martes, 9 de mayo de 2017

JORGE BOCCANERA - TODOS LOS POEMAS


HADA


Se alimenta de carne de venado,

de hojas grandes y verdes, pero vomita nieve.
Se desliza a gran velocidad, sube a los altos picos

y mcuenta lo que todos callamos.
¿Podría patinar sobre un pie? ¿Dibujar en un pie?
Voy a decirlo de otro modo: la Sordomuda

pasa con su cuerpo ladeado para recuperar el equilibrio.
Aquí todos la aclaman: “no hay palabras, es única”.

Con su pasamontañas se desliza.
Clava sus espolones y mi lengua aterida se
enrolla en viejos miedos.
Y así ella se alimente de frutas amarillas

o de peces plateados, siempre vomita nieve.
Cuando vomite al bosque, yo lo conoceré.
Ahora está en la pendiente: “no hay palabras, es única”.
Yo rito del trineo, con mi hocico escarchado poco puedo decir.
Para ella los aplausos porque puede bailar,

dar vueltas como un trompo.
Y si se lo propone,
podría leerle los labios a un muñeco de nieve.


HABLAN LOS OJOS DE NAZIM HIKMET

Sobre mi mano,
la mitad de una manzana brilla.
La otra mitad está sobre una mesa
a miles de kilómetros de aquí.
Es imposible morder esta mitad
sin que duela el vacío.
De Bestias en un hotel de paso (2002)

I

La selva está hecha a lápiz, punta fina
sobre papeles rotos, garabatos que se alzan en el aire
Y cajitas de música y el oso perezoso.
Una lágrima verde rueda sobre la lengua del jaguar.
Tierra tatuada, selva con la palma en el centro que en un aire de reina
despliega su penacho, su cabellera de hilos, su serena ebriedad.
Abajo, el viento junta restos del universo.


EXILIO


Expulsados de la selva del sur de Sumatra
por los hombres que vienen a poblarla, 130
elefantes emprendieron hoy una larga marcha de 35 días
hacia la nueva ciudad que les fue asignada.

No hay sitio para los elefantes.
Ayer los expulsaron de la selva en Sumatra,
mañana alguien les impedirá la entrada al Unión Bar.
Yo integro esa manada hacia Lebong Hitam,
yo sigo a la hembra guía,
cargo con la joroba de todas mis valijas
sobre las cuatro patas del infierno.

Llegarán a destino –dijo un diario en Yakarta.
Los colmillos embisten telarañas de niebla.
Llegarán a destino,
viejas empalizadas que sucumben bajo mareas de carne.
Llegarán -dijo el diario.

Más la estampida cruza por suelos pantanosos


y mi patria –la mía- es sólo esta manada de elefantes

que ha extraviado su rumbo.

¡Guarde celosamente la selva impenetrable este ulular de bestias!
Tambores y petardos, acompañan.
Algo de todo el polvo que levantan, es mío.


DIÁLOGO EN UNA ESTACIÓN DE TRENES


-Escribir es, de alguna manera, ir a una cita.
-¿Con quién? ¿En qué lugar? ¿A qué hora?
-La misma expectativa, el sudor en las manos,


la mente en blanco, la página igual.
-Pero él, ¿escribe?
-...y marcó el número y concretó la cita


y escuchó aquella voz como bordada en todo el cuerpo.
-¿Pero cuál? ¿Pero quién?
-Hay fotos de revistas, hay rumores.
-¿Cuándo? ¿En qué lugar?
-El entra al baño, se peina, se despeina,


se perfuma y ya decidido va a pedir un café.
-Es temprano, ¿verdad?
-El reloj es un inválido que cuenta historias crueles.
-Siga, siga. ¿Por qué?
-Ella cruza la puerta, endiablada, entalcada,
ella avanza atareada, en fin, pintarrajeada.
-Por favor, continúe.
-No hay palabras, es única.
-¿Y él?
-Ya se puso de pie y le estira una mano.
-¿Y ella?
-Pasa ligero, dice "no lo conozco".


¿A ESTO LE LLAMAS AYUDARME?



Yo dije "bésale las piernas a la poesía".
Y también "bésale las palabras".
Yo dije "hurga su lengua".
Y dije "hasta que abra los brazos".

Yo dije "bésale las piernas, las palabras".
Y dije "hasta que no de más".
Y "hasta que pida más".
Y dije "hasta que cante".

A qué alegar ahora si ella en verdad cantó.
¿Fue un sueño?
¡Qué más da si era mímica y disco, si era patraña y ruido!
Sé que la oí cantar,
¿qué cambia que hubiera sido de otro modo?


OASIS



Caminé en el desierto de tu lengua.
De cada polvareda hice un recuerdo grato.
De una piedra redonda, un amuleto.
De las verdes tormentas hice un bosque.
De cuatro lagartijas, un amigo.
Caminé,
¿Para qué?
Si el que habla de estas cosas es apenas el viudo de tu lengua.
¿Para qué?Caminé,
Caminé.
El bosque, el amuleto, el amigo, el recuerdo, son puñados de polvo.

¡Tanto excavar por una sola perla de agua!
¡Todo mi harén es una Sordomuda!


ENSAYO BREVE SOBRE LA HONESTIDAD POÉTICA


No es que los poetas mientan
es que los mentirosos
quieren hacer poesía



NOTICIAS DE UNA MUJER CUALQUIERA


Entramos a la pieza casi sin reconocernos
sus ojos eran pactos de ternura y violencia
yo la miraba todo el tiempo
habrá pensado en mi cansancio
habrá pensado -está borracho-
habrá pensado en irse pronto
habrá pensado tantas cosas

Me acerqué a sus dos manos
sin dejar de mirarla
desde mi soledad hasta su boca
habrá pensado en enojarse
habrá pensado -no es un hombre-
habrá pensado ¿en qué quedamos?
habrá pensado tantas cosas

Cuando entró el sol cuando se fue
desde mi boca hasta su adiós
y aún en el viaje de regreso
habrá pensado tantas cosas
habrá pensado tantas cosas.



CARTA DEL SUICIDA


lo poco que he vivido
me ha hecho perder
demasiado tiempo


UN HOMBRE


Un hombre se me viene cayendo por la sangre
con una copa rota entre los dientes
no soy yo
somos todos
la soledad
el tajo de odio en la memoria somos


un hombre se me viene derrumbando
por la oscura saliva del silencio
salpicando mis ojos con antiguas cucharas
lágrimas que él inventa cuando pisa
los charcos de mi sangre


un hombre se me viene cayendo por la herida
no hagan música o fuego
no soplen ni respiren
quiere decirnos algo


hay un sur de rodillas preguntando
dónde estábamos todos
cómo fue que dejamos crecer la indiferencia
para que de una puerta salga el enceguecido
tirando puñetazos al aire
echando espuma por la boca


un hombre se me viene cayendo por la sangre
con pasos de borracho
no hagan ruido no escupan
no demoren quiere decirnos algo.


ARDER


Cuando nos besamos trituramos un ángel.
Su última voluntad será nuestro deseo.
Tiempo habrá para escupir sus vidrios de colores,
su sombrero de plumas,
barajas manoseadas por tahúres y ahora


hay que hacerlo entrar,
ofrecerle licor (que él viene de morirse),
acercarle una silla (que lee en la oscuridad).


Dirá sus baratijas,
su forma de guiarnos al secreto de la vieja
estación.
Dirá que el vino está hecho de hojas secas,
que puede hacer un fuego con tu rostro y el mío.
(Ni un centavo de luz a su trabajo).


Cuando nos besamos desollamos un ángel,
un condenado a muerte que va a resucitar en otras bocas.
No tengas lástima por él, sólo hay que hincar el diente
y triturar al ángel.
Abrir tus piernas blancas y darle sepultura


SIEMPRE ESTOY COMENZANDO ESTE POEMA


de «LOS ESPANTAPAJAROS SUICIDAS» (1974)


siempre estoy comenzando este poema
pero claro
llaman a las puertas las voces cotidianas
o se cae a pedazos el día diecinueve
o se me sube rosi a las rodillas
o caigo en la guitarra buscando no sé qué
siempre estoy comenzando este poema
pero llegan recuerdos de una ternura un día o me sirven café
o voy a ver al boby que está ladrando mucho
siempre estoy comenzando este poema
y escribo una palabra y ya viene la tarde
con su naufragio entonces
pongo la ternura en una botella
para que alguien recoja pedazos de mis ojos
siempre estoy comenzando este poema
pero llega la noche
quiero decir tu pelo mojado
quiero decir que crezco
y que salgo a caminar tu nombre.


LA MUJER DEL PROJIMO

de «MUSICA DE FAGOT Y PIERNAS DE VICTORIA» (1980)


I


Llegó al cuarto entre asustada y no
su piel había memorizado calles
para que yo esta noche las caminase todas.


Llegó invadida de cebolla y pena,
de fiebre del pequeño y vecinas absurdas.
Llegó cansada de saludos breves,
preguntarse por qué a tanto silencio.


Necesitaba
que esta noche sus hombros arriben a otro puerto,
sus manos algo lejos del filo de la escoba,
su pelo rojo en otra almohada.


Entonces comprendí
que la mujer del prójimo es ajena,
incluso para él.


II


No unté mis ojos
con el paisaje de los tuyos,
ni desordené el día para que aparecieras,
ni he juntado tus ruidos con mi boca
para que no doliesen las preguntas,
ni siquiera
me llamo como dices, pero
puedes quedarte,
hay un poco de sopa, algo de vino,
afuera está lloviendo en otro idioma.


OJOS DE LA PALABRA


a Octavio Pineda

La palabra,

fogonazo entre el deslumbramiento y el hartazgo, viaja

sobre los hombros del enigma.

Estrellas que atraviesan usinas de ceguera, correntadas de nadie.

La palabra es iguana en la roca calcinada, una pata en el aire,

la otra en el infierno.

Su cuerpo breve da una sombra inmensa.

Quieta no se está nunca por el fuego cruzado de la sangre.

Un chasquido de lengua la echa a andar por baldíos donde

lo ruin humea y pudre el aire.

A horcajadas, con los ojos vendados, entre bolsas de estiba,

dientes de nicotina

y un corazón sin aparente anhelo que acampa en el vacío.

Esa palabra lleva en su aliento un viaje, un detenerse,

un continuar.

Sus patas diminutas lo tocan todo por primera vez.


LA TORRE ROJA

Avisos luminosos se encienden y se apagan.
Sobre la torre roja me toca vigilar:
cada chispa en la almohada,
la boca de mi madre con dos vueltas de llave,
las palabras que cuentan y los días contados,
las linternas que talan la noche de los sueños,
las vísceras al aire de la selva.
Se encienden y se apagan marquesinas.
Me toca resguardar:
la lengua en llamas de la sordomuda,
el camino salvaje,
las ollas donde hierve sus colores el bosque,
las cartas del exilio que te rompen la boca
y el que maquilla espejos con estrellas de talco.
¿Y los escombros que acarrea el insomnio?
¿Y el ahogado golpeándome la puerta?
¿La que busca en el horno la rosa de la muerte?
Sobre la torre roja yo vigilo.
El ojo del patrón engorda el ganado.


ANIMALES BORROSOS


Muñón obsesionado, cede el paso,
hay que entregar un sueño, muerto y alerta, tiritando.
Hurga entre los vendajes del aliento, respírale en la cara
al infortunio y acuéstate a dormir junto a los animales
borrosos del enigma.
Interroga despojos del silencio en los huesos quebrados
del poema, sube a los carromatos donde viaja la orquesta
con su tos de perro,
busca un trofeo de aullidos en el océano de la noche.
No alimentes palabras como plantas carnívoras ni
remiendes plegarias.
Calcula con navajas el azar y separa las hebras del deseo.
Luego, a lo tuyo:
escribirlo como la bestia, corregirlo como la bella.
Hacerlo y deshacerlo con tu puñal al cinto y el oído
en el polvo
donde murmura el rastro de la presa y habla una estela
de humo.
A esa ferocidad habrá que desollar, arrancarle colmillos,
arrebatarle el cuero, las aletas, desplumarlo y hervirlo hasta
que se consuma
y solamente quede al fondo de la olla,
polvo de una pregunta.


APAGONES

I

Apagones, pantanos. Me despierto empujando
cifras de la catástrofe, puertas cerradas, animales de
pelambre espesa.
Me levanto empuñando horas vacías, soles cuadrados,
muebles viejos. Lo mío es empujar
los troncos desmayados a mitad del decir,
los caracoles de la desmesura.
En un mundo de cosas,
al día hay que empujarlo como a un hogar en ruinas.
Apagón, pesadillas
que viven debajo del vendaje
y voces engrilladas a la pata de un barco.
Me acuesto tras ordenar el hielo
y despierto empujando
las altas torres de osamenta y furia.


ASTILLAS 1


¿A qué va uno al espejo?
A preguntar,
a inquirir el anverso, la faz, a investigar por uno,
a rastrear la fachada,
el asunto es el mismo: interrogarse.
Solo atiende preguntas el espejo,
abre ventanas solo a ese llamado.
su respuesta es gruñido, un murmullo de noches
arrugadas.
Ese despeñadero te pisa los talones.

II

Entre cuatro navajas ondula un río de lava.

III

El espejo se pudre.
Lo vi con estos ojos que ya no son lo mismos.


IV

Quien observa al espejo visita una memoria.
Las brasas del que mira se hunden en el desierto.

V


El espejo reúne lo que el viento dispersa.


CUADERNO DEL SUICIDA


Mis pies parecen palas.
Y mi lengua y mis manos tienen forma de palas.
Si me viese al espejo vería solo
una pala.
Todo lo que yo haga
tendrá forma de fosa.


ALEJANDRA PIZARNIK ABRE SU CUADERNO DE APUNTES


El hombre que saca la cabeza del agua,
es un pez y se asfixia.
El pez que mete la cabeza en el agua,
es un hombre y se ahoga.

El poeta escribe en la línea del agua,
y se asfixia,
y se ahoga.



AUTOPLAGIO



Latigazos de sombra desordenan tu cuerpo,
en la fotografía donde te estoy pensando,
y soy el extranjero que descubrió tu rostro
y se animó a escribirlo, que era como besarlo.



BESOS



La vida no es
la cara ni el llanto de la cara
ni la mano ni el golpe de la mano en la cara
ni el viaje de la mano ni la estéril huida de la
cara
es el hilo de sangre que sale de tu boca.


EL ÁNGEL DE LA MUERTE

Oigo pasos ¿será la boca de tiznar y el navajazo
en pleno rostro?
Así te acechan como ¿será la antorcha de otra voz
que va sobre la tuya?
Escucho pasos y ¿será el escupitajo en la tela de
araña de tu infancia?
Así te azuzan como ¿será la cruz al rojo en tu
mejilla?
Oigo pasos cerca de ¿será como esos guantes
rozando tu estación?

En la memoria hay una puerta rota.
Los sueños son distintos y el final es el mismo:
el asesino que te besa.



ELLA

Viene despacio
entra
tropieza con mi tos
con mi costumbre de dejar la nuca
en cualquier parte
viene despacio
ordena mis silencios
desata las palabras necesarias
recibe la correspondencia de mis ojos
viene despacio
a tender sus manteles de ternura
viene despacio
apenas hecha humo para no despertarme
se abre paso entre vasos arrojados al día
retratos de mujeres
noches de bronca y noches de ginebra
viene despacio
con su enchape celeste subiéndose a mis mástiles
viene despacio
entra
se arrodilla al borde de mi alma
y junta los fragmentos de mi risa
después... se vuela azul como la tarde.



ENVÍOS

Todo lo que se da llega a destiempo.
No existe otra manera.
Entre el ojo y la mano hay un abismo.
Entre el quiero y el puedo hay un ahogado.
Un país que asoma su cabeza deforme en una carta,
y va a darse a destiempo, nada es lo que esperabas.
Y lo que llega envuelto en papel de regalo


se irá sucio de odio.

Bailamos entre los escombros de una cita.
Dibujamos una taza de café en el desierto.
Vivimos de sumar y de restar:
lo que te da el amor, lo que te quita el miedo.
Al final nos entregan los huesos de un perfume.

Aún así persistimos.
En alguna montaña vive un pez resbaloso.
Entre números rotos se desliza una estrella.



EXILIO

Un hombre enterrado en las arenas del exilio
donde se hunden sin chistar mujeres rojas y
tiendas de lentas humaredas,
y una espada se empera y una silla en desuso.

Un hombre enterrado allí donde Tarafa


ofrece una copa de vino, por las llamas del sol
que lo despedazaron.
Y va a pique la mesa donde alguien escribió
moriré tal vez muy lejos de mi idioma
Y Artaud canta parado en un caballo blanco.

Entonces, ese hombre es polvo de su voz.



HILACHAS

Es el silencio el guante de una voz?
¿Se podría tocar?
Recordaríamos el silencio de un día cualquiera cuando niños?
¿Acaso vuela al ras del suelo?
El poeta que se llama a silencio, ¿va
voluntariamente o el silencio lo llama?
El que calla, ¿otorga?

Son respuestas que yo no puedo preguntar.
No le temo al silencio,
aun cuando se estrelle con sus alas de polvo en mi ventana.
No da miedo escucharlo.
Tengo miedo de verlo.




HISTORIETA

La niña abre el baúl y una mano le echa tierra en los ojos.
Ella dice: ¡qué hermoso paisaje!
Ahora mezcla pinturas,
revuelve los vestidos de tías adornadas con juegos de palabras.
Se amorata, se luce angelical, gira mangosta,
novia de esparadrapo,
se mira en los espejos que trabajan sin que nadie los mire.
En este último cuadro la niña se pinta y se
despinta, aparece y se borra.
Yo cierro el libro de cuentos infantiles pensando


que mi lengua es esa niña Sordomuda,
probándose vestidos a la hora en que los demás duermen.




LOS PAPELES DEL NADADOR



I



Si el nadador tristea, todo el mar es su lágrima,


todo el ruido del mar es su tonada,
todo el mar es de vino.

II



Prueba otra vez, prueba una y otra vez.
El nadador sube hasta el trampolín,
entre las nubes altas,
los aviones que escriben en el cielo con humo,
las bandadas de patos.
Ya está en puntas de pie, ya flexiona las piernas,


estira bien los brazos.

Prueba otra vez, una y otra, una y otra, se
concentra, respira,
el agua hace silencio.
La ventolera tira sus manotazos y le arranca el gorrito de baño,
escupe en su antiparra.
Pero él insiste y otra vez, prueba una y prueba otra.
Es un ovillo el nadador entre las nubes altas,
el humo que dejaron los aviones,
las plumas de los patos que emigraron al norte.
Puntas de pie, no vayas a fallar.
Vuela en picada el nadador, su dibujo es perfecto, su boca entra al desierto.

III

de ser posible, leer con música de fondo
de Bob Marley

Mal rayo me parta, e cielo está muy resbaloso,
el vino escaso, la caricia extraña en estos días,


tu nombre llega como un golpe de vino a la cabeza,


mal rayo me parta en tan inoportuna ocasión.

Simulo leer un diario bajo el aguacero de tu
cuerpo,bienganado el diluvio, malhaya la tormenta,


pasa un cuerpo flotando bocabajo
y mal rayo me parta tan lejos de tu cuello.


Los cielos se mezclaron en tu boca pequeña,
los gatos se revuelcan en tu mano,
adelante el insomnio es un campo minado,
hay besos enterrados que pueden estallar.

Corro a campo traviesa con fósforos mojados,
¿qué es esta polvareda sino un fantasma tuyo?
El futuro es un traje pero para otro cuerpo,
los espejos del bar no preguntan por mí.

Hoy cargo mis valijas por el fondo del mar,
tengo pocas palabras
mis dos lenguas tropiezan dentro de una botella
y mal rayo me parta en tan inoportuna ocasión.


IV

Nadador
la verdad es una piedra pulida por el agua,
una estrella aplastada por algún tren carguero,
yace en el fondo, extraña,


entre una multitud de formas ondulantes.
Alguien tejió esa piedra para que te miraras


con tu viejo sombrero, tu sonrisa maltrecha.
Alguien dice tu nombre en la oscuridad de esa piedra,
y te narran girando por los espesos caldos del
alcohol.
Se agotó la paciencia de tus labios que ahora
viven adentro de una piedra.
Los pliegues de tu miedo van a pudrirse allí.
Tu quieres preguntar y para preguntar primero hay que morirse.
Nadie puede bailar en esos pasadizos.
Nadador,
mira como se apagan tus gestos en los bordes redondos de esa piedra.
Empolla en esa piedra la canción del naufragio.




OLAS

Tu corazón es una taza diminuta,
y es la única taza que precisa dos bocas,
y es la única boca que no se vuelca nunca.
Enormes olas,
locomotoras de agua se desploman cerca de tus labios de Grecia.
Pero esto es Isla Negra y enfundada que vas en un abrigo

hecho para otro cuerpo, hecho para otro clima.
Pero siempre en tus ojos brillando una tacita.
Entonces,
hay un hombre encerrado en los papeles de la noche.
Sus vagabundos quieren levantar esa taza,
como los deportistas a sus copas doradas.



PORDIOSERA

No es la musa cantora ni el pájaro chillón,
ni el muñeco parlante ni la dama que dicta.
Es una Sordomuda,
que te muestra la lengua por sólo una moneda.

La lengua está vacía.
La moneda tiene que ser de oro.



SUCESO VIII

a veces soy la voz del otro lado del teléfono
a veces un aliento
una ciudad enorme donde te encuentro a veces
por supuesto una fecha
un saludo que cruza el cielo velozmente
dos ojos que te miran
un café que te espera después de la llovizna
una fotografía una mano en tu mano
desesperadamente una canción etcétera

y siempre o casi siempre
nomás ese silencio
donde solés colgar tus prendas íntimas.




SUERTES



Azar no es arrojar una moneda al aire.
Ni siquiera esperar el cara o cruz..
Azar es atrapar la moneda en el aire
y huir sin dejar rastro.






SUMA






Los días no contaban para mí,
bastaba la palabra.
Yo escuchaba en cuclillas


cómo alguna palabra conversaba con otra.
No contaban los días.
Pero extravié palabras y los días me siguieron de cerca


con sus largos abrigos.
Yo iba mirando el suelo.
"Ese no cuenta el cuento", vaticinaron unos.
Yo no escuchaba a nadie, yo contaba con ellas.
Los días fueron como trapos mojados en los pies.
Habité días feroces porque perdí palabras.
Eran contadas y eran, al fin, las que contaban
El tiempo es implacable.
El que pierde palabras tiene los días contados.




