viernes, 28 de enero de 2011

YVES BONNEFOY - Frases


Sangraba el frío en tus labios.
Y te he visto romperte y gozar de estar muerta.
Oh, más hermosa que el relámpago cuando mancha los vidrios blancos de tu sangre.
Mejor la hiedra; mejor ese viento.
Te veo nacer a cada instante, a cada instante morir.
Reinabas por fin, ausente de mi espíritu.
El viento te penetra.
Estoy en un agujero de la muerte.
Y tú pasabas ante ese fuego con las manos agrietadas.
No queda más que un fuego del Reino de la Muerte.
¿Qué palidez se abate sobre ti?
¿Qué bruma creciente me oculta tu mirada?
Presa en la sangre de los rastros que se pierden.
Te ví polvorienta al final de tu lucha vacilar en los confines del silencio y del agua.
Te he visto maculada por las últimas estrellas romper con un grito el horror de velar en tu noche.
La música absurda comienza en las manos.
Con el vestido manchado por el veneno de las lámparas.
Te descubro tendida tu boca más alta que un río rompiéndose a lo lejos sobre la tierra.
Oh centinela, siempre te descubro difunta.
Presencia recobrada en la antorcha del frío.
Oigo su murmullo en lo más alto del espacio carnal.
Cubierta por el humus silencioso del mundo, recorrida por los rayos de una araña viva, sometida al futuro de la arena y toda hecha pedazos.
Manantial de mi muerte, presente insostenible.
Allí donde combaten las ramas, allí donde las raíces se abren camino por su cuerpo...
Ella irradia una música horrible.
Veo a Douve tendida en la ciudad escarlata del aire.
La puerta se abre.Una orquesta avanza.
Oh dotada de un perfil que hace rugir la tierra.
La hierba desnuda en tus labios inventa tu última sonrisa.
Te veo resplandecer bajo las bóvedas de una mansión de fuego sombrío., atrapada en la red vertical de la muerte.
El abismo penetra por la boca.
La garganta se enmascara en disfraces de lobo y de nieve.
Sobre qué pasajeros de la muerte.
Presencia exacta que ninguna llama podría reducir.
Viva con esa sangre que renace y se acrecienta.
Oh, más hermosa, yo me atrevo a reencontrarte y sostengo el estallido de tus gestos.
Ciencia profunda donde se calcina el antiguo bestiario cerebral.
Llamaré desierto al castillo que fuiste y -cuando te derrumbes sobre la tierra estéril-al rayo que te empuja lo llamaré la nada.
Amas el país de la muerte.
Yo soy el enemigo que no tendrá pidedad.
Tendré en mis manos tu rostro traspasado y oscuro.
En mi alma esa región que alumbra la tempestad.
Morir es un país que amabas
Unos hombros se alzarán para ella.
Y vendrá la sombra a alzar los bordes de su grito.
¿Eres tú esta piedra abierta, este hogar destrozado?
¿Cómo se puede morir?
En todas partes reinaba la sangre.
¿Qué morada deseas levantar para mí?
Con caballos sombríos yo me salvo de ti.
¿Quién en la antigua sangre ha quebrado este acero?
Oh tierra más desnuda que la hoja de una espada.
Yo deseaba el verano, un verano furioso para secar con mis manos abriéndose a la impureza de una lluvia eterna.
Hablo desde tu sangre.
Yo soy Señor de tu noche, velo en ti como la noche.
Pregúntale al Señor de la noche qué noche es esta noche.
Náufrago de tu noche, yo te busco en ella.
Llegó por la noche y puso junto a ti la lámpara de piedra.
Yo abro y me derrumbo apresada en su nieve.
Huye de mí esta casa donde hice arder la hoguera.
Yacía el corazón desnudo, a medianoche, bajo el denso follaje de los muertos.
Se convirtió en la presa de una luna perdida.
Con un gesto me alzó como templo del frío.
Oh Fénix cima horrible de ramas agrietadas por el hielo.
Rodaba como antorcha arrojada en medio de esa noche.
Así marchamos sobre las ruinas de un cielo inmenso.
El país más hermoso se abrirá ante nosotros.
Ella es la lámpara secreta. A su luz caminamos.
Esta piedra trae la presencia de la muerte.
Los árboles llenaban el lugar de tu sangre.
Era día de palabras. Fue noche de huracán.
Relámpago vacío, recorre mis labios.
No quiero saber qué dientes fríos me poseen.
Ya no hay entre nosotros más que esta lámpara de piedra.
¿Con qué pájaro de sangre circulabas por nuestras tinieblas?
Tomaré entre mis manos tu rostro muerto. Lo reclinaré en medio de su frío. Y con mis manos compondré sobre tu cuerpo inmóvil el atavío inútil de los muertos.
¿Qué hacer con una luz?
Lámpara de la noche.
Lo que tengo en mis manos no es más que sombra. Aprende a ver en ella una cara inmortal.
Está llorando sobre una fuente más profunda.
Quieres un mundo. Por eso lo tienes todo y no tienes nada (HYPERION)
Escucho los sollozos de la eterna presencia.
Si la noche renace será en la noche y gracias a la noche
Amas sólo la noche porque es noche.
Se angustia por el hierro y por la oscuridad.
La muerte venía con sus altas flores marchitas.
