viernes, 28 de enero de 2011

JUAN JOSÉ CESELLI

Te transformas en una mujer distinta cada vez que te poseo.

Tu sexo ha convertido mi alcoba en un palacio de fatigas.

Hundo mi pánico en tus sueños.

Ven y mientras los demonios desentierran el paraíso nosotros seremos el Infierno y la Gloria. Nosotros seremos la Eternidad.

Triunfante sostiene todo el peso del adulterio.

Soles que se apagan después de amar.

Su presencia convulsiona la Naturaleza.

La experiencia es su mayor instrumento de perversión.

¿Quién es Dios sino yo cuando la poseo?

La Gran Iniciación ha comenzado.

El corazón te torna humilde.

Llega a mi casa como una primavera secreta.

Ella hace entrar la tentación con todos sus esclavos.

Cuelga del espejo la mano seca de un ahorcado.

Su sombra embrujada se abraza a las paredes.

Sus crímenes me convierten en una estatua en ruinas.

De muy lejos venía el rumor de la lucha entre ángeles y demonios.

Armados con lanzas mágicas rompimos los cristales de la noche, enseñamos a los pájaros a cantar y dimos de comer a las bestias y a la aurora.

Sus senos surgían de cajitas de músicas y las piernas giraban con ruido de pasadizo secreto.

En sus curvas las manos quedaban atascadas para siempre.

Era inútil introducir la llave cuando las cerraduras juntaban sus párpados para soñar.

Los dioses adiestraban al silencio para invadir sus ojos.

Serás Dios cuando seas más loco que Dios.

Abría de un solo golpe todas las puertas de la fatalidad.

Ella temía todas las formas del suicidio.

No me detenía ante ella sino que la penetraba y me dirigía a través de ella hacia la Santidad.

Tu aliento es un gemido que se mueve como el terciopelo.

Déjame abrazarte más rápido y más despacio que nunca.

Te tiendes sobre la pradera como una esfinge despiadada y las montañas vienen hacia ti.

Vienes corriendo hacia mí dejando caer la luna entre los árboles.

Comienzo a llevar los cielos de un lado a otro y hago risueños paquetes con las luces y las sombras que estallan en los lugares más inesperados.

Ven, desnudemos el delirio mientras el diablo llora por nosotros.

El infinito nos sostiene con la magia de su trono.

¿Qué es el amor sino un gran olvido?

Muy cerca de nosotros danzan los demonios.

Y tu belleza es una fiera que se debate en mi aposento.

Los astros se deslizan por las líneas de tus manos.

¿Qué importa la muerte después de pecar?

A través de su docilidad se llegaba al mundo de lo invisible.

Fue así como conocí el auténtico nombre de los demonios.

Juntos entrábamos en las tinieblas para recoger los frutos del silencio.

Debajo de nosotros se debatían extensas praderas presas de un mal extraño.

Siempre, secretamente, está ocurriendo algo: Ese es el tiempo.

La vida es el Demonio del Órden luchando contra el Ángel de Caos.

La vida nos va uniendo secretamente con la inmortalidad.

Un sonido vertical de rayo fertilizante ilumina su imagen hecha con alas de mariposa.

Solemne y sagrada sentada sobre la fragancia de los patíbulos.

Es la hora en que los sueños se acercan a la nada y en lo alto de la montaña, una mujer desnuda nos ilumina.

Yo, boca a boca, cuerpo a cuerpo, sin comer ni beber, me alimentaba de ella como debe hacerlo el hechicero que ha sido enterrado vivo, estrechamente atado al cadáver de su víctima.

Tú que riges la locura y el milagro.

Tú que te transformas en arpa cada vez que te poseo.

Bienvenida sea la abyección que nos destruye y reconstruye en tu reino.

Sólo el egoísmo de los amantes salvará al mundo.

Como un ángel me vigilas y tu pureza me protege.

En ti encuentro El Gran Miedo.

Como un laberinto poblado de demonios ,yo te recorro.

Monstruosas turbulencias de hechizos, tentáculos suaves transpirando celos, frenando tumultos de cometas.

Me maltratas y me arrastras desesperadamente como si estuvieras rescatando del agua mi cuerpo ahogado.

Pura por el goce, ungida por el milagro.

Escoges la flor más dormida para espantar las sombras y hacer entrar al sol.

