La página contiene las frases y los poemas de mis autores más admirados, que hasta hoy me acompañan en el camino de la creación poética
martes, 9 de mayo de 2017
JORGE BOCCANERA III
XVII YO PARA SANGRAR TENGO EL POEMA
¿y tú que dices luces
empacarás aquel presente,
pondrás los sellos
con una nota de ya no soy la misma?
Tienes derecho a rehacer la vida
con él, la soledad, las otras puertas,
y con esta forma de mirar más hacia el viento, hacia el poniente,
con una forma de sentirte amada,
tan ala, tan rotunda,
que nada derribase tu poema.
Sólo tal vez.
Déjame hacer a mí las conjeturas,
que yo para sangrar tengo el prodigio
de no olvidar, de ser impenitente.
XLV CUENTO
L. Albán
Te voy a decir la verdad:
Es sólo un cuento, una mentira más
que no pude tirar por la ventana.
Es cierto que anhelaba
más que el roce de tu mano al asirse a mi brazo
para cruzar la calle o la orfandad.
Es cierto que te quería desnuda,
enfrentada a la noche,
hacía ya tantas noches.
Pero todo es un cuento aprendido
que repetí en mi ceguedad
para que fueras
esa estrella silente cayendo en mis cuadernos;
todo tenía el rubor de una conquista,
de una simple aventura
que no pude olvidar,
nunca pude.
XLIII UNA ALTA SONRISA PUEDE MÁS
Yo nunca amé la vida tanto.
Tosca. porque nunca al borde del precipicio cuesta más el abrazo.
Vicente Aleixandre
Una alta sonrisa puede más
que la muerte agazapada.
Tanto sueño desposé con tu ausencia,
tanto manchado tálamo
se irisó con el tiempo,
tantas veces barrí
ocultando bajo la alfombra
el desasosiego del polvo y el olvido.
Pero cómo te has diluido de distancia,
cómo la memoria de las heridas
va gestando su huella
sobre esta sangre volátil de los aguaceros.
Ya no sé dónde está tu país;
mi país no es una patria,
es tan solo un papel que se derriba
en media carretera,
que aun mancha los besos que nos dimos.
Aún me resisto a dar el salto.
Ante los altos muros de las ciegas ventanas
no me espera más que el poro sangrante
de tu lejanía,
quizás la bala perdida en la ciudad ajena
que ayer celebró mis versos
imaginando los rostros de sus propias mujeres.
Yo nunca amé la vida, así,
tanto como al vértigo,
sueño de espejos
donde tus dedos van borrándose en mi espalda.
XL SI
Tenía 14 años cuando escribí
estos versos comunes que recuerdo
detrás de tus palabras:
Si tú me amaras,
esas palabras unidas todas
por el eco de una voz lejana.
INÉDITO, 1965
Y si fueses audaz,
espina de la ausencia,
vistiendo los amores inconexos
que te siguen,
anchurosos
tras los cristales empañados.
Si pudieras vencerte
con mi palabra sola
y sus números enteros,
y sus latidos.
Si yo al menos lo lograra:
Decirte algo
que fuese más que el verde,
pronunciar un filo
donde estés al borde del abismo
embelesada.
Incapaz de soltarte del hechizo
y su veneno,
prohibiendo a la noche
prohibiciones absurdas,
no más razón de amor
que la ya tan pronunciada:
sacar del otro
al otro que nos ama,
al que inventemos,
asidos al vejamen de maderas vencidas
que sostienen las ventanas,
poniendo el ojo
en la mira nostálgica del duelo.
Si tú me amaras.
Esas palabras.
No sabe aquel niño
cómo le sirve la memoria
a la cincuentona edad de mi estrategia
saber que un si condicional
lanza un precipicio que no podemos saltar
sin lastimarnos.
¿Acaso para morir
debimos respirar más lentamente?
XIX SI TU ROSTRO AL MENOS SE DISIPARA
aún en contra de los presagios.
Narcisa Castro.
Si tu rostro al menos se disipara
y entre la niebla
deshilara uno a uno
sus filamentos dorados, rosáceos:
si tus ojos derritieran su miel
gota a gota,
cayendo al vacío, disecándose luego,
y no viniesen nostalgiando tanta noche.
Si tu ciudad no viajase
igual que tus palabras
y no te encerrase y ya no sangrara
por esta pantalla manchada de mi sed.
Si tu abrazo, tu beso,
no existiesen tan ciertos
como amanecer con tu nombre
en todas las esquinas.