TELENOVELA

Sordomuda
yo cargo las valijas, yo compro los boletos,
y soy tu catador, el señor de las flores,
tu pareja de baile en el salón Colonia de México D.F.
Yo soy tu lazarillo y te compro historietas
y soy tu guitarrista, el chofer de tu almohada,
a veces el jinete, a veces el caballo.
Mudita de mi alma yo te elijo perfumes y te
exhibo como el Príncipe Orsini al luchador
Jacob, "La Bestia", en un cine mugriento.
Y soy el del retrato, tu instructor, tu pupilo, el
cara de payaso, un pasajero en tu sudor
apenas, Sordomuda, el que reza en tu cuerpo.


LAS SEIS Y LÁGRIMA


Justo a las seis,
en punto, vendrá a buscarte la ciudad
y esta vez quizá el apuro
no te deje ni lavarte los dientes.
Te busca día a día
con sus codos mojados,
sus ojeras de niebla,
sus manos temblorosas diciendo: ¡te devoro!
Para un golpe en la nuca de oficina,
para oxidarte todos los costados
y arollarte con su tren de piedra.
Te busca la ciudad
con sus alcantarillas espías,
sus torres de tic-tac echando humo,
su tristeza mordiéndote la lengua.
En el viaje, colgado de tu saco,
pensás en unas manos,
simplemente unos dedos,
que te roben los lápices,
te acaricien el pelo
y maten el reloj seis menos cinco.


(De "Los espantapájaros suicidas", 1973)



OBERTURA


Victoria,
si supieras
que después del fagot
en un peldaño cualquiera de la noche
un hombre con mi rostro
descansa,
de tu boca.


ESA FOTOGRAFÍA QUE NOS SACAMOS UNA VEZ


Me molestaban
los ojos de los vagabundos desde árboles vecinos,
ese enorme sombrero
y los ruidos del tren carguero de las doce,
cada vez que hacíamos el amor debajo de los puentes.
Después,
yo me quitaba el barro de las botas
y regresaba alegre a mi fagot,
mientras tu voz tatuada por mis besos
volvía a los sustantivos de costumbre.


Y te olvidabas pronto del color de mis ojos
y pronto me curaba del filo de tu piel.
Y vuelta al juego de encontrarnos
quizá en un bar entre Perú y Defensa,
o en la vieja recova,
si era domingo en plaza San Martín.
Y otra vez tus labios despintados
alimentando pájaros ocultos
en los trapos más negros de mi barba.


Después,
pasó el otoño con el café barato tu pequeña canción,
vino acaso la guerra, volvió a los compañeros
la distancia de a poco lo fue cubriendo todo, como
un lento derrumbe de cartas amarillas que no llegaron
nunca.


Y un nuevo jet cruzó todo el espacio,
una ciudad pasó a llamarse Ho,
se agudizó la histeria del fascismo,
nadie habló del otoño durante doce meses,
y cada vez que pasa un tren carguero, suena esa melodía
"La gradisca si sposa e se ne va".
Y ya nadie se ama debajo de los puentes
donde los vagabundos crecen en número y silencio.


(De "Música de fagot y piernas de Victoria", 1979)


DIARIO DEL MOTOCICLISTA


(fragmento)


El motociclista
que ha tomado la carretera sur
salió en forma sorpresiva de la casa
olvidando zapatos mojados por la lluvia
el nombre en plena almohada
en boca
de no sé qué mujer bañada en fuego.


El sol
cayó en boca de un gato vagabundo
y no hubo forma de encontrarlo.


La noche llegó envuelta
en música de Mikis
y fue mujer corriendo desde un extremo de la calle
hasta el abismo de algún llanto,
porque el motociclista había tomado la carretera
aquella.


Luego tras el insomnio general amaneció,
las vecinas
hicieron de sus tristes rumores un polvo amarillento
arenilla como las maldiciones,
pero el motociclista había partido
y fue la humanidad dos ojos de ternero.
Así transcurrió el día
entre patas mugidos y meada y dura piel reseca
por el viento.


(De "Contra el bufón del rey", 1980)


MARIMBA




de Jorge Boccanera
a David Viñas
a Saúl Ibargoyen.




Este es un poema tirado por caballos.
Voy de pie / voy aullando
una palabra brilla sobre mi lengua seca, polvorienta
quiere trazar sus círculos concéntricos en un agua que cante
¡arre caballos!
llevo “todo el hocico en llamas como un feroz ladrido” (bendito mallarmé
Yo soy el payador sobre cubierta
apretando una viola frente a la ciudad en ruinas
dejen libre la calle, ¡no canto porque sí!
yo busco un mundo / otro
yo no enumero la cristalería
quiero hacerla pedazos

Este es un poema tirado por caballos
vean arder mi látigo sobre el viejo tambor de la poesía
háganse a un lado...
cargo un espinazo,
un fósil atado con alambre,
un enfermo de amor,
una huesera al rojo vivo,
una tumba de besos al fondo de mi carne
con este poema vago / divago / briago

yo payador, las riendas, el párpado a los tumbos
¿equivocado?
como el que abrió un paraguas que el sol derribó a besos
como el ciego que jura por la luz que lo alumbra
¡a contrapelo vamos!
volando
¿acaso alguien vio un sueño tirado por caballos?
¿un tatuaje en el muslo que arrastran por el cielo?
ahora se puede ver
no hay imposibles en el vértigo de una cama de bronce
(tirada por caballos)
donde salo tu carne de mujer

¡arre malditos vamos!
agiten sus collares de sangre
llevo espuma en la boca,
una navaja en cada mano llevo,
hilachas de otro rostro ganadas con sudor,
y un anzuelo de plumas,
y un as de pocas pulgas
yo quiero un mundo / ¡otro!

Este es un poema tirado por caballos
este es el payador sobre cubierta
el espectáculo de la persecución estalla
y vienen ya las aves de rapiña,
y las aletas de los tiburones,
y asoma la lava del volcán,
y un derrumbe de piedras con el rostro de aquella...
por eso ¡arre caballos!
hay que apretar el paso,
yo espuelas, yo cananas, yo polainas, yo arenga
atravesando sueños que se anudan en amargas regiones,
osamentas de voces de bruces en la tierra

el paisaje / el lenguaje
(no hay quien tome nota de esta respiración agitada)

cerca del carromato se agrietaron las calles.
Nos sigue un ulular...
nos embiste lo incierto
(en el paquete del futuro no hallarás más que una muleta)

¡no entienden que yo quiero un mundo / otro!
yo cabriola,
yo baile,
yo marimba,
yo quiero el poema planeando sobre mi cabeza
mi cuello en libertad

Este es un poema tirado por caballos,
van mis muertos aquí
sus huesos hablan con el frío
este es el payador sobre cubierta
sobre sus ojos una ciudad en ruinas
alguna vez su lengua fue un pedazo de trapo
frente al cuerpo de la belleza
ahora quiere cantar
y dice
y grita
¡que nadie se me cruce...!
voy alerta, de pie, pañuelo rojo
funyi / cuchillo / banderola
atravesando sedas que se recuerdan en una antigua danza
ángeles de chatarra engominados
cortinados movidos por un guante vacío
... y una cifra tristísima de gente que no está

yo soy el payador sobre cubierta
“mis versos van revueltos
y encendidos como mi corazón”

debo enterrar palabras en el fuego,
urge que entregue un par de cartas,
urge que llegue a un mitin,
debo entonar un himno,
urge que escuche a mi hijo su primera palabra
cuando Yazmín, lo abriga con sus plumas de asombro

no quiero la palabra saciada de sí misma
ni la verdad dorada, donde no cruje un pájaro
no quiero almacenar saliva,
ni la tos delicada que recoje su aplauso
quiero besar el caos
los escombros del cielo no me dan de beber

yo soy el payador que quiere un mundo / otro
y busca en el polvo del poema, acaso una respiración inútil, boca a boca
quizás un vaso de sangre donde no quepa ni una sola gota de miedo
así de día / tantos días que abro los ojos en el barro

¿hiur de este poema?
¿arrojarme al vacío?
¿tirarme por la borda?
¿en los brazos de quién?
¿de qué supuesta pureza?
¿en qué animal de signos que no sea este relámpago?

el lenguaje / el paisaje.

¡No me muevo de aquí!
Va echando chispas este sueño
vi desfilar al miedo / la infamia / el verso flaco,
los ojos van vendados debajo de los ojos,
la boca amordazada debajo de la boca


y una lengua estaqueada a mitad del silencio

yo soy el payador sobre cubierta
¡no canto porque sí !
porque tal vez humeando entré a la vida

Este es un poema tirado por caballos
cruza bajo los grandes árboles de la historia
entre los delicados gestos de los mortales
voy de pie / voy aullando

yo quiero un mundo / ¡éste!
yo me quito el sombrero
¡buenos días señora del placer!
¡arrabales salvajes / buenos días!.




APUNTES

Y te recuerdo madre,
como cuando la única luz, era tu sombra.



GALERIA DE COSAS INUTILES

el viejo león del circo no distingue
entre un ruido cualquira y un aplauso cerrado
para él todos son ruidos
para él todos los hombres son payasos.


UNIVERSO



El poeta, como el cazador pobre,
a lo que salga.
Baldomero Fernández Moreno

El domador que mete su cabeza dentro de la boca
del león, ¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Que tenga lástima el león?
¿Busca su propia lástima?

El poeta que arroja su anzuelo en la garganta de la
Sordomuda, ¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Que tenga lástima la Sordomuda?
¿Busca su propia lástima?

Y el público, ¿está loco? ¿por qué aplaude?


EL ROCK DE LA CÁRCEL



Ella pone la radio a todo volumen cuando intento
escribir,
cuando quiero dormir,
ella baila en el piso de arriba.
Baja las escaleras con fuerte zapateo,
sus hijos lloran,
sus perros ladran.
Todo el santo día hay personas que tocan a mi puerta
y por toda disculpa dicen: me equivoqué de puerta.
Ahora sube las escaleras corriendo, da un portazo en
su cuarto y discute a los gritos.
Sus hijos ladran,
sus perros lloran.
Con ella el vecindario es mucho más que una
riña de gallos en el techo,
mucho peor que una explosión adentro de la almohada.
Un día respiré profundo, subí las escaleras,
me atendió un hombre que estaba agonizando,
dije tímidamente, me equivoqué de puerta,
mis hijos lloran,
mis perros ladran.
Ella tiene la radio a todo volumen cuando intento escribir,
cuando quiero dormir,
ella baila en el piso de arriba.

Hace años que mi único deseo es cruzarme con ella en
la escalera,
y decirle a la cara: ¡me voy!
y rociarla con nafta,
y apagar mi cigarro en su vestido rojo.




EL PELUQUERO



A mi abuelo, Santiago
Asentaba navajas en un listón de cuero,
porque era su trabajo arrancarle a los rostros sus
animales muertos.
Hacía barba y bigote para el espejo atestado de gente.
Su navaja pulía aquella superficie,
rasuraba los rostros del espejo y haciendo su trabajo,
¿afeitaba al espejo?

Era más chico que un tarro de gomina Brancato
mi abuelo,
pero una cabeza más alto que la muerte.
Invitaba al cliente sacudiendo una toalla
y el cliente ocupaba aquel sillón Dosetti de madera
y entraba en el espejo.
El estilista hablaba solamente con su tijera
y cuando ella por fin tenía la lengua desgajada
hacia un lado, él decía: “servido”.

Mi abuelo maquillaba al espejo con estrellas de talco
y usaba un pulcro saco blanco.
La muerte -que es prolija- le envidiaba su colección
de peines.

Un día la muerte, que hojeaba una revista deportiva,
dijo: “me toca a mí”.
Y ocupó aquel sillón, despatarrada y con
un remolino en la cabeza.
“Tiene un pelo difícil”, dijo sin voz mi abuelo.
Después, la muerte asentó su navaja y haciendo su
trabajo, ¿rasuraba al espejo?
El peluquero se marchó bajo un cielo cualquiera con
estrellas de talco.
El espejo se pasó la mano por la cara afeitada,
suave, como un recién nacido.




HUELLAS



En el sueño soy otro que se parece a mí.
En la arena del sueño cruza un tren.
La silueta de un viejo va borrando las huellas
con un plumero negro.
Tras la locomotora, el ruido de tus pasos y
los míos anudados a un tango,
a una canción revuelta.
a un roquerío lejano donde van a morir todas
las camas.
Y la luz en la luz.
Y el anciano en lo suyo.

En el sueño soy otro que se parece a mí.
Este que ves ahora, no se parece a nadie.



MENUDENCIAS



La muerte afila un palo,
una daga de palo, un palo de tambor, un caballo de palo,
una cuchara.
La muerte, trabaja a la vista de todo el mundo.

La vida afila un palo,
un bastón, una vara, una cruz.
La vida trabaja a la vista de todo el mundo.

¿Qué diferencias hay entre las dos?

La vida fabrica huesos con los huesos.
La muerte fabrica huesos con los huesos.




LLUVIA NEGRA



Brutal es el insomnio de la máquina,
su noche al rojo blanco,
la lluvia atronadora de viruta negra.
En el aserrín de los grandes talleres
olfatea vagones del sueño y escucha las botas contra el piso:
un desfile incesante de soldados de plomo.
Pero unos y otros equivocan el rumbo,
los soldados se funden, el tren se desbarata.
Brutal es el desvelo de la máquina.
La gran lámpara roja oscila en los galpones de escoria
y estropajo,
donde vela por siempre su fulgor sumergido.

Fondeados en los tinglados que la noche agranda,
los ojos helados de la máquina cuentan sus monedas de polvo,
sus ovejas de fierro, sus rebaños de nada.



MANJARES



"Los hombres que cocinan", dice el profesor Tauro,
no en las enciclopedias. En la calle,
a quien quiera escucharlo: fritangas de coraje, vino
espeso, chocolate de perlas.

Sentado en una mesa del bar El Lobo Púrpura, cerca
del Puente Negro, desliza pensativo
mole de guajolote, tamales de paciencia.
Y tiende en el suspenso un mantelito a cuadros.
Perdices estofadas en globos historieta.
Se le hace agua a la boca.

¿La obsesión de su vida? Una bestia emplumada.
¿La niña de sus ojos? El jabalí adobado.
Gentilhombre. En la calle da el verbo "aderezar".
Donde ayer hubo piedras, confitura de arándano.
Salpicón de cordero donde ayer hubo frío.
Donde una vez el odio, se levanta un asado.

Frutas cristalizadas bajo lámparas suaves
y al que quiera escucharlo: carnero a la jalea,
vinagreta, uvas negras.
Te encomiendo mi alma: lechoncillo, jengibre.
Se relame (osobuco), se le hace agua (salsita).
Grandes papas doradas como besos,
faisanes gratinados, caldereta, potajes.

Caviar del pensamiento y motivos de árbol de ají.
"Los hombres que cocinan,
encontraron el modo de evitar el suicidio."


REPTIL MAGAZINE

Es inútil,
jamás entenderías a este corazón de dinosaurio
porque has sido educada para el corazón de
otras especies,
animales domésticos,
cuya pelambre con aroma de cedro y azucena
es más que necesario en estas épocas,
gallináceas de fastuosa cola
plumaje verde con visos azules y dorados.

Un dinosaurio nunca ha sido ascendido en su trabajo
ni ha sido condecorado nunca,
ni siquiera ha protagonizado un film de amor,
más bien resulta incómodo su abrazo,
ilegible su letra,
incomprensible su cuota de alcohol diaria
y lo que es más,
esta piel cuaternaria no comprendería nunca
las complicidades y pactos de hoy en día:
mente ágil,
disciplina,
popularum-progressio.

Yo sé bien que es inútil,
quizás en otros días,
después del maremoto anunciado por los sabios
ilustres,
antes del gran diluvio,
alguna vez,
quién sabe.
Pero ahora es inútil,
porque has sido educada para otros menesteres.
Nunca el insomnio
cabalgando en esta música de besos,
encuentros insolentes,
el deseo de pastar en los campos prohibidos
y la entrega total,
de cabo a rabo.

Ahora,
recoge con cuidado tus manecillas suaves y tus
labios ociosos,
tu cabello de seda y esa voz aflautada que entre sorbos
de té solía decir: "mañana será otro día" .
Ha de haber sido horrible
haberte visto emvuelta de pronto en este embrollo.
Tamaño lío
haberte enamorado por un instante de este corazón
de dinosaurio.
Además,
nunca hubieras podido dormir con mis latidos
como de clavicordio y de tormenta.
Con estos ojos tristes, quién hubiera podido,
mi pequeña.




INTIMIDAD



La tarde giraba como un barco,
con voluntad de pan
y empuñadura de juguete nuevo.
Él llegó con su ración de pájaro en la frente
y aquella vieja moto.
Ella traía un sol empecinado en su cintura
y una canción de pólvora en los brazos.
Se encontraron en el instante justo
en que los pueblos arrojan sus muelles a temblar.
Él se quitó la intemperie
y un pantalón que alguna vez fue azul.
Ella apoyó sus rodillas en el suelo de tierra
y con sumo cuidado
desató sus cabellos de los dedos del aire.
Después,
en un lugar
dolido de humedad y otras barbaridades
los dos cuerpos pusieron los ojos a cantar.


COMENTARIOS X

suena/ un tiro en la noche: el poeta/
ya/ no/ duerme. Rafael Góchez Sosa
La gente ha escondido sus ruidos,
sus modos de doler,
ha incendiado sus nombres,
fusilado su ropa,
puesto a dormir su sangre y sus saludos.
Por si esto fuera poco,
los perros de la noche
llevan mi nombre entre sus dientes.
(de Contraseña)


DEL OFICIO DE LA POESÍA


Hay que incendiar a la poesía
y cantar luego
con las cenizas útiles
(de Poemas del tamaño de una naranja)


NOTICIAS DE LA HISTORIA

Según la historia universal,
a la paloma de la paz
se la comió
la gallina de los huevos de oro.
(de Poemas del tamaño de una naranja)

VI

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre –como el tuyo- es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus breves colores se deshacen contra el olvido,
pero ya lo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.
Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.


SERVICIOS DEL INSOMNIO

Apilo noches cada noche.
Paredones de sombra donde mi sombra reza, traga
un bocado, un ruido de hojas secas.
Es a destajo y es de mala gana.
Yo tuve otros trabajos. Eso está en otra historia.
Ahora dedicación, la vista baja.
Castigo de las manos, pena. Una sobre la otra,
apilo noches, de barro son, cuadradas.
Ahora dedicación, la paga escasa
reseca es esta noche, hosca, de madres muertas.
Yo tuve otros empleos. Eso está en otro cuerpo.
Ahora dedicación, la lengua muda.
Soy el que apila noches toda la santa noche.
El que traslada escombros de una carta a la otra.
(de Bestias en un hotel de paso)


SEMEN


Entre barcos hundidos que deshacen su rostro para matar el tiempo.
Entre perros de escamas y cuerpos atados con cadenas,
maniquíes sin nada que ofrecer,
vive un tren blanco,
de estrellas líquidas, alcoholes raros.

Sale de su escondite de aguaceros, cruza
los viejos puentes, tiembla
sobre la red tejida en los abismos.
Nada tiene que ver con los trenes blindados
que atropellan ciudades, ni con desvencijados
vagones que trafican esclavos.

Es apenas un tren tallado en hielo atravesando el patio
de tu ropa tendida.
Le cambiaron las ruedas por almohadas, sueña con
el abrazo del carbón y la nieve.
Donde crece la noche, se duplica la selva.
Un tren al rojo vivo se refleja en la pupila de un ciego.
Cuando menos lo pienses,
su esqueleto de lava descansará en tu lengua.



SANDUNGUERA


Mi rostro en el espejo de tu lengua viaja, canta, va
de aquí para allá,
se compone o disuelve según el calendario de tu sed.
Alguna vez mis animales pastaron bajo los soles
negros de tus tetas,
cuando movías tus vidrios de colores al son de
"Sandunguera, te me vas por encima del nivel".
Te conocí bailando negra de amor,
tus gestos levantaba el polvo del infierno.
"Te me vas por encima del nivel", y el malecón
nocturno de La Habana se abría como un gran ventanal.
Y ahora, ¿para qué tumbadoras, maracas, para qué?
si este harapo, esta lengua da su trazo de sombra en las
paredes blancas del silencio.
Yo guardo las trompetas, yo escondo los timbales.
Mi rostro viaja, zumba, le da por hablar solo:
"ya no la quiero es cierto" pero a veces: mamá
no puedo con ella.



POLVO PARA MORDER IV


Y la ceguera que es penumbra y cárcel.
Y la vejez, aurora de la muerte.
Y la fama, que no merece nadie.
Y el hábito de urdir endecasílabos.
Jorge Luis Borges

Vara blanca del ciego
con que el ciego aguijonea la oscuridad.
Vara blanca del ciego en un aire callado
donde la oscuridad abre sus uñas,
enfurece sus polvos,
hierve sus aceites.
Y es el silencio ciénaga donde el ciego se hunde
irremediablemente,
la vara sin un gesto.
¿Quién velará por él?

Sólo la palabra lo tomará del brazo.
Solamente el poema le hará cruzar la calle.



POLVO PARA MORDER V


¿Y las palabras?
Funeral, silencio.
El cielo es una esponja que devora los pájaros.
¿Y las palabras?
Como arrumbadas ellas,
como escombros,
como montón o nada que decir,
como basura humeando.
¿Y las palabras?
Unas: como un altar de clavos.
Otras: como luto en las mangas.
Como rotas de amor y para siempre.
Una bestia emplumada mete su hocico, escarba,
pero ellas arrumbadas como huesos pelados o
nada que decir.
¿Quién arriesgará un ala?
¿Quién meterá su lengua sin temor a una herida?



POLVO PARA MORDER VI



Finalmente
palabra
he de morder el polvo
para que tú
puedas mover las alas
para que yo
respire de tu aire
sin conocer
el aire que respiro.



POLVO PARA MORDER III


Bésale las piernas a la poesía
aunque diga que no que aquí nos pueden ver.
Bésale las palabras hurga su lengua hasta
que abra los brazos y diga ¡santo dios!
o hasta que santodios abra los brazos de escándalo
bésale a la poesía a la loba
aunque diga que no que hay mucha gente por aquí
nos pueden ver. Bésale las piernas las palabras
hasta que no de más hasta que pida más
hasta que cante.
POLVO PARA MORDER


A veces la palabra
como una copa rota donde morder el polvo
y otras veces un agua
de alumbrar.

Asomada a los cielos, la palabra,
es un tambor de polvo deshecho al primer golpe.
remando en el infierno, la palabra,
es un agua posible sobre un manto de cólera.

Entonces, la palabra,
¿polvo, para morder en la oscuridad?
¿Agua, para alumbrar este cuerpo callado?