Su talle es más liviano que un hipocampo y sus ojos más profundos que la tempestad.

Amémonos: Sólo el pecado puede darnos la sabiduría.

Es la hora en que tus cabellos cubren mis ojos y el pecado se arrodilla a rezar.

Tus labios de águila decapitada sangran y ,mientras me besas, vivo miles de años.

Apretada entre tus brazos llevas la virginidad de toda la Creación.

Tu cuerpo es una gran jaula llena de pájaros.

Tus cabellos invadían los muros.

Sé que nadie puede pervertirme más bellamente que tú.

Mi existencia se compone de espacios eternos y espacios mortales.

Caigo de rodillas ante la barbarie de tus instintos.

Perfume espeso a intimidad e impureza.

Juntos vivimos el alba más pura del mundo.

Compartimos nuestros impulsos con el Universo.

Tu rostro expresaba una mortal lascivia.

Mis manos al acariciarte, sangraban.

Siempre recordaré la hoguera de tus piernas y la inmensa llanura de tu vientre abierto vorazmente hacia el horizonte.

Tu espejo borra todas las caras.

Muy cerca de aquí pasa el perfume de un canto.

Yo he puesto mi frente sobre la rosa imantada de tus pensamientos.

Algo quebradizo y sinuoso se arrastra como un espejo en el bosque.

Sólo tu pensamiento, mi sueño y la aventura lejana del carruaje.

El bien no es más que la crueldad en estado de inocencia.

El vendaval ruge y el pasto se tuerce como si ella lo pisara.

No era otra cosa que la crueldad que nos unió, lo que nos impedía separarnos.

Su respiración de templo derrumbado.

Entre grietas de su cuerpo vivía una multitud de arañas.

Sus piernas se abrían y se cerraban con la ferocidad de una trampa.

De su cuerpo cubierto por el rocío de las grandes calamidades se desprendían grandes tormentas de belleza.

Dejaba caer por los rincones puñados de claridad.

Noches iluminadas con velas de oro.

Siempre soñé con la guillotina en su cuello.

Sus gestos de perfume antiguo.

Bastaba ver una sola parte de la planta de su pié para reconstruir el paraíso.

Siempre soñé con un viento azul que cambiara el mundo.

El sol era un grano de sal rodeado de ladridos.

Ella conquista el mundo con la depravada belleza de sus senos servidos en vasos de cristales rayados por las tempestades.

El día se ha salvado: ha nacido una nueva flor.

Por su boca roja de navaja entraban y salían los enamorados, los presos condenados a muerte y la imagen de un ángel pervertido.

Sobre una ventana de oro se apoya una viajera.

La luz caía desde lo alto de sus hombros sobre sus piernas se purificaba el alba y el viento se emborrachaba en sus cabellos.

¿Quién puso en el mundo la maldad sino Dios?

Dios está escondido en el vacío.

Sus ademanes se han confundido con el silencio y las paredes han quedado vacías y frías como la muerte.

Mi almohada es sólo una mancha de suspiros que duermen.

Un pájaro veloz con plumas audaces todas las noches alcanza a Dios.

Le gusta caminar descalza por los meses.

Hierba subterránea de la noche.

Máscara violada.

Afinador de truenos.

Caballo fantasma.

Organiza sus convites asociándose al frío.

En medio de la niebla te encuentro entre el terror y la belleza.

La presencia indescifrable que habita dentro de mí.

Te despojas como un pájaro desde el borde de tu imperio.

Criminal y víctima: Estás en mis manos dormida y despierta.

Esfera impalpable de lo divino.

Revientas en mi boca como una planta extraña.

Como una llama negra me envuelves.

Bienaventurados los que sucumben en ti: desde ese momento aprenden a contemplarse.

Dentro de mí te das cita con Dios.

Tú eres yo, antes y después de mi pecado.

Son anillos suicidas que arrojo al mar nocturno de tus labios, esperando recuperarlos en las entrañas de alguna nueva herida.

Milagro a través de cuya tierra secreta se manifiesta Dios.

Espero de ti la joya dolorosa de la perdición.

Hecho con pequeñas hierbas inocentes -como las que los pájaros usan para construir sus nidos- en esos mínimos rincones de la piel, está mi asombro.

Túnel que recorro sombríamente no sé si hacia la luz o hacia el infinito.