¿Acaso podría
clausurar esta historia
que nació en la frontera de los sueños
ante los vaticinios?
es una casa
que se quedó sin puertas.
VERDAD
Esperar
es trenzar una mirada detrás de la corbata,
sin ninguna esperanza.
Es amargo este pan en la gaveta.
Este iniciar la fila sin apoyo alguno,
solo, en un rincón sin nombre.
Sin embargo,
esta noche miraré entre muebles viejos
mi desenfreno junto a las ventanas,
me he de recordar
bebiéndome tus pechos tiernamente,
y entrará mi voz
y con ella una música de hálito y rocío.
Ya amaneció y estoy cansado.
Quizá porque lo estoy, mañana he de decir
que esto es verdad y está de punta: mi corazón,
mi sangre,
y la sed cotidiana ante el olvido.
VELAMEN DEL DESEO
Escucha.
Es sólo el viento,
el viento, sólo eso,
inaugurando nuestros poros
con sed de traspasarse y ser la música
festiva del encuentro.
¡Ah, el agua que enarbolo fecunda
para alcanzar tus praderas
y anegarlas todas!
Deja ya abandonado ese cardumen.
El aire es la frontera del deseo
que emana al imaginarte entera ante el amor, mujer que me redime,
estocada que vence, a mis costados,
la empinada soledad que conociste en mí.
Deja más allá del aire, el velamen
suspenso de tus labios, que yo he venido a culminar en tus laderas
los ríos crecidos del indómito poniente
de este amor.
REGRESOS
dónde se encuentra el territorio amado;
más allá del reproche
dónde calmar la sangre de los besos;
más allá de la brisa que desdeñas
dónde unir con el viento mi caricia.
Porque vienes abriéndote en espasmos,
entre crucifixiones y regresos,
en la espuma que elevo,
yo pretendo iniciarte con un pétalo,
un puñado de raíces desprendidas
hacia el ala que todo lo conmueve.
Y sé que en ti viaja como un herido el beso,
que en ti nace amortajada el alba,
y que yo estoy de pronto
descubriendo mañanas, alentando brasas,
fundando los rincones.
Más allá del reproche,
sé que vienes,
y que eres necesaria.
Yo para sangrar tengo el poema,
Toda mentira crea otra verdad.
Mi sueño de amor se desvanece por siempre.
¿Sabes?
que te amo
RECUERDO
Ayer,
Hoy amanecí como un día más.
Deja ya suspendido ese velamen.
De pronto sé
a veces camina como yo.
CUADERNO DEL ESPEJO
Entre el espejo y yo, hay un hombre hecho polvo.
El perro de policía luce sus colmillos de cristal.
Su saliva ya sueña con mis huesos.
El espejo se cree que está leyendo un cuento
Todo el espejo es hambre.
Duermo apretado en el espejo, con mi padre y mis hijos.
El espejo no escucha, pero te lee los labios.
La trampa del espejo está hecha de paciencia.
El espejo relata, una vez, otra vez, el cuento de mi cara.
En la red del espejo hay un pescado.
Suele mirarme como se ve un hermano.
El espejo es un pozo que se tragó mi infancia.
Todas las cacerías empiezan y terminan en el mismo lugar:
el campo pulido del espejo.
Espejo delator.
Fragua un retrato hablado del fugitivo.
Está hecho de cajones de espanto, el espejo.
Allí guarda las caritas de trapo de los niños,
planchadas, ordenadas, prolijas.
Mi rostro, el tuyo, afilan los espejos.
El espejo es un libro que está leyendo un libro.
EL EXTRANJERO (UNO)
Como un aullido el corazón.
Como un grito que piensa y que se aturde de su propia ignorancia.
Todas las palabras caben en ese gesto.
(El aullido de un mono, por ejemplo).
Cada día, cada hora, se descuelga del sueño
y se arroja al vacío, se muere
y resucita en un juego que nunca me tocó decidir.
Condenado a ser apenas una sombra
en medio de su afán, escucho su respiración bajo mi ropa.
Ronca como la selva a medianoche.
Un extraño, un aullido enterrado en mi cuerpo.
Lo he visto dibujado en las hojas de un libro.
Se llama corazón.
Nos vamos pareciendo, poco a poco.
Yo no tengo diez dedos en las manos.
El a veces camina como yo.
MADRE (FOTOGRAFÍA UNO)
¿Cuántas llaves su boca?
Candados que la visten. La roban de la luz, escondida, entregada.
Ladran perros de trapo en cajones saqueados por el polvo.
