martes, 9 de mayo de 2017

JORGE BOCCANERA II



UNIVERSO



El poeta, como el cazador pobre,
a lo que salga.
Baldomero Fernández Moreno

El domador que mete su cabeza dentro de la boca
del león, ¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Que tenga lástima el león?
¿Busca su propia lástima?

El poeta que arroja su anzuelo en la garganta de la
Sordomuda, ¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Que tenga lástima la Sordomuda?
¿Busca su propia lástima?

Y el público, ¿está loco? ¿por qué aplaude?


EL ROCK DE LA CÁRCEL



Ella pone la radio a todo volumen cuando intento
escribir,
cuando quiero dormir,
ella baila en el piso de arriba.
Baja las escaleras con fuerte zapateo,
sus hijos lloran,
sus perros ladran.
Todo el santo día hay personas que tocan a mi puerta
y por toda disculpa dicen: me equivoqué de puerta.
Ahora sube las escaleras corriendo, da un portazo en
su cuarto y discute a los gritos.
Sus hijos ladran,
sus perros lloran.
Con ella el vecindario es mucho más que una
riña de gallos en el techo,
mucho peor que una explosión adentro de la almohada.
Un día respiré profundo, subí las escaleras,
me atendió un hombre que estaba agonizando,
dije tímidamente, me equivoqué de puerta,
mis hijos lloran,
mis perros ladran.
Ella tiene la radio a todo volumen cuando intento escribir,
cuando quiero dormir,
ella baila en el piso de arriba.

Hace años que mi único deseo es cruzarme con ella en
la escalera,
y decirle a la cara: ¡me voy!
y rociarla con nafta,
y apagar mi cigarro en su vestido rojo.



EL PELUQUERO



A mi abuelo, Santiago
Asentaba navajas en un listón de cuero,
porque era su trabajo arrancarle a los rostros sus
animales muertos.
Hacía barba y bigote para el espejo atestado de gente.
Su navaja pulía aquella superficie,
rasuraba los rostros del espejo y haciendo su trabajo,
¿afeitaba al espejo?

Era más chico que un tarro de gomina Brancato
mi abuelo,
pero una cabeza más alto que la muerte.
Invitaba al cliente sacudiendo una toalla
y el cliente ocupaba aquel sillón Dosetti de madera
y entraba en el espejo.
El estilista hablaba solamente con su tijera
y cuando ella por fin tenía la lengua desgajada
hacia un lado, él decía: “servido”.

Mi abuelo maquillaba al espejo con estrellas de talco
y usaba un pulcro saco blanco.
La muerte -que es prolija- le envidiaba su colección
de peines.

Un día la muerte, que hojeaba una revista deportiva,
dijo: “me toca a mí”.
Y ocupó aquel sillón, despatarrada y con
un remolino en la cabeza.
“Tiene un pelo difícil”, dijo sin voz mi abuelo.
Después, la muerte asentó su navaja y haciendo su
trabajo, ¿rasuraba al espejo?
El peluquero se marchó bajo un cielo cualquiera con
estrellas de talco.
El espejo se pasó la mano por la cara afeitada,
suave, como un recién nacido.



HUELLAS



En el sueño soy otro que se parece a mí.
En la arena del sueño cruza un tren.
La silueta de un viejo va borrando las huellas
con un plumero negro.
Tras la locomotora, el ruido de tus pasos y
los míos anudados a un tango,
a una canción revuelta.
a un roquerío lejano donde van a morir todas
las camas.
Y la luz en la luz.
Y el anciano en lo suyo.

En el sueño soy otro que se parece a mí.
Este que ves ahora, no se parece a nadie.



MENUDENCIAS


La muerte afila un palo,
una daga de palo, un palo de tambor, un caballo de palo,
una cuchara.
La muerte, trabaja a la vista de todo el mundo.

La vida afila un palo,
un bastón, una vara, una cruz.
La vida trabaja a la vista de todo el mundo.

¿Qué diferencias hay entre las dos?

La vida fabrica huesos con los huesos.
La muerte fabrica huesos con los huesos.



