viernes, 28 de enero de 2011

3 POETAS PERUANOS Los 1ros q conocí en el taller literario


SEBASTIÁN SALAZAR BONDY
Dejo mi sombra, una afilada aguja que hiere la calle.
Cuervo de ociosas neblinas entre cuyas largas plumas los amantes se deslíen como una inscripción de pañuelo.
Firmo con mi rápido nombre de cuchillo.
Ella nunca supo que el portón de su casa resplandecía como un altar.
Un polvo de iris lloviendo sabiamente.
Me acerco a tu oráculo.
La memoria es un oro impotente que nadie nos envidia.
Hay ciertas personas agazapadas en la sala de mi corazón que se ponen de pie, sonríen y me tienden la mano.
JORGE EDUARDO EIELSON
Fantasma que estás en el arpa y la hiedra.
Entre cuerdas doradas el fauno sonoro te sopla los ojos en globo a la luna.
Nadie sabe quién es el caballo que a diario solloza en tu lápida oscura.
Pastor subterráneo del sol.
Hiciste tu tumba en un piano, Fantasma.
Señor de las cenizas ¿eres tú el que golpea?
¿Es este vuestro río agonizante?
Cuan tarde he de morir con mi vestido augusto...
...cuando ella esté hundida y sus palomas de pobreza hayan volado hacia una calle negra
Tras las ciudades que un ángel diluye en el cielo.
Guiad la nube esmeralda y sonora del mar.
Arcaico Señor de los Cedros que reinas furtivo en tus velos
Rayo muy suave de santa o paloma.
Manzanas de amor en la yedra de la muerte.
Cerebro de la noche, ojo dorado.
Yo soy el que llora y escribe en el invierno.
El poema rueda entre los muertos y, encendido, los corona.
La eternidad es el mismo hombre de mármol que vela en una estatua o que se tiende oscuro y sin amor sobre la hierba.
¿Eres tú la que arrastra la cabellera incesante como una botella rota por entre mi sangre?
Yo no sé, Señora Mía, Luto de mi amor, si eres tú la que reinas sobre tanta ceniza o si es sólo tu sombra o tu velo de novia en el aire el que inunda mi alcoba igual que un océano.
Aura suprema, besa mi garganta helada.
El sol del caos es grato a la serpiente y al poeta.
Nada impide ahora que reviente el seno de la diosa en algún bosque negro.
Nada favorece la entrada lila de las bestias y el otoño.
La alta puerta que me aguarda tras el humo como un esqueleto deslumbrado.
Mil años dormida junto a un cráneo, un candelabro de oro y un pañuelo.
La corriente de mil años destruidos por un beso.
No importa ya su lámpara encendida bajo la tierra.
Asistió como una sombra a la caída de la ----- sobre el mundo.
Yo sólo sé, reina mía enterrada, cuál es mi trono, mi corona y mi dolor.
Luciérnaga entre muros de papiro.
Mis dedos alhajados buscan el Arbol de la Noche y clavan sus uñas en los racimos de la Vida y de la Muerte.
El invierno lava tumbas de monarcas y mendigos.
Con un rayo de ceniza en la cabeza.
Su cetro de rocío en las tinieblas.
Respetad los rostros eternos de los árboles y el viento.
Una mano azul que vuelve sus páginas de odio y avienta sus escamas a la Muerte.
¿Me permitiréis, Señor, morir entre estas páginas cuyo seno cubierto de aroma mana el negro aceite de la sabiduría?
Amo cierta sombra y cierta luz que, muy juntas azulan las casas profundas.
Amo la llama y el cabo de la sangre porque juntas son el mundo y hacen de mí un muro que separa el día de la noche.
Debajo de todo siempre despierta un agua pura
...y las cosas cuya última luciérnaga ha volado
El gran consuelo del polvo donde nada ni nadie ha osado penetrar sino los muertos.
Amo aquello que habla lejos.
Amo todo aquello que transcurre entre los hombres y agita su plumaje.
Esmeralda de las tumbas.
Ojos del bosque ¿qué buscáis en mis ojos?
Poblado por la mano de fuego de los dioses.
Ogro dorado
Naipe dorado que asoma en la noche.
Detrás de la luna sus dedos abriendo otro cielo dormido.
LEOPOLDO CHARIARSE
Escucha sus palabras apenas como el aire moviendo los cabellos de un niño.
Los ocultos testigos que mi lámpara conoce.
Los ojos inmóviles del tiempo, su fondo brumoso, por donde van los barcos con la certeza frágil del sueño.
Todo madura en su noche como un germen o un canto.
Me consume una fiebre antigua.
Nocturno como un rojo olivar en cuyos bordes nace el miedo.
Siento crecer la sombra.
En qué celda? bajo qué truncas espadas está tendida mi memoria?
Hace siglos que acecho en los arcos y dormito entre la hiedra.
Hace siglos que el viento hincha mis ojos y dispersa las escamas.
La hora profunda en que el Universo silenciosamente se delata.
La noche te conserva escondida en el hálito antiguo.
Danzando en torno a ti una torva de niños que te invaden te arrancará los ojos.
Ellos rasgan lo que está oculto detrás de las paredes.
Queda su única huella temblando entre las rotas telarañas.
En medio del bosque, tus entrañas se levantan y la tierra se cubre de un antiguo terror.
En tu seno marchito los muertos se levantan y son niños que, sin maldad, te desgarran y te absorben.
Tú amas aquello que te cubre de guirnaldas y perece.
Mis párpados me robarán al mundo.
La luna brotaba bajo claustros de hierba.
La arena, las sucias paredes donde tu cabellera respira y se ahoga.
¿De quién son esos pasos que van siempre contigo?
¿Por qué te detienes como al borde de un sueño sin comprender?
Lenta, muy lentamente, su corriente marina me cubre de espanto.
¿Cómo podré darte aquello que te envuelve y te ciega?
Ah los dioses son justos: de nuestros propios e insensatos deseos hacen nuestro castigo.
Lágrima sepultada al borde de un estanque.
Ávida pupila de sangre o musgo.
Húmeda, silenciosa como un huerto en la noche.
Tu voz a lo lejos estremece a los muertos.
La luna se agita entre tus telarañas para que extiendas los brazos.
¿No oyes cómo se acercan ansiosos mis pasos en las noches de lluvia /cuando la luna se agita entre tus telarañas?
El mar al detener su curso los torna libres para siempre.

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