Todos los movimientos de mis manos la dibujan.
¿Cuántas llaves su boca?
Días ajados flotan sobre palabras rancias,
en el mismo rincón donde mi edad es un ruido
y una canción de vidrios sucios quiere hacerme dormir.
Ella respira los venenos.
Esa señora vive a dos pasos de nadie, replegada.
Y vuelvo a ser un niño hecho sed
y ella el agua
escondida entre las piedras.
¿Cuántas llaves su boca?
¿Cuántas vueltas de llave?
EL ALEBRIJE
Algunos artesanos mexicanos han construido alebrijes,
figuras monstruosas de papel maché
pintadas de colores chillones.
Las manos de estos artesanos
han captado los restos de una pesadilla;
un híbrido de seres que cruzaron un umbral prohibido
para engendrar a la pavura.
Entre la burla y el escarnio,
barro contra los ojos, boca de carnaval,
el Alebrije paga una culpa antigua anterior al pecado,
y es remoto por dónde se lo mire.
“Toda piel es disfraz”, sentencia a ratos, briago.
En guerra con él mismo
-cuerpo de dos cabezas sacándose los ojos-
sueña perfumes dulces que le comen el alma
caga prolijamente rayas de presidiario.
Entre la repulsión y la piedad: el Alebrije.
Prisa de pato en salmo de tortuga, perro metido
a pájaro, y la sangre a lunares
bajo el lomo quemado, achicharrado.
El globo de los ojos a punto de estallar, las alas atrofiadas,
lenguas partidas serpenteando entre los dientes carniceros.
Son pocos los que han visto un Alebrije.
No hay follaje que disimule este rencor,
ni piedra que lo oculte, ni una rama que acepte un parecido.
Son pocos los que han visto un Alebrije.
Y pocos vivirán para contarlo.
Algunos escucharon un verso en su saliva:
“el corazón de la mariposa es una garra”.
Otros creyeron ver una sentencia entre sus restos de comida:
“si hueles mi excremento sabrás que alguna vez me comí al diablo”.
Mascota de llorar.
Dragón que habita la piecita del fondo de una gallina tonta.
Cola de espinas que asoma por debajo del vestido de novia
Lo suyo es el espanto.
Lo suyo, es una guerra personal.
EL ESCRITOR FRACASADO (DIARIO)
Pruebas al canto,
sarna del trabalenguas que da palabras rotas y tacones torcidos.
Cada paso un traspié, borrón y cuenta vieja.
La frente muy en alto. La tonada es la misma:
“Fui gazapo en la tienda de orondo,
fui desliz en el reino de ufano”.
También el ser supremo se equivoca.
Pero él corrige con milagros.
Hay sueños que no ofrecen ni una gota de jugo.
Bancarrota con luces y guirnaldas.
Y siempre la tonada:
“Fui gazapo en la tienda de orondo, inclemencia y mal tiempo”.
Mal de muchos consuelo del que escribe:
“¡Yo, que tengo la mano lejos del corazón!”
La boca es un paraguas dado vuelta que reza su desgracia
Porque errar, es humano.
Porque hasta el más pintado se equivoca.
ALGUNOS CONSEJOS DE DOÑA LEONOR A SU HIJO EL POETA JORGE LUIS
No permitas que ella cruce el jardín de la palabra solo,
que descorra cortinas de tu sombra
o que apoye su olor en los peldaños.
Podría ensuciar los muros con leyendas.
Podría dejar dos velas encendidas
y la palabra solo nunca presta su almohada.
No compartas el taxi ni el pañuelo.
Vigila noche y día.
No le entregues la llave de la puerta.
No atiendas el teléfono.
Si te mira, no mires.
Que ella no ponga un pecho en esta casa.
SORDOMUDA
A tu boca cosida, Sordomuda,
llevo ramos de flores (flores de zempaxúchitl),
pongo locos de atar y velas, chocolate
y papeles de china recortados,
panecillos de miel y otras delicias.
Así es la muerte en México, próxima y querendona.
Por eso vas que flotas con pimientos de fuego,
calacas sombrerudas, altares de Mixquic.
Yo te cerré la boca, yo clausuré un color,
te enterré en un mal sueño,
una tumba chiquita, un abrigo de piedras.
Pero en ésta, tu tierra,
sólo los dioses tienen la dicha de morirse.
Yo sé esperar, yo espero, yo quiero estar despierto
cuando en los guitarrones de la noche,
suene el corrido de la Sordomuda.