LLUVIA NEGRA



Brutal es el insomnio de la máquina,
su noche al rojo blanco,
la lluvia atronadora de viruta negra.
En el aserrín de los grandes talleres
olfatea vagones del sueño y escucha las botas contra el piso:
un desfile incesante de soldados de plomo.
Pero unos y otros equivocan el rumbo,
los soldados se funden, el tren se desbarata.
Brutal es el desvelo de la máquina.
La gran lámpara roja oscila en los galpones de escoria
y estropajo,
donde vela por siempre su fulgor sumergido.

Fondeados en los tinglados que la noche agranda,
los ojos helados de la máquina cuentan sus monedas de polvo,
sus ovejas de fierro, sus rebaños de nada.



MANJARES



"Los hombres que cocinan", dice el profesor Tauro,
no en las enciclopedias. En la calle,
a quien quiera escucharlo: fritangas de coraje, vino
espeso, chocolate de perlas.

Sentado en una mesa del bar El Lobo Púrpura, cerca
del Puente Negro, desliza pensativo
mole de guajolote, tamales de paciencia.
Y tiende en el suspenso un mantelito a cuadros.
Perdices estofadas en globos historieta.
Se le hace agua a la boca.

¿La obsesión de su vida? Una bestia emplumada.
¿La niña de sus ojos? El jabalí adobado.
Gentilhombre. En la calle da el verbo "aderezar".
Donde ayer hubo piedras, confitura de arándano.
Salpicón de cordero donde ayer hubo frío.
Donde una vez el odio, se levanta un asado.

Frutas cristalizadas bajo lámparas suaves
y al que quiera escucharlo: carnero a la jalea,
vinagreta, uvas negras.
Te encomiendo mi alma: lechoncillo, jengibre.
Se relame (osobuco), se le hace agua (salsita).
Grandes papas doradas como besos,
faisanes gratinados, caldereta, potajes.

Caviar del pensamiento y motivos de árbol de ají.
"Los hombres que cocinan,
encontraron el modo de evitar el suicidio."


REPTIL MAGAZINE


Es inútil,
jamás entenderías a este corazón de dinosaurio
porque has sido educada para el corazón de
otras especies,
animales domésticos,
cuya pelambre con aroma de cedro y azucena
es más que necesario en estas épocas,
gallináceas de fastuosa cola
plumaje verde con visos azules y dorados.

Un dinosaurio nunca ha sido ascendido en su trabajo
ni ha sido condecorado nunca,
ni siquiera ha protagonizado un film de amor,
más bien resulta incómodo su abrazo,
ilegible su letra,
incomprensible su cuota de alcohol diaria
y lo que es más,
esta piel cuaternaria no comprendería nunca
las complicidades y pactos de hoy en día:
mente ágil,
disciplina,
popularum-progressio.

Yo sé bien que es inútil,
quizás en otros días,
después del maremoto anunciado por los sabios
ilustres,
antes del gran diluvio,
alguna vez,
quién sabe.
Pero ahora es inútil,
porque has sido educada para otros menesteres.
Nunca el insomnio
cabalgando en esta música de besos,
encuentros insolentes,
el deseo de pastar en los campos prohibidos
y la entrega total,
de cabo a rabo.

Ahora,
recoge con cuidado tus manecillas suaves y tus
labios ociosos,
tu cabello de seda y esa voz aflautada que entre sorbos
de té solía decir: "mañana será otro día" .
Ha de haber sido horrible
haberte visto emvuelta de pronto en este embrollo.
Tamaño lío
haberte enamorado por un instante de este corazón
de dinosaurio.
Además,
nunca hubieras podido dormir con mis latidos
como de clavicordio y de tormenta.
Con estos ojos tristes, quién hubiera podido,
mi pequeña.


(de Poemas del tamaño de una naranja)

NOTICIAS DE LA HISTORIA


Según la historia universal,
a la paloma de la paz
se la comió
la gallina de los huevos de oro.
(de Poemas del tamaño de una naranja)


VI

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre –como el tuyo- es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus breves colores se deshacen contra el olvido,
pero ya lo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.