Mi corazón se transforma en una jaula despavorida.

Porque mucho anduvimos esta noche y mucho andaremos todavía.

¿Es que acaso has nacido antes que todo y conoces mis secretos?

Eres la nueva desconocida conocida por mi sangre.

Patíbulo de amor amargo, vampiro dulce.

¿Dónde comienzan mis sueños y dónde acaba tu reino?

Por la habitación se propaga el fuego de tu presencia.

Las alas de la distancia flotan sobre tus pisadas de donde nacen los lagos del olvido.

Y los días le quedan dormidos entre las prendas secretas que usa para enamorar a los vampiros.

Su mirada deja tras de sí un rastro de mariposas muertas.

De las sombras de sus ademanes surgen aquellas tristes figuras carcomidas por las manos y el olvido.

La noche baja a pedazos por sus cabellos.

Indecisa como una joya desnuda.

Un mapa transforma a mi amor en una peligrosa aventura.

El mar con su pata de palo jura sobre la cubierta de mis estremecimientos.

Levanto entonces el nivel de mis displicencia, hasta que el fuego se propague por los mástiles.

Su pecho se desplaza como una peligrosa lanza de ternura.

Y tú, te alejas, y mi vida es un pájaro vacío.

Corro para ver mi imagen, pero siempre llego tarde.

Tu imagen dejaba los espejos cubiertos de heridas.

Te yergues de pronto con el fulgor y la fuerza de un país desconocido

Cuando abre los ojos el cielo se hace enorme.

Tenía el vicio de sufrir y echaba a rodar su cabeza que se extraviaba en las estrellas.

Para descansar de su perfección, amaba con besos desiguales.

Su pudor es perfecto cuando me acaricia con su más secreta maldad.

El fuego se extiende sobre nuestros cuerpos como una dulce enfermedad

Sus senos muelles dejan surcos en el aire.

Cuando llegará el día en que cortándote en pedazos, pueda repartirte como flores monstruosas de mi deleite.

Al poseerte percibí cuánto me faltaba.

¿Qué beso canallesco no purifica el deseo?

Sus brazos sostienen el silencio.

A través de su cuerpo pasa un viento dulce.

Oh amor, cuanto más pequemos, más dulce será nuestro arrepentimiento.

Volcán de maldad. Carruaje de belleza.

(Soy)El hombre que pisa la tierra imperceptiblemente.

En su pecho hay una orquídea feroz que no se rinde.

Su sexo es un piano que sale a volar de noche cuando están encendidos todos los ojos.

Sus ojos llenos de estrellas que los pájaros dejan caer a medianoche.

Ese mundo donde van a parar los cuadros pintados por un artista loco.

Las torturas del relámpago son más dulces que el llanto.

Alguien encierra entonces la última herida.

Se levantan los arcos de la noche en los gritos de los amantes que empujan el terror entre sus cuerpos.

Oh, ese amor impuro que consuman las águilas en el ángulo más ardiente de una catedral!

Y ese olor que siempre dejan escondidas en algún lugar de la casa las mujeres despedazadas por sus amantes.

Cargadas por los amuletos de la muerte.

Sus vestidos de lluvia arrastrando consigo el silencio.

Ahora sus lujos son legítimos porque pueden hundir sus ojos en el sueño.

Mi casa se llena de música cuando yo no estoy.

Sirenas furiosas pasan arrastrando los cadáveres de sus jinetes.

Hay que rehacer la demencia.

La gran Ubre del Infierno lo trastorna con secretos del Paraíso.

Alguien me devora un poco todos los días, pero yo devoro todas las noches al Universo.

Bajo la lluvia, un viejo perfume. Bajo un vientre en llamas, las ratas abriendo un agujero en la noche.

Avanzaba hacia mí como una columna de carne azul.

Su amor me cubría momo el río.

Sus caderas se balanceaban como una hamaca en la niebla.

Cuando baja la noche salen a bailan esas mujeres que llevan llenos de estrellas los corpiños.

En ese horizonte que se ve en los ojos de los muertos.

No pidáis al mar que os devuelva los sueños.

Fabricaba la muerte con un péndulo, y con un puñado de tierra la paz.

Una corona mágica esparce el truco de la locura.

Son los frutos de alcoholes sagrados.