PASA VALLEJO NAVEGANDO EN EL POLVO


Magro, cetrino, casi hierático, me pareció
Un árbol deshojado. Su traje era oscuro
Como su piel, oscura.
Ciro Alegría

Un Santiago de Chuco de labios apretados lo ve
pasar y dice: como si la victoria y la derrota
comieran de su plato. Y dice: como un hueso
escarbando en el habla de nadie. ¿Y tanto así?

Pasa un zumbido, un triste, alguna capa, un capellán,
un globo sin su niño, un ala que saluda. Las tardes
son iguales aquí. Pasa Vallejo navegando en el polvo
de las demoliciones.

Como si la victoria (se lo dije), como si la
derrota (¿no le digo?) comieran de su plato y
él escupiera el plato porque un dedo de sangre
va abriéndole los ojos, porque hay un aguacero
que se lo lleva todo.

Pasa el maestro de escuela por las calles vacías.
Una mano cortada lo lleva de la mano.



PACIENCIA


Sordomuda,
en tu lengua vacía flota Janitzio, la sila,
pasa Dino Campana vestido de bombero,
arden las casa de Chiloé con sus escamas de madera,
no dejan de girar los voladores de Papantla,
y el trío Matamoros canta "Lágrimas negras".

¿Y qué esperaba yo, mirándote la lengua treinta y
tantos abriles?
¿Un tifón? ¿Una chispa, trébol de cuatro llaves?
¿Un vendedor de biblias?
¿"Una juventud amable, heroica, fabulosa, digna de ser
escrita en letras de oro"?

Sordomuda,
estoy sentado en el lugar de siempre y en tu lengua
vacía escucho pasos.



ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO IV


Lluvia, somos dos extranjeros,
mi nombre como el tuyo
es una travesía,
un deambular por puertas
cerradas para siempre.

La gente entra en mi sueño
como por otra casa
y tus breves colores se
deshacen contra el olvido,
pero ya lo sabemos,
no hay nada que tratar con su
navaja,
nada que preguntar en sus regiones.

Lluvia
somos dos extranjeros,
nos separa una herida.



ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XXI


Imperturbables.
Sin decir agua va.
Como la parca.
La que no pide silla ni licor.
Irrespetuosamente,
se instalan estos gallos más ciegos que el olvido
a colgar con esmero del clavo de mi lengua
sus palabras prohibidas,
mis blasfemias después.

¿Por qué tanta lejanía?
¿Falta de documento?
¿Acaso soledad?
¿Incertidumbre y asco?

el mar busca una puerta para seguir golpeando
y su recuerdo danza para vos (o para tu recuerdo)

Yo me subo a ese tren o compro algún periódico o
enciendo este cigarro,
y es el día del látigo en el hombro
cuando los que yo cito,
agitan asustados el pañuelo mugriento de sus alas.
Sin alimento van.
Ni rumbo tienen.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XVII


Alguien ha entrado al mar como a una casa,
humaredas de espuma le entorpecen el habla,
lo ciegan,
llenan su corazón de harina negra.

Si el pescador era propiedad de la tierra
el ahogado pertenece al mar,
y es inútil disputarle a las aguas esas verdad pesada.

Como el rostro del que entró para siempre
al espejo del agua,
en un país que desconoce.

En el muelle,
la muchacha de la bufanda azul espera.

La memoria es a veces como una piedra enorme
en los brazos de un niño.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XIV


En la ciudad del vino:
los arrabales que levantó el odio.
Por lugares así deambula el extranjero.
A ratos mira su pedazo de hembra en una foto
y una memoria roja
se le deshace a gritos en la boca.

Es el vino que hierve sobre los mostradores
del olvido,
son callecitas breves de mordaza y navaja,
cicatrices del día que es mejor no tocar.
Todo conduce a un patio donde la luz –disculpen-
es escasa.

Bandoneones pintados por Gaeta sangran
desentonadas palabras de alquitrán.
Y aquella vez el extranjero desconoció al escriba
-un servidor-
sobre los basurales de la noche
bailó su tango con la muerte.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XII


Creo
en el nombre prohibido del extranjero,
en su caballo oscuro,
en su único ojo bueno, en su peste, en su vino,
en sus alas mojadas.

Creo
en la sangre seca de sus manos después
de tanto olvido, en su sal derramada,
sus largas caminatas por muelles y países.

Su corazón a punto de volar en pedazos.



ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XV


Atangados,
oscuros suelen ser
los gallos que yo nombro
sólo emiten quejidos que se rompen sin gloria
como huevos podridos contra el sueño.
Quieren cantar y anuncian los adioses, las
desaparciones y hoy no hay carta.

Yo soy el extranjero que sangra en sus milongas,
el que recuerda a gritos esa mujer o cielo o
bienaventurados temblores de tus pechos,
lámparas de tus hombros


para mi última noche.

Es época de lluvia,
entro por tus gemidos donde se cruje y duele
así en la cama como en el suelo.



ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO XI
ESTA CANCIÓN TIENE LA SOGA AL CUELLO


Un hombre,
cualquier hombre,
acaso el transmigrante,
lleva un pequeño blues en la garganta.
Estalla en las armónicas del día
cuando los ademanes del silencio preparan su emboscada.

Un hombre,
cualquier hombre,
lleva un pequeño blues en la garganta.
Duele como la noche.
Quema como tu cuerpo.



ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO VI


Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre-como el tuyo-es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus revés colores se deshacen contra el olvido.
Pero ya lo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.


ORACIÓN PARA UN EXTRANJERO IX


Los gallos ciegos del olvido invaden como ratas.
Mi rostro es hoy una canción prohibida
en la ceniza de sus ojos.

Y el ilegal, el otro, el exiliado,
va escribiendo carajo sobre viejas barajas,
repartiendo ese grito entre los hombres.
ORACIÓN / VI


Lluvia,
somos dos extranjeros.
Mi nombre — como el tuyo — es una travesía,
un deambular por puertas cerradas para siempre.
La gente entra en mi sueño como por otra casa
y tus breves colores se deshacen contra el olvido,
pero y alo sabemos:
no hay nada que tratar con su navaja,
nada que preguntar en sus regiones.

Lluvia,
somos dos extranjeros.
Nos separa una herida.



¿QUÉ BUSCA?


El poeta, como el cazador pobre,
a lo que salga.
.Baldomero Fernández Moreno
El domador que mete su cabeza
dentro de la boca del león, ¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Busca su propia lástima?
El poeta que arroja su anzuelo
en la garganta de la Sordomuda,


¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Que tenga lástima la Sordomuda?
¿Busca su propia lástima?
Y el público, ¿está loco? ¿por qué aplaude?
Hoy la tarde sobre Ingeniero White es suave
como mi abuelo peinándome de niño.



¿PREMIO?


Me presento a un concurso
y gana este dolor.
Por unanimidad.



Y SE ASFIXIA Y SE AHOGA


El hombre que saca la cabeza del agua,

es un pez y se asfixia.
El pez que mete la cabeza en el agua,
es un hombre y se ahoga.

El poeta escribe en la línea del agua,
y se asfixia,
y se ahoga.



YO DIGO ADENTRO MÍO


Adentro hay una boca recibiendo a la lluvia
y una mano queriendo penetrar en los trenes.
Adentro está mi infancia con su mañana blanca,
mi pueblo, allí, colgando de la lengua del día.
Adentro está tu frente pero nunca los lunes,
porque adentro me sombran el reloj y los diarios.
Adentro está lo bueno, lo malo, lo que queda,
mi corazón adentro un pájaro sin rostro.
Adentro tengo al viento derramado en tus hombros,
es decir, este aroma de ausencias y de gritos.
Adentro estoy yo mismo


golpeando para afuera
y hay una almohada tibia donde apoyo tu nombre.
Adentro está el otoño el café el intestino
las rótulas tus ojos el parque que olvidaste.
Adentro están doliendo tu setiembre y mis pasos
y hay una piel llorando.
Ahora,
adentro mío se oxida una ternura.
Yo digo adentro mío, en esta tarde
de otros.


UN HOMBRE GRITA EN NUEVA YORK


Quiere ver a la mujer aquélla
vestida de mujer aquélla
quiere ver sus muslos inflamables
su regular concupiscencia ?
conocer a sus pechos desordenando el mundo
acérquese
ponga el ojo aquí sobre la sien
justo en el agujero de la bala.



ÚLTIMO MOMENTO



Distintas informaciones recibidas hoy de
fuentes extraoficiales, indicarían
un acercamiento entre tu corazón y el mío.
Dichos voceros señalan,
una cuestión de piel irremediable.
Los observadores estiman que te amo.


TAL VEZ SI LA QUEMARA ESTE BARRIO SERÍA MÁS AMABLE



Mis vecinos son sanos,
tienen el paso elástico y recortan el césped los domingos.
pero yo no conozco a mis vecinos.
Tengo mi casa aquí,
pinté verde la verja, la pared blanca,
pero no los conozco.
Los supongo educados,
Eso se ve en el moño que corona sus bolsas de basura.
Mis vecinos son sanos,
tienen un perro largo que arrastra las orejas,
y un jardín de candados.
Tengo mi casa aquí, puse una piedra, planté una veranera,
pero no los conozco.
Cada mañana escucho el golpe del periódico


contra sus puertas de metal.
Estoy viendo mi casa. Si le prendiera fuego,
un curioso quizá se acercaría.
Pienso en mi casa, tal vez si la quemara
este barrio sería más amable.



SOLEDAD


Nadie.
Como decir:
todos del otro lado.



SILVIA PLATH LAVA UNA TAZA SECA UNA TAZA


Qué cabeza la mía,
dejé una frase suelta y una rosa en el horno.
Cotidianos trajines, calores, taquicardia,
y un almohadón de plumas
con un lápiz labial justo en el centro.

Qué cabeza la mía.
Yo buscaba algún parque y encontré en un mal sueño
una torta partida por un rayo.
La sala está revuelta.
El miedo de un venado


no cabe en este horno,
por eso huele así toda la casa.

Pero a quién se le ocurre
dibujar una piedra y tropezar dos veces,
llenar un cenicero con los puntos y comas
de alguna carta antigua.
¿Hubo un Adán violento?


¿Hubo un amor-halcón
"de una vez para siempre"?

Qué cabeza la mía,
guardar los zapatones en un charco
y aceptar ese baile sabiendo que me espera
una puerta cerrada tras la puerta.



MANUAL DE LOS BUENOS MODALES



Mis vecinos son sanos,
tienen el paso elástico y recortan el césped los domingos.
Pero yo no conozco a mis vecinos.

Tengo mi casa aquí,
pinte verde la verja, la pared blanca, pero no los conozco.
Los supongo educados,
eso se ve en el moño que corona sus bolsas de basura.

Mis vecinos son sanos,
tienen un perro largo que arrastra las orejas
y un jardín de candados.

Tengo mi casa aquí, puse una piedra, planté una
veranera,
pero no los conozco.
Cada mañana escucho el golpe del periódico contra sus
puertas de metal.

Estoy viendo mi casa: si le prendiera fuego, un curioso
quizá se acercaría.
Pienso en mi casa, tal vez si la quemara
este barrio sería más amable.




LÍMITES


Mi pueblo
limita la norte con Bolivia y Paraguay,
al este con Brasil, el océano Atlántico y Uruguay
al oeste con Chile.
Y Luisa,
se pudre en una celda de dos metro por uno.



LUGAR


Lugar, es el nombre del animal más grande de la tierra.
Hay quienes aprovechan su sombra y no saben que existe.
O beben su saliva y lo confunden con un río.
O duermen en los huecos que dejan sus pezuñas en la tierra
y piensan que la tierra es así.
Los exiliados cargan sus pedazos de tiempo.
Otros clavan zapatos en el barro.

Hay ciegos que cambiaron la vista de la certidumbre.
Algún dios carpintero que fabricaba muebles repite
la sentencia :
"Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar.
Pero los desaparecidos ¿ dónde están ?
Si el nombre que los nombra parece un chupadero.
Todo es ajeno aquí
Somos los extranjeros
de un lugar que era nuestro.

El deseo escribe en un libro sin hojas.
Alguien se prende fuego envuelto en un secreto.
Hay quienes buscan que el amor les corrija la rabia.
Otros rezan, divisan un lugar después de este lugar.
Está el que desespera :
si ese animal ocupa tanto espacio, ¿por qué no puedo verlo?
Unos pocos eligen atravesar un sueño para llegar a un sueño.

¡Ah, si el silencio dijera sus lugares!
Ahora, cada baldosa es un campo de caza.
En días por venir, alguien
escarbará en las preguntas hasta desenterrar un fémur,
algún diente de lo que fue un lugar.
Pero no en esta casa con un piso de viento.
Aquí nadie se mueve, ha llegado el gran día.
Reparten un desierto entre todos los hombres.




LA SILLA PRESTADA


La selva está hecha a lápiz, punta fina
sobre papeles rotos, garabatos que se alzan en el
aire y cajitas de música y el oso perezoso.
Una lágrima verde rueda sobre la lengua del jaguar.
Tierra tatuada, selva
con la palma en el centro que en un aire de reina
despliega su penacho, su cabellera de hilos,
su serena ebriedad.



LA POESÍA ES UN MAL NECESARIO


La verdad que es muy mala vecina.
La verdad que hace ruido de noche.
Más si quiero algo de su cocina,
siempre a mano tendré: un caballo, un tonel
de palabras, una taza de azúcar
y la luz que me falta.

La poesía es un mal necesario.
La verdad que me aturden sus voces.
Pero si me cambiara de barrio
no tendría jamás: un color, una mano
caliente, una taza de azúcar
y la luz que me falta.


Quiero la boca de la poesía sobre mi boca.
La verdad que es muy mala vecina.
La verdad que hace ruido de noche.

Más si preciso algo de su cocina,
siempre a mano tendré: una bronca, un temblor,
una pena, una taza de azúcar
y la luz que me falta.




ILUSIÓN


Está dormida, sueña, sus párpados esconden un
aplauso cerrado, un puñal de hojalata, un
castillo de mimbre.
Seguro que en su sueño alguien está soplando un
almohadón de plumas y ella viaja y visita.
Los 33 Billares o El Blanquita
(Hoy: Los Imperio, Ana Libia, Los Tres Ases,
Paco Miller y su muñeco don Roque),
y trae una botella en cada mano.

-Ahora está soñando. ¿Con quién sueña? ¿Lo
sabes?
-Nadie lo sabe.
-Sueña contigo. Y si dejara de soñar, ¿qué sería de tí?
-No lo sé.
-Desaparecerías. Eres una figura de su sueño.

Si se despertara ese Rey te apagarías como
una vela.

Pero ella está borracha y lo que sueña es tan
vertiginoso que no puedo seguirla.
Habrá que adivinar, mis ojos fijos en su cuerpo


que se estremece, se sacude, que respinga,
que tiembla, como una telaraña en la cuna vacía.




FLASH BACK


Hay una habitación a oscuras
y un hombre dentro de la oscuridad.
Hay un corazón oscuro dentro del hombre
y un rostro de mujer dentro del corazón.
El hombre se pregunta:
¿quién puede dormir esta noche si los pechos
de la mujer aquella saltan sobre el alambre del
recuerdo y caen entre mis manos?
Se pregunta:
¿quién puede dormir esta noche,
si una mujer apedrea mi piel desde sus labios?

En cualquier calle de la ciudad vacía puede
encenderse un rostro de mujer,
que entra a la habitación,
se desnuda callado sin encender la luz,
y se recuesta.

El silencio se duerme en la saliva de una mujer y un hombre.
En la mesa de todos los días,
una manzana abierta golpea contra la oscuridad.



ESQUINA AL SUR


Con las manos cansadas de manejar aquella cucharita
y los ojos vacíos del lavacopas ese
buscaba el calendario de una risa
allá en el sur
cuando llegó me desarmó las piedras
y amiga de los grillos se acomodó en mi furia
los espejos rodaban en mi sangre
festejando la ausencia de los trenes
mi corazón corría lo increíble
setenta mariposas por segundo

todo sucedió allí sobre mis hombros
yo hice esta cavidad
con un zapato bueno saqué escombros
algún recuerdo ingrato un mar antiguo
un miedo de amanecer entre peces corcheas y otras voces
y así instalé su nombre esquina al sur
ordené los manteles los símbolos del día
las caricias el mate los gorriones
mientras caían toboganes de luz sobre mi patio
yo anduve en mí cavando una canción
la de los pescadores
la de mi tío el zapatero
la de los que encontraron la alegría
quise incendiar la noche allí en su boca
que se limpie la lluvia en estas manos

ocurrió cierto día volvimos al silencio
ella juntó sus cosas su sexo dijo chau
mis manos regresaron a aquella cucharita
y a los ojos vacíos del lavacopas ese
las agujas del sol se me perdieron
alguna tarde escrita con minúsculas
ella llevaba una pollera rosa
y la magia de un sur abandonado.


ESPEJITO DE MANO


Mírate bien, hoy eres
una cara de trapo al fondo del aljibe,
un perfil oxidado que ondea bajo el agua.
Te advertí, te lo dije,
el espejo, ese imbécil, compra muebles usados
y trabaja en el rostro con cuchillos sin filo.

Mírate bien, hoy somos
el ladrido del viento, te advertí, te lo dije,
es un sepulturero que cobra como artista.
Seguro ya te olió.
Su corazón helado
vende casas de polvo en los despeñaderos.
Mírate bien, hoy eres
un hospicio, un extraño,
reverso de una imagen que se repite y dice :
uno de los dos está muerto.




ESCALONES


a Esteban y Pablo Antonio,
hijos de estos versos.

También soy parte del olvido,
de los pequeños enredos cotidianos,
y me ofrezco en silencio con las noches
en el clamor sereno del abrazo.
La brisa yace, desnuda de sí,
y una lágrima basta:
es suficiente para sobrevivir en media ola,
una lágrima hollando transparencias,
alcanzando estrellas que llegan a tu pelo,
detrás de caracolas y arenas conmovidas.
Yo soy parte también
del adiós que dejamos en los ancianos,
de los ecos cuando ya acuden las primeras canas,
y nos hallan los hijos
la parte superior de la nostalgia.
Vienen ahora a tocarme el corazón para amansarlo
y sujetarlo un poco a los rincones.
Resucito en la sonda del enfermo
mientras la pobre anciana
fabrica su última lágrima,
su pequeña muerte de cobijas y clamores.
Y soy parte también de los que sueñan,
de los que en forma alguna
me olvidan y recuerdan,
me desconocen o aman.
De los que están presentes,
bajan o suben con nosotros los mismos escalones,
te rozan y no te determinan,
te abrazan, te liquidan y sonríen.
Mientras vienes de nuevo
y entre las gentes que pasan
aún estás conmigo.




DESTINO


Tu nombre es lo presente;
me rodea con su abrazo,
sustrae mis escombros.
La pequeña esperanza es suficiente.

He vuelto a tu caricia.
El abrazo persiste en la tormenta
y voy de mi desorden al camino.

Estoy donde la piel nos amanece,
pero mi soledad se aferra
a la garganta del suicida,
como viajero sin destino en este riel.

Y la noche naufraga,
yo lo sé,
mas te busco en la piel cuando despunta.


ASTILLAS 2


Gira la cuerda ciega que hace volar el trompo,
el papalote,
algo que en la garúa
te oscurece los poros;
y está rota la barca de los sueños,
aquella nuestra casa y sus duras ventanas.

¡Ah!

¡Las ancladas paredes de los predios,
allí nacía el semen gritando a las estrellas,
se anidaba en tu piel!

¿Cómo decirte ahora, rasgando las cobijas
en un afán de deslizarnos sin ser vistos,
cómo en los mismos ladrillos
que pusimos en medio del abrazo?

¿Es que el césped no existe,
la misma luna no se ve desde el patio
como una madre dulce que espierta?

Y el mar, ¿acaso huyó de ti,
acaso no moldea ya tus caderas?
¿No duermen los maderos en la playa?

Los sueños quebrantados,
la sed del cielo que en tu boca amé,
tu pecho solidario con la niebla.
Y más aún,
aquel temblor de pasos que me vence.

Está rota la barca
y el viajero
en una astilla canta,
todavía.


AGUA ESPESA


Tus poros navegaron en mi sed
y no hubo rincón donde la piel y la lengua
juntas no visitaran el delirio.
Fuiste liviana,
compás de ausencia,
desnudez que apretó toda amargura.
¿Y dónde esta lágrima de semen
te inunda y te reclama?
¿Y qué hacías, qué destrenzabas
cuando el vaho?

¿Qué soledad
trizaba el canto en media lluvia?
¿Y por qué hoy comienza en el grito mi caricia,
si desde el agua espesa del amor
tan solo mi dolor en ti dejé?


ESPERA


A Natalia,
desde cuando te esperábamos,
porque ya venías.
Es pasajero el desayuno
cuando tu vientre
va llenando todos los rincones.
Sin queja,
hemos dispuesto los manteles, el vaso,
el tenedor interrogante y la tibieza.
(Me diste las manos
detrás de cacerolas insondables
y bajo las sábanas
bebimos de nuevo el chorro feliz de nuestros besos).
Hablando incongruencias que la piel no desdeña.
Ya cercanos.

Montañas en oleaje
vienen a la ventana sobre el aire.
Y la espera se agrieta de mantillas,
de dulces buenos días para crecer
y ser amigos
y niños
casi dioses,
asustados,
alegres,
casi un pan necesario
mientras ha empezado a llover en las afueras.
Es cercana la dicha de la espera.
La cuna sin color no aguarda más;
la calle y su octubre de charquitos,
la vieja pulpería que se empobrece
más y más.
Y te has vuelto cercana,
tejedora del tiempo,
expectante sutil de la mañana.
Y ya conmigo
habremos de saltar los sitios solos,
habremos de crecer como los niños,
más abajo quizás.


FÁBULA VI


Cuando llegues a la última hoja
del húmedo bosque,
y estés sola cotigo
y el temblor del rocío,
y ante la tensa pulsación de estrellas
que el colibrí bate al libar
con su aguijón de sed;
y cuando extasíes los claroscuros
y mezcles tu palabra con pinceles y ensueños,
cuando tus pies mojados
hollen los verdes que ya sueñan,
los charcos del olvido, la garúa indolente;
cuando dejes tu boca por el aire,
tu pálpito en el viento,
tus ojos de cervatillo en el vuelo
de guacamayas,
o en el brinco de las ranas azules,
naranjas que perdimos.
Cuando los congos hoscos
hagan su desfile en las ramas
y pongas los oídos en su sangre que aúlla,
y las mariposas intenten regresar
a sus capullos
de tanto embelesar al mundo.
Cuando los pájaros paraguas
convoquen a sus hembras.
Cuando de tanto zaherir el alma
de verdores aún ciertos
te contraigas y ovilles,
semidesnuda,
azorada,
recuerda que en esta ciudad te espera
abatido por prisas,
poeta de cabecera, camarada,
quien quiere beber de tus pocitos hondos
todo el bosque que traigas del camino.