SERVICIOS DEL INSOMNIO

Apilo noches cada noche.
Paredones de sombra donde mi sombra reza, traga
un bocado, un ruido de hojas secas.
Es a destajo y es de mala gana.
Yo tuve otros trabajos. Eso está en otra historia.
Ahora dedicación, la vista baja.
Castigo de las manos, pena. Una sobre la otra,
apilo noches, de barro son, cuadradas.
Ahora dedicación, la paga escasa
Reseca es esta noche, hosca, de madres muertas.
Yo tuve otros empleos. Eso está en otro cuerpo.
Ahora dedicación, la lengua muda.
Soy el que apila noches toda la santa noche.
El que traslada escombros de una carta a la otra.
(de Bestias en un hotel de paso)


SEMEN


Entre barcos hundidos que deshacen su rostro para matar el tiempo.
Entre perros de escamas y cuerpos atados con cadenas,
maniquíes sin nada que ofrecer,
vive un tren blanco,
de estrellas líquidas, alcoholes raros.

Sale de su escondite de aguaceros, cruza
los viejos puentes, tiembla
sobre la red tejida en los abismos.
Nada tiene que ver con los trenes blindados
que atropellan ciudades, ni con desvencijados
vagones que trafican esclavos.

Es apenas un tren tallado en hielo atravesando el patio
de tu ropa tendida.
Le cambiaron las ruedas por almohadas, sueña con
el abrazo del carbón y la nieve.
Donde crece la noche, se duplica la selva.
Un tren al rojo vivo se refleja en la pupila de un ciego.
Cuando menos lo pienses,
su esqueleto de lava descansará en tu lengua.


SANDUNGUERA


Mi rostro en el espejo de tu lengua viaja, canta, va
de aquí para allá,
se compone o disuelve según el calendario de tu sed.
Alguna vez mis animales pastaron bajo los soles
negros de tus tetas,
cuando movías tus vidrios de colores al son de
"Sandunguera, te me vas por encima del nivel".
Te conocí bailando negra de amor,
tus gestos levantaba el polvo del infierno.
"Te me vas por encima del nivel", y el malecón
nocturno de La Habana se abría como un gran ventanal.
Y ahora, ¿para qué tumbadoras, maracas, para qué?
si este harapo, esta lengua da su trazo de sombra en las
paredes blancas del silencio.
Yo guardo las trompetas, yo escondo los timbales.
Mi rostro viaja, zumba, le da por hablar solo:
"ya no la quiero es cierto" pero a veces: mamá
no puedo con ella.


POLVO PARA MORDER IV


Y la ceguera que es penumbra y cárcel.
Y la vejez, aurora de la muerte.
Y la fama, que no merece nadie.
Y el hábito de urdir endecasílabos.
Jorge Luis Borges

Vara blanca del ciego
con que el ciego aguijonea la oscuridad.
Vara blanca del ciego en un aire callado
donde la oscuridad abre sus uñas,
enfurece sus polvos,
hierve sus aceites.
Y es el silencio ciénaga donde el ciego se hunde
irremediablemente,
la vara sin un gesto.
¿Quién velará por él?

Sólo la palabra lo tomará del brazo.
Solamente el poema le hará cruzar la calle.


POLVO PARA MORDER V


¿Y las palabras?
Funeral, silencio.
El cielo es una esponja que devora los pájaros.
¿Y las palabras?
Como arrumbadas ellas,
como escombros,
como montón o nada que decir,
como basura humeando.
¿Y las palabras?
Unas: como un altar de clavos.
Otras: como luto en las mangas.
Como rotas de amor y para siempre.
Una bestia emplumada mete su hocico, escarba,
pero ellas arrumbadas como huesos pelados o
nada que decir.
¿Quién arriesgará un ala?
¿Quién meterá su lengua sin temor a una herida?


POLVO PARA MORDER VI


Finalmente
palabra
he de morder el polvo
para que tú
puedas mover las alas
para que yo
respire de tu aire
sin conocer
el aire que respiro.