EL EXTRANJERO (DOS)
Ojos de aullar, mirada de mugido
y lengua errante en boca del ahogado.
¿A eso vine?
Puedo ver animales partidos a cuchillo que duplican la selva.
Vuelan alrededor cartas de nadie a nunca que te rompen a boca.
¿A eso vine?
Mi reclamo es humilde:
encontrar sed de tigre en boca de la niña y hambre de halcón en esa sed.
Pero calzo estos días que nunca dejan huella.
y me visto de oscuros animales que se muerden la cola. y hablo con las preguntas que hacen nido en la asfixia. Me acercó este deseo:
que ella me regalara jardines para el dónde, me entregara paciencia para el cuándo.
Pero su simple cifra no se puede decir,
apenas el atisbo de nombrarla me deja entre las manos sombra de dos lugares.
Los espejos vomitan siempre un bocado más de lo que fui.
Regresé del exilio, volví a ninguna parte.
MADRE (FOTOGRAFÍA DOS)
Madre,
yo vi al perro en la leche.
Si lo hubieras visto, tu cara se habría escapado de tu cara.
No, Madre,
vi al perro del amor.
Si hubieras visto eso tendrías una piedra adentro de la lengua.
Madre, te juro, vi
al perro de la luz, lo vi de cerca.
La madre inclina la cabeza, llora por él, por todos.
CUADERNO DE ANA FRANK
I
Duermo la noche de la presidiaria.
Grandes olas de trapo para un cuerpo pequeño.
Los mismos corazones que hablan con el aullido de los monos
y besan como joyas hambrientas.
Vientos del país del diablo me relatan largas historias
de gente cuerpo a tierra.
Donde estaba mi calle, una almohada
se pudre bajo los aguaceros
Y soy la noche de la presidiaria, que sueña con linternas
que talan todo el bosque.
Apenas ésa.
Una caja de música en la parte más alta de la hoguera.
II
No hay otra que bañarse en un fuentón a oscuras.
Otros se bañarán bajo la ducha y entonarán canciones,
pero aquí será siempre un fuentón y un
profundo silencio.
Afuera, vigilan cada calle, cada piedra en la calle.
Aquí la oscuridad abre sus boca
y yo salgo a pelearle con un jabón pequeño y perfumado.
III
Busco el centro del silencio, ahí está, lo tengo.
Apunto bien y arrojo al suelo un plato sopero de la vajilla
de la señora Van Pels.
No hago añicos el plato, hago pedazos al silencio.
Y el silencio me mira con sus pedazos regados por el suelo.
Ahora todos están furiosos
conmigo. Somos apenas un plato quebrado contra el piso.
Esta noche soñaremos con el bombardeo.
IV
Estoy agarrada al filo de una callecita.
Mis ojos me sostienen.
Cuelgo de una cornisa. Hay una calle angosta tallada en el abismo,
es oscura como la sombra de estrella de la indiferencia.
El miedo de los hombres ha rodeado mi casa.
Me sostiene una risa de metales preciosos,
una ronda que juega con mis pasos,
me da confianza un árbol que se truena los dedos.
V
Mucho más que estar sola, alejada de los demás,
es estar sola, así,
sin los demás. Por eso yo voy siendo los otros,
y decir estoy sola
es nombrar mucha gente.
VI
Hoy nos toca paseo
y vamos a subir por la escalera.
Tomados de la mano, en un peldaño y otro
vamos a regresar por la escalera.
La escalera es redonda como el mundo antes de ser redondo.
Tal vez la vida sea un sueño repetido: el acero del
hacha contra un árbol de arena.
La escalera me lleva, me trae, de ningún lado.
Yo sé cuántos peldaños tiene, es un número inútil.
Cuando puedo elegir escojo la baranda. Es suave y
es muy firme.
Todo se ve distinto desde arriba.
Abajo cruje un mar inmenso.
Entre una tabla y otra, brillan las estrellas hundidas.
Hoy me toca paseo, por eso estoy al pie de la escalera.
Y vamos y venimos agarrados del brazo.
Cuando subo saludo a los que bajan.
Cuando bajo saludo a los que suben.
OLGA OROZCO MIRA UN CUADRO DE GERÓNIMO BOSCH
Porcelana en el dedo de la madre.
Oro en polvo en los ojos de la abuela.
Encajes en los labios de Margarita.
Puntas de pie, perfume de Francesca.
Una letra minúscula en las cartas de Gaby.
Nos evoca la lluvia Romina y su teclado.