HISTORIA


Soltada golondrina,
¿dónde pretendes sujetarte?

No hay puñal más agudo
que la pura mirada,
deshecha en un cajón inoportuno
Veníamos así: con los más largos años
donde el viento era ajeno, ajena
la palabra,
enfrentándonos en formas incorrectas


a la niebla.
Cada árbol fingía en su lugar,
y solo a renacer nos oponíamos.
Ventanales de pronto abrimos en la herida.
No pudo caber sino, en primera instancia,
ese miedo terrible de encontrarnos,
de ovillarnos de nuevo en las raíces,
replegados y absurdos en los muros
pues tu pañuelo rojo ya no era guerrillero.
¡Allí donde corrimos bajo la lluvia
traspasando fronteras y gritando de júbilo,
con los besos más besos de tu boca!

–TÚ eras la tempestad, dijo un amigo,
huracanada sangre conmoviendo,
y ese lecho eras tú
y tus manos cavando entre mi piel.
Éramos la furia, espantada de sí,
desbocada entre calles,
(los apenas caminos de Santa Ana),
hundida para siempre en agua turbulenta.
Fuiste la herida y la mejor estrella
para untar con tus luces nuestras llagas,
y yo sané a costa de tu herida
y ensanchó mi dolor tu regocijo.
¿Dónde pasión nos arrastró
y fuimos posesivos, absolutos
y después omitidos y lejanos?

Hemos venido ahora


con los años más largos,
el dolor estirado tornándose cansancio:
Lo primero aprendido fue a mirarnos,
con los ojos posibles del encuentro.
¡Ah, la amistad,
esta especie de estigma incontrolado!
Fue de nuevo aquel aire
leve, impreciso, con mi voz en tu sangre.
Y el Poema de Roque, de la facultad,
en donde en una sola habitación del tedio
quedaba despoblado el denso miedo
para que entraras con todos los espacios
en mis poros.
El poder del recuerdo–¿lo recuerdas?–
cuanto más niños, es mayor.

Ese miedo terrible
de mirarnos, proponernos,
temblar lanzando al aire tempestades,
pequeñas golondrinas

¿Dónde saltar sino a la libertad
del vuelo y del abrazo,
al fondo donde amamos, amistamos,
donde siempre tuvimos los meses más intensos ,
más locos e insalvables?
¿Dónde sino el transcurso de mi boca en tu cuerpo,
la posibilidad de enraizarnos
sin herirnos
con la simpleza de la noche al desplazar el día,
de la flor que al nacer tensó los pétalos?
Ahora,
en medio del lecho que alquilamos
está la lluvia
y entre la lluvia vaga una hilacha de niebla
que no muere.


HISTORIAS FEBRILES POSDATA AZUL DE LAS MENTIRAS


Ay! barco, no te tiemblen los costados,
que llevas una herida. G.Mistral


HISTORIAS FEBRILES


Febril aventura es mi palabra, lo sé,
trastocada en las lunas
ahora moribundas,
porque me niegas
el afán de soñar y soñar con tus milagros.
Febril aventura este beso,
quizá imaginado, nunca proscrito
desde la pantalla que nos hermanaba.
No sé quien se atreve a manchar mi corazón.
hecho de las altísimas espumas
para que tú también cantaras
bajo las lluvias
que apenas entrevés entre la niebla.
Yo me sobrepuse a tu lento desamor.
Yo ya no olvido;
no puedes arrebatarme esta terca
memoria de señales.
Los que saben de besos a escondidas
no pueden condenar mi poesía
que sólo sabe mentir con tu permiso.
Estas febriles historias yo las inventé
y por eso duelen como bandadas ciertas:
no he dicho más que estas orillas
tribales del poema;
tú cambiaste la almohada


por una piedra negra
que alguien te invitó a cargar en el camino.
Yo no la puse allí.
Yo para ti estaba cantando:
era ese otro amor a tus costados
no rendido, sí prudente, incapaz de manchar
tu rebozo de bermejos cristales
entre la noche.
Fui tu mal amigo, pero todas mis palabras
las encendí en el secreto de esta luz
mortecina de distancias.
Ahora vete, ya me hundiste tu tacón terrible.
Ya puedes vanagloriarte de haberme pisoteado.



INVOCACIÓN


Agregar un poema aquí,
cuando la llama azul se suspende
sobre la roja sensación cardial
que nos hermana.
Agregarlo aquí,
cuando el corazón puede ser la invocación
apasionada
de la forma,
cuando las caderas pueden resucitar
la nueva luz del abismo que nos hace,
cuando un día no es solo la jornada
para el amor
sino la esencia de todos los almanaques
que convocamos.
Aprender que es necesario el silabario
que puso beso en mitad de la flor,
el calendario que puso abrazo en la palabra,
la bitácora que inundó de caricia
esta parte del mundo que a sí misma

se llama POESÍA.



REFLEXIÓN SOBRE MI PADRE


Mi padre a tono con las circunstancias, circunspecto,
defiende su recuerdo a capa y espada: quizá le quede
deambular sin Ella ante la noche lentísima,
y nosotros solo seamos el anuncio de neón
o la llave solidaria que la sangre asume.


QUIZÁS ESTE ES EL NÚMERO REDONDO


Quizás este es el número redondo
que esperábamos,
tu nombre diciéndose a solas,
a mordiscos en la alcoba de la soledad.
Pero quizá se confirma una vea más
esta tristeza que exhibo entre la gente
y que entre todos logra risas,
parajes de elocuencia,
aplausos o reproches,
bofetadas de la niebla.
Tanta cercanía
y no hay una caricia siquiera
que borre tus ríos de mi piel.
Sólo queda esta ventana
donde después los sueños todavía atónitos
se rindieran profiriendo un adiós en la noche.
Anatema de sed y sal
es sentir que te abandono
y me abandonas,
luna aterida de mi amor.
¿Es este signo tu nombre o el número
para ser esta ciudad y su tristeza
y su luvia y las líneas amarillas
que se desbandan de las carreteras
y los lazos, los linces de tu piel,
los lagos de tus ojos de gacela,
la lujuria, luciérnaga distante,
la lenta lámpara
gastada de llamarte,
o ese número par,
o tu nombre que vuelve
en nombre de tu piel


o que se aleja?



POSTULADOS DEL SUEÑO


Aquí estoy, del etereo
bostezo.
Aquí donde puedes arraigarte a una silla,
a un cuaderno, a un estornudo.

Aquí estoy, deletreo,
soy la mirada, la aspiración del mar,
la coyunda atándome a un invierno,
al averno, a la pereza.

Lo que tú lees o dormitas
tiene un sentido solo con la soledad.
Cubres la entrepierna: queda tu enagua de jean,
el ying y el yang o la única esperanza,
el doblez de la noche que se aviene
esperando, el libro, el móvil,
la naranja solícita sobre la mesa extraña.

Aquí.

Mírenme latir de tan despacio,
desconectado de todo:
no sé si al dormir vuelvo a ser
este que se escribe,
el que se inscribe,
el que te lee leyéndome,
leyéndose a sí mismo en estas notas.
Aquí. click.

II



Solo tengo el espacio de tu beso soñándome.
No me despiertes con las manos frías.

Pero sí,
hazme el amor
con tu cabalgancia de piel
sobre mi insomnio,
sobre este árbol erguido
hazme el amor y no la guerra,
o ambas quizá cuando te alcance, noche.
(Te pintaste los labios,
guardaste el bolso pleno
en tu hombro izquierdo
y te fuiste nadando en una bruma).

Ahora, ¿quién atará los cordones de mi soledad?
¿Quién?

¿Quién?
¿Vendrás tú o vos o ella o la que ya se fue?
¿Quién pondrá los botones
en el ojal
desmadejado del olvido?
¿Quién ha de venir sino tu gracia caminando?
Tan inefable,
tan insalvable de tu propia poesía,
como mi carne a destiempo deseándote,
preguntándote:
¿por qué no vienes y me vuelves pájaro,
herida, saltimbanqui, nocturnidad,
tránsfuga para tu sed de asombro o caminante?


EL SON


Es tener una playa en los ojos,
es tener una selva en las manos,
es tener un brillo entre los poros
y una sonrisa igual a una tristeza,
y músculos como negras raíces,
y dientes como soles heridos,
y manos como palmas golpeando,
y carmichael gritando venceremos,
y asombros como dioses de viento,
y pómulos como tambores,
porque la negra piel es toda aurora
bajo el cálido son que da su sangre,
a la vista del día,
con las manos subidas a las calles
con ángela y patrice a la cabeza.




EL MALECÓN


Claro que desde aquí
todo se ve más claro. Y
el panorama es amplio como mujer abierta.
Donde apuntan, los ojos un desierto de espuma, y
un malecón golpeado por temblores antiguos.
Ningún otro rastro sino el tuyo,
ninguna canción fuera del viento,
luego estamos en paz.

El mar comienza verde
pero termina rojo.
Esto suele ocurrir siempre a esta hora
en este mes de julio en Miraflores,
este es el mar donde arrojo tu nombre
con un terrón de azúcar al café,
una sola palabra contra tanta marea,
contra todo naufragio
sólo eso.

A mi espalda
el mar desata un ruido de cuchillos.
Pequeños dedos de agua
se arrastran fatigosos hasta alcanzar la orilla,
una que otra pareja,
huellas de perro y botellas vacías de cerveza.

Esto es el mar a esta hora
en este mes de julio en Miraflores,
donde todo es más claro
el mar termina rojo y
una sola gaviota defiende al horizonte,
luego
estamos en paz.



EL HERMOSO CAZADOR FRENTE AL BEBEDERO CELESTE
PARA LOS PÁJAROS SIN CORAZÓN HUIDOBRO


Ha oscurecido en el poema,
se hace difícil avanzar,
llueve torrencialmente
sobre mi sombrero de paja,
la vieja máquina de escribir
rechina en cada curva,
amenaza volcar,
hay sirenas y gritos y ruidos de motores
que avanzan, retroceden,
acelero un lenguaje difícil de entender,
juro que no he tomado ni una gota.
Una mano apura los gestos de la muerte.
Una esfera de llanto rueda por la avenida principal
o directrices del poema,
la hoja es de cemento liso,
los faros que vienen en dirección contraria la atraviesan.
Son teorías opuestas,
discusiones antiguas,
¿Acaso la palabra piedra puede más que al apalabra
vidrio?
Unos infortunados intentan autostop
¡la lluvia quebrará esos rostros!
(Si uno pudiera subir al texto sus animales preferidos
otro cantar sería).

Ha oscurecido en este mes y acelero,
acelero,
es una pesadilla,
tengo miedo,
es de noche.
Donde espera tu nombre siempre habrá
una mancha de aceite en medio del poema.


EL CALLADO


A Juan Gelman

Le advirtieron que hablara. Lo intimaron. Dijo:
Lo que callo es de arena.
Lo que yo nunca digo es un aroma que ha podido tatuarme.
Sin mucho esfuerzo puedo callar una estación entera, un
modo de nevar.
Mi boca guarda el humo de un disparo en una noche de 1976.
Soy un hombre que vive de callar.
Espesuras de ciego que lamen los recuerdos
Me visita mi padre (una foto movida le cubre el esqueleto).
Callo un tren enredado en las líneas de una mano que estuvo
entre las mías. Bandadas callo.
La procesión de San Silverio reflejada en el agua, sus botes
de colores.

Afilaron cisaña, chamuscaron su sombra en las paredes.
Y él les dijo:
Callo algún bar, algún cielo de espuma, ojos de marineros en
bandejas plateadas para los muslos de la vitrolera, única tierra firme.
Lo que yo nunca digo es una noche, ese terrón despedazado a
besos, y un tigre de bengala alrededor d eun cofre y en el confre:
comparsa en Bahía Blanca, una carroza hundida en salitrales.
Es un aceite hirviendo que callo.
Es un hijo que recorre saltando las piedras de mi voz.
Muchas horas del día paso en eso.


Dale que dale.
Es un color que si lo miro es otro.

Lo amenazaron fiero, lo maltrataron, dijo:
Yo no cierro la boca, yo callo cada brazo, cierro
el pelo, las uñas, disuelto estoy en la respiración de
alguna madre.
Al silencio hay que hacerlo, acunarlo, vestirlo.
En una soga gruesa cuelgo la ropa limpia, voces de una
una mujer nacida en Drinicí.
Para sobrevivirla callo una selva entera.
Busco aullidos de mono en caracoles, una perla enterrada
en un ají.
A ratos logro que me pierda el tiempo.
Cuando alguien calla, el mundo se divide: es éste y otro,
se hace dos para siempre.

En la radio hay un himno de orines y una noche de trapo.
Le dieron otra chance, la última. Él les dijo:
Fabrico lo que callo: huesos de algún perfume, una
almohada de polvo.
Con metales secretos elaboro una tela, fina, suave
(la voz de Brillie Hollliday en "Tenderly")
No es memoria. Tampoco es omisión. Yo no sabría explicarlo.
No es mutismo, no es eso. Es un cuento que empieza en el final.

Lo que yo nunca digo son cuatrocientos indios mirando
la cabeza del jefe Lloriqueo clavada en una estaca.
Lo que callo y olvido me habita de otro modo.
Escucho la caldera: la nostalgia trabaja, las mandíbulas,
las lágrimas trabajan, el turbión, los zapatos crepitan
y cada espejo dinamita un rostro.

Ahora lo que se dice, no vale una palabra de
todas la que él calla.
El suelo está en el suelo, el hombre está en el hombre.
Agujeros que se comen el aire recuerdan
una cara que se tragó la cara.
Le advirtieron y dijo: "lo que callo es de sangre".



EL ALTILLO



Casi a nueva peldaños de la muerte
bajo una luz difusa
te desvestís
esta no es la cubierta del Kabanos
esto no se parece al paraíso
es tan solo un altillo.
aquí tus pechos vuelan
tu cintura golpea entre mis brazos
y la humedad es una amiga
mirando con ojos agrietados
un desorden de piernas
esto no es
la suitte especial del plaza hotel
ni hay una alfombra roja donde rodar a gusto
es tan solo un altillo
aquí tu pelo emerge de la noche
y es bandera de mimbre
aquí una vieja cama pide a gritos
¡socorro!
aquí no hay vencedores ni vencidos
afuera
no muy lejos
la estrella herida de la tarde
rueda como un gato sin fuerzas
sobre el techo del mundo aquí
casi a nueve peldaños de la muerte
tus ojos encuentran a los míos
y no tenemos tiempo siquiera de despertar.




EJERCICIO


Dar en el blanco: bien.
Acertar, atinar, justo en el centro: bien.
Entre una ceja y otra.
Hacer centro: bien, bien.
Dar en el clavo, restallar,
pero con un muñón.



CUADERNO DEL SUICIDA


Mis pies parecen palas.
Y mi lengua y mis manos tienen forma de palas.
Si me viese al espejo vería solo
una pala.
Todo lo que yo haga
tendrá forma de fosa.
Polvo para morder
Amargord, Madrid, 2008


CON MI COSTUMBRE DE DEJAR LA NUCA EN CUALQUIER PARTE

ELLA
Viene despacio
entra
tropieza con mi tos
con mi costumbre de dejar la nuca
en cualquier parteviene despacio
ordena mis silencios
desata las palabras necesarias
recibe la correspondencia de mis ojos
viene despacio
a tender sus manteles de ternura
viene despacio
apenas hecha humo para no despertarme
se abre paso entre vasos arrojados al día
retratos de mujeres
noches de bronca y noches de ginebra
viene despacio
con su enchape celeste subiéndose a mis mástiles
viene despacio
entra
se arrodilla al borde de mi alma
y junta los fragmentos de mi risa
después se vuela azul como la tarde.




COMENTARIOS


Dos niños que se miran,
interrumpen el mundo.



COMENTARIO XII


por amor a mi fe y a la vida que viene
canto la poesía de mis compañeros.
Martín Micharvegas

Dejo constancia aquí sobre la mesa
de café generales y blasfemias
que he sido útil inútil justo injusto
valiente con mis miedos y he tenido
como cualquier mortal hambre y bacterias
deseos de una mujer de buenos muslos
que quede claro que yo he sido amigo
y hombre de furia-sobre todo eso-
y que gustaba de los días de marzo
de sus tardes de sol y viceversa
y que he bebido y festejado el canto
por la esperanza con mis compañeros.



COMENTARIO III


de: La comida pobre (Aguafuerte, 1904)
Sentados en un mismo lado de la mesa
Pedro tomaba a Nora por el hombro
escuchaban la lluvia lamiendo los rincones
pero no se miraban
mirarse era pensar tenemos hambre.



COMENTARIO II


Y alguna vez condecorarán al poeta
por usar palabras como fuego
Juan Gelman
El mecánico está en los planes del ingeniero
que figura en los planes del mago
quien a su vez está en los planes del sacerdote
que está en los planes del fabricante de caramelos ácidos
que figura en los planes del mago
que está en los planes del martillero público
pero los poetas no figuran en los planes de nadie.



BESTIAS


Como un aullido el corazón,
como un grito que piensa y que se aturde de su propia
ignorancia.
Todas las palabras caben en ese gesto.
(El aullido de un mono, por ejemplo).
Cada día, cada hora, se descuelga del sueño
y se arroja al vacío.
Se muere y resucita,
en un juego que nunca me tocó decidir.
Condenado a ser apenas una sombra

en medio de su afán,
escucho su respiración bajo mi ropa.
Ronca como la selva a medianoche.

Un extraño, un aullido enterrado en mi cuerpo.
Lo he visto dibujado en las hojas de un libro.
Se llama corazón.
Nos vamos pareciendo poco a poco:
yo no tengo diez dedos en las manos,
él a veces camina como yo.




AVENTURAS


Sordomuda,
vivimos maniatados espalda con espalda
y alguien rasga la tienda donde estás prisionera:
lengüita azul no vayas a llorar,
afuera los caballos resoplan intranquilos
y hay varios centinelas para una sola piedra.

Remo de mi canoa, mensajera, tu lengua brilla
junto al fuego cuando estamos espalda con espalda.
No vayas a hacer ruido,
hay jirones de tedio en los arbustos,
cantimploras vacías.

Loca de amordazada, emperrada, cautiva,
hay clavos oxidados en tu lengua, hay soldados de plomo.
Los he visto acampar y procurarse leña,
he visto sus cabezas rapadas, sus uniformes sucios.

Cada noche soñamos que un caballo de vidrio

muerde las ataduras,
pero amanece y vamos espalda con espalda.



ARTE POÉTICA


He tratado de dibujar un niño en la corteza de los árboles,
y de ocultar las ramas entre las páginas de un sueño.
Y he mezclado los cielos a la sombra de un hijo,

a la sombra de un árbol, a la sombra de un libro.

He tratado de barajar los pocos cielos míos.
De plantar una lengua en la tierra del sueño
y escribir con la mano del deseo ese libro
que mañana hablará como un hijo.

Sin dejar de girar con un vino en el aire.
Por el hijo de oro, por el libro de espadas,
por el árbol de sangre.




ABAJO EL VIENTO JUNTA RESTOS DEL UNIVERSO


XXIV


Ni crece, ni se expande la selva.
Nunca se multiplica.
Nunca asciende la selva,
vive de imaginar al tiempo.
Todo el tiempo.



XLIV


El colibrí garganta brillante, dice:
«El color blanco es una selva que nadie sueña».
La ranita dorada dice: «Siempre estamos despiertos».
Las aves del pantano dicen:
«Los opuestos se envían cartas rotas,
se dedican linternas herrumbradas,
se buscan para decirse adiós».
El pájaro sombra dice: «Para juntarse los amantes,
uno de los dos muere».
Los cuervos de voz áspera, dicen:
«El árbol del aullido da corazones rojos».
El zopilote rey –blanco y mudo-
piensa mientras planea sobre los hormigueros gigantes:
«Lo que no es selva es pobre mundo».
Luego, todos se callan.
Nieva.


XXVI SAN JOSÉ


Pero si quieres ven a mi ciudad,
repitamos el camino de la tarde
que nos vio usufructuando los minutos,
devolvamos febrero a los febreros,
fundemos tu apartamentito
bajo lluvias de mayo y cafetal;
ríete conmigo en el andén soleado
donde ya no hay trenes,
en los mercados pobres
de sandías abiertas,
o en los parcos espacios del CENAC.
En las calles sinuosas del concreto sumido,
subamos a la periférica,
vamos a correr en La Sabana
dejando olvidados los tobillos viejos,
vamos a besarnos bajo el tolde de un árbol
guanacaste.
En mi aldea de Teatro Nacional
huyamos de las gentes
buscando en los contornos montañeros
refugios de riachuelo,
poemas del adiós vencido,
frondas para que el beso sea en presente,
cielos para el abrazo azul
que nos debemos.
Y si después de probar las lunas en menguante,
la desnudez de la llena sobre los tejados,
y el orgasmo de Selene soñando
en su quimera siempre,
resulta que te vas
por callejones sin salida
y no regresas,
ni requieres ya más
a este poeta a domicilio,
entonces condéname a ser
solamente estas cartas;
también la distancia tiene goznes
y delirios que se abren
como las azucenas
que te llevaste fecunda de mis besos.




XXIII NO SE VAN AL MAR


No se van al mar,
anochecen con uno.
No se zurcen como calcetines,
son como gatos enquistados
en el rincón del enfermo,
son heridas a medio cicatrizar
que de pronto se reabren,
y nos hablan purulentas.
Nunca terminan de restañar
el espacio para el beso,
se quedan y no cesan su perdón de olvido.
Quisiera decirte de nuevo que lo intentes.
Decirte lo feliz
que intentes tanto cielo
aún sin mí.
Soy este mal amigo,
avivo tu dolor con mi osadía:
envío estos poemas
para que surquen tu mirada,
repito las palabras, pequeñas que me diste.
Te digo que el dolor no se desecha.
Pero compréndeme:
sólo tuve quince días para que me amases,
y más lejanía,
y más inconcluso el ayer,
y el beso que te envío
está al otro costado de la arena,
y no te llega.
Más allá de la sal
que el mar empuja,
mis navíos se queman,
mi soledad te aclama.
Mas ya lo advierto:
estoy hecho de un sueño
que no fue el mismo entre tu piel.
No se van al mar
nuestros dolores,
sólo anochecen con la almohada,
lúbricos.