POLVO PARA MORDER III


Bésale las piernas a la poesía
aunque diga que no que aquí nos pueden ver.
Bésale las palabras hurga su lengua hasta
que abra los brazos y diga ¡santo dios!
o hasta que santodios abra los brazos de escándalo
bésale a la poesía a la loba
aunque diga que no que hay mucha gente por aquí
nos pueden ver. Bésale las piernas las palabras
hasta que no de más hasta que pida más
hasta que cante.


POLVO PARA MORDER


A veces la palabra
como una copa rota donde morder el polvo
y otras veces un agua
de alumbrar.

Asomada a los cielos, la palabra,
es un tambor de polvo deshecho al primer golpe.
remando en el infierno, la palabra,
es un agua posible sobre un manto de cólera.

Entonces, la palabra,
¿polvo, para morder en la oscuridad?
¿Agua, para alumbrar este cuerpo callado?


PASA VALLEJO NAVEGANDO EN EL POLVO


Magro, cetrino, casi hierático, me pareció
Un árbol deshojado. Su traje era oscuro
Como su piel, oscura.
Ciro Alegría

Un Santiago de Chuco de labios apretados lo ve
pasar y dice: como si la victoria y la derrota
comieran de su plato. Y dice: como un hueso
escarbando en el habla de nadie. ¿Y tanto así?

Pasa un zumbido, un triste, alguna capa, un capellán,
un globo sin su niño, un ala que saluda. Las tardes
son iguales aquí. Pasa Vallejo navegando en el polvo
de las demoliciones.

Como si la victoria (se lo dije), como si la
derrota (¿no le digo?) comieran de su plato y
él escupiera el plato porque un dedo de sangre
va abriéndole los ojos, porque hay un aguacero
que se lo lleva todo.

Pasa el maestro de escuela por las calles vacías.
Una mano cortada lo lleva de la mano.


PACIENCIA


Sordomuda,
en tu lengua vacía flota Janitzio, la sila,
pasa Dino Campana vestido de bombero,
arden las casa de Chiloé con sus escamas de madera,
no dejan de girar los voladores de Papantla,
y el trío Matamoros canta "Lágrimas negras".

¿Y qué esperaba yo, mirándote la lengua treinta y
tantos abriles?
¿Un tifón? ¿Una chispa, trébol de cuatro llaves?
¿Un vendedor de biblias?
¿"Una juventud amable, heroica, fabulosa, digna de ser
escrita en letras de oro"?

Sordomuda,
estoy sentado en el lugar de siempre y en tu lengua
vacía escucho pasos.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO IV


Lluvia, somos dos extranjeros,
mi nombre como el tuyo
es una travesía,
un deambular por puertas
cerradas para siempre.

La gente entra en mi sueño
como por otra casa
y tus breves colores se
deshacen contra el olvido,
pero ya lo sabemos,
no hay nada que tratar con su
navaja,
nada que preguntar en sus regiones.

Lluvia
somos dos extranjeros,
nos separa una herida.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XXI


Imperturbables.
Sin decir agua va.
Como la parca.
La que no pide silla ni licor.
Irrespetuosamente,
se instalan estos gallos más ciegos que el olvido
a colgar con esmero del clavo de mi lengua
sus palabras prohibidas,
mis blasfemias después.

¿Por qué tanta lejanía?
¿Falta de documento?
¿Acaso soledad?
¿Incertidumbre y asco?

el mar busca una puerta para seguir golpeando
y su recuerdo danza para vos (o para tu recuerdo)

Yo me subo a ese tren o compro algún periódico o
enciendo este cigarro,
y es el día del látigo en el hombro
cuando los que yo cito,
agitan asustados el pañuelo mugriento de sus alas.
Sin alimento van.
Ni rumbo tienen.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XVII


Alguien ha entrado al mar como a una casa,
humaredas de espuma le entorpecen el habla,
lo ciegan,
llenan su corazón de harina negra.

Si el pescador era propiedad de la tierra
el ahogado pertenece al mar,
y es inútil disputarle a las aguas esas verdad pesada.

Como el rostro del que entró para siempre
al espejo del agua,
en un país que desconoce.

En el muelle,
la muchacha de la bufanda azul espera.