Yo soñaba que en medio de la noche aullaba un perro en aquel espacio de ningún perro, y veía un perro horrible y blanco salir de entre las sombras.
El fango y la sombra con que hacía imágenes de ausencia.
Toda la noche se ha movido el animal en la sala.
¿Cuál es el camino que no quiere acabar?
¿Quiénes son los ausentes que no quieren regresar?
¿Cuál es la muerte que nada ha de curar?
Nuestra piedad: ese corazón que nos lleva hacia el fango.
Aguarda que cada pliegue de un silencio eterno haga más grave su inmortalidad.
Se duerme aún más hondo que el fuego.
Yo te conduzco al jardín de la presencia.
Oh cisne: realidad en el agua irreal.
Nuestro puerto era de barro negro.
Cuando y hierro encuentra el corazón de la noche.
Oh fuente en la llegada profunda de la noche.
Bajo la luz parece que haces surgir lo eterno.
Lápidas que el tiempo hace esclavas y libres.
La rosa de las sombras girará en las paredes.
Las lápidas brillantes conducirán los pasos hechizados del día.
Aquí por siempre, piedra tras piedra.
Soy el agua que te acompañará en la región de los muertos.
A las ortigas y a las piedras.
Una voz que dice: yo soy la lámpara.
Entre el número y la noche, donde la muerte es posible.
Los muros estrechos que confieren medida a nuestras sombras.
Estatuas en medio de la hierba que, quizá ,como yo, no tienen rostro.
Esa voz consumida por una fiebre celestial.
Descubrí que es un sueño distinto esta tierra de sendas que se hunden en la muerte.
Cada noche apartabas mis pasos del abismo.
¡Cómo se va tu voz abriendo entre sus sombras!
Pero tú te contentas con mi voz temblorosa.
Tu divides lo oscuro.
Su palabra comienza en el temblor de nuestra voz.
Esos huéspedes del atardecer acercan hasta nosotros sus barcas.
Extiende la leche tenebrosa que exalta mi fuerza elemental.
Sé fiel a mí, nodriza de la inmortalidad.
El lugar de los muertos es quizá el pliegue del tejido encarnado.
En el canto de las aves, sus manos de ahogada.
La diosa permanente en la cima del árbol inclinado hacia los muertos la vasija de oro.
Contémplalo como un montón de piedras negras.
Oh luna, mensajera de lo eterno.
Hemos perdido la luz del día
El negro y luminoso corazón de las flores.
El árbol aquel que se aleja de sí mismo.
El nombre casi dicho de un dios casi hecho carne.
Un sonido de mar cansado.
Oh presencia, bajo tu bóveda furtiva acógenos para una fiesta oscura.
Nuestros pasos son más hondos entre los muertos.
Dios, deja tu mano en nuestros hombros.
Una sombra que amaba una sombra.
Inmóvil sin quejarse del peso de las sombras.
Dónde bebe el astro inmóvil del amor.
La sangre destemplada se encuentra con la sangre.
Desciende por niveles de púrpura en los latidos de tu corazón.
La sal de la duda y la muerte.
Y tu sangre derramada bajo un mano de sueños.
La barca alcanza la orilla y se derrumba.
El árbol envejece en el árbol.
Traspasa el ave el canto del ave y alza vuelo
Tú amas el instante en que la luz de las lámparas empalidece y sueña bajo la luz del día.
Hemos crecido en los mismos jardines oscuros.
El tiempo acaba como un sueño que en se desborda en dioses ocultos.
Soy ese altar vacío.
Su vestido tiene el color de la espera de los muertos y es el azul más apagado que existe.
Atiendes los trabajos del tiempo y de la muerte.
Sin embargo mira: basta que tiemble una voz grave para que el alma se derrame en los cristales del tiempo muerto.
Arrasad el rostro desnudo que sube desde el mármol.
Tú amas el instante en que la luz de las lámparas pierde su color y sueña con el día.
La habitada en otro tiempo y perdida en la noche.
El pájaro de la noche que aleja las orillas.
A través de las puertas de la llave de plata.
Tu presencia es la apertura del abismo.
Ella mancha los vidrios con tu sangre.
Mejor la hiedra-me decías-
Tiemblan grandes perros del follaje.
¿Dónde resuena el eco de tu caída?
Todo ángel es terrible (Rilke)
Sucede que confronto la noche.
Es mi corazón el país que ilumina la tormenta.
Tú, sombra en la sombra ¿dónde estás?¿quién eres?
EL negro jardín de los muertos.
Todo comenzaba con ese canto de alba cruel.
Inventa la muerte en la tierra.
Es la pasión que te salva y que te pierde.
Sabrás que un pájaro ha cantado más alto que todo árbol real.
Con el vestido manchado por el veneno de las lámparas.
Ahora la cabeza se desliza a través de la muerte.
Vendrás las sombras a alzar los bordes de su grito.
Eres tú, esta piedra abierta.
Yo fui ciega como ella.
Un paso cada tarde que desciende hacia el mar.
Ella trae la presencia de la muerte.
Los que vienen son oscuros y se inclinan con lámparas sobre su cuerpo.
Aquí, siempre aquí.

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