XXI NO ES CIERTO LA TARDE MURIÓ


No es cierto.
La tarde murió,
yo la vi latir bajo el olvido,
llevarse tus aromas
y dejarlos prendidos a los sauces.
Escucho nuestra estación,
bajo el farol de mi calle;
la tarde ya murió
y mi soledad aún sigue vigente.
No es cierto que la vieron
jugando a la rayuela en las esquinas.
La tarde es un camino
que gastamos
de tanto pisar con sus distancias,
con el pie izquierdo.
Y el corazón arrinconado.
Sólo es cierta su muerte irrepetible;
la noche no es su secuencial demencia;
es sólo otra puerta para la memoria,
otra carretera para transigir
en pos de la tristeza.
No es cierto.

Esta ya no es la tarde
ni la noche
ni la primera luz de la aurora.
Es solo un hilo de soledad
que sangra en la ventana.



XX ASPIRO TU OLOR DE MUJER


Soy el junco azorado que llega a tus orillas
Carlos Fco.

Monge
Aspiro tu olor de mujer
recién bañada;
traes todas las flores invisibles
saltando de los poros,
rosa, sándalo,
violetas maceradas, azucenas,
tulipanes, y reinas en la noche.
Todo está en equilibrio
bajo tu bata encendida.
Sacudes el agua de tus cabellos rojizos,
friccionas tu cuello
con la mano que sueña;
yo estoy hurgando
tus rincones suavísimos,
después de estos versos a ciegas
hacemos el amor una vez más,
luego tomamos este café chorreado;
y partirás después,
dos días después serás sólo el perfume,
bienaventurada de lágrimas
y espumas y caricias invisibles,
que aún nos han de servir
para proteger nuestra fe
contra el olvido.


XVII YO PARA SANGRAR TENGO EL POEMA


Yo para sangrar tengo el poema,
¿y tú que dices luces
empacarás aquel presente,
pondrás los sellos
con una nota de ya no soy la misma?
Tienes derecho a rehacer la vida
con él, la soledad, las otras puertas,
y con esta forma de mirar más hacia el viento, hacia el poniente,
con una forma de sentirte amada,
tan ala, tan rotunda,
que nada derribase tu poema.
Sólo tal vez.
Déjame hacer a mí las conjeturas,
que yo para sangrar tengo el prodigio
de no olvidar, de ser impenitente.
XLV CUENTO


Toda mentira crea otra verdad.
L. Albán
Te voy a decir la verdad:
Es sólo un cuento, una mentira más
que no pude tirar por la ventana.
Es cierto que anhelaba
más que el roce de tu mano al asirse a mi brazo
para cruzar la calle o la orfandad.
Es cierto que te quería desnuda,
enfrentada a la noche,
hacía ya tantas noches.
Pero todo es un cuento aprendido
que repetí en mi ceguedad
para que fueras
esa estrella silente cayendo en mis cuadernos;
todo tenía el rubor de una conquista,
de una simple aventura
que no pude olvidar,
nunca pude.




XLIII UNA ALTA SONRISA PUEDE MÁS


Mi sueño de amor se desvanece por siempre.
Yo nunca amé la vida tanto.
Tosca. porque nunca al borde del precipicio cuesta más el abrazo.
Vicente Aleixandre



Una alta sonrisa puede más
que la muerte agazapada.
Tanto sueño desposé con tu ausencia,
tanto manchado tálamo
se irisó con el tiempo,
tantas veces barrí
ocultando bajo la alfombra
el desasosiego del polvo y el olvido.
Pero cómo te has diluido de distancia,
cómo la memoria de las heridas
va gestando su huella
sobre esta sangre volátil de los aguaceros.
Ya no sé dónde está tu país;
mi país no es una patria,
es tan solo un papel que se derriba
en media carretera,
que aun mancha los besos que nos dimos.
Aún me resisto a dar el salto.
Ante los altos muros de las ciegas ventanas
no me espera más que el poro sangrante
de tu lejanía,
quizás la bala perdida en la ciudad ajena
que ayer celebró mis versos
imaginando los rostros de sus propias mujeres.
Yo nunca amé la vida, así,
tanto como al vértigo,
sueño de espejos
donde tus dedos van borrándose en mi espalda.
XL SI


¿Sabes?
Tenía 14 años cuando escribí
estos versos comunes que recuerdo
detrás de tus palabras:
Si tú me amaras,
esas palabras unidas todas
por el eco de una voz lejana.
INÉDITO, 1965
Y si fueses audaz,
espina de la ausencia,
vistiendo los amores inconexos
que te siguen,
anchurosos
tras los cristales empañados.
Si pudieras vencerte
con mi palabra sola
y sus números enteros,
y sus latidos.
Si yo al menos lo lograra:
Decirte algo
que fuese más que el verde,
pronunciar un filo
donde estés al borde del abismo
embelesada.
Incapaz de soltarte del hechizo
y su veneno,
prohibiendo a la noche
prohibiciones absurdas,
no más razón de amor
que la ya tan pronunciada:
sacar del otro
al otro que nos ama,
al que inventemos,
asidos al vejamen de maderas vencidas
que sostienen las ventanas,
poniendo el ojo
en la mira nostálgica del duelo.
Si tú me amaras.
Esas palabras.
No sabe aquel niño
cómo le sirve la memoria
a la cincuentona edad de mi estrategia
saber que un si condicional
lanza un precipicio que no podemos saltar
sin lastimarnos.
¿Acaso para morir

debimos respirar más lentamente?



XIX SI TU ROSTRO AL MENOS SE DISIPARA


que te amo
aún en contra de los presagios.
Narcisa Castro.
Si tu rostro al menos se disipara
y entre la niebla
deshilara uno a uno
sus filamentos dorados, rosáceos:
si tus ojos derritieran su miel
gota a gota,
cayendo al vacío, disecándose luego,
y no viniesen nostalgiando tanta noche.
Si tu ciudad no viajase
igual que tus palabras
y no te encerrase y ya no sangrara
por esta pantalla manchada de mi sed.
Si tu abrazo, tu beso,
no existiesen tan ciertos
como amanecer con tu nombre
en todas las esquinas.
¿Acaso podría
clausurar esta historia
que nació en la frontera de los sueños
ante los vaticinios?


RECUERDO


Ayer,
es una casa
que se quedó sin puertas.



VERDAD


Hoy amanecí como un día más.
Esperar
es trenzar una mirada detrás de la corbata,
sin ninguna esperanza.
Es amargo este pan en la gaveta.
Este iniciar la fila sin apoyo alguno,
solo, en un rincón sin nombre.
Sin embargo,
esta noche miraré entre muebles viejos
mi desenfreno junto a las ventanas,
me he de recordar
bebiéndome tus pechos tiernamente,
y entrará mi voz
y con ella una música de hálito y rocío.

Ya amaneció y estoy cansado.
Quizá porque lo estoy, mañana he de decir
que esto es verdad y está de punta: mi corazón,
mi sangre,
y la sed cotidiana ante el olvido.


VELAMEN DEL DESEO


Deja ya suspendido ese velamen.
Escucha.
Es sólo el viento,
el viento, sólo eso,
inaugurando nuestros poros
con sed de traspasarse y ser la música
festiva del encuentro.
¡Ah, el agua que enarbolo fecunda
para alcanzar tus praderas
y anegarlas todas!
Deja ya abandonado ese cardumen.
El aire es la frontera del deseo
que emana al imaginarte entera ante el amor,

mujer que me redime,
estocada que vence, a mis costados,
la empinada soledad que conociste en mí.
Deja más allá del aire, el velamen
suspenso de tus labios, que yo he venido

a culminar en tus laderas
los ríos crecidos del indómito poniente
de este amor.



REGRESOS



De pronto sé
dónde se encuentra el territorio amado;
más allá del reproche
dónde calmar la sangre de los besos;
más allá de la brisa que desdeñas
dónde unir con el viento mi caricia.
Porque vienes abriéndote en espasmos,
entre crucifixiones y regresos,
en la espuma que elevo,
yo pretendo iniciarte con un pétalo,
un puñado de raíces desprendidas
hacia el ala que todo lo conmueve.
Y sé que en ti viaja como un herido el beso,
que en ti nace amortajada el alba,
y que yo estoy de pronto
descubriendo mañanas, alentando brasas,
fundando los rincones.
Más allá del reproche,
sé que vienes,
y que eres necesaria.
a veces camina como yo.



CUADERNO DEL ESPEJO



Entre el espejo y yo, hay un hombre hecho polvo.
El perro de policía luce sus colmillos de cristal.
Su saliva ya sueña con mis huesos.
El espejo se cree que está leyendo un cuento
Todo el espejo es hambre.
Duermo apretado en el espejo, con mi padre y mis hijos.
El espejo no escucha, pero te lee los labios.
La trampa del espejo está hecha de paciencia.
El espejo relata, una vez, otra vez, el cuento de mi cara.
En la red del espejo hay un pescado.

Suele mirarme como se ve un hermano.
El espejo es un pozo que se tragó mi infancia.
Todas las cacerías empiezan y terminan en el mismo lugar:
el campo pulido del espejo.
Espejo delator.
Fragua un retrato hablado del fugitivo.
Está hecho de cajones de espanto, el espejo.
Allí guarda las caritas de trapo de los niños,
planchadas, ordenadas, prolijas.
Mi rostro, el tuyo, afilan los espejos.
El espejo es un libro que está leyendo un libro.


EL EXTRANJERO (UNO)


Como un aullido el corazón.
Como un grito que piensa y que se aturde de su propia ignorancia.
Todas las palabras caben en ese gesto.
(El aullido de un mono, por ejemplo).
Cada día, cada hora, se descuelga del sueño
y se arroja al vacío, se muere
y resucita en un juego que nunca me tocó decidir.
Condenado a ser apenas una sombra
en medio de su afán, escucho su respiración bajo mi ropa.
Ronca como la selva a medianoche.
Un extraño, un aullido enterrado en mi cuerpo.
Lo he visto dibujado en las hojas de un libro.
Se llama corazón.
Nos vamos pareciendo, poco a poco.
Yo no tengo diez dedos en las manos.
El a veces camina como yo.


MADRE (FOTOGRAFÍA UNO)

¿Cuántas llaves su boca?
Candados que la visten. La roban de la luz, escondida, entregada.
Ladran perros de trapo en cajones saqueados por el polvo.
Todos los movimientos de mis manos la dibujan.
¿Cuántas llaves su boca?
Días ajados flotan sobre palabras rancias,
en el mismo rincón donde mi edad es un ruido
y una canción de vidrios sucios quiere hacerme dormir.
Ella respira los venenos.
Esa señora vive a dos pasos de nadie, replegada.
Y vuelvo a ser un niño hecho sed
y ella el agua
escondida entre las piedras.
¿Cuántas llaves su boca?
¿Cuántas vueltas de llave?


EL ALEBRIJE


Algunos artesanos mexicanos han construido alebrijes,
figuras monstruosas de papel maché
pintadas de colores chillones.
Las manos de estos artesanos
han captado los restos de una pesadilla;
un híbrido de seres que cruzaron un umbral prohibido
para engendrar a la pavura.
Entre la burla y el escarnio,
barro contra los ojos, boca de carnaval,
el Alebrije paga una culpa antigua anterior al pecado,
y es remoto por dónde se lo mire.
“Toda piel es disfraz”, sentencia a ratos, briago.
En guerra con él mismo
-cuerpo de dos cabezas sacándose los ojos-
sueña perfumes dulces que le comen el alma
caga prolijamente rayas de presidiario.
Entre la repulsión y la piedad: el Alebrije.
Prisa de pato en salmo de tortuga, perro metido
a pájaro, y la sangre a lunares
bajo el lomo quemado, achicharrado.
El globo de los ojos a punto de estallar, las alas atrofiadas,
lenguas partidas serpenteando entre los dientes carniceros.
Son pocos los que han visto un Alebrije.
No hay follaje que disimule este rencor,
ni piedra que lo oculte, ni una rama que acepte un parecido.
Son pocos los que han visto un Alebrije.
Y pocos vivirán para contarlo.
Algunos escucharon un verso en su saliva:
“el corazón de la mariposa es una garra”.
Otros creyeron ver una sentencia entre sus restos de comida:
“si hueles mi excremento sabrás que alguna vez me comí al diablo”.
Mascota de llorar.
Dragón que habita la piecita del fondo de una gallina tonta.
Cola de espinas que asoma por debajo del vestido de novia
Lo suyo es el espanto.
Lo suyo, es una guerra personal.


EL ESCRITOR FRACASADO (DIARIO)


Pruebas al canto,
sarna del trabalenguas que da palabras rotas y tacones torcidos.
Cada paso un traspié, borrón y cuenta vieja.
La frente muy en alto. La tonada es la misma:
“Fui gazapo en la tienda de orondo,
fui desliz en el reino de ufano”.
También el ser supremo se equivoca.
Pero él corrige con milagros.
Hay sueños que no ofrecen ni una gota de jugo.
Bancarrota con luces y guirnaldas.
Y siempre la tonada:
“Fui gazapo en la tienda de orondo, inclemencia y mal tiempo”.
Mal de muchos consuelo del que escribe:
“¡Yo, que tengo la mano lejos del corazón!”
La boca es un paraguas dado vuelta que reza su desgracia
Porque errar, es humano.
Porque hasta el más pintado se equivoca.


ALGUNOS CONSEJOS DE DOÑA LEONOR A SU HIJO EL POETA JORGE LUIS

No permitas que ella cruce el jardín de la palabra solo,
que descorra cortinas de tu sombra
o que apoye su olor en los peldaños.
Podría ensuciar los muros con leyendas.
Podría dejar dos velas encendidas
y la palabra solo nunca presta su almohada.
No compartas el taxi ni el pañuelo.
Vigila noche y día.
No le entregues la llave de la puerta.
No atiendas el teléfono.
Si te mira, no mires.
Que ella no ponga un pecho en esta casa.


SORDOMUDA

A tu boca cosida, Sordomuda,
llevo ramos de flores (flores de zempaxúchitl),
pongo loco de atar y velas, chocolate
y papeles de china recortados,
panecillos de miel y otras delicias.
Así es la muerte en México, próxima y querendona.
Por eso vas que flotas con pimientos de fuego,
calacas sombrerudas, altares de Mixquic.
Yo te cerré la boca, yo clausuré un color,
te enterré en un mal sueño,
una tumba chiquita, un abrigo de piedras.
Pero en ésta, tu tierra,
sólo los dioses tienen la dicha de morirse.
Yo sé esperar, yo espero, yo quiero estar despierto
cuando en los guitarrones de la noche,
suene el corrido de la Sordomuda.


EL EXTRANJERO (DOS)

Ojos de aullar, mirada de mugido
y lengua errante en boca del ahogado.
¿A eso vine?
Puedo ver animales partidos a cuchillo que duplican la selva.
Vuelan alrededor cartas de nadie a nunca que te rompen a boca.
¿A eso vine?
Mi reclamo es humilde:
encontrar sed de tigre en boca de la niña y hambre de halcón en esa sed.
Pero calzo estos días que nunca dejan huella.
y me visto de oscuros animales que se muerden la cola.
y hablo con las preguntas que hacen nido en la asfixia.
Me acercó este deseo:
que ella me regalara jardines para el dónde,
me entregara paciencia para el cuándo.
Pero su simple cifra no se puede decir,
apenas el atisbo de nombrarla me deja entre las manos sombra de dos lugares.
Los espejos vomitan siempre un bocado más de lo que fui.
Regresé del exilio, volví a ninguna parte.


MADRE (FOTOGRAFÍA DOS)

Madre,
yo vi al perro en la leche.
Si lo hubieras visto, tu cara se habría escapado de tu cara.
No, Madre,
vi al perro del amor.
Si hubieras visto eso tendrías una piedra adentro de la lengua.
Madre, te juro, vi
al perro de la luz, lo vi de cerca.
La madre inclina la cabeza, llora por él, por todos.


CUADERNO DE ANA FRANK


I


Duermo la noche de la presidiaria.
Grandes olas de trapo para un cuerpo pequeño.
Los mismos corazones que hablan con el aullido de los monos
y besan como joyas hambrientas.
Vientos del país del diablo me relatan largas historias
de gente cuerpo a tierra.
Donde estaba mi calle, una almohada
se pudre bajo los aguaceros
Y soy la noche de la presidiaria, que sueña con linternas
que talan todo el bosque.
Apenas ésa.
Una caja de música en la parte más alta de la hoguera.

II

No hay otra que bañarse en un fuentón a oscuras.
Otros se bañarán bajo la ducha y entonarán canciones,
pero aquí será siempre un fuentón y un
profundo silencio.
Afuera, vigilan cada calle, cada piedra en la calle.
Aquí la oscuridad abre sus boca
y yo salgo a pelearle con un jabón pequeño y perfumado.

III


Busco el centro del silencio, ahí está, lo tengo.
Apunto bien y arrojo al suelo un plato sopero de la vajilla
de la señora Van Pels.
No hago añicos el plato, hago pedazos al silencio.
Y el silencio me mira con sus pedazos regados por el suelo.
Ahora todos están furiosos
conmigo. Somos apenas un plato quebrado contra el piso.
Esta noche soñaremos con el bombardeo.

IV

Estoy agarrada al filo de una callecita.
Mis ojos me sostienen.
Cuelgo de una cornisa. Hay una calle angosta tallada en el abismo,
es oscura como la sombra de estrella de la indiferencia.
El miedo de los hombres ha rodeado mi casa.
Me sostiene una risa de metales preciosos,
una ronda que juega con mis pasos,
me da confianza un árbol que se truena los dedos.

V

Mucho más que estar sola, alejada de los demás,
es estar sola, así,
sin los demás. Por eso yo voy siendo los otros,
y decir estoy sola
es nombrar mucha gente.

VI

Hoy nos toca paseo
y vamos a subir por la escalera.
Tomados de la mano, en un peldaño y otro
vamos a regresar por la escalera.
La escalera es redonda como el mundo antes de ser redondo.
Tal vez la vida sea un sueño repetido: el acero del
hacha contra un árbol de arena.
La escalera me lleva, me trae, de ningún lado.
Yo sé cuántos peldaños tiene, es un número inútil.
Cuando puedo elegir escojo la baranda. Es suave y
es muy firme.
Todo se ve distinto desde arriba.
Abajo cruje un mar inmenso.
Entre una tabla y otra, brillan las estrellas hundidas.
Hoy me toca paseo, por eso estoy al pie de la escalera.
Y vamos y venimos agarrados del brazo.
Cuando subo saludo a los que bajan.
Cuando bajo saludo a los que suben.


OLGA OROZCO MIRA UN CUADRO DE GERÓNIMO BOSCH

Porcelana en el dedo de la madre.
Oro en polvo en los ojos de la abuela.
Encajes en los labios de Margarita.
Puntas de pie, perfume de Francesca.
Una letra minúscula en las cartas de Gaby.
Nos evoca la lluvia Romina y su teclado.
Suave murmuración flota en los valses.
Espejos obedientes repiten acuarelas
Y el corazón de todos un oleaje sereno.
Pero afuera, la selva.
Y siempre algo que chilla
“como un cerdo al que degüellan en el alba”.


SANGRESECA

Preguntas que cortan las manos, queman la boca,
flotan en la cuchara.
Yo respiro preguntas hechas de sangreseca.
El insomnio de los colores engendra monstruos.
¿Qué engendra el país de los torturadores?
Un túnel de preguntas donde zumba una novia
de esparadrapo, la novia rota del camino.
La vi temblar en una foto y arrastrar sus dos pies
Es la memoria el humo de todas las palabras,
chispazo entre las alas de los días donde la muerte
tuvo domicilio, jardín de encapuchados, ropa sucia.
Ruedas de la memoria, sangre fresca.
Que el asco no te saque a bailar, que no te mire.
La pista es un pañuelo endurecido.
Y la novia, ¿utopías? ¿un puñado de fiebre
para cambiar el mundo?
La rosa del pantano engendra sueños.
Es la memoria ese sudor de madres.
En la cabeza llevan este fuego encendido.


SERVICIOS DEL INSOMNIO

Apilo noches cada noche.Paredones de sombra
donde mi sombra reza, traga un bocado,
un ruido de hojas secas.
Es a destajo y es de mala gana.
Yo tuve otros trabajos. Eso está en otra historia.
Ahora dedicación, la vista baja.
Castigo de las manos, pena. Una sobre la otra,
apilo noches, de barro son, cuadradas.
Ahora dedicación, la paga escasa.
Reseca es esta noche, hosca, de madres muertas.
Yo tuve otros empleos. Eso está en otro cuerpo.
Ahora dedicación, la lengua muda.
Soy el que apila noches toda la santa noche.
El que traslada escombros de una carta a la otra.


MANJARES

“Los hombres que cocinan”, dice el profesor Tauro,
no en las enciclopedias.
En la calle, a quien quiera escucharlo:
fritangas de coraje, vino espeso, chocolate de perlas.
Sentado en una mesa del bar El Lobo Púrpura,
Cerca del Puente Negro, desliza pensativo
mole de guajolote, tamales de paciencia
Y tiende en el suspenso un mantelito a cuadros.
Perdices estofadas en globos de historieta.
Se le hace agua la boca.
¿La obsesión de su vida? Una bestia emplumada.
¿La niña de sus ojos? El jabalí adobado.
Gentilhombre. En la calle da el verbo “aderezar”.
Donde ayer hubo piedras, confitura de arándaro.
Salpicón de cordero donde ayer hubo frío.
Donde una vez el odio, se levanta un asado.
Frutas cristalizadas bajo lámparas suaves
y al que quiera escucharlo: carnero a la jalea,
vinagreta, uvas negras.
Te encomiendo mi alma: lechoncillo, jenjibre.
Se relame (osobuco), se le hace agua (salsita).
Grandes papas doradas como besos,
faisanes gratinados, caldereta, potajes.
Caviar del pensamiento y motivos del árbol del ají.
“Los hombres que cocinan,
encontraron el modo de evitar el suicidio”.


HISTORIA DE LOS DÍAS


Con paciencia infinita,
dócil, como algunos perfumes
que van rayando el aire con polvo de diamante,
yo llené una alcancía, la colmé, minucioso, sereno,
coloqué la ilusión, una y otra, el tintineo era de oro
(como el sonido de los días).
Con paciencia infinita yo llené una alcancía.
Era de barro (como los huesos de los días).
Cuando el tiempo la quiebre,
encontrará un puñado de clavos oxidados.


CUCHARA

Nace del verbo dar,
como si el corazón tuviera mango.
Está hecha de lo que le falta, jamás se
guarda nada para sí
Podría medir el mundo, acunarlo, transportar
su misterio, sus campanarios de agua de una orilla a la otra.
Más humana que un perro. Más a mano que Dios.