La memoria es a veces como una piedra enorme
en los brazos de un niño.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XIV


En la ciudad del vino:
los arrabales que levantó el odio.
Por lugares así deambula el extranjero.
A ratos mira su pedazo de hembra en una foto
y una memoria roja
se le deshace a gritos en la boca.

Es el vino que hierve sobre los mostradores
del olvido,
son callecitas breves de mordaza y navaja,
cicatrices del día que es mejor no tocar.
Todo conduce a un patio donde la luz –disculpen-
es escasa.

Bandoneones pintados por Gaeta sangran
desentonadas palabras de alquitrán.
Y aquella vez el extranjero desconoció al escriba
-un servidor-
sobre los basurales de la noche
bailó su tango con la muerte.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XII


Creo
en el nombre prohibido del extranjero,
en su caballo oscuro,
en su único ojo bueno, en su peste, en su vino,
en sus alas mojadas.

Creo
en la sangre seca de sus manos después
de tanto olvido, en su sal derramada,
sus largas caminatas por muelles y países.

Su corazón a punto de volar en pedazos.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XV


Atangados,
oscuros suelen ser
los gallos que yo nombro
sólo emiten quejidos que se rompen sin gloria
como huevos podridos contra el sueño.
Quieren cantar y anuncian los adioses, las
desaparciones y hoy no hay carta.

Yo soy el extranjero que sangra en sus milongas,
el que recuerda a gritos esa mujer o cielo o
bienaventurados temblores de tus pechos,
lámparas de tus hombros


para mi última noche.

Es época de lluvia,
entro por tus gemidos donde se cruje y duele
así en la cama como en el suelo.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XI
ESTA CANCIÓN TIENE LA SOGA AL CUELLO


Un hombre,
cualquier hombre,
acaso el transmigrante,
lleva un pequeño blues en la garganta.
Estalla en las armónicas del día
cuando los ademanes del silencio preparan su emboscada.

Un hombre,
cualquier hombre,
lleva un pequeño blues en la garganta.
Duele como la noche.
Quema como tu cuerpo.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO VI


Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre-como el tuyo-es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus revés colores se deshacen contra el olvido.
Pero ya lo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO IX

Los gallos ciegos del olvido invaden como ratas.
Mi rostro es hoy una canción prohibida
en la ceniza de sus ojos.

Y el ilegal, el otro, el exiliado,
va escribiendo carajo sobre viejas barajas,
repartiendo ese grito entre los hombres.


ORACIÓN / VI


Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre — como el tuyo — es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus breves colores se deshacen contra el olvido,
pero y alo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.


¿QUÉ BUSCA?


El poeta, como el cazador pobre,
a lo que salga.
.Baldomero Fernández Moreno
El domador que mete su cabeza
dentro de la boca del león, ¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Busca su propia lástima?
El poeta que arroja su anzuelo
en la garganta de la Sordomuda,


¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Que tenga lástima la Sordomuda?
¿Busca su propia lástima?
Y el público, ¿está loco? ¿por qué aplaude?
Hoy la tarde sobre Ingeniero White es suave
como mi abuelo peinándome de niño.


¿PREMIO?


Me presento a un concurso
y gana este dolor.
Por unanimidad.
Y SE ASFIXIA Y SE AHOGA


El hombre que saca la cabeza del agua,

es un pez y se asfixia.
El pez que mete la cabeza en el agua,
es un hombre y se ahoga.

El poeta escribe en la línea del agua,
y se asfixia,
y se ahoga.


YO DIGO ADENTRO MÍO


Adentro hay una boca recibiendo a la lluvia
y una mano queriendo penetrar en los trenes.
Adentro está mi infancia con su mañana blanca,
mi pueblo, allí, colgando de la lengua del día.
Adentro está tu frente pero nunca los lunes,
porque adentro me sombran el reloj y los diarios.
Adentro está lo bueno, lo malo, lo que queda,
mi corazón adentro un pájaro sin rostro.
Adentro tengo al viento derramado en tus hombros,
es decir, este aroma de ausencias y de gritos.
Adentro estoy yo mismo
golpeando para afuera
y hay una almohada tibia donde apoyo tu nombre.
Adentro está el otoño el café el intestino
las rótulas tus ojos el parque que olvidaste.
Adentro están doliendo tu setiembre y mis pasos
y hay una piel llorando.
Ahora,
adentro mío se oxida una ternura.
Yo digo adentro mío, en esta tarde
de otros.