Un hombre ha escarbado un nido de arañas hasta hacer saltar la tinta espesa del éxtasis.

Sus profecías dejaban al descubierto un camino de relámpagos.

Los ácidos del olvido labran su nuevo esqueleto.

Cuando tú me amas comienza a arder al otro lado el tiempo.

Ella con sus ruinas alimentaba la tarde convertida en un cuadro colgado entre dos presentimientos y los olores de un gran viaje de ultramar.

Cuando su mirada amaba más que su cuerpo rasgaba sus vestidos y dejaba al descubierto los bosques y los ríos.

Su voz se extendía como el relámpago.

Su mensaje alcanzaba el fondo de los mares.

Mientras su cuerpo renacía bajo el contínuo fluir de mis besos.

Enterraba a nuestros hijos en esos jardines por donde se ve ir y venir la tempestad.

Se lanza desnuda sobre el bosque como un rayo torturado.

Ah...esas señales inconfundibles que indican tan fielmente el camino a la demencia.

Erguida como el incendio.

Su piel es más liviana que un pájaro.

En tus ojos arde la noche y la eternidad se vuelve dulce.

Ese pájaro de gasa que ilumina el cielo.

Su corazón tomaba la forma del corazón del hombre que la poseía.

Su piel era un reino derrumbado donde la vida se sumergía a esperar.

Su tristeza crecía por los rincones como el pasto en donde, recién entonces, esconder el Infierno.

Esconde las caricias del viento en un frasco de perfume.

Mis sueños cambian el color del mar.

Detrás de sus cerraduras está ese agujero de carne por donde bajamos al silencio.

Creció por fin el huésped de los lobos.

Dormía con los sonámbulos.

Desgraciado el amor que debe plegar las alas para entrar en el corazón.

Desgraciado el amor sostenido por los hechizos.

Las horas pasan para engañarme.

Mi verdad está en el otro extremo de lo que me sucede.

¿Qué sería de nosotros si el Diablo no existiera?

El corazón siempre se aferra al fulgor de esas mujeres que nos salen al paso con la última piel de su caída.

Yo quiero entrar de nuevo desnudo a mi hoguera.

Busco a mi emperador secreto.

Esos presagios desesperados que relampaguean entre tus cabellos cuando los peinas al sol.

Cuerpos levitados por el centellear de los diamantes del deseo.

Aumenta su soledad dejándose crecer las espinas.

Hay un puente entre ella y la mañana.

Sus brazos sostienen al silencio.

Arranca la canción de los pájaros cuando se precipita sobre el borde de la noche.

Oh, embriagada de rumores, tus caricias lascivas me hacen desear el alba.

Yo la almo con toda la crueldad posible cuando sonriendo de pánico viene hacia mí planeando lentamente debajo de los árboles.

El amor se vislumbra a través de ella como el cielo entre el ramaje.

Es la que hace las señales con el perfume de los sueños.

Atrapada como un águila entre los alambres de su propia belleza.

Sus ojos hermosos de crueldad navegando llevando despierta en la sangre toda la radiante impiedad del mundo.

Me reclino sobre ti, para oír los latidos del Universo.

Con un gesto leve me incorporas a tu espacio.

Me doy cuenta que he mentido cuando dije que eras mía: no se puede poseer el infinito.

Ella bebe el agua negra de la noche.

Tocada por las plumas salvajes de su sexo.

A veces no me explico. Su amor regresa hacia mí por los caminos del odio.

Su piel tiene el color de una noche de amor.

Entre sus manos hierve la miel.

Sobre mis labios aún queda vibrando la espuma de sus besos.

Oh portentosa corruptora que lleva a cuestas la magia implacable de su vello de fuego.

La mañana me miraba como un espejo hembra.

La amé furiosamente sobre una alfombra de arañas.

Los pájaros se refugian en sus cabellos.

Bebía ávidamente sus besos de miel negra.

Yo la amaba soportando apenas su belleza.

Ella tenía todas las formas del arcano.

Verticales ante lo espontáneo.

Nuestras almas se apoderan de todas las cosas.

Los días grandes y los días pequeños.

Ven. Desnudémonos el delirio mientras el Dios llora por nosotros.

Sabíamos que la continencia era el Diablo disfrazado de Ángel.

Tú que resucitas la pureza untando el arma que la ha herido.

Como una llama negra me envuelves

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