LÁMINAS INFANTILES

Todo fue puntual y simple.
Hubo quien lo peinó frente al espejo
y quien le llenó la cantimplora.
Alguien le puso una moneda en el bolsillo.
Luego, la camisa planchada, el beso en la mejilla.
Uno cruzó los dedos. Todos lo acompañaron a
la puerta de calle.
Y el suicida, salió de cacería.


EPITAFIOS

La palabra en la boca del muerto. No hay nada más inútil.
Un diálogo de sordos. A destiempo un rumor
cuando todos se han ido.
Los mudos quieren tener la última palabra.
Nada más narcisista que un epitafio.

MANUAL DE CONVIVENCIA

Mis vecinos son sanos,
tienen el paso elástico y recortan el césped los domingos.
Pero yo no conozco a mis vecinos.
Tengo mi casa aquí,
pinté verde la verja, la pared blanca, pero no los conozco.
Los supongo educados,
eso se ve en el moño que corona sus bolsas de basura.
Mis vecinos son sanos,
tienen un perro largo que arrastra las orejas
y un jardín de candados.
Tengo mi casa aquí, puse una piedra,
planté una veranera,
pero no los conozco.
Cada mañana escucho el golpe del periódico
contra sus puertas de metal.
Estoy viendo mi casa. Si le prendiera fuego,
un curioso quizá se acercaría.
Pienso en mi casa, tal vez si la quemara este barrio
sería más amable.


AGUARDIENTE

Ella estampa su boca en un papel
y cierra lo que queda del día.
Duerme plácidamente,
la cabeza apoyada en un cactus
en la misma ciudad donde pido socorro.
Ella apoya la sangre en palabras no dichas
Abandona su boca en el papel, rostros
que se destiñen en su lengua,
vidrios del aguardiente,
gente de no fiar.
Recorren la ciudad esos papeles,
flotan sobre los altos edificios.
Yo soy el distraído, el que vive
sin ver explosiones nucleares debajo de la tierra.
Y ella puede llevarme de la boca,
tatuarme un par de cuentos,
golpear el aire con una breve ola de rouge.
Ella sabe que puede bailar en un susurro
y darme entre los ojos con los ojos cerrados.


BESTIAS EN UN HOTEL DE PASO

Escalas del deseo para el rinoceronte, gran cuerno de atizar.
Hay un ancla de huesos enterrada en un cielo distinto al de los libros,
una historia de escamas y de plumas revueltas en abrazos y vapores de júbilo.
La gran mole ladeada acomoda la verga, echa a rodar su lágrima de polvo.
Peldaños del deseo para el que corcovea y respinga de gozo.
Racimo de pezuñas tachonadas al lomo de la tierra.
Y en la noche del cuerpo: un tambor de jadeo,
selva de cañerías,
de dos que se despiertan dentro de un laberinto
y agitan sin desmayo sus perlas oxidadas, sus armaduras
tristes, sonajeros de fierro.
Llueven migas de pan cuando la hembra conversa:
“Desde éste, mi lugar, puedo ver la otra orilla”.
El, callado, contesta
que en dos patas es fácil olfatear ramas altas.
Y en el cuento infinito,
el cazador apunta a la cabeza de los sueños.


HUELLAS

a Jorge Teillier

En el sueño soy otro que se parece a mí.
En la arena del sueño cruza un tren.
La silueta de un viejo va borrando las huellas
con un plumero negro.
Tras la locomotora, el ruido de tus pasos y los míos
anudados a un tango, a una canción revuelta,
a un roquerío lejano donde van a morir todas las camas.
Y la luz en la luz.
Y el anciano en lo suyo.
En el sueño soy otro que se parece a mí.
Este que ves ahora, no se parece a nadie.


ESCUCHANDO UN DISCO DE C. E.

No te muevas, no digas, no te mires las uñas oxidadas
y no cambies el disco, no revuelvas la sopa
que estoy al borde, justo donde dice hasta aquí
y un animal de polvo agoniza en las sillas,
no des vuelta la página, no cierres los cajones,
no mires el reloj que sopla un país helado debajo de las suelas,
por eso no respires ni soples esa vela que me caigo del mundo.


“ESTA NOCHE, AMIGA MÍA...”


Todas las ventanas de los bares,
tienen una cara como la mía estampada en su nada.
Un día ocurre.
Tu rostro ocupa lo que veo y es el paisaje que respiro.
Hay una hoja caída de tu corazón
que pasa de la realidad al misterio con sólo pestañear
y sobrevive a la tormenta como los héroes de los cuentos.
Describe un abismo entre tus ojos y la noche
que en un mismo azar trastabillan cosidos por la lluvia.
Todas las ventanas de los bares tienen una cara como la mía
viendo pasar la gran ciudad, maquillaje barato del desierto.


EL HOGAR

El cuchillo golpeando la madera.
Sobre la tabla de picar cebolla
el tableteo de los días, el cuchillo
golpeando en la madera.
Aguijón que retumba sobre la tabla de picar
y el día desplumado al fondo de la olla,
y el cuchillo golpeando la madera.
Cizaña de la música y redoblante, escarcha
del acero que corta, que desgarra las sombras
asustadas detrás de cada puerta.
Y el cuchillo golpeando la madera.
Bajo el filo mellado ruedan los labios que callaron,
que se oxidaron sin reclamar el aire que nos falta.
Y el cuchillo golpeando,
y aquella empuñadura como mano de muerto,
y las horas hirviendo al fondo de la olla


LABIOS DE RAMAS QUEBRADAS

Sabemos que el sonido de un río es el ruido del río,
y que no tiene nombre, y lo reconocemos.
Es igual que ese nombre
ue llamamos tu nombre, y lo reconocemos
y es el ruido de un río.


BIENVENIDO

La palabra perro se levanta temprano,
me plancha las camisas, es más mala que un perro.
Lleva agitado un corazón pequeño.
Pero no tiene corazón, no me habla.
Mastica mi comida antes de que yo me la lleve a la boca.
Silva cuando me duermo.
La escriben en el cielo con humo que envenena.
Una gota es mortal. Trabaja todo el día.
El sueño está tatuado con sus dientes.
Si una mano cortada me escribiese una carta, yo la recibiría.
Son estrellas deshechas de sus ojos,
no se pueden mirar, no se pueden dejar de mirar.
Un mundo tapizado de ladridos.
Atiende en el espejo, entrega a domicilio cucharadas de hollín.
Por la calle sin nadie va el día disfrazado de la palabra perro.
No quieras enterarte qué dice esa palabra.


DESEO

Sea mi cabizbajo tu esperanza, mi enrarecido tu obsesión,
tu inocencia mi trueque,
tus dientes mi amuleto,
mi alcoholizado tu noviazgo. Y un día,
cualquier día,
se te haga agua la boca para mi navegar.



BOLEROS

I


El perfume de tu voz dice mi nombre
como si mordiera una sombra.


II

Y tu cuerpo
era el tamaño de mi ataúd.


III

Me gasté en ese roce contra las uñas de su voz
como si aquellos labios rojos
se fumaran un hombre.

IV

El mar está hecho de botellas que arrojamos al mar.
Tu pelo se revuelve en un aire lejano
Alguien quiebra botellas en mi noche vacía.


BUJÍAS


En las paredes de mi cueva las cifras de tu música
y un bisonte tatuado que corre entre las piedras,
las branquias de una estrella,
y la pequeña ola de tu voz.
Bendita sea la luz que alumbra esa pared.
Y cuando se hizo noche.
Maldita sea la mano que me robó tu boca.


BALADA EN SAN JOSÉ


Te busco, no porque esté aturdido,
porque deba cruzar un puente hecho de tablas flojas,
o por saciar el hambre de un capricho, como si eso
me hiciera un hombre menos solo.
Ni para coleccionar huellas en un álbum de nieve,
ni por la vanidad secreta de nombrarte
y pensar que estás pensando en mí.
Ya te encontré.
Y te busco.



TANGO DE LA CONTORSIONISTA



Vivo agarrado de tu trenza larga,
guindando, dando rumbos,
aferrado a ese hilo con voz de polizón y un
abismo en las suelas.
Y ella no come de mi mano.
¿Podré asomarme al filo de su rostro?
¿Alguien trató? ¿Dijo, me juego la cabeza?
Vivo trepando por su trenza larga.
Ella se bambolea, se retuerce, se comba, hace
oscilar las piernas, sabe quebrar los brazos.
En el hombro un tobillo y una mano en los ojos.
Ondulante cintura de la contorsionista donde
instalé mis sueños. ¡Santo Dios!
Da cornadas de ciego su mejilla en el barro,
pero no come de esta mano,
yo tengo manos que no duermen.
Vivo agarrado de su trenza larga como de una cornisa.
Si algún día tratase de frenarla despertaría su furia:
de serpentear es ella,
de culebrear su trenza
"sabor de mate amargo".
Cuando ovillada en sus calones se duerme
sobre la cabeza de un alfiler.
Anoche soñé que un enjambre de brazos me
levantaba en vilo para arrojarme lejos de su carpa.
¿La extrañaba después? ¿Hubo remordimiento?


PLACENTA

Fue el fin del mundo cada día,
cada rosa cortada, cada borracho sobre su bicicleta.
Alguien se despertaba, se miraba aJ espejo
y eso era el fin del mundo.
Todo y por todos lados, cada grano de sal,
una puntada aquí en la sien o un auto a gran velocidad.
No había película que hablara de otra cosa,
Ni cosa que estuviese fuera de esa película.
Fue el fin del mundo cada día, cada minuto y
cada café frío.
No había felicidad sin sus ropas ajadas
y el rostro que besabas era el del fin del mundo.
No había carta que no abriese con su enorme
cuchillo de cocina.
Ni la estela de un bote escapó de sus redes.
Ahora mismo,
un teléfono suena y atiende el fin del mundo.


¿LA IMAGEN ES UNA CREAClÓN PURA DEL ESPfRITU?

EL SOL es una taza rota y su Java no acaba de volcarse.
eso pasó hace mucho.
El sol existe así porque así lo soñaron los
huicholes y después lo encerraron en sus cuadros de estambre
en sus mantas, en sus cucharas sabias
sus cucharas sabias.
Uno pintó una cara azul
envuelta en rayos rojos.
Otro le hizo nariz.
Uno pintó una piedra con un bosque de sangre alrededor.
Otro más imaginó un erizo con sus estalactitasamarilla
Pero hubo quien soño un pez plateado sobre una telaraña.
Ese no pinto nada


NOTA ROJA


La locura es. una pregunta a quemarropa
del tipo: ¿el zenzontle es un ave?
Y también "¿ Tiempo, dónde estamos tú y yo,
yo que vivo en ti y tú que no existes?
El ciudadano Alfonso Cortés, premiado en los
Juegos Florales de Querzalrenango,
veinteafiero, elegante, codiciado por Raquel,
por Angélica, lo sabía: existe una pregunta
que es un soplo en tu lámpara.
El muchacho solía decir que Dios le hacía
cosquillas en el cerebro. U no de los testigos
-apellidado Cardenal- observó que la víctima
de barba roja y ojos azules, se demudaba
súbitamente en medio de una conversación,
con escalofríos de terror o de furia que se disipaban al instante.
Otro testigo, dijo: "no hay riña de borrachos
que te deje ese tajo en la cabeza".
Quedan aún muchas dudas sobre esa noche de febrero de 1927,
cuando Cortés se volvió loco.
Después vivió colgado de las vigas del techo de su casa,
como los marineros sujetos a los mástiles,
resistiendo a los cantos de sirena.
Porque la locura es una pregun:ita.
A quemarropa,del tipo:
¿Qué mujer, cada noche, con los ojos en blanco,
lanza un aullido de oro?


TAREAS

La nada tiene un pie en todo.
La puntera, el talón, el meñique en un todo.
La ilusión junta cielo en la calle sin nadie
y lo vende por kilo.
Otros trabajan en el engorde de la pesadilla.
Empiernadas la vida con la muerte, viven juntas,
dormitan bajo frazadas viejas, pero ninguna saca
la cara por la otra,
no intercambian azúcar, no se prestan aceite.
Cada quien, cada día, amansa su animal.


TATUAJES DE MINU


Hay que dormir, Minú,
tu pelo en llamas me distrae.
No ves que es tarde ya
y un gallo can ta para nadie.
¿Qué mano de rencor
traspapeló tu rostro suave?
Las cosas de los dos,
lloran corno niños salvajes.
Qué triste eras, Minú,
cambiando siempre de plumaje,
planeando sobre mí,
de borrachera por el aire.
Hay que dormir, Minú,
la noche guarda sus tatuajes.
¿No ves que yo también
voy con la música a otra parte?
Vamos Minú,
que en mi carne de ahogado van tus besos
cantando todavía.
Vamos, Minú,
que somos dos y está que arde la vida.
O asomare a mi sombra y apagame las bestias
con un soplo, Minú.


LA BAILARINA

Siempre en pun ras de pie,
sobre ese mar de aceite que eran nuestras miradas,
llegabas sin querer: la pequeña mujer,
la que llora por nada.
Yo era aquel estribillo
que tan fácil se hundía en la desesperanza,
si un ángel de chatarra
te amordazaba el paso para que no llegaras.
En mi lago de alcohol
daba funciones gratis la mejor bailarina.
Y en mi cuarto sin nadie,
mis pies breves dejaban una huella de harina.
Yo era un gran auditorio
reventando en aplausos bajo sábanas viejas.
Y entre risas y besos,
me goleaba de nuevo cu cruel adolescencia.
Hoy apagué las luces de tu cuerpo y salí.
aPuro que fue al descuido).
No me sigas ahora, descalza, bailarina,
llueve vidrio molido.


DEL LIBRO “PALMA REAL”

I

La selva está hecha a lápiz, punta fina
sobre papeles rotos, garabatos que se alzan en el
aire y cajitas de música y el oso perezoso.
Una lágrima verde rueda sobre la lengua del jaguar.
Tierra tatuada, selva
con la palma en el centro que en un aire de reina
despliega su penacho, su cabellera de hilos,
su serena ebriedad.
Abajo, el viento junta restos del universo.


II

Junco con el turbante desmañado y fruta
en el penacho.
La Palmera,
faro del bamboleo,
bengala de cabeza reflejada en el río.
Su cabeza de pólvora ¿en qué piensa?
Arde viajando en su quietud.
Cuenta un naufragio en catedrales de hojas.
Calla una historia entre un temblor y un sueño.
Hay un niño que piensa construirla,
amarrando una estrella al extremo de un palo.

III

Desde las grietas/ se arrastra/ el verde
EDWARD KAMAU BRATHWAITE

No habrá trago más fuerte que el corazón disuelto
de la selva. Hecho polvo lo guardo en los pulmones.
Va dormido, molido y en cenizas,
Hay un ángel expulsado del cielo: es el bosque,
Rueda con sus antorchas de silencio, sus pastizales altos,
sus martillos que trozan las verdes telarañas.
No hay más lugar que sus lugares.
Es un dios que no es nadie. Y es un dios.

IV

La rosa es una máscara,
oculta el rostro de la selva,
barro verde.
Furia que no envejece.
Como la respiración contenida de un dios.
Lo que no es selva es ruina.

V


Yo respiro la selva, no lo ves pero yo la respiro
y voy sujeto al humo de su cuerpo.
El vapor de sus nombres sube por las cañerías de
esta ciudad vieja.
Y respiro su sangre.
Aspiro la arboleda y es de un trago, con borbotones,
pelos de animal y cáscaras de fruta descompuesta.
Cosas que fueron otras se deshacen en el plateado de la noche.
Son estrellas podridas que acunan con aullidos, con un
filo vidrioso y una piedra que duele a cualquier tacto.
Vivo en esa caverna sin paredes.
Entre sus inscripciones lo enmarañado tiene rostro
y los perfumes gozan su fugacidad eterna.
También en la noche de cemento te respiro.
Agua insolente cruza debajo de mi almohada.


VI

El pájaro trogón, capucha negra, cola de
presidiario, deja en el aire este mensaje:
“Y tú no me conoces,
nos amamos,
y yo no te conozco”.

VII


Encopetada la palmera, envanecida sobre un
fango de espuma.
Balbuceo en el agua de estrellas moribundas,
sargazo desteñido,
jactancia pura en cielo amotinado es esta selva,
un Narciso temblando,
duplicado en el río lustrado por la luz.
Ecos de un sueño líquido.

VIII

En la corteza de los árboles, grabo estos
pensamientos:
Cuando sonríes
se suavizan las piedras
que me aprisionan.

IX
(COPÉRNICO)

…una nebulosa que comprende millones de mundos
y la concha segregada por cualquier molusco marino,
desafían la más mínima tentativa de comparación.
A mis ojos, sin embargo, las dos están sometidas
a la misma ley de desarrollo en espiral. ROGER CAILLOIS
“La selva va bordada en la imaginación” dice el
sacerdote polaco que observa una caligrafía de
palmeras en el firmamento.
Sabe que en cada sueño hay hebras de coraje.
1543. Anota: “Revolución de las esferas”.
Todo gira alrededor del corazón de la selva, en su respiración,
en la corteza de los árboles.
Nicolás palpa las estelas donde los mayas dejaron
saltos de animales y pelambre de escamas.
Tiene cuarenta y siete años el que ve tallas en
guijarros que viajan por el cielo y esqueletos de
fósforo y picos de garceta.
1543. Escribe: “Cada víscera abierta es un interrogante”.
Hay quienes escupen esas manos que describen volutas.
Hay antorchas que observan de reojo las espiras celestes y el tiempo allí,
pudriéndose a sus anchas.
Teorías sospechadas, inquina contra el que sabe que la
imaginación come deseo.
Todo gira en las hojas que mastica la bestia
del anhelo sin fin.


X

La selva es lo inminente, eso que está por
desencadenarse.
Es lluvia detenida. Espuma a punto de plumaje.
Urgencia.
Estar y devenir en una misma boca.
Lo que se viene. Pronta. Y se va a desatar.
Telegramas que ruedan por el aire.
Mi oficio es recibir eso que vive de anunciarse.
Ser la rama de aquello que no se posa nunca.

XVII

Alguien ha entrado al mar como a una casa,
humaredas de espuma le entorpecen el habla,
lo ciegan,
llenan su corazón de harina negra.
Si el pescador era propiedad de la tierra
el ahogado pertenece al mar,
y es inútil disputarle a las aguas esas verdad
pesada.
Como el rostro del que entró para siempre
al espejo del agua,
en un país que desconoce.
La memoria es a veces como una piedra enorme
en los brazos de un niño.


X

¿Será posible el sur?
¿Será posible
tanta bala perdida al corazón del pueblo,
tanta madre metida en la palabra loca y toda
la memoria en una cárcel?
¿Será posible el sur?
¿Será posible
tanto invierno caído sobre el último rostro de mi
hermano, tanto salario escaso riendo con descaro
en el plato vacío y el verdugo esperando?
Mi territorio de una vez
Gira en la oscuridad de esa pregunta.
¿Será posible el sur?
Si se viese al espejo
¿se reconocería?


EL NIÑO DE LA FOTOGRAFÍA

No hay mucho que hacer en la memoria,
caminar una casa derribada a balazos,
atravesar arañas con palabras,
buscar viejos olores quemados por el viento.
Poco que hacer allí.
Mear en los rincones para espantar las sombras
correr donde no hay nadie.

¿Qué hacer en la memoria?
¿Descansar en un ruido?
¿Ponerse de rodillas ante un gran agujero?

V

¿Y las palabras?
funeral, silencio.
El cielo es una esponja que devora los pájaros.
¿Y las palabras?
Como arrumbadas ellas,
como escombros,
como montón o nada que decir,
como basura humeando.
¿Y las palabras?
Unas: como un altar de clavos.
Otras: como luto en las mangas.
Como rotas de amor y para siempre.
Una bestia emplumada mete su hocico, escarba,
pero ellas arrumbadas como huesos pelados o
nada que decir.
¿Quién arriesgará un ala?
¿Quién meterá su lengua sin temor a una herida?


CORRÍA EL AÑO 1917

Magro, cetrino, casi hierático, me pareció
un árbol deshojado. Su traje era oscuro
como su piel oscura. Ciro Alegría


Un Santiago de Chuco de labios apretados lo ve
pasar y dice: como si la victoria y la derrota
comieran de su plato y dice: como un hueso
escarbando en el habla de nadie, ¿y tanto así?

Pasa un zumbido un triste alguna capa un capellán
un globo sin su niño un ala que saluda las tardes
son iguales aquí pasa Vallejo navegando en el polvo
de las demoliciones.

Como si la victoria (se lo dije) como si la
derrota (¿no le digo?) comieran de su plato y
él escupiera el plato porque un dedo de sangre
va abriéndole los ojos porque hay un aguacero
que se lo lleva todo.

Pasa el maestro de escuela por las calles vacías.
Una mano cortada lo lleva de la mano.


PENA DE MUERTE

Rostros que yo extravié, ¡nunca reposen!
Ámense en la ceniza, enrólense en la ira,
ofrezcan recompensa, exijan mi cabeza,
maldigan a mis hijos a y a los hijos de ellos.
Subrepticiamente dejen una bala en mi plato,
debajo de mi almohada, entre fotografías.
Navaja y gran coraje en su oración de sangre,
pero nunca reposen.
Yo los rocé en un sueño sin querer
y les prometí asuntos, no hay perdón.
Hay que tener paciencia, yo sé que
alguna vez seré sombra de sus sombras,
seré miedo en sus miedos
y habrá látigos duros: la palabra Yasmín.


EL SON

Es tener una playa en los ojos,
es tener una selva en las manos,
es tener un brillo entre los poros
y una sonrisa igual a una tristeza
y músculos como negras raíces,
y dientes como soles heridos,
y Carmichael gritando venceremos,
y asombros como dioses de viento,
y pómulos como tambores,
porque la negra piel es toda aurora
bajo el cálido son que da su sangre,
a la vista del día,
con las manos subidas a las calles
Con Ángela y Patrice a la cabeza.