UN HOMBRE GRITA EN NUEVA YORK


Quiere ver a la mujer aquélla
vestida de mujer aquélla
quiere ver sus muslos inflamables
su regular concupiscencia ?
conocer a sus pechos desordenando el mundo
acérquese
ponga el ojo aquí sobre la sien
justo en el agujero de la bala.


ÚLTIMO MOMENTO


Distintas informaciones recibidas hoy de
fuentes extraoficiales, indicarían
un acercamiento entre tu corazón y el mío.
Dichos voceros señalan,
una cuestión de piel irremediable.
Los observadores estiman que te amo.


TAL VEZ SI LA QUEMARA ESTE BARRIO SERÍA MÁS AMABLE


Mis vecinos son sanos,
tienen el paso elástico y recortan el césped los domingos.
pero yo no conozco a mis vecinos.
Tengo mi casa aquí,
pinté verde la verja, la pared blanca,
pero no los conozco.
Los supongo educados,
Eso se ve en el moño que corona sus bolsas de basura.
Mis vecinos son sanos,
tienen un perro largo que arrastra las orejas,
y un jardín de candados.
Tengo mi casa aquí, puse una piedra, planté una veranera,
pero no los conozco.
Cada mañana escucho el golpe del periódico


contra sus puertas de metal.
Estoy viendo mi casa. Si le prendiera fuego,
un curioso quizá se acercaría.
Pienso en mi casa, tal vez si la quemara
este barrio sería más amable.

SOLEDAD


Nadie.
Como decir:
todos del otro lado.


SILVIA PLATH LAVA UNA TAZA SECA UNA TAZA


Qué cabeza la mía,
dejé una frase suelta y una rosa en el horno.
Cotidianos trajines, calores, taquicardia,
y un almohadón de plumas
con un lápiz labial justo en el centro.

Qué cabeza la mía.
Yo buscaba algún parque y encontré en un mal sueño
una torta partida por un rayo.
La sala está revuelta.
El miedo de un venado


no cabe en este horno,
por eso huele así toda la casa.

Pero a quién se le ocurre
dibujar una piedra y tropezar dos veces,
llenar un cenicero con los puntos y comas
de alguna carta antigua.
¿Hubo un Adán violento?


¿Hubo un amor-halcón
"de una vez para siempre"?

Qué cabeza la mía,
guardar los zapatones en un charco
y aceptar ese baile sabiendo que me espera
una puerta cerrada tras la puerta.


MANUAL DE LOS BUENOS MODALES


Mis vecinos son sanos,
tienen el paso elástico y recortan el césped los domingos.
Pero yo no conozco a mis vecinos.

Tengo mi casa aquí,
pinte verde la verja, la pared blanca, pero no los conozco.
Los supongo educados,
eso se ve en el moño que corona sus bolsas de basura.

Mis vecinos son sanos,
tienen un perro largo que arrastra las orejas
y un jardín de candados.

Tengo mi casa aquí, puse una piedra, planté una
veranera,
pero no los conozco.
Cada mañana escucho el golpe del periódico contra sus
puertas de metal.

Estoy viendo mi casa: si le prendiera fuego, un curioso
quizá se acercaría.
Pienso en mi casa, tal vez si la quemara
este barrio sería más amable.


LÍMITES


Mi pueblo
limita la norte con Bolivia y Paraguay,
al este con Brasil, el océano Atlántico y Uruguay
al oeste con Chile.
Y Luisa,
se pudre en una celda de dos metro por uno.


LUGAR


Lugar, es el nombre del animal más grande de la tierra.
Hay quienes aprovechan su sombra y no saben que existe.
O beben su saliva y lo confunden con un río.
O duermen en los huecos que dejan sus pezuñas en la tierra
y piensan que la tierra es así.
Los exiliados cargan sus pedazos de tiempo.
Otros clavan zapatos en el barro.

