ambos hincados y temblando.
Brilla la luz de
mi alma como si un templo fuera incendiado por un niño.
¿Dónde voy? ¿Cómo
transcurro? ¿Qué costas voy llenando de herrumbre?
Nada puedo hacer
sino devorar las lámparas y aguardar que la lluvia se derrame sobre los que
están muriendo en vano.
Los que cavan
hacia atrás, hacia mi corazón derrumbado.
Un llanto con
cabeza de niño.
Oh! Loca
Naturaleza estas lejos de ser mi esposa !
Ay rayo, permanece
esta noche conmigo.
Me reduces la
frente a un hueso de paloma. Levantas mi corazón como una copa.
Prisioneros salen,
se reúnen en mi alma a esperar la medianoche.
Algo está
engendrándose de una preñada gloriosa. Sale antes la corona que la cabeza.
La mirada del
hombre. La mirada que no encuentra donde caer.
Cualquiera puede
mirar a través de mi pecho. Adentro hay una vara de oro quebrada.
El hombre es un
ángel cerrado y levanta trincheras de viento nocturno y muda de semblante ante
la presencia de lo que no tiene figura y sin embargo se adivina. Pero, pese a
ello, pienso que es más grande que un ángel.
¿Quién ha de
serenar entonces mis cien estatuas que de la luz se desprenden y enloquecen?
El alma vuelve a
huir con los pies helados del espanto.
Sólo el instante
es humano y no finge. Siempre acaba por delatarnos como sombra expatriada que
somos.
Niña que
entreabres el cuerpo del durmiente y naces a la vida. Te expulsa lentamente un
oro obscuro.
Oh Poderes que
continuamente están engendrándome, me tapo los ojos para que la blanca candela
que movéis no me guíe de día.
Yo tengo pariente
muertos y siento que ahora brotan de un jardín infinito y se descuelgan sobre
el mundo.
Relámpagos miran
dentro de mí.
¿Eres el padre o
el hijo de mi muerte?
Así voy en pos de
los terribles signos, así estoy y humillo mis propias acciones y quiebro mi
coraza para que me juzguen.
Todo lo miras
desde el corazón mujer hermosa.
¿Por qué he de
quejarme de andar entre los muertos?
Tu alma es una
capilla y en ella no germina el miedo.
Seré apenas la
huella de alguien que ha sido robado por su propio fantasma.
Vivo en una caverna
donde entra mucha sangre.
El buey muge a
manera de mar golpeado.
Los sueños me
cubren como las chispas de la muerte.
Veo una iglesia
brillando en las manos de un muerto.
Arpa, madre de los
hombres!!
Yo presiento que
me buscan, que me pierden y me recobran luego.
Ahí tienes al
sueño, como un manzano muerto sobre una casa profunda.
El pié de la vida
y el pié de la muerte caminan pero nadie sale al encuentro. Solamente yo me
arrodillo.
Todo un mundo
entra por mi corazón buscando tierra.
El tiempo del
hombre es una secreta víspera.
Respiro para saber
lo que sucede.
Esta noche golpean
mi corazón y sólo tú respondes.
Tú haces que la
primavera me pase la esmeralda.
Como un ciego a
bastonazos con las flores me arrastro sin semejanza.
Ven, conjura mis
ojos reventados en el sueño.
Mi sudor corre los
muros.
El hombre es un
ángel cerrado y levanta trincheras de viento nocturno y muda de semblante ante
la presencia de lo que no tiene figura y sin embargo se adivina. Pero, pese a
ello, pienso que es más grande que un ángel.
En torno a ella
gira un cielo agonizante.
Sus labios chupan
un cielo de sangrientas esponjas.
Cualquiera puede
llamear a un espejo de nieve.
Cúbreme con tu
cuerpo lanzado como un chorro de cristales ardientes.
La Tierra es el
más duro de mis ecos.
Me enternece que
alguien excave en mi mano.
Hay mesas ocupados
por seres invernales.
Corazón que acuno
como una vieja tumba...
Veo un rey que
alisa sus cabellos de piedra.
El alma es una
campanada en la extensión más pura de la muerte.
Abrázame, se nos
va la Tierra.
Bebo en una
lámpara blanca para santificar al mundo.
Canto como si
quedara sobre mis rodillas una jaula de pájaros ciegos.
Tengo la garganta
llena de abejas muertas
El sueño es la
transparencia de la muerte.
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