NACIMIENTO

a mi hijo, Roberto Nicolás


En la intimidad de otro cuerpo ha levantado su pequeña tienda.
Kilómetros de arena en su ceguera, pero ninguna estrella.
Aletas que se arrastran en un cielo sin dios,
osamentas de peces lo rodean,
algas que condecoran su cintura.
Y aquellos limosneros que llaman Reyes Magos
intentan confundirlo.
Ofrecen una almohada de piedra para él,
una mordaza,
leche de los mil diablos para él,
pesan su corazón anfibio.
En las redes del vientre posó sus manos inseguras.
Vio pudrirse la carne de su ángel anterior.
No tiene nombre aún y ha soñado su rostro
sumergido en el llanto.
Ha levantado su pequeña tienda en un cielo que ruge
con sus olas de polvo.
Y aquellos limosneros: cada escama una perla,
corales de oro ofrecen.
Pero él avanza, quita
los algodones de las bocas del miedo,
pregunta el paredero de Yazmín,
brinda por mí.
—Hoy no sé nada y viene mi pariente—
¿Cómo he de recibirte Señor de las Tormentas
si no es desnudo, armado hasta los dientes, loco
de vergüenza?
Ahora no pido nada,
cualquier dulce palabra puede ser un insulto,
una canción de cuna puede ser un harapo
porque él ha levantado ya su pequeña tienda.


NOTICIAS DE UNA MUJER


IV


No había un gran saludo
ni un abrazo de quién a no sé dónde
ni siquiera un racimo de palabras había
tan sólo su sonrisa
comitiva de sus labios
pidiendo credenciales a mis ojos
diciendo:
bienvenido señor
en representación de esta mi piel.


X


Los pájaros que construyen la noche,
sueñan con ella,
prolongan sus silencios hasta inventar países
y cuidan de ella como si fuese un ala o una rama.
Los pájaros que construyen la noche,
la brisa de la noche,
la lluvia de la noche,
sueñan con ella.
Porque los gestos de ella,
como pájaros, senos, muslos, bocas, se ponen a volar.
Ella se echa a volar.
En fin,
los pájaros que construyen la noche,
aúllan por ella.


XIV


Qué haré con este corazón?
¿Derribarlo a mentiras?
¿Ahogarlo con palabras?
¿Tirárselo a los perros?
¿Serrucharle un peldaño?
¿Olvidarlo en un taxi?
¿Reducirlo a ceniza?
¿Arrojarle las piedras más negras de la noche?

¿Qué haré con este corazón desordenado y triste,
que no responde a nada ni recuerda su nombre
desde aquella emboscada entre tus pechos?



ATTILA JÓZSEF



Attila József espera al tren carguero,
su barba de tres días lo delata,
lo delata un bracero entre sus manos
y un zapato callado lo delata.
Attila József espera al tren carguero
mientras guarda su sombra en la valija
y recuerda a su madre:
"frágil era mi madre. Murió pronto
porque las lavanderas mueren pronto."
Attila, el tren carguero y cuánta hambre
metida entre tus huesos, atada a tu cintura
y Flora lejos, casi inalcanzable
como el perfume a hierba de diciembre.
"En donde yo me acueste está tu cama."
En tu espalda, la tarde deshizo sus colores,
en tanto que el silencio le dibujaba un nudo
a tu sonrisa.
Un obrero, tu hermano, mira un repollo fresco
y tú esperas al simple tren carguero.
El día presiente que vas a construirle
un grito,
un salto,
un ¡Basta para mí!



EL ALTILLO



Casi a nueve peldaños de la muerte
bajo una luz difusa
te desvistes.
Esto no es la cubierta del Kavanos,
esto no se parece al paraíso,
es tan sólo un altillo.

Aquí tus pechos vuelan.
Tu cintura golpea entre mis brazos
y la humedad es una amiga
mirando con ojos agrietados
un desorden de piernas.

Esto no es
la suite especial del Plaza Hotel
ni hay una alfombra roja donde rodar a gusto.
Es tan sólo un altillo.
Aquí una vieja cama
pide a gritos ¡socorro!
Aquí no hay vencedores ni vencidos.

Afuera
no muy lejos
la estrella herida de la tarde
rueda como un gato sin fuerzas
sobre el techo del mundo.

Aquí
casi a nueve peldaños de la muerte
tus ojos encuentran a los míos
y no tenemos tiempo siquiera a despertar.


CASI OTRA BALADA



Vuelvo tarde a la casa
y no te traigo flores,
solamente estas manos después de la rutina
astillas de mis ojos
y una voz oxidada por gritos y tabaco.

Vuelvo tarde a la casa
y no te traigo flores,
solamente este aliento y una mala memoria
que ha olvidado los nombres de las calles
la edad de tu cintura
pagar el alquiler.

Vuelvo tarde a la casa
y no te traigo flores,
sólo un gato nocturno con pasos de borracho,
lo que queda de un hombre
que hasta tu cuerpo llega por un poco de amor,
por una cucharada de silencio.



CANTATA BREVE


Yo no quiero una lágrima como un alud de olvido,
ni un abrazo que diga me voy pero me quedo,
ni una carta extendida para leer en la noche
cuando esté terminada la bufanda celeste.
Pero sí, que regreses a la casa, me esperes en los ojos,
porque sé que están frescas las señales,
huellas de mi cansancio en la camisa,
pedacitos de mi hambre pegados a tus ollas,
y esa costumbre: el sur.
Yo subiré a los hilos del teléfono,
con mi fagot iré bajo el verano,
y en el cabello desordenado de algún niño y en mi ración de música, estarás.
Me habrán de sorprender:
el viejo puente colgante de Chosica,
el Cerro de la Muerte y San José,
ese pequeño puerto de Tuxpan-Veracruz
y la plaza que llaman Melibea.
Mi cuerpo estará solo en la esterilla


cuando el amanecer en Aguadulce.
Y esta bocina de latón anunciando la cólera, de ese
dios justiciero montado en sus incendios, que en
ráfagas de trigo partió en dos nuestra casa, y que
regresa siempre con su caballo verde, su gorro de
papel, su venda sucia, su tos a cataratas.
Habrá que estar atento,
andar por los andamios de la palabra juntos.
Por eso es que no quiero que la lluvia se mezcle con tus
brazos, doblegue tu cintura en lucha desigual,
invada tu garganta sin el menor respeto,
cuando escribo esta carta donde digo te extraño,
si digo que amanece junto a esas referencias,
donde digo te extraño.
Y un último mensaje en la boca entreabierta del papel.
Esperame en los ojos, pero siempre en las uñas.


ORACIÓN

XIV



El vino es un ángel rojo
caído para siempre en nuestra copa.
Saúl Ibargoyen



En la ciudad del vino,
los arrabales que levantó el odio.
Por lugares así deambula el extranjero.
A ratos mira su pedazo de hembra en una foto
y una memoria roja
se le deshace a gritos en la boca.

Es el vino que hierve sobre los mostradores del olvido,
son callecitas breves de mordaza y navaja,
cicatrices del día que es mejor no tocar.

Todo conduce a un patio donde la luz —disculpen— es escasa.
Bandoneones pintados por Gaeta (1930)


sangran desentonadas palabras de alquitrán.
Y aquella vez el extranjero desconoció al escriba —un servidor—.
Sobre los basurales de la noche, bailó su tango con la muerte.

XIX


En el bar hay quien duela y hasta un vino esperando,
como un hombre rodeado de mesas sin respuestas,
hay un gato que nadie olvidó en una silla,
acaso un empleado que barre, que no canta, que limpia los espejos
donde quizá hubo rostros exagerando historias.
Y las manos que arrojan sus dados de neblina saben
que esto es doler, ¡perderse lejos!
Donde los pescadores buscan una cerveza
entre un rumor que nombra marea roja


y contaminación y trabajo perdido.
Donde siempre es verano
y los turistas piensan en qué gastar dinero y con quién retratarse,
mejor se es un trofeo de este subdesarrollo.
La mujer duerme en la pequeña casa.
Algunos parroquianos cuentan que el mar la está buscando.
El guante del cansancio les tapará la boca.
Las palmeras trabajan para el viento.


UNIVERSO



El poeta, como el cazador pobre, a lo que salga.
Baldomero Fernández Moreno

El domador que mete su cabeza dentro de la boca del león,

¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Qué tenga lástima el león?
¿Busca su propia lástima?

El poeta que arroja su anzuelo en la garganta de la Sordomuda, ¿qué busca?
¿La lástima del público?
¿Qué tenga lástima la Sordomuda?
¿Busca su propia lástima?
Y el público, ¿está loco? ¿por qué aplaude?


DESAPARECIDO I



Hablan y hablan
de aquellos
todo el tiempo.
Sigue de boca en boca la palabra
deshecha.
Hablan y hablan
de aquellos
porque saben
si callan
que ese silencio
sangra.


DESAPARECIDO II



Yo no soy y soy ninguna parte.
Yo no puedo y lo que puedo es nada.
Yo no estoy.
Apenas una sílaba pero en verdad más nada,
un tiempo ayer, ceniza,
viento por todas partes, no entro ni salgo, yo
no digo buenasnoches, no beso, no utilizo sombrero.
Porque jamás y soy ninguna parte.

Se terminó —dijo la vida de un portazo— y yo
no vuelvo y cuando vuelvo quedo a mitad de camino.
No puedo y si pudiera, es casi o menos que eso.
Apenas una fecha en el papel ajado de tus labios.

Allá van las barajas de mano en mano y estos
dados de sangre rodando a la deriva.
Yo sueño, si me sueñan.
Pero a veces, escucho. Hay una voz,
me sabe de memoria.



MECANISMOS



Para entreabrir el árbol
hay que cerrar el viento.
Para entreabrir al sueño
hay que cerrar el día.
Para entreabrir al mundo
hay que cerrar la bomba.
Para entreabrir las manos
hay que cerrar pañuelos.
Para entreabrir el niño
hay que cerrar al hombre.
Para entreabrir al mar
hay que cerrar ciudades.
Para entreabrir la boca
hay que cerrar los ojos.



CATRINA



Las escobas que barren el reloj son dos locas.


En la esfera que trina suena el temblor tembleque
del tic tac.
Sobre ese camposanto interminable van a sembrar
azúcar y a recoger veneno


Tan vestidas de gala las escobas,
tan flores de trapito aquellas capelinas,
plumas de zopilote, soga de cascabel le enfiesta
el cuello
y por la madriguera de sus ojos escapa el humo
de pájaros quemados .


La pista circular es ese disco
que dura lo que dura una canción.
De catrina en catrina el minutero
me va diciendo:
hola y adiós.


Locas del camposanto las escobas, no dejan de barrer
la testa del ahorcado.
Pulen la luna helada cada noche y luego se columpian
en un árbol de huesos,
graznan, chillan, se embriagan, sus labios de ceniza.


Con aliento a difunto y a cantina
van aquellas escobas, arrastran pies marchitos al ritmo
de un danzón
¡Ay la fregada y su perfume rancio!
¡Ay la esfera pulida y platinada colgando en el extremo
de un rosario de cruces!
Sobre ese camposanto llueve baba de perro.


La pista circular es ese disco
que dura lo que dura una canción.
De catrina en catrina el minutero
me va diciendo:
hola y adiós.


MORIBUNDAJE


“El dolor no se puede matar”
CRISTIAN ALIAGA


La bestia del dolor al centro del lago artificial,
la montaña nevada tras los barrotes blancos de la cama,
sábanas y almidón.
Bajo la piel los dados de marfil se juegan un estar,
moribundeando vamos, tanteos en la oscuridad de un cuerpo propio,
el extranjero de uno mismo.
Se escucha trabajar cerca del lago al pulidor de huesos.
Una radio lejana da noticias
de una guerra que termina y empieza cada día.
Al que agoniza le dan de comer en la frente,
le dan de vivir en la boca,
le dan de soñar en el pecho,
le dan de pensar en la sombra.
El lago artificial va sin arrugas,
ignorante de los colores, sin el latido de una sola hoja,
sin el chasquido de una garza.
Sólo el afligido va de aquí para aquí
con su pregunta incrustada
en los ojos.
Pero el dolor no hace tratos con nadie.
Y aunque no duela siempre, siempre duele.
Las palabras, las ganas están hechas de aire,
ese polvo de oro
fugado de los bolsillos rotos del cuerpo,
Y le dan de comer en la frente,
de vivir en la boca,
de soñar en el pecho,
de pensar en la sombra.
Hacer de tripa, corazón; de hueso corazón;
de almita, corazón.
Pero ¿y de corazón?, ¿una coraza?, ¿un pájaro de
sangre?
Alguien se vuelve anónimo envuelto en su sí mismo.
La bestia del dolor al centro del lago artificial,
la montaña nevada tras los barrotes blancos de la cama,
el almidón, las sábanas, los dados de marfil, moribundaje.
Aspirar, exhalar, armar con pedacitos de nada una enorme
paciencia de dientes apretados.
Y el deseo con mordaza en el paisaje de los frascos,
el lago artificial, el náufrago aferrado a una astilla de luz,
de puntillas de pie sobre las fauces del vacío.
Y le vuelven a dar de comer en la frente,
y de nuevo le dan de vivir la boca,
y otra vez de soñar en el pecho,
y de nuevo le dan de pensar en la sombra.
No hay quien le ponga el cascabel al gato.



REGRESO


No en balde la mariposa se posa
ociosa en tu mano,
no en vano tu mano, ahora sí,
vuelta rosa,
se torna instante,
se torna eternidad,
y el tiempo que inventamos
engañando al viento
se deshace en las alas,
se deshace en las líneas
y en los montes.
No en vano, no en balde,
no en las ancas del aire,
el poema se esfuma
para la otra orilla, atávica,
de nuestra unión con el Cosmos.



LA NIÑA DE LA MALLA ROJA


El cuerpo de la niña de la malla roja gira en la rueda de madera.
Va maniatado en ese disco, como si formase parte de su ser
y el movimiento se hiciese uno con su respiración.
Ningunos de los espectadores boquiabiertos
y con el corazón detenido por el riesgo del acto, sospecha que la niña,
en lugar de girar al ritmo que le impone la rueda, está volando.
Tampoco les ha dado a pensar
si detrás del antifaz de lentejuelas sus ojos lagrimean,
sonríen o van envueltos en un sueño.
Menos se les ocurriría que en este mismo instante
está abriendo los ojos
para ver lo que da vueltas a su alrededor:
un elefante de cabeza,
la carpa multicolor borracha, los globos que desciende
y el payaso a los tumbos. El mundo tal cual es,
patas arriba.
La niña de la malla roja gira en la rueda de madera
a gran velocidad; el cuerpo atado, las manos
y los pies sujetos con correas de cuero. El cuello igual.
El hombre de la capa negra elige sus cuchillos
ordenadamente dispuestos sobre un paño azul,
en la pequeña mesa de madera.
Acaricia el filo para cerciorarse de su poder devastador,
toca la punta con su índice enguantado.
Su ayudante le acerca un abanico de puñales,
él cierra un ojo y toma puntería; los arroja sin pausa,
vertiginosamente, pero ninguno da en el blanco.
La gente aúlla, aplaude,
ovaciona de pie al hombre que ha errado cada tiro.
Tras saludar mintiendo una sonrisa,
el hombre de la capa negra
que mastica una rabia profunda y macerada,
abandona la pista.
El elefante deja la alfombra de aserrín.
El payaso borra su gran boca pintada.
El público deja lentamente la carpa.
Nadie aplaude a la niña de la malla roja
que en su volar en círculos eludió una vez más
los lances de la muerte.



ENGARCE

a Silvio Rodríguez

La mano que lleva a un niño de la mano,
lleva una llave
enciende el fuego al tacto, un sueño
y una noche que niega la hondonada,
una en la otra se aprende a caminar,
a respirar.
Y va enlazada a un ramo.
La mano que ha plantado una mano
en la suya siente hundirse
un aliento en el agua del día,
da confianza de
manos abrazadas,
como el lugar donde se abre lo por decir,
lo por llegar.
Y el que conduce es conducido.
La mano que lleva a un niño de la mano
da un cuenco un viento en ese cuenco
y un viaje en ese viento
Donde estallan banderas de colores y
bestias fabulosas comparten un camino
que comienza en un sitio de manos abrazadas.
La mano que lleva un niño de la mano
fue a la cita en un lugar
de robustas memorias
donde la mano que traga saliva era
recuperada de la soledad.
Una en la otra.
La mano que lleva a un niño de la mano
no retrocede nunca.


CANCIÓN PARA EL SOMBRERO DE SAM


El sombrero de Sam, muchacho de carbón,
el sombrero de paja de Sam vuela al sur
con catorce agujeros,
para que alguien lo llene de algodón,
y lo laman dos perros y el verano.
El sombrero de Sam
vuela al barrio de Harlem,
para caer en medio del asfalto
donde los niños bailan
al compás de sus palmas.
El sombrero de Sam
caerá en los hilos del teléfono,
rodará entre los árboles.
Vuela al sur el sombrero
con catorce agujeros.


MUJER


De no sólo tu piel vive el hombre, mujer,
de no sólo rus manos vive el hombre.
De no sólo rus piernas vive el hombre, mujer.
Pero de codo eso más el hijo
salgo a vivir
armado hasta los dientes con tu luz
De no sólo tu sombra vive el hombre, mujer,
de no sólo tu aliento vive el hombre.
Pero de codo eso más la noche
mi corazón transpira sueños
y hablo en voz alca de las cosas simples.
De no sólo tus ojos vive el hombre, mujer,
de no sólo tu boca o de tu cuello.
Pero con codo eso más tu risa,
salgo con mi guitarra a hacer señales
para avivar el fuego de tus nombres.
De no sólo tu llanto vive el hombre, mujer,
de siquiera de la moneda tibia de tu abrazo.
Pero por codo eso más el viento
sueño que vas descalza por mi sangre.
De no sólo tus brazos, de no sólo rus hombros.
Pero con todo eso más el vino
construyo la canción que llevo bajo el brazo
de sur a vos, de otoño a cada día.
De no sólo su vientre vive el hombre, mujer,
de no sólo su cintura desnuda.
Pero eso más el sol a veces basta.
Pero eso sin el sol me sobra a veces


SUCESO IV


No había un gran saludo
Ni un abrazo de quién a no sé dónde
Ni siquiera un racimo de palabras había
Tan sólo una sonrisa
La comitiva de sus labios
Pidiendo credenciales a mis ojos
Diciendo:
Bienvenido señor,
En representación de ésta, mi piel


SUCESO VII

Los grandes titulares de los diarios
no hablan de ella.
J.B. Mc Millan, en sus discursos tan extensos

no se refiere a ella.
Mi río, el mago, el zapatero, el que conoce
a fondo las estrellas,
nunca la mencionó.
Sin embargo, ella sale a la calle
y desordena el mundo con sus pechos



CANCION

Ese corazón cabía en un zapato
y era abierto como un cuaderno abierto,
con garabatos restas y sustantivos propios.
Por ese corazón es que yo canto.
Ese corazón subía los techos a besar goteras,
después creció y aunque pasó de grado
no tuvo bicicleta ni entradas para el circo.
Por ese corazón es que yo canto.
Ese corazón golpeaba fiero en las camisas
tendidas en las sogas de los patios
y apuntó con canciones de esperanza.
Por ese corazón es que yo canto.
Ese corazón subía los techos.
Ese corazón cabía en un zapato.
Ese corazón estaba abierto, incluso,
sábados y domingos y feriados.


COMENTARIO XI

Si te contara de mis ruidos
descubrirías el mundo o un pañuelo.
Pero fuese uno u otro,
seda una canción para doler
como un olvido.
Si te contara de mis ojos,
alertarías sobre mis intenciones
a pájaros extraños.
les dirías que busco
una mancha de paz para este día.
Si te contara de mis manos,
te asombrarías con el pan y entonces
los dos aprenderíamos
escuchando la lluvia.
Y si te hablara de tu pena
quizá me ayudarías.


PREGUNTA


Dentro de una lágrima suya
¿puede caber mi nombre, todavía?


MÚSICA DE FAGOT Y PIERNAS DE VICTORIA


Música de fagot en mi menor
y piernas de Victoria por la casa
afuera una ciudad que desconozco
adentro una ventana que da a un pario
donde el sol se entretiene
en repartir sus trapos amarillos.

Música de fagot luz de Victoria
labio con era los labios del invierno
reducido equipaje de los días
que te nombra me nombra nos reúne
alrededor de frutas
después esa canilla mal cerrada.

Música de fugar y olor a un cuerpo
que busca en otro cuerpo el buen arpegio
para encontrar los ruidos cotidianos
dulces trampas ocultas en la piel
aceitadas por ángeles
desertores de un tiempo inquisidor.

Fagot de la comparsa y el amor
en tan poco tan grande suena a mucho
quiero decir que siempre
nunca complicidades nunca incendios
ningún insomnio nunca sin el búho
nunca con esta música a otra parte.

Viva el fagot oscuro de mi barba
Sobre el palo mayor de este naufragio
en la madera hambrienta de mis manos
la nacionalidad de tu cintura
y música de sangre y barriles deshechos
-aguafuerte del siglo XVIII-

Viva el fagot y su oxidado rostro
Viva el fagot y su bandera rora
palabras de Victoria
inaugurando codas las batallas
y ese cartel que entre sus piernas grita
bufadero de playa punta negra!

Viva el cuerno de caza y su llamado
Cierto instrumento en viento con su música
De donde emerge el do-mi bemol-sol
quiero decir felino de ceniza
la invitación azul de cuatro saltos
hacia el tibio desorden de los techos.

Saludable camino a muchedumbre
Rock and roll de los puerros ignorados
sombrero imaginario de dos picos
sobre la estatua de la decadencia
Y luego ese disparo
Y el delicado andar de los marchistas.

Hombre fagot con hembra violonchelo
Vestido marroquí (no es surrealismo)
Pueblo desordenado por la lluvia
Por la parola cursi y el abrazo
Y un sagapó je t'aime re quiero y sea
Este fagot comparsa inolvidable.

Mi escudo de combate de latón
Y tu nombre de guerra (ajonjolí)
Y todas las señales si una foto
si un periódico viejo si una taza
chilla la cafetera en el suelo
Un teléfono gris y desnucado.

Así se vuelve siempre se regresa
De la ferocidad de la dulzura
son una bala, un beso y un adiós


CAJITA DE MÚSICA


Con un hijo debajo de las uñas
y el calabozo puesto, la muchacha,
se pasea en el sol, es continente,
dice llamarse américa su ombligo.
Un alambre de luz, un simple río,
un caballo de riza, cordillera,
le cuelgan de los brazos y en el pecho,
va el armador de pan y un pueblo en marcha.
Sobre el vientre maduro del sombrero,
el sol está tejiendo una vidala,
y unos ojos de piedra hasta los labios
canean su corazón a todas partes.



CARTA ABIERTA A LA DOMADORA DE LEONES

(Esto carta estaba guardada en el corazón de una
mujer, por lo que se ha conservado en óptimas
condiciones y resistido a la intemperie y otros odios).
Me duermo,
y en la oscuridad
se encienden las luces de la pisca.
La música (estruendosa) quiere romper los vidrios
mientras el viejo león
salta sobre los techos de la casa.
(Esto es horrible).
Los aplausos penetran debajo de la puerta
Y aparecés erguida sobre tu corcel rojo.
De luz tu cabellera,
es disputada por un enano y un payaso. .
(aquella noche lloré en tu carromato poco antes de incendiarlo),
¡Viva la domadora de leones!
Viva la bella mujercita
que danza sin temor por el alambre
dispuesto entre el recuerdo y el olvido.
(Sólo quedó tu traje azul brillante
Y alguna zapatilla chamuscada).
Una vez más das vuelta por esta habitación
erguida sobre ese corcel rojo.
(¿han golpeado la puerta o
son los ruidos de la soledad
afuera
como turba
que enceguecida va sobre mi rostro
y otros pobres mortales?).
¡Hoy gran tristeza hoy!
( ... y te dije te quiero como quien
dice siempre y se va caminando bajo
la noche ajena pensando en el final
de una película muy cursi)
¡Silencio!
Ahora el saleo morral,
el cara o cruz.
(Pero me niego a verte allí en el aire
esperando que caigas en mis brazos o
en otros)
Entonces me despierto.
(¿Del sueño o de la realidad? ¿Alguno sabe?)
De todos modos, no pronuncio tu nombre
porque existe el peligro,
la salvación,
el riesgo,
de que un reloj
me vuele la tapa de los sesos


ORACION PARA UN EXTRANJERO


I


Vieja fotografía
Mazatlán malecón
Paola/ Paola
De un hombre sentado en una mesa del bar
El Boulevard.
Vieja fotografía en blanco y negro donde te estoy
pensando:
Viejo papel
penetrado por el roce de unas manos ingenuas,
por músicas diversas,
por los gallos ciegos del olvido
que sin anuncio alguno
han saltado el alambre de todos los abrazos
y caminan sin rumbo por mi voz.
Hacen más raro el aire,
imposible la luz.
Los gallos ciegos del olvido
me dejan en la boca sus plumas chamuscadas
por el odio de mayo,
y a ratos picotean
en los cristales rotos de la ausencia.
Contra la puerta escupen su lágrima pesada.
Me gritan: ¡no va más!
Yo digo tu nombre,
Y no soy nadie porque soy el otro.
Acaso el extranjero que descubrió tu rostro
Y se animó a escribirlo

III


Cuando sucede tu recuerdo
los gallos que yo nombre me clavan en los ojos
sus preguntas
o retroceden, lloran, resbalan
en el barro del insomnio, grotescos son
y más.
Se endeudan con mi sangre,
tiznan al corazón con tanto insulto.
Y ya no hay quién los mueva.
No hay escobas, baldazos de odio hirviendo,
ni paradas al aire o navajazos.
Y me queda en la boca un gusto a incendio,
una mujer que siempre dice adiós
con sus labios de pólvora mojada
Ahora,
tu nombre se deshace
contra la memoria de las piedras.

V

Viene la Tramontana,
castigará las playas que dieron buen descanso al turista,
soplará como siempre.
Las palmeras-que han olido primero al temporal-
son una presa fácil.
Clavos en las ventanas, tranca contra las puertas,
rezos porque los techos se queden donde están.
Una mano con miedo
enciende la campana de la pequeña iglesia.
El mar
pide la rendición de los primeros botes.
La lámpara de aceite
es un gato que el viento reventó contra el muro
Mi corazón aúlla, lee diarios atrasados, pide
otra vuelta y sueña vendavales de odio,
restos de algún naufragio, inundaciones puras
que llegan a saquear.
Viene La Tramontana
y en esta oscuridad busco tu boca.
soplará como siempre.
soplará como nunca.

X

¿será posible el sur?
¿Será posible
tanta bala perdida al corazón del pueblo
tanta madre metida en la palabra loca y roda
la memoria en una cárcel?
¿será posible el sur?
¿será posible
tanto invierno caído sobre el último rostro
de mi hermano,
tanto salario escaso riendo con descaro
en el plato vacío y el verdugo esperando?
Mi territorio de una vez gira en la oscuridad
de esa pregunta:
¿será posible el sur?
Si se viese al espejo ¿se reconocería?


XIII


Interrogado por una botella, la taberna vacía,
navegando en almohadas que arriman al insomnio,
perseguido por perros que conocen mi olor,
recé:
paladar del otoño
quita de mis espaldas
tus collares de miedo
necesito un respiro
una fiesta en los ojos
de la mujer que amo
una carta en respuesta
de mi carta al amigo
fogoneros del cuore
¡a descansar!
Y mis manos se hicieron en las tuyas.

XVII

Alguien ha entrado al mar como a una casa,
humaredas de espuma le entorpecen el habla
lo ciegan,
llenan su corazón de harina negra.
Si el pescador era propiedad de la cierra
el ahogado pertenece al mar,
y es inútil disputarle a las aguas esas verdad pesada.
Como el rostro del que entró para siempre
al espejo del agua,
en un país que desconoce.
En el muelle,
la muchacha de la bufanda azul espera.
La memoria es a veces corno una piedra enorme
en los brazos de un niño

XIX

En el bar hay quien duela y hasta un vino esperando
Como un hombre rodeado de mesas sin respuestas,
Hay un gato que nadie olvidó en una silla,
Acaso un empleado que barre, que no canta,
Que limpia los espejos
Donde quizá hubo rostros exagerando historias.
Y las manos que arrojan sus dados de neblina
Saben que esto es doler, perderse lejos,
Donde los pescadores buscan una cerveza ,
Entre un rumor que nombra marea roja
y contaminación, y trabajo perdido.
Donde siempre es verano J
Y los muchos turistas piensan
En qué gastar dinero
retratarse
con quién retratarse y cuándo y cómo
mejor si es un trofeo de este subdesarrollo=
La mujer duerme en la pequeña casa.
Algunos parroquianos cuentan que el mar la está buscando.
El guante del cansancio les tapará la boca.
Las palmeras trabajan para el viento.


RONDA INFANTIL

Niño que enamorado
bajás al aire de noviembre y
el suelo quema por doquier.
Lágrima que transita
del ojo al labio
y quen1a.
Polizonte que viaja
en un bosque
de besos.
Niño que en rebeldía
bajas del aire y quema
por doquier.
Una bandera de ceniza el suelo.
Una cuchara ardiendo el porvenir.
Soles de pan y abajo
el suelo hierve,
leches de bronca que te aclaman.
Niño que el suelo quema.
Niño que dondequiera.
Pluma que flora en un cielo de san zre
y enamorado
bajás al aire de noviembre.


FUEYE


En el centro de la pista aleteando sus valses:
música que me das,
aire que necesito,
pan sobre mis oídos.
Y una luz amarilla que le quema el teclado
donde las bestias buscan alimento.
Después
espuma negra, resoplido, tufo del bajo fondo,
estira un esqueleto que suena en todas partes.
Mudo que canta hasta doler el aire,
pero mal encarado, pero fueye.
Preso entre las mandíbulas de dos manos huesudas
Se acurruca a soñar,
lleva nácar y aceite,
suena humareda y llanto.
¿Qué baba, qué nostalgia escarba en sus metales, qué
ciego trastabilla en la luz de sus pliegues, qué
pulmón lo sostiene, qué gruñidos imita, qué
látigos, qué coros le caminan la sangre, qué
barajas marcadas quema con su confianza?
El lagarto aleteando tangos de rompe y raja,
eI cabrero rumiando una leyenda,
y el ojo de la noche que amontona lágrimas de ceniza.


DURANGO 108, DEPARTAMENTO 303, COLONIA ROMA

De nuevo son las cuatro de la mañana. (Roque Dalton)

Es hora, Jorge, de abandonar la testa sobre un
puño de arena sobre los equipajes extraviada
sobre el mantel manchado porque el vino dej6
su malasangre en la cocina de una vez déjala
en la caja de plumas en vuelca con los trapos
mojados de la angustia perdida en un cardumen
de borrachos no vayas a cerner entrega Jorge
esa cabeza a los zumbidos dulces de la fiebre
o ponla sobre un texto de Ritsos sumergida en
el vidrio molido del dolor es hora es nada es
hora esta cabeza siempre un blanco seguro en
el campo de tiro de la noche donde los comensales
son apenas un granizo de lágrimas golpeando
puerta o apoyada en la pierna descompuesta de un
niño que combatió en Malvinas esta pobre cabeza
con su canción de sangre que trabaja a des rajo
es hora, Jorge, es hora. Duerme, que es necesario


LUMBRE

Las riendas del caballo en un árbol de espuma,
un respiro, un día largo
para el fraile, el poeta frente a los grandes cráteres,
el buscador de oro frente a la piedra muda.
Así el poeta,
como fray Blas junto al volcán Masaya entre pacas de
mula y cacerolas, entre orines de lobo y una cuerda,
herramientas para los muchos usos, agua bendita
y palos de rezar.
¿Así el poeta?
¿Corno ese fraile y su bitácora y pluma de anotar, apenas
un temblor en la niebla de azufre por un gramo de oro,
porque creyó ver oro y desiertos de oro y una ballena de
oro revolcándose al fondo del volcán?
Así el poeta,
como Blas, como fray, como aquel que en el fuego vio
metales, palabras preciosas, y en el oro creyó encontrar
lumbre, escarbó en el cráter, raspó el hueso del habla.
¿Así el poeta?
¿Como el que creyó ver una inmensa luciérnaga en los
carbones apagados del cielo y cavó en la gran noche,
en su cenero de piedra, y perdió sus alforjas, sus palos de
rezar?
Así el poeta,
como el que aró el caballo en la paciencia y descendió
al silencio en busca de oro, fuego de palabras.
,Así el poeta?
como fray Blas del siglo tantitantos en el volcán Masaya?
Sí, así, como ése,
envuelto en esa luz del extravío, alucinado, a nado,
alunizando.


EL NIÑO DE LA FOTOGRAFÍA

No hay mucho que hacer en mi memoria.
Caminar una casa derribada a balazos,
atravesar arañas con palabras,
buscar viejos olores quemados por el viento.
Poco quehacer allí,
mear en los rincones para espantar las sombras,
correr donde no hay nadie.
¿Qué hacer en la memoria?
¿Descansar en un ruido?
¿Ponerse de rodillas ante un gran agujero?


AQUELLA

Tiene que ser
¿será?
Tiene que estar.
¿Será ella la Aquella de una vez?
Veo luz en la cocina,
escucho pasos,
Sueño que oigo pasos.
Tiene que ser.
¿Será?
Se levantó a deshoras .
Tendrá sed la desnuda?
Abro las manos,
prendo mi corazón.
mi lámpara de aullar.
mi poca cosa.


PESADILLA

Sueño:
hilachas de mi cuerpo sobre el dibujo de tu cuerpo.
No significa nada si no apunto otro sueño de
redes inservibles, cuchillos de cocina debajo
de una almohada, besos en ese cuarto de la calle
Durango, que poco o nada dicen si no escribo
humedades que me entibian un habla que ruge ferozmente.
Porque la realidad es:
mariposas se estrellan contra el vidrio
y al final del camino queda un bosque dañado por
el fuego de tu adolescencia,
esa geografía arrasada
donde mi sombra grita un nombre espléndido


INFANCIA



Llegó agitada Sordomuda,
en su respiración alguno bebía una cerveza,
alguno se arrojaba de la Torre Latina.
¿La traviesa flotaba en sus cabales?
Llegó agitada Sordomuda.
Una brizna de paseo en ere los dientes,
papel picado y serpentinas sobre su corazón.
¿Flotaba en borracheras?
Alguien la llevó del brazo a la cocina.
Alguien la miró feo.
Alguien se fue quitando el cinturón.
Alguien cerró la puerta.
Nosotros espiábamos por la ventanita, temerosos
y arracimados.
Todos queríamos que ella nos nombrara.


EL SUEÑO QUE SUEÑO

Habrase visto lo que he visto
con los ojos cosidos a la almohada
nada más que una sombra
con un anillo de oro.


¿LA IMAGEN ES UNA CREACIÓN PURA DEL ESPÍRITU?

El sol es una taza y su lava no acaba de volcarse.
Eso pasó hace mucho.
El sol existe así porque así lo soñaron los huicholes,
y después lo encerraron en sus cuadros de estambre,
en sus mantas, en sus cucharas sabias.
Uno pintó una cara azul envuelta en rayos rojos.
Otro le hizo la nariz.
Otro pintó una piedra con un bosque de sangre alrededor.
Otro más, imaginó un erizo con sus estalactitas amarillas.
Pero hubo quien soñó un pez plateado en una telaraña.
Ese no pintó nada
y se arrancó la lengua.


FRANCE-PRESSE


El cable dice: tras el apagón del jueves en la
ciudad de los rascacielos o sea nueva york la
policía detuvo a más de tres mil saqueadores que
amontonados en las cárceles sufren desmayos
crisis pesadillas bajo una temperatura de 39 grados
y recuerdo cuando cerró los ojos la mujer
aquella y rompí los cristales de su boca entré
a hurgar en sus pechos acaricié sus hombros
fue mi botín su lengua guardé sus manos en las
mías besé sus largas piernas
carreteras mojadas apenas por el sol
y después me alejé me hice camino ojos de
vagabundo por ciudades extrañas sin luz hasta
que un día me dio caza el olvido me tiene preso
y hoy soy exactamente los tres mil saqueadores
que lloran en el patio gigante de una ciudad
violada bajo el calor de julio.


PANES Y PECES

a Juan Gelman

hermano juan
la solución sería mandarte
este cuchillo para que muerdas sin cesar la hoja
o taparte la boca
amordazarte
sacrificar los estribillo de quien va dando
cuenta de la vida
y golpear un tambor con el puño cerrado
¿acaso emanuel carnevalli no murió atragantado
con un trozo de pan?
¿acaso dios -nacido en florencia en 1897- no
no murió envenenado con un pan?
¿habrá que andar entonces con la boca cerrada
para evitar la cárcel y/o la muerte?
leo a baldwin decir que: “cuando una civilización
trata a sus poetas con el desprecio con que
tratamos a los nuestros, no puede estar lejos
el desastre”
¿qué menos que desastres ha intentado este fuego
sobre los techo de la memoria popular y por
si fuese poco un perro muerto en las palabras
del bufón?
hospital de chicago:
carnevalli viaja sobre caballos de ceniza que llevan
a los puertos
allí aguarda un rostro de muchacha morena
en tanto las gaviotas atraviesan las heladas arenas
del cielo
hospital de bolonia:
el viento dispersó a los caballos
los muelles han sido abandonados
esqueletos de cangrejos y aves señalan el lugar
donde solía esperarte una mujer
y después el final
el ejercito llenando la plaza y
la poesía corriendo sobre los vidrios rotos de
la palabra compañero
los disparos al aire y emanuel carnevalli
retorciéndose ahogado por el humo
¡alerta juan!
hermano
le han puesto precio a tu cabeza
han envenenado las aguas.


EL ALMA QUE CANTA


Un niño parado en un caballo blanco
canta el ruido del mar,
las ruinas de una gran ciudad
que se perdió tras un bostezo.
Canea el murmullo de las procesiones,
los pasos que se arrastran en rodas las prisiones.
Un niño parado en un caballo canta
la lotería nacional,
las tablas de multiplicar,
canta el pronóstico del tiempo.
Busca las huellas de la maravilla,
dice que es oro todo lo que brilla.
Un niño parado en un caballo canea
una historieta con rufián
en una bola de cristal.
Canea pedazos rocos de "La Cumparsita"
Y la canción de los remeros felices
que viajan maquillados corno viejas actrices.
Canta estribillos:
el de la buena barra quilombera.
Y los versitos:
de no te mueras nunca, no te mueras.
Apenas es un niño,
por un beso en los labios, canta el ruido del mar.


RUTINAS


Una hoguera sin fuego es este cuarto, sus paredes
dentadas, la noche traquetea "yo no quiero que nadie
a mí me diga, que de tu dulce vida". La noche es el
furgón de cola de un carguero que transporta palabras
sin sentido
Tus pasos ¿cerca? a veces me parece que ellos detienen
su andar, sin atreverse" sobre el aire mojado de este cuarto
Un mundo se marchita al fondo del espejo.
Mi corazón ¿una mentira pide?
Me da terror no tener miedo
Lo descarnado en ansias crece en el cenicero
“Se va con ella tu boca que era mía". .
Camino por el puente quebrado del encierro
y lo que toco es espesor de tu fantasma.
"Pero no hay nadie y ella no viene"
Tengo un solo clavo y apunta hacia el vacío
El cigarrillo, un lápiz, la cuchara, apuntan al vacío
En la plateada esfera del reloj" las aves
carroñeras señalan ese punto.
¿Sabés cómo es de amarga y honda?
¿Te imaginas cada día? Vivo en este cuaderno sin hojas
¿Cenizas en mi corazón? ·


UMBRÍO


A propósito de unos fotografías de Elena Sumiraj


I

Cuerpo que dese1nbarca en la oscuridad como en un
planeta lejano. Secuencias borradas, recortes de una
danza con era un negro pleno, saciado. Piedra arropada ,
en su mudez. Imposible saber quién es quién entre una,
opacidad que gana en espesor y un cuerpo que se
esfuma. El silencio es un campo donde la luz y la sombra
caminan tomados de la cintura. Ofrecer y negar,
alternancia de una extranjera.

II

El tiempo respira. Cicatriz de las horas. Noticias de la
superficie esponjosa de la piel con su porosidad vegetal.
Nunca la carne firme. Apenas un calco luminoso
desgajándose sobre un mapa de dunas. Huellas de lo que
late. Boca de sombra paseando en los pliegues del cuerpo.

III

La fotografía es (apenas) tiempo retratado.

IV

Flotan cientos de cebras en un parpadeo.
Constelaciones, destellos, la sombra da sentidos del cuerpo.
La piedra rueda hasta volverse piel, carne de los planetas.
Un sol se desbarata en el cuenco del ojo; queda la oscuridad
derramada en la arena.
El gesto narra un paisaje de arenisca y de grava.
El silencio gotea. La oscuridad transpira.


V


Haces de luz sobre campos sembrados de densas
humaredas. La sombra obsequia hebras de lo que late.
Se desmigaja un cuerpo a plena vista, se extravía.
En el bajofondo hay formas que preguntan por sí mismas
Cada parte del cuerpo habla por su cuenta y riesgo.
Hay dos gotas de lluvia en picada al vacío
¿Es eso el amor?
Un fósforo ilumina los labios del cuchillo
El ojo prestidigitador, cabalga sobre una corazonada.

VI


Ningún cuerpo es tierra firme.


DEL CUADERNO DEL IMPACIENTE



El árbol del Después crece en tu casa
No es un árbol cualquiera, no se conoce el fruto.
(Va a dar sombra, Después)
Sus raíces pueden levantar e1 piso de las
habitaciones donde duermes.
(Va a dar flores. Después)
Sus ramas entran ya por tu ventana.
(Va a perfumar. Después)
Hay que cortado. ¡Ahora!


FUEGO POR FUEGO


Golpe por golpe,
que haya trasiego.
fuego cruzado,
cielo por cielo
sismo por sismo,
llamo y espero,
golpe por golpe
y un ruido seco.
Con arañazos
sobre el silencio,
boca por boca,
muerdo por muerdo,
noche por noche
gemido y ruego,
a dentelladas
se muele el tiempo.
Menos no pidas,
no pido menos.
Todo por codo,
fuego por fuego.


CINTAS


Aros para bordar, un costurero, toda
la vida un hilo. Enhebra olores en la cocina, zurce
palabras desgarradas.
Su nostalgia es de lino.
Nunca se nace, siempre
vamos cosidos a una madre,.
Y calados, bocones, bastidores, vivos para
la orilla de la lengua y encajes en la risa
junto a la rosa triste del alfilerero:
mi madre.
El camino lo alumbran las hebras de una estrella,
un viento de algodón, resplandor de abalorios.
Y en cada cosa que levantó el mundo:
la aguja y el dedal.


MONÓLOGO DEL NECIO


¿Quién escribe? El hambre, La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay den reilada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio.
. ¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.
Eso se come. Gula del vacío.


RELOJ


inmóvil, inmutable,
sedentario,
fijo el cuadrante,
atónito
y estático.
También en él
la procesión va por dentro.


REVERSO

El reflector barre el agua con una luna falsa
Deja su baba entre los peces quietos
Hay lanchas asesinas, hay luces de aturdir
Hay sirenas que rugen
Reflectores que arrastran su boca enharinada
El poeta es apenas una sombra que corre por el fondo
Raspa el hueso del habla,
busca una orilla en otro cuerpo,
Un pasadizo
Nadie puede dormir, la vigilia es de piedra
La vigilia de piedra
La vigilia que piedra, piedra, piedra.



ALLEGRO MA NON TROPPO


Simplemente una llamada telefónica diaria
justo al amanecer
cuando la voz de ella
todavía no era más que un gemido prisionero
por un terrible ejército de sábanas
Simplemente esa llamada por teléfono
y escuchar las primeras palabras
que esos labios resecos
por la espuma sagrada de la noche dejaban escapar
luego el itinerario de una voz insegura
que inauguraba el día con la saliva
aún no resuelta en saludo o más dulce
Simplemente esa llamada por teléfono
y la profanación de aquel que cree escuchar
el roce de unas piernas
o adivinar el norte o sur de ese cabello negro
e Investigar los pliegues almohadones
y recortes de diario
viejas fotografías sobre la pared descascarada
hasta que esa otra voz,
mañana, cualquier mañana,
dijo: ¿quién? ¿como? ella no vive más aquí


CONTRA EL BUFÓN DEL REY


Febrero es un tiempo difícil
este tiempo de decisión y de conciencia clara
un montón de dientes apretados escucha caer la lluvia atentamente
un pajarraco de cuatro plumas negras y ojos grises
lleva en el pico un trapo blanco
arriba sobre los puentes de suma la memoria pasa ese tren oscuro
abajo se balancea la sombra del ahorcado
Ya no está la muchacha que le lamió las plumas
y el niño que aprendió de su cuerpo
la mano que le abriera la jaula
Febrero es un tiempo de guerra
nuestro tiempo nos han dado migajas de ignorancia
el pajarraco permanece inmóvil
no se decidía nada
el Horizonte en tanto se adormece como línea de fuego
mordida por el viento
que él observa a lo lejos
las provincias negras de sus ojos
recorren lentamente el paisaje
goterones de odio
paredes ofrecidas a los dientes del humo
y ventanas golpeando sin cesar
en la deshabitada casa de la guerra
ahora vuela pesadamente hasta la rama del árbol más antigua
y es un saco de huesos sobre la mano sucia
de una orden absurdo y desdentado
Febrero el ángel de la cara tiznada anuncia los días rojos
y ese que está en la mira
bufón o pajarraco
ya es recuerdo

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