Suave murmuración flota en los valses.
Espejos obedientes repiten acuarelas
Y el corazón de todos un oleaje sereno.
Pero afuera, la selva.
Y siempre algo que chilla
“como un cerdo al que degüellan en el alba”.
SANGRESECA
Preguntas que cortan las manos, queman la boca,
flotan en la cuchara.
Yo respiro preguntas hechas de sangreseca.
El insomnio de los colores engendra monstruos.
¿Qué engendra el país de los torturadores?
Un túnel de preguntas donde zumba una novia
de esparadrapo, la novia rota del camino.
La vi temblar en una foto y arrastrar sus dos pies
Es la memoria el humo de todas las palabras,
chispazo entre las alas de los días donde la muerte
tuvo domicilio, jardín de encapuchados, ropa sucia.
Ruedas de la memoria, sangre fresca.
Que el asco no te saque a bailar, que no te mire.
La pista es un pañuelo endurecido.
Y la novia, ¿utopías? ¿un puñado de fiebre
para cambiar el mundo?
La rosa del pantano engendra sueños.
Es la memoria ese sudor de madres.
En la cabeza llevan este fuego encendido.
SERVICIOS DEL INSOMNIO
Apilo noches cada noche.Paredones de sombra
donde mi sombra reza, traga un bocado,
un ruido de hojas secas.
Es a destajo y es de mala gana.
Yo tuve otros trabajos. Eso está en otra historia.
Ahora dedicación, la vista baja.
Castigo de las manos, pena. Una sobre la otra,
apilo noches, de barro son, cuadradas.
Ahora dedicación, la paga escasa.
Reseca es esta noche, hosca, de madres muertas.
Yo tuve otros empleos. Eso está en otro cuerpo.
Ahora dedicación, la lengua muda.
Soy el que apila noches toda la santa noche.
El que traslada escombros de una carta a la otra.
MANJARES
“Los hombres que cocinan”, dice el profesor Tauro,
no en las enciclopedias.
En la calle, a quien quiera escucharlo:
fritangas de coraje, vino espeso, chocolate de perlas.
Sentado en una mesa del bar El Lobo Púrpura,
cerca del Puente Negro, desliza pensativo
mole de guajolote, tamales de paciencia
Y tiende en el suspenso un mantelito a cuadros.
Perdices estofadas en globos de historieta.
Se le hace agua la boca.
¿La obsesión de su vida? Una bestia emplumada.
¿La niña de sus ojos? El jabalí adobado.
Gentilhombre. En la calle da el verbo “aderezar”.
Donde ayer hubo piedras, confitura de arándaro.
Salpicón de cordero donde ayer hubo frío.
Donde una vez el odio, se levanta un asado.
Frutas cristalizadas bajo lámparas suaves
y al que quiera escucharlo: carnero a la jalea,
vinagreta, uvas negras.
Te encomiendo mi alma: lechoncillo, jenjibre.
Se relame (osobuco), se le hace agua (salsita).
Grandes papas doradas como besos,
faisanes gratinados, caldereta, potajes.
Caviar del pensamiento y motivos del árbol del ají.
“Los hombres que cocinan,
encontraron el modo de evitar el suicidio”.
HISTORIA DE LOS DÍAS
Con paciencia infinita,
dócil, como algunos perfumes
que van rayando el aire con polvo de diamante,
yo llené una alcancía, la colmé, minucioso, sereno,
coloqué la ilusión, una y otra, el tintineo era de oro
(como el sonido de los días).
Con paciencia infinita yo llené una alcancía.
Era de barro (como los huesos de los días).
Cuando el tiempo la quiebre,
encontrará un puñado de clavos oxidados.
CUCHARA
Nace del verbo dar,
como si el corazón tuviera mango. Está hecha de lo que le falta, jamás se
guarda nada para sí
Podría medir el mundo, acunarlo, transportar
su misterio, sus campanarios de agua de una orilla a la otra.
Más humana que un perro. Más a mano que Dios.
LÁMINAS INFANTILES
Todo fue puntual y simple.
Hubo quien lo peinó frente al espejo
y quien le llenó la cantimplora.
Alguien le puso una moneda en el bolsillo.
Luego, la camisa planchada, el beso en la mejilla.
Uno cruzó los dedos. Todos lo acompañaron a
la puerta de calle.
Y el suicida, salió de cacería.
EPITAFIOS
La palabra en la boca del muerto. No hay nada más inútil.
Un diálogo de sordos. A destiempo un rumor
cuando todos se han ido.