Hay ciegos que cambiaron la vista de la certidumbre.
Algún dios carpintero que fabricaba muebles repite
la sentencia :
"Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.
Pero los desaparecidos ¿ dónde están ?
Si el nombre que los nombra parece un chupadero.
Todo es ajeno aquí
Somos los extranjeros

de un lugar que era nuestro.

El deseo escribe en un libro sin hojas.
Alguien se prende fuego envuelto en un secreto.
Hay quienes buscan que el amor les corrija la rabia.
Otros rezan, divisan un lugar después de este lugar.
Está el que desespera :
si ese animal ocupa tanto espacio, ¿por qué no puedo verlo?
Unos pocos eligen atravesar un sueño para llegar a un sueño.

¡Ah, si el silencio dijera sus lugares!
Ahora, cada baldosa es un campo de caza.
En días por venir, alguien
escarbará en las preguntas hasta desenterrar un fémur,
algún diente de lo que fue un lugar.
Pero no en esta casa con un piso de viento.
Aquí nadie se mueve, ha llegado el gran día.
Reparten un desierto entre todos los hombres.


LA SILLA PRESTADA


La selva está hecha a lápiz, punta fina
sobre papeles rotos, garabatos que se alzan en el
aire y cajitas de música y el oso perezoso.
Una lágrima verde rueda sobre la lengua del jaguar.
Tierra tatuada, selva
con la palma en el centro que en un aire de reina
despliega su penacho, su cabellera de hilos,
su serena ebriedad.


LA POESÍA ES UN MAL NECESARIO


La verdad que es muy mala vecina.
La verdad que hace ruido de noche.
Más si quiero algo de su cocina,
siempre a mano tendré: un caballo, un tonel
de palabras, una taza de azúcar
y la luz que me falta.

La poesía es un mal necesario.
La verdad que me aturden sus voces.
Pero si me cambiara de barrio
no tendría jamás: un color, una mano
caliente, una taza de azúcar
y la luz que me falta.


Quiero la boca de la poesía sobre mi boca.
La verdad que es muy mala vecina.
La verdad que hace ruido de noche.

Más si preciso algo de su cocina,
siempre a mano tendré: una bronca, un temblor,
una pena, una taza de azúcar
y la luz que me falta.



ILUSIÓN


Está dormida, sueña, sus párpados esconden un
aplauso cerrado, un puñal de hojalata, un
castillo de mimbre.
Seguro que en su sueño alguien está soplando un
almohadón de plumas y ella viaja y visita.
Los 33 Billares o El Blanquita
(Hoy: Los Imperio, Ana Libia, Los Tres Ases,
Paco Miller y su muñeco don Roque),
y trae una botella en cada mano.

-Ahora está soñando. ¿Con quién sueña? ¿Lo
sabes?
-Nadie lo sabe.
-Sueña contigo. Y si dejara de soñar, ¿qué sería de tí?
-No lo sé.
-Desaparecerías. Eres una figura de su sueño.
Si se despertara ese Rey te apagarías como
una vela.
Pero ella está borracha y lo que sueña es tan
vertiginoso que no puedo seguirla.
Habrá que adivinar, mis ojos fijos en su cuerpo
que se estremece, se sacude, que respinga,
que tiembla, como una telaraña en la cuna vacía.


FLASH BACK


Hay una habitación a oscuras
y un hombre dentro de la oscuridad.
Hay un corazón oscuro dentro del hombre
y un rostro de mujer dentro del corazón.
El hombre se pregunta:
¿quién puede dormir esta noche si los pechos
de la mujer aquella saltan sobre el alambre del
recuerdo y caen entre mis manos?
Se pregunta:
¿quién puede dormir esta noche,
si una mujer apedrea mi piel desde sus labios?

En cualquier calle de la ciudad vacía puede
encenderse un rostro de mujer,
que entra a la habitación,
se desnuda callado sin encender la luz,
y se recuesta.

El silencio se duerme en la saliva de una mujer y un hombre.
En la mesa de todos los días,
una manzana abierta golpea contra la oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario