En tu boca de
polvo ya tiembla la simiente.
Porque es tierra
el agua que te llena la boca mientras duermes.
Esa forma que el
agua no alcanza.
Porque la sombra
nombra con espanto.
Dame ¡oh muerte!
Humilde reina del eclipse lúcido tu clima eterno del color de un himno.
Esa dura roca que
presiente el alma.
Como el agua
vuelve al agua, la tierra al cuerpo, el cuerpo a la tierra, la nube a la rosa y
la rosa a tu pecho.
Oh dulce muerta
con su voz de fuego.
Líbrame de la peor
de las fiebres, oh! Belleza diabólica.
Perplejo
escalofrío de un sueño de crisálidas.
Voluntad de
perderse es el retorno.
El mar es una
sonaja en tu mano.
Como un laberinto
de espejos poblados de sirenas.
Como una
guillotina que cortase rosas.
En ella todo es
terriblemente oceánico.
Oh pulpo con manos
de ángel.
Casi es una niña
debajo de la nieve.
Hay pasos de mujer
en la nieve.
Oh luz de estrella
muerta que no llegarás nunca.
No hay soledad más
alta, más cruel y más lejana que la de dos cuerpos que se aman.
Callo para gemir,
con tu pavor de estatua mutilada.
Nada queda en los
labios.
Tierra firme de
nunca y de tal vez.
Monstruo de
piedad.
Por tus labios un
jinete huye de un duro desierto.
Con la elegancia
absoluta del caos.
Estabas despierta
en la palma de mi mano.
Magnavoz de tumba
gritando:¡No!
En ti viví el
momento de un grito ausente por el vuelo de un pájaro
Ángel de las
ortigas y los lirios, no te muevas que como estás te quiero
Tú, petrificada en
silencio frente a las puertas condenadas, danzando muda, como un rayo.
La rosa de la
muerte no es sino la hiedra que se inventa una torre.
Porque en el cielo
un lirio es un arma prohibida.
Todo lo que cae,
lo que la noche ciegamente reclama.
La acelerada
muerte de mis labios.
Tu niñez de
campana, de misterio y de fuente.
La ternura del
lirio desmayado en la sangre.
Helada geometría
donde la luz se exalta torturando a la piedra coronada.
Y tus ansias que
en el aire cargaban la presencia segura, infernal de la nada.
No te muevas, con
sólo moverte se rompería tu equilibrio de telaraña.Y así ,como estás en mi
recuerdo,¿quién te reconocería?
Se oyen crecer las
uñas de los muertos.
Náufraga de la
luna medieval.
Borrosa reina de
la moneda antigua sepultada en el tacto de los años.
Eres un cuento de
hadas: vives porque ellas te sueñan.
Se oyen crecer las
uñas de los muertos
Porque en el cielo
un lirio es un arma prohibida.
La rosa sin
espinas de la muerte no es sino la hiedra que se inventa una torre.
Escudo triste y
alto como la muerte de un héroe.
Mañana primera de
las cosas sin nombre.
Eras la única
ciudad del caos. Se estaban terminando tus palacios cuando por tierra se
construían bóvedas.
Eres un cuento de
hadas. Vives porque ellas te sueñan.
Reyes de barajas
te coronan con cenizas de luz y lutos fríos.
De nuevo niña, sin
palabras mágicas.
En tí viví el
momento de un grito.
Te encontré para
nacer y te encontré en el aire sin buscarte, en el viento sin que existieras,
detrás de tus balcones prisionera, borrosa reina de moneda antigua sepultada en
el tacto de los años.
En tu boca de
polvo ya tiembla la simiente.
Más dura está la
piedra y está más solo el mar.
Se levanta la
estrella más amarga.
Todo este afán y
esta ternura casi hiriente que llora y sangra de dulzura, que casi es casi una
niña debajo de la nieve soportando el peso de la vida y la muerte.
Demasiado débiles
para tumbas, demasiado fuertes para moradas.
Como una flor de
hielo sobre un piano.
Era sólo un pedazo
de noche enfurecida.
Un sueño de
medusas y cristales atraviesan los espejos.
Y se ve de qué
está hecho el canto de las aves
Yo me alejé de tí
como se alejan inmóviles los árboles del río.
Los muertos suben
por los árboles a ver el cielo.
No conozco a los
dioses imperfectos por su condición de inmortales. Pero ellos me conocen.
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