Los mudos quieren tener la última palabra.
Nada más narcisista que un epitafio.
MANUAL DE CONVIVENCIA
Mis vecinos son sanos,
tienen el paso elástico y recortan el césped los domingos.
Pero yo no conozco a mis vecinos.
Tengo mi casa aquí,
pinté verde la verja, la pared blanca, pero no los conozco.
Los supongo educados,
eso se ve en el moño que corona sus bolsas de basura.
Mis vecinos son sanos,
tienen un perro largo que arrastra las orejas
y un jardín de candados.
Tengo mi casa aquí, puse una piedra,
planté una veranera,
pero no los conozco.
Cada mañana escucho el golpe del periódico
contra sus puertas de metal.
Estoy viendo mi casa. Si le prendiera fuego,
un curioso quizá se acercaría.
Pienso en mi casa, tal vez si la quemara este barrio
sería más amable.
AGUARDIENTE
Ella estampa su boca en un papel
y cierra lo que queda del día.
Duerme plácidamente,
la cabeza apoyada en un cactus
en la misma ciudad donde pido socorro.
Ella apoya la sangre en palabras no dichas
Abandona su boca en el papel, rostros
que se destiñen en su lengua,
vidrios del aguardiente,
gente de no fiar.
Recorren la ciudad esos papeles,
flotan sobre los altos edificios.
Yo soy el distraído, el que vive
sin ver explosiones nucleares debajo de la tierra.
Y ella puede llevarme de la boca,
tatuarme un par de cuentos,
golpear el aire con una breve ola de rouge.
Ella sabe que puede bailar en un susurro
y darme entre los ojos con los ojos cerrados.
BESTIAS EN UN HOTEL DE PASO
Escalas del deseo para el rinoceronte, gran cuerno de atizar.
Hay un ancla de huesos enterrada en un cielo distinto al de los libros,
una historia de escamas y de plumas revueltas en abrazos y vapores de júbilo.
La gran mole ladeada acomoda la verga, echa a rodar su lágrima de polvo.
Peldaños del deseo para el que corcovea y respinga de gozo.
Racimo de pezuñas tachonadas al lomo de la tierra.
Y en la noche del cuerpo: un tambor de jadeo,
selva de cañerías,
de dos que se despiertan dentro de un laberinto
y agitan sin desmayo sus perlas oxidadas, sus armaduras
tristes, sonajeros de fierro.
Llueven migas de pan cuando la hembra conversa:
“Desde éste, mi lugar, puedo ver la otra orilla”.
El, callado, contesta
que en dos patas es fácil olfatear ramas altas.
Y en el cuento infinito,
el cazador apunta a la cabeza de los sueños.
HUELLAS
a Jorge Teillier
En el sueño soy otro que se parece a mí.
En la arena del sueño cruza un tren.
La silueta de un viejo va borrando las huellas
con un plumero negro.
Tras la locomotora, el ruido de tus pasos y los míos
anudados a un tango, a una canción revuelta,
a un roquerío lejano donde van a morir todas las camas.
Y la luz en la luz.
Y el anciano en lo suyo.
En el sueño soy otro que se parece a mí.
Este que ves ahora, no se parece a nadie.
ESCUCHANDO UN DISCO DE C. E.
No te muevas, no digas, no te mires las uñas oxidadas
y no cambies el disco, no revuelvas la sopa
que estoy al borde, justo donde dice hasta aquí
y un animal de polvo agoniza en las sillas,
no des vuelta la página, no cierres los cajones,
no mires el reloj que sopla un país helado debajo de las suelas,
por eso no respires ni soples esa vela que me caigo del mundo.
“ESTA NOCHE, AMIGA MÍA...”
Todas las ventanas de los bares,
tienen una cara como la mía estampada en su nada.
Un día ocurre.
Tu rostro ocupa lo que veo y es el paisaje que respiro.
Hay una hoja caída de tu corazón
que pasa de la realidad al misterio con sólo pestañear
y sobrevive a la tormenta como los héroes de los cuentos.
Describe un abismo entre tus ojos y la noche
que en un mismo azar trastabillan cosidos por la lluvia.
Todas las ventanas de los bares tienen una cara como la mía
viendo pasar la gran ciudad, maquillaje barato del desierto.
EL HOGAR
El cuchillo golpeando la madera.
Sobre la tabla de picar cebolla
el tableteo de los días, el cuchillo
golpeando en la madera.
Aguijón que retumba sobre la tabla de picar
y el día desplumado al fondo de la olla,
y el cuchillo golpeando la madera.
Cizaña de la música y redoblante, escarcha
del acero que corta, que desgarra las sombras
asustadas detrás de cada puerta.
Y el cuchillo golpeando la madera.
Bajo el filo mellado ruedan los labios que callaron,
que se oxidaron sin reclamar el aire que nos falta.
Y el cuchillo golpeando,
y aquella empuñadura como mano de muerto,
y las horas hirviendo al fondo de la olla
LABIOS DE RAMAS QUEBRADAS
Sabemos que el sonido de un río es el ruido del río,
y que no tiene nombre, y lo reconocemos.
Es igual que ese nombre que llamamos tu nombre, y lo reconocemos
y es el ruido de un río.
BIENVENIDO
La palabra perro se levanta temprano,
me plancha las camisas, es más mala que un perro.
Lleva agitado un corazón pequeño.
Pero no tiene corazón, no me habla.
Mastica mi comida antes de que yo me la lleve a la boca.
Silva cuando me duermo.
La escriben en el cielo con humo que envenena.
Una gota es mortal. Trabaja todo el día.
El sueño está tatuado con sus dientes.
Si una mano cortada me escribiese una carta, yo la recibiría.
Son estrellas deshechas de sus ojos,
no se pueden mirar, no se pueden dejar de mirar.
Un mundo tapizado de ladridos.
Atiende en el espejo, entrega a domicilio cucharadas de hollín.
Por la calle sin nadie va el día disfrazado de la palabra perro.
No quieras enterarte qué dice esa palabra.
DESEO
Sea mi cabizbajo tu esperanza, mi enrarecido tu obsesión,
tu inocencia mi trueque,
tus dientes mi amuleto,
mi alcoholizado tu noviazgo. Y un día,
cualquier día,
se te haga agua la boca para mi navegar.
BOLEROS
I
El perfume de tu voz dice mi nombre
como si mordiera una sombra.
II
Y tu cuerpo
era el tamaño de mi ataúd.
III
Me gasté en ese roce contra las uñas de su voz
como si aquellos labios rojos
se fumaran un hombre.
IV
El mar está hecho de botellas que arrojamos al mar.
Tu pelo se revuelve en un aire lejano
Alguien quiebra botellas en mi noche vacía.
BUJÍAS
En las paredes de mi cueva las cifras de tu música
y un bisonte tatuado que corre entre las piedras,
las branquias de una estrella,
y la pequeña ola de tu voz.
Bendita sea la luz que alumbra esa pared.
Y cuando se hizo noche.
Maldita sea la mano que me robó tu boca.
BALADA EN SAN JOSÉ
Te busco, no porque esté aturdido,
porque deba cruzar un puente hecho de tablas flojas,
o por saciar el hambre de un capricho, como si eso
me hiciera un hombre menos solo.
Ni para coleccionar huellas en un álbum de nieve,
ni por la vanidad secreta de nombrarte
y pensar que estás pensando en mí.
Ya te encontré.
Y te busco.
TANGO DE LA CONTORSIONISTA
Vivo agarrado de tu trenza larga,
guindando, dando rumbos,
aferrado a ese hilo con voz de polizón y un
abismo en las suelas.
Y ella no come de mi mano.
¿Podré asomarme al filo de su rostro?
¿Alguien trató? ¿Dijo, me juego la cabeza?
Vivo trepando por su trenza larga.
Ella se bambolea, se retuerce, se comba, hace
oscilar las piernas, sabe quebrar los brazos.
En el hombro un tobillo y una mano en los ojos.
Ondulante cintura de la contorsionista donde
instalé mis sueños. ¡Santo Dios!
Da cornadas de ciego su mejilla en el barro,
pero no come de esta mano,
yo tengo manos que no duermen.
Vivo agarrado de su trenza larga como de una cornisa.
Si algún día tratase de frenarla despertaría su furia:
de serpentear es ella,
de culebrear su trenza
"sabor de mate amargo".
Cuando ovillada en sus calones se duerme
sobre la cabeza de un alfiler.
Anoche soñé que un enjambre de brazos me
levantaba en vilo para arrojarme lejos de su carpa.
¿La extrañaba después? ¿Hubo remordimiento?
PLACENTA
Fue el fin del mundo cada día,
cada rosa cortada, cada borracho sobre su bicicleta.
Alguien se despertaba, se miraba aJ espejo
y eso era el fin del mundo.
Todo y por todos lados, cada grano de sal,
una puntada aquí en la sien o un auto a gran velocidad.
No había película que hablara de otra cosa,
Ni cosa que estuviese fuera de esa película.
Fue el fin del mundo cada día, cada minuto y
cada café frío.
No había felicidad sin sus ropas ajadas
y el rostro que besabas era el del fin del mundo.
No había carta que no abriese con su enorme
cuchillo de cocina.
Ni la estela de un bote escapó de sus redes.
Ahora mismo,
un teléfono suena y atiende el fin del mundo.
¿LA IMAGEN ES UNA CREAClÓN PURA DEL ESPÍRITU?
El sol es una taza rota y su Java no acaba de volcarse.
Eso pasó hace mucho.
El sol existe así porque así lo soñaron los
huicholes y después lo encerraron en sus cuadros de estambre
en sus mantas, en sus cucharas sabias
sus· cucharas sabias.
Uno pintó una cara azul
envuelta en rayos rojos.
Otro le hizo nariz.
Uno pintó u- .na piedra con un bosque de sangre alrededor.
Otro más imaginó un erizo con sus estalactitas amarillas
Pero hubo quien soño un pez plateado sobre una telaraña.
Ese no pinto nada
NOTA ROJA
La locura es. una pregunta a quemarropa
del tipo: ¿el zenzontle es un ave?
Y también "¿ Tiempo, dónde estamos tú y yo,
yo que vivo en ti y tú que no existes?
El ciudadano Alfonso Cortés, premiado en los
Juegos Florales de Querzalrenango,
veinteafiero, elegante, codiciado por Raquel,
por Angélica, lo sabía: existe una pregunta
que es un soplo en tu lámpara.
El muchacho solía decir que Dios le hacía
cosquillas en el cerebro. U no de los testigos
-apellidado Cardenal- observó que la víctima
de barba roja y ojos azules, se demudaba
súbitamente en medio de una conversación,
con escalofríos de terror o de furia que se disipaban al instante.
Otro testigo, dijo: "no hay riña de borrachos
que te deje ese tajo en la cabeza".
Quedan aún muchas dudas sobre esa noche de febrero de 1927,
cuando Cortés se volvió loco.
Después vivió colgado de las vigas del techo de su casa,
como los marineros sujetos a los mástiles,
resistiendo a los cantos de sirena.
Porque la locura es una preguntita.
A quemarropa,del tipo:
¿Qué mujer, cada noche, con los ojos en blanco,
lanza un aullido de oro?
TAREAS
La nada tiene un pie en todo.
La puntera, el talón, el meñique en un todo.
La ilusión junta cielo en la calle sin nadie
y lo vende por kilo.
Otros trabajan en el engorde de la pesadilla.
Empiernadas la vida con la muerte, viven juntas,
dormitan bajo frazadas viejas, pero ninguna saca
la cara por la otra,
no intercambian azúcar, no se prestan aceite.
Cada quien, cada día, amansa su animal.
TATUAJES DE MINU
Hay que dormir, Minú,
tu pelo en llamas me distrae.
No ves que es tarde ya
y un gallo can ta para nadie.
¿Qué mano de rencor
traspapeló tu rostro suave?
Las cosas de los dos,
lloran corno niños salvajes.
Qué triste eras, Minú,
cambiando siempre de plumaje,
planeando sobre mí,
de borrachera por el aire.
Hay que dormir, Minú,
la noche guarda sus tatuajes.
¿No ves que yo también
voy con la música a otra parte?
Vamos Minú,
que en mi carne de ahogado van tus besos
cantando todavía.
Vamos, Minú,
que somos dos y está que arde la vida.
O asomare a mi sombra y apagame las bestias
con un soplo, Minú.
LA BAILARINA
Siempre en pun ras de pie,
sobre ese mar de aceite que eran nuestras miradas,
llegabas sin querer: la pequeña mujer,
la que llora por nada.
Yo era aquel estribillo
que tan fácil se hundía en la desesperanza,
si un ángel de chatarra
te amordazaba el paso para que no llegaras.
En mi lago de alcohol
daba funciones gratis la mejor bailarina.
Y en mi cuarto sin nadie,
mis pies breves dejaban una huella de harina.
Yo era un gran auditorio
reventando en aplausos bajo sábanas viejas.
Y entre risas y besos,
me goleaba de nuevo cu cruel adolescencia.
Hoy apagué las luces de tu cuerpo y salí.
a uro que fue al descuido).
No me sigas ahora, descalza, bailarina,
llueve vidrio molido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario